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domingo, 9 de mayo de 2021

¿Cuál es la diferencia entre depresión y tristeza? @dealgunamaneraok...

 ¿Cuál es la diferencia entre depresión y tristeza?


¿Estar triste significa tener depresión? No. Estar triste, afirman los expertos, es un síntoma, mientras que la depresión es una enfermedad.

 

© Publicado el jueves 25/03/2021 por el Blog de Farmacias del Doctor Ahorro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, república de los Argentinos.

 

El doctor Javier Schlatter, psiquiatra de la Clínica de la Universidad de Navarra (España) contó que hay una diferencia esencial en Medicina que es la diferencia entre tener un síntoma y padecer una enfermedad.

 

Por eso, el psiquiatra mantuvo que la tristeza y la depresión se parecen en ese síntoma, en la tristeza, que está presente en ambos casos, aunque la depresión tiene muchos más síntomas, como la falta de ganas, la apatía o anhedonia a la hora de hacer las cosas, la irritabilidad, así como estar más emotivo o sensible.

 

“La enfermedad tiene lugar cuando estos síntomas de depresión se mantienen más de dos semanas, y llegan a afectar a la vida de la persona. No obstante, siempre tienen que ser supervisados estos casos por un especialista”, afirmó el experto.

 

El psiquiatra recordó que la depresión suele ser más frecuente en la mujer, aunque por regla general manifestó que tiene menos problemas a la hora de solicitar ayuda cuando la necesita; algo que al hombre no le pasa, porque suele tener una mayor dificultad para reconocer que tiene un problema y pedir ayuda.

 

Orígenes de la depresión

 

El psiquiatra destacó sobre el origen de la depresión que no siempre esta depende de la persona, y señaló que, clásicamente, habría dos tipos: biológica, y psicológica. “La más frecuente es la segunda, y en los países occidentales sobre todo la relacionada con el estrés”, explicó.

 

Además, el experto de la Clínica Universidad de Navarra señaló que la depresión tiene un componente genético, que aumenta el riesgo, aunque es bajo. “No es como en otras enfermedades, donde se hereda muchísimo. En las depresiones de origen psicológico puede darse un aprendizaje, personas que han visto en sus familiares la depresión, que su forma de ser se puede hacer depresiva, y esto es otro factor que no se hereda pero que también se transmite externamente en este caso”, aseguró.

 

También explicó que muchas personas caen en depresión por causas externas que les sobrepasan. “Algunas depresiones son resistentes, pero la mayoría tienen curación porque son de origen psicológico y se podrían superar porque se dan por circunstancias concretas que pueden dejar de existir. En este caso, en las que tienen curación, el tratamiento es mitad psicológico y mitad biológico, farmacológico”, aclaró Schlatter.

 

Fuente: Europa Press para Diario La Nación



Diferencias entre tristeza y depresión



Buena parte del lenguaje psicológico ha pasado a ser de dominio popular, pero no siempre lo ha hecho de manera precisa ni trazando las equivalencias adecuadas.
 

© Escrito por Edith Sánchez el domingo 04/08/2018 y publicado por La Mente es Maravillosa de la Ciudad de Salamanca, Reino de España.

 

Uno de los ejemplos clásicos de esto es la dificultad que muchos tienen para establecer las diferencias entre tristeza y depresión. Así, la inclusión en el lenguaje popular de la palabra “depresión" en ocasiones ha dado pie a la confusión e incluso al desprecio de esta como enfermedad.

 

También se ha ido fomentando un cierto rechazo a algunos estados de ánimo. La tristeza, entre ellos. Por eso a algunos les resulta más fácil decir que están deprimidos, a confesar que se sienten tristes. Lo primero suena más técnico; lo segundo, más asociado a la fragilidad humana.

 

Lo cierto es que hay grandes diferencias entre tristeza y depresión. La primera y más importante de ellas es que la tristeza es un estado de ánimo, mientras que la depresión es un trastorno y como tal debe ser tratado. Por eso es importante diferenciar bien estos conceptos..

 

1. Duración, un factor decisivo

 

La duración de los fenómenos psicológicos no es un dato exacto. Pese a ello, sí se trata de un dato que, junto con otros, permite hacer una aproximación más precisa a lo que le sucede a una persona. Por definición, una emoción tiene una duración breve.

 

Una de las grandes diferencias entre tristeza y depresión es que la primera es una emoción pasajera, mientras que la segunda es relativamente crónica (salvo que se realice la intervención adecuada). Una persona debe experimentar la tristeza durante seis meses de manera continuada para que, según los criterios diagnósticos, podamos sospechar la existencia de una depresión.




2. Abulia, un factor que marca diferencias entre tristeza y depresión.

 

La abulia es básicamente una dificultad o resistencia para actuar. Cuando una persona está triste se siente menos motivada para realizar algunas actividades. Quizás reduzca su vida social, o le dedique menos tiempo al trabajo o a otras tareas que realizaba habitualmente. Aún así, sigue manteniéndose activa.

 

Una persona deprimida, en cambio, es superada por este desánimo. Desatiende sus obligaciones y no es capaz de llegar a los reforzadores que le ofrece el medio. Habla frecuentemente de su cansancio o fatiga y reduce sus actividades al mínimo por un tiempo relativamente largo. De ahí que la depresión en términos clínicos presente un cuadro muy parecido al de un trastorno de ansiedad.

 

3. Grado de aislamiento

 

Otra de las diferencias entre tristeza y depresión se refleja en el grado de aislamiento que hay en cada uno de esos estados. Es habitual que una persona triste busque a personas cercanas para hablar acerca de lo que siente. También es usual que busque consuelo en otros, pese a que puede mantener cierto grado de aislamiento social. En este sentido, dependerá de la personalidad y de las estrategias de afrontamiento.


En la depresión, en cambio, comienza a aparecer un rechazo constante al contacto con los demás.

 

La persona deprimida se guarda para sí sus sentimientos y aunque no se siente bien estando sola, lo prefiere a tener que compartir con los demás. Progresivamente se aísla, incluso de las personas más cercanas.




4. Nivel de funcionalidad

 

Un factor que marca grandes diferencias entre tristeza y depresión es el nivel de funcionalidad. En el caso de una persona triste, su estado de ánimo solo modifica levemente su tren de vida habitual. Quizás sea menos dinámica o más reservada, pero básicamente realiza todas las actividades que realizaría en un día normal. 


En cambio, cuando una persona padece depresión, su rutina habitual se ve frecuentemente alterada. Le cuesta mucho trabajo cumplir con sus obligaciones laborales, familiares, sociales, afectivas, etc. Es usual que se vea repetidamente dando o inventado excusas para encubrir su falta de compromiso o su incumplimiento. No logra ajustarse a una rutina “normal”.




5. Desesperanza

 

Una persona puede estar triste por diferentes motivos, casi siempre asociados a una pérdida o a una situación conflictiva que no logra resolver. Aunque experimenta dolor emocional, también es capaz de reírse, de mirar hacia el futuro y de hacer planes. Puede que no tenga respuestas, pero siente que hay un mañana que podría ser mejor. En el de la persona deprimida, lo que hay es desesperanza. Cuando se mira hacia el mañana todo lo ve oscuro. No hay ni interés, ni deseo, ni capacidad de proyectarse hacia el futuro. ¿Cómo hacerlo si vivir el presente ya le cuesta un mundo?

 

Como vemos, hay existen diferencias importantes entre tristeza y depresión. Esta última debe ser atendida y tratada por un profesional de la salud mental, ya que se trata de un trastorno que no va a desaparecer por sí solo y que, por lo tanto, demanda una intervención especializada. 




lunes, 18 de enero de 2016

Buenas tardes, tristeza… @dealgunamanera...

Buenas tardes, tristeza…

Las palabras vuelven a las conversaciones, las artes, las esquinas y las plazas.

Las palabras no dan abasto con tanto dispositivo y dejan de ser ellas mismas. No les queda otra que recurrir a las nuevas máscaras: los emoticones.

© Escrito por María Álvarez el martes 12/01/2015 y publicado por el Diario Perfíl de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 


Ayer fui a la plaza con una amiga y su hijo de cuatro años, Martín. El sol estaba bajando y el aire era fresco, esas tardes de enero en Buenos Aires son únicas. Apenas llegamos, Martín, con un afilado radar infantil, se sumó al festejo de un cumpleaños desconocido y se puso a jugar carreras y a patear todo tipo de pelotas. Nosotras, cada tanto, interrumpíamos los dilemas amorosos, laborales y domésticos para disfrutar con la pandilla de niños, que parecían amigos de toda la vida.

El sol bajó y el cumpleaños empezó a desconcentrarse ante un partido que terminó. Como pudo, cada padre convenció a su hijo y fueron saliendo del espacio verde enrejado. Martín volvió con la remera mojada y los cachetes rojos de felicidad, y se sentó en el banco. Nosotras seguimos hablando, buscando llegar a esas conclusiones teóricas, tan difíciles de seguir en la práctica, que de a poco se fueron diluyendo con la luz y nos dejaron a los tres en un silencio de motores y pájaros.

“Mamá… Estoy triste”, largó Martín de la nada, y rompió la magia de la tarde. Mi amiga le acarició la cabeza y buscó un pañuelo de papel para secarle el pelo transpirado. Los miré. La frase, además de romper la tarde, me había roto el corazón. Puse el foco en mi amiga con ojos aterrados de sorpresa, pregunta y preocupación. Ella me devolvió la mirada, todavía fregando al chico con papel, y me tranquilizó, sonriente: “Es la nueva moda, por todo dice estoy triste”.

Quedé un poco angustiada con la falsa alarma. Como siempre, quise saber un poco más. “¿Por qué estás triste, Martín?”. “Estoy triste”, repitió. “¿Pero sabés por qué? ¿Cómo es la tristeza?”, insistí. Puso los ojos grandes y se sentó para reflexionar. “Sí”, dijo firme, “como en la película”. Mi amiga, que había aprovechado esos minutos para seguir pensando en sus cosas, subtituló a su hijo y aclaró, despreocupada: “Intensamente”.

Ah, sí, Intensamente, la película de Disney que muchos críticos cuentan entre las mejores del año pasado. Esa que los padres defienden porque habla de sentimientos, en donde Alegría no puede ser si no hay familia, amigos, goles, una casa grande y linda. Como si la familia, por ejemplo, fuese una fuente de felicidad por default. Pero ojo que Tristeza también puede ayudar, siempre que no tire tan abajo.

Y por ahí andan Miedo, Ira y Asco, que no se dejan conocer demasiado ni entendemos bien qué pito tocan. Intensamente, sí, claro, esa película que le pone cara a las emociones.

Ahora me voy muy atrás en el tiempo. En los principios del teatro griego, los actores usaban máscaras para transformarse en personajes, anular las individualidades y evitar cualquier tipo de confusión. De ahí viene el símbolo de las dos caretas flotando: la tragedia y la comedia. Pasaron los años y los actores se fueron sacando las máscaras, aceptando el precio de la confusión y explorando las posibilidades del rostro humano. Así, el arte de la actuación dejó de ser binario y se volvió complejo, en el mejor sentido, expresando aquello que no se puede nombrar con una sola palabra como alegría o tristeza.

Las pobres palabras, esas que hoy no dan abasto con tanto dispositivo y dejan de ser ellas mismas para ser ppio, ok, tkm, xq?, ntp, salu2. Llenas de impotencia, mutiladas, no les queda otra que recurrir a las nuevas máscaras: los emoticones. Ellos vinieron a hacer el trabajo sucio y transmiten cerveza o corazón, bronca o tren, mientras las palabras vuelven a las conversaciones, las artes, las esquinas. Esas caritas nos remontan al pasado, cuando la sonrisa era lo bueno y la mueca lo malo. No hay que generar dudas, mejor lo plano, sin matiz o sutileza. Como si habláramos con números. Pulgar arriba, pulgar abajo, aplausos, músculos, uno o varios, besito, guiño.

Todo autoabastecido en una pequeña imagen: carita llorando. El emoticón vino a poner un límite, a cerrar. En cambio las palabras abren, son exigentes, confunden y demandan; las palabras escritas necesitan frases, las habladas necesitan un tono. En su mundo, no todo es tan simple como la tristeza o la alegría de los emoticones y la película de Disney. Esa que marcó tanto a Martín. Esa que le enseñó que el aburrimiento, el cansancio, las ganas de ver televisión o el hambre pueden llamarse simple y solamente Tristeza.