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lunes, 27 de julio de 2015

Crece la demanda de juguetes... @dealgunamanera...

Crece la demanda de juguetes por el boom de las promociones… 

Un sector que factura anualmente US$ 350 millones. En lo que va del año, las ventas aumentaron entre 10 y 15% por las ofertas y las cuotas. En el mercado creen que la tendencia seguirá.

Los jugueteros celebran como chicos. En lo que va del año, la venta de juguetes viene creciendo, producto de las promociones y los planes en cuotas sin interés en un mercado abastecido mitad por los de manufactura local y mitad por las importaciones. En el sector esperan vender entre 10 y 15% más en este Día del Niño, y prevén un ticket promedio de $400. “Hay bastante surtido en las góndolas y las compras se adelantaron, algo que hace mucho no se daba”, sintetizó Daniel Dimare, director de Marketing de Rasti y editor del sitio especializado Juguetes y Negocios.

Se trata de un sector mayoritariamente pyme, en el que confluyen fabricantes, comercios, distribuidores, importadores y también hipermercados, y que factura anualmente más de US$ 350 millones. Si bien la demanda aumentó, algunas empresas manifiestan que se trata de una recuperación con respecto a la caída registrada en 2014. “El nivel de ventas es aceptable. No es para llorar, pero tampoco para descorchar champán”, interpreta Damián Mondrik, CEO de Top Toys, una empresa dueña de un extenso catálogo de juegos de mesa y fabricante de Signos, un émulo del Simon.

A diferencia de otros sectores, fabricantes e importadores mantienen una coexistencia casi pacífica. En 2014, la producción nacional neta fue de US$119 millones, apenas por encima de los US$103,5 millones que representaron los productos provenientes del exterior, según indica una estadística de la CAIJ (Cámara Argentina de la Industria del Juguete). Para la gran mayoría de los consultados, se trata de un mercado equilibrado y que no entorpece a la industria local. “No es competencia desleal, porque hay cosas que no se pueden producir en el mercado interno”, señaló a iEco Matías Furió, presidente de esa cámara sectorial.

Sin embargo, la AADEJA (una entidad que agrupa a los importadores de juguetes) se quejó contra “las grandes cadenas de supermercados ante la disparidad en el otorgamiento de autorizaciones para importar productos”.

Fuentes del sector explicaron que los importadores acusan a supermercados, cadenas de fast food y “golosineras” porque importan juguetes y cotillón para sus negocios, limitando el cupo impuesto por el Gobierno para todo el sector. “El gran problema que enfrentan las jugueterías es que la mayor parte de esas autorizaciones se las están otorgando a las grandes superficies que no tienen al juguete como su actividad principal”, puntualizó Carlos Restaino, titular de AADEJA.

Las estadísticas, en rigor, indican que los cuatro mayores importadores de juguetes en 2014 fueron Ferrero (Kinder), Arcos Dorados (McDonald’s), Walmart y Carrefour. Recién en los dos lugares siguientes aparecen mayoristas de juguetes: Intek y Ditoys. Los montos, por lejos, están muy por debajo de las divisas que necesitan otros sectores, como los autos y la electrónica. Ferrero importa en todo el año apenas US$10,5 millones.

Cajita de sorpresas El caso Arcos Dorados, representante de la franquicia McDonald’s, merece particular atención, porque utiliza los juguetes como imán para atraer a las familias a través de los chicos. En el país, la cadena despacha anualmente 15 millones de las Cajita Feliz, con personajes de las películas infantiles muy taquilleras, como los muy populares y simpáticos Minions (ver pág. 9). “No pretendemos ser los únicos importadores –aclaró Restaino– pero se preferenció a las grandes superficies en perjuicio del sector puro, que depende exclusivamente de la venta de juguetes”.

A pesar de todo, en el sector coinciden en que las góndolas están bien abastecidas con miras al Día del Niño, una de las fechas clave para el sector. “Hay bastante surtido importado y a nivel local hubo lanzamientos, en especial los juguetes con licencias: Disney, Minions, Frozen y personajes de películas, como The Avengers ”, remarca Dimare, de Rasti.

En la Argentina, además de las pymes que fabrican y distribuyen, tienen representación dos multis: la americana Mattel (Barbie, Hot Wheel, Fisher Price y Monster High) y la dinamarquesa Hasbro (Mi pequeño Pony, Monopoly y Transformers, entre otros). Entre los productos más demandados este año figuran los Playmobil, juegos de bloque, muñecos Minions, peluches, dinosaurios (por la nueva película de Jurassic Park) y productos didácticos.

Previsto inicialmente para el domingo 9 de agosto (coincidiendo con las PASO nacionales), los jugueteros lograron que el Día del Niño finalmente se postergue una semana. Además, los fabricantes celebraron la prórroga del arancel del 35% (el máximo permitido por la OMC) a las importaciones de juguetes de origen chino y de otros países de la extrazona. Así, la temporada parece un chiche.

© Escrito por Damián Kantor el domingo 26/07/2015 y publicado por iEco, Suplemento Económico del Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 14 de septiembre de 2014

Los juguetes y el futuro... De Alguna Manera...


“Hoy, los juguetes tienen que ver con el futuro, aun cuando sea incierto”...


Julio Moreno. Médico y psicoanalista Ni soldaditos ni mecanos: los chicos aman las pantallas y la capacidad de transformarse en otros. No buscan entender un juego sino aprender usándolo, dice el entrevistado.

Varían los juegos, pero el rito de jugar nos acompaña siempre, como nos acompaña la infancia que reconfiguramos a lo largo de la adultez. Pero los juegos de los chicos de hoy parecen apuntar más al futuro que al pasado, y los adultos poco saben de ellos. Los juguetes de antaño despiertan melancolía. Y en las rupturas que provoca el consumo de lo nuevo, las experiencias -que vienen del pasado de los mayores- pierden valor. Ya poco saben los padres sobre los juguetes de sus hijos, como ya saben más los chicos que los maestros acerca de las aplicaciones de los dispositivos digitales. Julio Moreno, médico y psicoanalista, ha investigado esta zona en la que se bordea el pasado y el futuro, ya que jugando se enlaza la tradición y se imagina lo porvenir.

¿Es cierto que los juegos de los chicos derivan de ceremonias y ritos?
Es cierto, y como han afirmado reconocidos antropólogos, la mayoría de los juegos clásicos derivan de ritos antiguos, pero la creatividad de todos los juegos está ligada a la originalidad humana, particularmente la de los niños, pero también en todo un aspecto “infantil” de los adultos. Es propio del humano crear juegos y juguetes y poder divertirse con cosas serias.

¿El juego y los juguetes expresan la continuidad de la historia y de las experiencias?
Ritos y juegos expresan una continuidad histórica. Los juegos clásicos derivan de historias antiquísimas. Por ejemplo, el juego de la pelota pudo haber derivado de la evocación de luchas divinas por la posesión del sol; el de la perinola y el trompo, de prácticas adivinatorias; las rondas, de ritos matrimoniales; los juegos de cartas, de luchas bélicas por territorios y poder. El sonajero parece haber surgido de las maracas que usaban los hechiceros para ahuyentar malos espíritus. Pero el conocimiento de estos orígenes queda olvidado en sus detalles por los niños que juegan, aunque el objeto “juguete” transmite algo de aquel pasado. Hace unos 50 años jugábamos a los indios, los vaqueros o los piratas con armas o chiches relacionados con ellos. Ni siquiera jugábamos a imitar, por ejemplo, a personajes de la entonces reciente Segunda Guerra Mundial. Sólo jugábamos con personajes de un pasado lejano.

¿Y qué pasa hoy con los juguetes y los juegos? ¿Cambiaron?
Los juguetes preferidos de los niños de hoy no suelen aludir al pasado sino al futuro. Así como los juguetes de antes parecían diseñados por un historiador, muchos de los juguetes actuales parecen ideados por un futurólogo: naves que surcan el espacio a una velocidad mayor que la de la luz, o que burlan la teoría clásica del tiempo, succionadores de energías, poderosos rayos laser. Los personajes de las historias infantiles preferidas de los niños contemporáneos no suelen tampoco disfrazarse como lo hacían Batman y Superman hace unos 50 años -lo que implicaba una continuidad de lo humano del disfrazado-, sino que se transforman en otro, como el hoy popular Ben 10 o los robots Transformers. Más que evocar el pasado, en esos juegos, historias y juguetes se preanuncia un futuro, aun cuando sea incierto.

¿Los juegos de los chicos siguen expresando fascinación por el tiempo que se repite?
No. Más bien están preparados para lanzarse a lo incierto, o a lo que suponen que va a ser. Les gusta repetir, pero no el pasado histórico sino las historias que los fascinan más; no, por ejemplo, el juego de los piratas, aunque algunas sagas como la de El señor de los anillos o la de Harry Potter pongan en escena una mezcla de pasado, magia y futuro que les encanta a niños y adolescentes.

Los juguetes miniaturizaban un pasado lejano. ¿Por qué ya no lo hacen más?
Quizá ya no sirva tanto evocar un pasado ni transmitirlo para que perdure. Puede ser que importe más preparar a los chicos para un futuro que, aun cuando resulte incierto, está lleno de novedades que son veloz y eficazmente apropiadas por la creatividad y la imaginación infantil. Así, hoy hay juguetes que cumplen con las leyes de la física cuántica y lo digital, pudiendo clonarse, absorber energía y teletransportarse.

¿Qué funciones cumplen las pantallas y la interactividad en la educación?
Muchas y cada vez más, porque las pantallas y lo digital van ampliando y modificando nuestro mundo. Un niño, desde una cada vez más temprana edad, se fascina por las pantallas, sobre todo por las touch . Ya antes de un año de vida un niño suele interactuar con fervor con pantallas y crece en un ambiente en el cual está rodeado de ellas. Son extensiones que forman parte de la realidad en la que le toca vivir y, más aún, en la que le tocará vivir. A los pequeños les interesan más las imágenes de una pantalla de TV, de una tablet, de una computadora o de un celular que un chiche real. Si en el futuro casi todo será comandado por dispositivos informáticos, los niños están aprendiendo, conformando sus mentes para usarlos como nosotros usamos pinzas y lápices. En la escuela, con computadoras portátiles, los niños sobrepasan a los maestros que no son “nativos digitales”, sino “inmigrantes digitales” que pueden aprender, pero no llegar a navegar por lo digital como los nativos.

¿Cómo se venden los juguetes? ¿Se interpela a padres o a chicos? ¿Cambia la estrategia de venta de juguetes porque los adultos ya no los entienden?
Antes, hasta mediados del siglo pasado, la publicidad de los juguetes estaba dirigida a los padres, con la consigna de que los juegos eran buenos, en el sentido de didácticos y para la tarea de “formar bien” a los niños, como el Mecano, el Cerebro Mágico, el Pequeño Doctor. Hoy las publicidades de juguetes -y los mismos juguetes- ya no van dirigidos en primer lugar a los padres para que los compren: van directamente dirigidos a los niños, que son los únicos que los entienden. Hasta da la impresión de que publicidad y los mismos juguetes están confeccionados para que los adultos no los entiendan. A los pequeños les gusta manejar un código y un tipo de juego que sólo ellos y sus pares entienden. El extremo de esas tendencias son las consolas, como la Playstation o Xbox, que los adultos solemos no entender, al menos no como naturalmente -y con increíble habilidad- lo hacen los niños. Tanto es así que esas aplicaciones -como la mayoría de los dispositivos digitales- ni siquiera suelen tener manuales para que quien pretenda usarlos los entiendan. Nuestra generación de adultos creyó que necesitábamos entender para usar cualquier dispositivo, los niños de hoy aprenden usando. Hacen camino al andar.

A veces los chicos se aburren, aun con los mejores juguetes... ¿Nos tenemos que preocupar por eso?
Los chicos pueden aburrirse por muchas razones: porque no logran jugar solos, porque no tienen con quién hacerlo, porque están tristes por algo que les pasó, o porque se dan cuenta de que no logran crecer como ellos querrían, o como sienten que al entorno social y familiar le gustaría. El aburrimiento suele ser una muestra de que algo de la potencia creativa del niño ha colapsado. No encuentran ese plus que da el juego y su alegría porque algo los tiene ocupados o los preocupa. Pero el aburrimiento puede ser un saludable llamado de atención para procurar ayuda, como un anuncio temprano de que algo anda mal.

¿Cómo advertir que estamos frente a un “chico problema”?
Que un chico tenga problemas como temores, miedos, fobias o insomnio es natural y hasta, en una medida moderada y no crónica, sano. Más preocupante puede ser cuando el niño se sobreadapta a las exigencias familiares y sociales, o cuando tiene dificultades severas para conectarse con sus pares, para jugar solo o para interactuar con su entorno. Hay que valorar, sin embargo, el hecho de que un chico logre llamar la atención para que sus padres, la escuela o algún referente valorado se den cuenta de que algo le pasa y hagan algo para ayudarlo. Lo peor es que logre esconder sus pesares, que disimule o que “se haga” el grande o el superado. Los pequeños signos problemáticos son como fusibles que advierten que algo anda mal en tiempos en los que es posible mejorar las cosas, atender y corregir lo que los perturba. La dificultad del niño con su entorno social es señal de que hay algo problemático.

¿Para qué es importante el entramado familiar y la contención que brinda?
Es muy interesante el término “entramado familiar” que se usa ahora cuando antes se hablaba simplemente de “familia”. La familia, como institución, en estos tiempos está en “desorden”, tiene diferentes configuraciones y no es raro que eso complique la función clásica de contención o “encierro” que supo tener la familia clásica del 1900 para con los niños. La familia ya no suele ser la cuna que antes albergaba toda la crianza, y eso porque como institución la familia está en crisis. Y ahora, entonces, puede ser preferible que haya separaciones conyugales -o discusiones y reconfiguraciones o arreglos familiares- antes de que los niños vivan en una suerte de campo de una batalla que los toma como rehenes.

¿Por qué los chicos creen y no creen en los padres? ¿Qué suponen, en qué confían y en qué no los chicos?
Hay una paradoja que afirma que es posible decir “creo tal cosa” y, al mismo tiempo, “no sé si lo creo”. Parece absurdo, pero describe muy bien el estado doble de la mente con que los niños se relacionan con sus padres o con quienes los crían. Son dos enunciados contradictorios pero necesarios para que el niño curse bien su infancia. Los niños necesitan transitar ese doble discurso: primero creer lo que dicen los padres. Pero al mismo tiempo, y de a poco en su crianza, es necesario ir descreyendo eso que creyeron. Ir desconfiando de la absoluta verdad de esos dichos paternos. Viven, por así decir, en esa paradoja de creer pero no creer tanto. Si siguen creyendo sin diferenciarse estamos en problemas; si los invade una incerteza o desconfianza total relacionada con el no creer, surge otro tipo de problemas. Pero ambos extremos -creer sin siquiera cuestionar y no poder parar de cuestionarse- suelen generar inconvenientes en la capacidad de jugar de los niños. Lo ideal es que ambas ramas de la paradoja estén presentes y se hagan tope una a la otra.

© Escrito por Claudio Martyniuk el Domingo 14/04/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.