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martes, 20 de junio de 2023

Esteban Schmidt. La muerte de un héroe del 83... @dealgunamaneraok...

La muerte de un héroe del 83...

En el año que se cumple el 40 aniversario de la restauración democrática muere uno de sus más destacados artífices.

© Escrito por Esteban Schmidt el viernes 10/03/2023 y publicado en su Newsletter en Substack, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  
 


Esteban Schmidt

Ayer fui al entierro de Enrique Vázquez, quien murió el martes a los setenta años por las secuelas de una ACV que sufrió el sábado en su casa de Ingeniero Maschwitz. Hasta el viernes pasado sostenía un programa de radio de una hora, pequeño, artesanal, desde su living, y con una audiencia naturalmente ínfima dado el alcance del medio. Fue internado primero en el hospital de Garín, próximo a su hogar, luego en el sanatorio Nuestra Señora del Pilar, que está en la cartilla de la obra social de los trabajadores de prensa, a ver si mejoraba su suerte.

Su ataúd llegó desde la cochería en un Volkswagen Vento blanco adaptado para estos traslados. En el vidrio de uno de los lados se leía, sí, Enrique Vázquez, esas letras intercambiables, de acrílico en el mejor de los casos, con nombres propios, que son tan irresistibles a la vista como el cajón. Gente grande, arriba de los cincuenta la inmensa mayoría, en su despedida, que se reunió a la entrada de la primera de las capillas donde la iglesia certifica, en el cementerio de la Chacarita, la partida de un cristiano. 

El hijo de Enrique, Rodrigo, un joven robusto y calvo, de camisa blanca, pantalón negro del que sobresalía en su bolsillo trasero un paquete de tabaco para armar, y cuando ya éramos muchos, anunció que el cura le había pedido que liberara la vereda inmediata a la capilla porque impedía el normal funcionamiento, lo cual era cierto, e implicó para muchos de los convocados la confirmación de que la capilla era el punto de encuentro señalizado por la cochería y nada más. 

“Yo a mi viejo no lo voy a meter acá adentro” dijo Rodrigo, y nos trasladamos a una plazoleta que se encuentra frente a esa capilla y que de mis anteriores visitas al cementerio, una hace muy poco a despedir a mi vecino Oscar, uruguayo, hincha de Peñarol, y remisero, no habría podido recordar. Pero ahí está esa plazoleta, para despedidas laicas y contreras, lo cual me parece práctico recordar de aquí en más, y que sirvió para detenerse otro buen rato, y charlar con sus hijos, compañeros de trabajo, viejos amigos y conocidos.

El hijo de Enrique llevaba un parlante subwoofer en su mano, como un valijín, de aquí para allá, lo cual alimentó la expectativa de que intervendría el ambiente en algún momento, con alguna canción o quién sabe. A Enrique, que no le faltaron palabras, quien fue un orador elocuente, como lo describieron sus hijos en su propio Facebook, fue despedido como si fuéramos todos muditos, como si nada importante pudiera ser dicho, o como si hablar y decir cosas con peso fuera algo completamente al pedo en la Argentina. Sí había pena verdadera, nadie estaba ahí para impresionar a alguien, sino para despedir una vida. Quien no estaba acongojado, estaba donde interpretaba que correspondía estar, más allá de comodidades personales.

Así como los diarios brindaron la noticia para cumplir, o por las dudas, y se abastecieron de Twitter o de un mismo cable de Telam que se abasteció de Twitter, exhibiendo profunda ignorancia y ausencia de criterio, sorprendieron también la falta de señales institucionales, como Radio Nacional, de la que fue subdirector, de la Universidad de Buenos Aires, de cuya carrera de Comunicación fue director, o de la Unión Cívica Radical, partido al cual Vázquez unió su biografía. (Acotación de la Redacción: Estuvo presente Gustavo López)

Lo que brinda protección también te achica la cancha, lo sabe cualquier héroe, pero atención: eso no es lo mismo que elegir no ser libre de ninguna manera o no tener ideas propias jamás.

Pensé, entonces, que el estilo Gatica, de Vázquez, “monito las pelotas” se había cobrado vidas en su carrera y que muchos podían no encontrar el incentivo necesario para despedirlo más allá de que pudieran reconocer, si sacaran los ojos del celular o del espejo, que Enrique fue uno de los héroes del ‘83, como muchos de los que faltaron. 

Como dijo Facundo Suarez Lastra, a mi lado, bajo un sol tremendo, cuando los enterradores soltaron las sogas, “en estos momentos uno tiene que concentrarse en lo más importante de una vida”.

Aun en la plazoleta, con el Vento estacionado, los asistentes, unos cincuenta, hicieron su pasada personal, como quien no quiere la cosa, por al lado del auto, para otorgar un pensamiento último al amigo muerto. En nombre de la cochería, había un jovencito de traje que trataba de manejar los tiempos de cada estación. Rodrigo interpretó, por el merodeo insistente del chico, que era la hora de partir y caminamos unos 300 metros a una zona de tumbas abiertas, y bastante frescas, cavadas esa mañana por un bobcat detenido y sin maquinista que, a pocos metros, con su aspecto de dinosaurio metálico, revelaba el carácter industrial del cementerio y rompía la ilusión de una ceremonia sin tiempo.

Para Rodrigo, encontrar la que sería la tumba de su padre no fue fácil. Dijo que había hecho todo el recorrido previamente, pero al llegar ya había demasiados rectángulos abiertos. Los números tallados en el suelo estaban cubiertos de polvo así que le pasamos los zapatos para despejarlos, pero los enterradores no tenían dudas de dónde debían cumplir su siguiente misión, de hecho llevaban un tiempo esperando. Debieron esperar aún más, Rodrigo les dijo: “me van a matar pero me olvidé algo” y empezó a correr esos 300 metros de regreso sorteando tumbas hacia la zona de las capillas donde había estacionado su auto y donde había quedado aquello que no quería dejar pasar en la ceremonia. 

Así fue, minutos después, llegó muy agitado, pero en cierto modo feliz de poder cumplir con su padre y acomodó un cigarro Cohíba en la tapa del cajón, lo cual naturalmente fue visto como un acto que justificaba cualquier demora; luego sí, los municipales soltaron amarras, y el ataúd, que nunca cae recto, aportó una desprolijidad más al acto de volver a la tierra después de una vida jugando a los indios y los vaqueros.

Vázquez escribía la columna de política en la Revista Humor desde el año 81, y eso quedará de él, como Francisco de Laprida declaró la independencia con su voz; e hizo un programa de radio llamado El árbol y el Bosque que fue todo lo que se podía esperar de la radiodifusión democrática acompañado de periodistas de gran nivel entonces, e ideas propias como Hugo Paredero, Diego Bonadeo, y Sandra Russo. Suena ridículo que haya terminado sus días dirigiéndose solo a un centenar de oyentes o pidiendo que le den click a unas notas en Infobae para que del medio le soliciten nuevas colaboraciones. 

Era muy activo en su perfil en Facebook donde mantenía viva sus micro militancias en contra del maltrato animal, en contra de la sociedad de la UCR con el PRO y en contra de los diarios nacionales cuyos papelones editoriales, problemas gramaticales, errores ortográficos y de congruencia, describía con gracia y sin ninguna piedad. Como cualquier persona de bien, Enrique estaba perfectamente hinchado las pelotas de la justificación de cualquier cosa en nombre de una causa superior, por lo tanto, si es que alguna vez lo fue, ya no era un hombre de Estado, no era el hombre de las explicaciones sino el de las quejas.

Diego Barovero, un buen amigo de Enrique y mío, historiador que historia en vivo, antes de que las cosas amarilleen, y que rescata siempre lo mejor de una vida, liberando los hechos y las personas de las pasiones para ver a qué sirvieron, y que acompañó ayer sus restos, dijo de él: “su compromiso con la libertad, la verdad y la justicia siempre serán un norte”.

Con Enrique Vázquez fuimos colegas de una profesión extraña donde se parasita a los hombres públicos y sus acciones pero en la que si se tiene suerte, y huevos, puede uno darse el lujo de transparentar la vida pública presente y ayudar a abrirle paso a una vida pública futura mucho mejor. Así fue como se lució en sus columnas contra la dictadura militar sin dejar de alentar la expectativa con la candidatura de Raúl Alfonsín. Tuvo la oportunidad de lucirse y hacer historia. Y lo hizo. No mariconeó, ni se paró en el medio a ver qué decían por un lado el general Trimarco y por otro el doctor Tróccoli y trazar una bisectriz.

En oportunidad de un artículo que escribí para la revista Seúl en 2021 sobre la salida de Marcelo Longobardi de Radio Mitre, Enrique me dijo:

A medida que pasan los años, no encuentro mejor momento de la cultura, de la política, que aquel que se abrió con Serú Girán y la Revista Humor en el 78, Tiempo de Revancha en el 80 y Teatro Abierto en el 81. La guerra de Malvinas vino a echarle un balde de lava a una sociedad civil que quería salir de la mugre de la violencia armada y del terrorismo estatal. Y la Argentina, aunque no había conocido la libertad plena aún, ya era una fiesta de libertad en los teatros, en las casas. Algo muy bueno estaba por empezar, y Enrique Vázquez, entre muchos otros (y de pie para mencionar a Andrés Cascioli y Tomás Sanz, también) con gran osadía y manejo escénico pudo infundir coraje a la clase media que leía Humor, revista que quincena a quincena reducía a los milicos del proceso a la cagada moral y cultural que fueron.

Ah, antes de que el cajón quede cubierto de tierra, Rodrigo conectó el parlante a su celular y todos escuchamos Owner of a lonely heart, de Yes, una canción lanzada en 1983, y que se ve, se siente, lo definió un montón.

Que brille, entonces, para Enrique Vázquez la luz que no tiene fin.

 



   

lunes, 17 de agosto de 2020

Revista Humor® - Un vehículo de resistencia… @dealgunamanera…

A 40 años del nacimiento de Humor®, la única voz entre los escombros…


Con un país asfixiado por el poder absoluto y la represión generalizada, la publicación fue un soplo de aire fresco, luchando contra el miedo, el asesinato, la desaparición forzada y la inseguridad.

© Publicado el sábado 09/06/2018 por el Periódico Digital Semanario de Junín, de la Ciudad de Junín, Provincia de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El mes de junio, que ya empezamos a transitar, nos dibuja dos recuerdos enfrentados: se cumplen 40 años del nacimiento de la revista Hum® y nueve de la muerte de su máximo impulsor, Andrés Luis Cascioli, el último gran creativo de la extensa saga de talentosos del humor gráfico argentino.

Protagonista esencial de inolvidables hitos editoriales que desafiaron la censura en tiempos oscuros del país, el Tano representó una bocanada de aire puro ante tanta metralla, humillaciones y crímenes aberrantes. Sus dibujos, caricaturas y diseños forman parte de la iconografía de aquellos años tumultuosos, dentro de un fenómeno periodístico-cultural irrepetible.

Es difícil, casi imposible, explicar a quienes no vivieron la quijotesca epopeya de Hum®, de qué manera esperábamos la llegada de la revista. Soy de aquellos empedernidos lectores (hoy orgulloso coleccionista de toda la obra completa) que mutaban del asombro al placer, del deleite a la fascinación, con las notas del Gordo Soriano, Dolina, Feinmann, Kovadloff, Abrevaya, Moncalvillo o las tiras de “El Cacique Paja Brava” (Fabre-Tabaré), “Las Puertitas del Señor López (Carlos Trillo-Horacio Altuna”, “La Clínica del Dr. Cureta” (Meiji-Ceo), “Los hijos de López” (Sanz-Ceo), “Boogie, el aceitoso” (Fontanarrosa), “Vida Interior” (Tabaré), “Las andadas de los tránsfugas doctores Piccafeces” o el “Romancero del Eustaquio” (Fabre-Tabaré). Recuerdo que iba a buscar la revista al negocio de Florentino Ibáñez (Sáenz Peña al 400 y pico), quien me alertaba: “Ojo, pibe, que no vean lo que llevás, andan sueltos muchos alcahuetes de los milicos”.

Creador de brillantes publicaciones políticas como Satiricón, Chaupinela, El Ratón de Occidente y Mengano (todas ellas con una pluma de lujo: Dante Panzeri), sin embargo Cascioli hizo con Hum® su éxito más clamoroso. De inmediato, la revista sedujo a una inmensa masa de lectores desesperados por encontrar un oasis dentro del desierto cultural de fines de la década del ´70. Con acidez, espíritu crítico e irreverencia, la gente empezó a reírse de los militares.

Cascioli empezó con Satiricón, en febrero del ‘74. En mayo de 2006 recordaba, que en esa época molestó mucho al Gobierno una tapa suya que tituló “En boca abierta… ¡entran moscas!”. “En Satiricón quisimos diferenciarnos desde el diseño, aunque era más una revista sociológica que política, con notas muy analíticas. En ese mes del ‘74 Perón ya estaba en el poder y empezaron a amenazarnos con la censura. El peronismo siempre simpatizó con la censura. La advertencia era que no había que hablar demasiado. Yo andaba loco con esa mosca: quería que la verdad estuviera posada en la lengua, que la gente sintiera que la mosca estaba ahí”, decía el Tano.

La revista Humor Registrado nació pocas horas después del comienzo del Mundial 1978, época negra e infame de la historia argentina. Un acontecimiento usado para “limpiar” tanta mugre ante el mundo. El primer número tiró 40.000 ejemplares, de los que vendió la mitad. En la tapa, aparece un César Luis Menotti dibujado con las características orejotas del todopoderoso Ministro de Economía de la dictadura, el tristemente célebre José Alfredo Martínez de Hoz. Más abajo, en letras bien irónicas se leía: “El Mundial se hace, cueste lo que cueste”, frase acuñada meses antes por Jorge Sanguinario Videla. En plena dictadura, la publicación se levantó con valentía dentro de un mercado periodístico cómplice y permisivo, asumiendo con modestia como “la revista que supera, apenas, la mediocridad general”. El Tano solía decir que “nuestro trabajo fue pensar cómo gambetear a la censura”.

La clave del éxito de Hum® residió en mostrar la satirización de los “intocables”, con periodistas de una inteligencia muy aguda. La gran virtud fue dar en el punto justo, con la profundización de los temas, yendo siempre más allá. Vean, si no, qué nombres desfilaron por la redacción de la calle Venezuela: Tomás Sanz, Alejandro Dolina, José Pablo Feinmann, Horacio Verbitsky, Langer, Rep, Limura, Izquierdo Brown, Héctor Ruiz Núñez, Carlos Nine, Alan Pauls, Marcelo Figueras, Daniel Guebel, Jorge Sábato, Alvaro Abós, Tabaré, Aída Bortnik, Juan Sasturain, Aquiles Fabregat, Trillo, Altuna, Santiago Kovadloff, Grondona White, Meiji, Maitena, Crist, Osvaldo Soriano, Carlos Abrevaya, Osvaldo Ardizzone, Mona Moncalvillo, Ceo, Crist, Maicas, Walter Clos, Raúl Fortín, Maicas, Carlos Braccamonte, Santiago Varela, Jorge Garayoa, Carlos Ulanovsky, Jorge Guinzburg, Norberto Firpo, Juan C. Martini, Gloria Guerrero, Enrique Vázquez, Aníbal Vinelli, Hugo Paredero, Jaime Emma, Pacho O´Donell y Luis Gregorich, entre tantos otros.

En 1980, con las virulentas quiebras de Sasetru, el BIR y el Banco de Los Andes, el derrumbe de la política económica de Martínez de Hoz comenzó a emitir pizcas concretas, en ese momento poco perceptibles. Al año siguiente se abandonó el dólar barato, mientras la CGT y los partidos políticos empezaron a salir de la hibernación. Viola reemplazó a Videla. Luego, con un golpe dentro del golpe, llegó Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue una etapa en la que Hum® asumió claramente la voz más fuerte a favor del fin de la dictadura. En 1982 la revista era todo un fenómeno masivo, un síntoma que se aceleró luego del desastre en la Guerra de las Malvinas. El Proceso entró en retirada y la publicación se encontró siendo el único medio no cómplice, llegando a vender más de 300 mil ejemplares, una cifra insólita aún para estos días.

Paradójicamente, con la llegada de la democracia comenzaron los tiempos más difíciles para Hum®, al extremo que las ventas cayeron un tercio. Esto lo explica Tomás Sanz, uno de los discípulos de Cascioli y último director: “Una cosa era cuando todos estábamos contra los militares y otra fue cuando llegó la democracia. Porque los peronistas nos veían como gorilas, los radicales suponían que teníamos que acompañarlos en su gestión y la gente de izquierda se dio cuenta de que nosotros muy de izquierda no éramos. Y se nos fueron yendo lectores. Después del ´83 todos salieron en patota a hablar, pero hasta el ´83 si alguien quería leer algo o enterarse de algo que pasaba en la dictadura, tenía que comprar Hum®, porque tampoco en los diarios iba a encontrar nada”.

Los años del menemismo fueron lapidarios para buena parte del país y Hum® no resultó la excepción, con más de treinta juicios entablados por el venerable Carlitos. Andrés Cascioli lo contó a su manera: “La decadencia de la clase media y la ola de juicios con que el gobierno quiso desgastar a la publicación, se sumó la pérdida de la sintonía fina con el lector. En la era de CQC, los códigos de humor de la revista había dejado de ser compartidos por las mayorías, y desde el punto de vista periodístico, no se supo enfrentar la competencia indirecta de un medio ideológicamente cercano pero diario en vez de quincenal, como fue el Página/12 de la época de Jorge Lanata. La redacción se fue despoblando, y arreciaron los juicios laborales e impositivos. Lo peor fueron esos últimos años, porque nos dábamos cuenta de que no llegábamos a la gente”.

Hoy, de acuerdo a las condiciones que exhibe tanto el mercado como el negocio editorial, sería poco probable imaginar la implementación de una segunda etapa de Hum®. Por ejemplo, no se podría juntar las plumas calificadas de entonces, simplemente porque los jóvenes de entonces, hoy son nombres fuertemente cotizados en el mundo del periodismo. Otros, como Osvaldo Soriano, Jorge Grinzburg, Carlos Abrevaya, Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Ardizzone y Walter Clos, han muerto. ¿Cómo reemplazarlos? Los éxitos no se pueden clonar. El suceso que arrancó esta fantástica revista en 1978, es imposible que en 2018 pudiese repetirse, en un mundo atrapado por internet, redes sociales y celulares.

El humor político en Junín
La historia del humor político en la Argentina es más larga que la del país: comenzó en 1802, cuando el Telégrafo Mercantil publicó un soneto satírico sobre el virrey Joaquín del Pino. En medios gráficos, la tradición es rica, ya que pueden recordarse hitos como “El mosquito”, “Caras y Caretas”, “P.B.T.”, “Cuatro Patas”, “Tía Vicenta”,  “Satiricón”, “Chaupinela” y “Humor®”.

En nuestra ciudad hay pocos antecedentes que registren el paso del humor político, pese a la tela que hay para cortar. Semanario, desde su reaparición dos años atrás, tomó la posta buscando marcar las contradicciones del poder y las acciones de nuestros gobernantes, jugando con relatos de la realidad, haciendo más grotesco el grotesco, desplegando pinturas de humor donde se “satiriza” a los políticos, sindicalistas, funcionarios y personajes de la vida juninense de estos días.

Política y el humor, pero allá lejos y hace tiempo. Lo hizo el diario “El Mentor”, que dejó de aparecer en 1933, después de 36 años de vigencia. Era un matutino con ideas conservadoras y su jocosidad gráfica se disparaba para dejar mal parados a los radicales, mediante dibujos con mucha creatividad e ironía. Más cerca, allá por los ´70, hubo algunos intentos de la revista “El Ñandú Culeco”, pero referida a la política costumbrista, tocando aspectos de la realidad ferroviaria local y atacando los enormes baches que por entonces “adornaban” la avenida Libertad, entre otros temas.

Aquellas entrevistas del Gordo Soriano

Humor® fue un hecho colectivo, dinámico, abierto, plural. Subrayar el trabajo de algunas figuras y no de otras puede resultar un ejercicio de injusticia. Sin embargo, hay en el corazón de la revista nombres ineludibles, que le dieron con su firma y aportes, un sello. Es el caso de Osvaldo Soriano.

El reportaje a Alain Rouquié, autor de “Poder militar y sociedad política en la Argentina”, fue muy profundo, ante una personalidad que pocas veces concedía entrevistas. Por entonces, Rouquié, latinoamericanista, especialista en política comparada, profesor de Estudios Políticos de París e investigador en la Fundación Nacional de Ciencias Políticas de su país, puso una sola condición antes de comenzar la charla: que se diga que hace una excepción por tratarse de Humor®, “un fenómeno de sociedad único”.

El exilio y el “genocidio cultural” son temas que trató El Gordo con Julio Cortázar, en Paris, quien se reivindicó como “argentino, pero sobre todo continentalista latinoamericano”. En ese momento, setiembre de 1983, el gran narrador tenía 69 años y acababa de publicar “Deshoras”, un libro de relatos. Mientras se preparaba para regresar a la Argentina con la asunción de Raúl Alfonsín, Cortázar habla de sus pesadillas, de su juventud, del sandinismo, y responde a las críticas que le fueron dirigidas por otros escritores.

Otras de sus célebres entrevistas ocurrió con Alfredo Zitarrosa, el más sólido y afamado cantor popular que haya dado Uruguay, fuera de Julio Sosa o Carlos Gardel, si es que algún día se confirma la identidad oriental del troesma. Entre muchísimas otras preguntas, Soriano quiso saber: “¿Quién es más triste, el uruguayo o el argentino?”. Y la respuesta no tardó en llegar: “Aunque no sé si valen las comparaciones, puedo decirle que el uruguayo es un pueblo reflexivo más que tristón. Además, le digo algo: nos gusta estar tristes. Los mejores amigos, los más probados, los hizo uno en la amargura, en la hecatombe, los conquistó en los momentos de mayor autoanálisis, de mayor congoja y cuestionamientos interiores”.




jueves, 4 de febrero de 2016

Aníbal y El Regreso de los Hackers (Parte I)… @dealgunamanera…

Tuiteros para zafar del triple crimen…


Primera aclaración, obvia: fui el único periodista que le ganó, no uno, sino dos juicios penales a Aníbal Fernández, uno que me hizo por vincularlo con el narcotráfico y el otro por responsabilizarlo del triple crimen de General Rodríguez en 2008.

Segunda aclaración, fui el único que logró entrevistar a Sebastián Forza antes de que lo asesinaran. Fue en mayo de 2008. De ese encuentro pueden dar fe, no solo la grabación de la entrevista, oportunamente entregada el fiscal Carlos Stornelli, sino también los testigos del encuentro: su supuesto testaferro Pablo Florentín y su “guardaespaldas” Julio César Pose.

© Escrito por Tomás Sanz el martes 02/02/2016 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todo lo antedicho me ha enfrentado, de manera feroz, con el ex jefe de Gabinete, Aníbal, quien me hostigó de toda manera posible y me obligó a venir a vivir a Mendoza… por mi seguridad personal.

Los años fueron pasando y la justicia comprobó todas y cada una de las afirmaciones que hice, no solamente respecto del expediente de los remedios truchos, sino también sobre la ruta de la efedrina y el triple crimen.  En todos aparece complicado Aníbal, por infinidad de elementos.

Lo único que permitió que el ex jefe de Gabinete no terminara complicado fue que el kirchnerismo le dio un paraguas protector muy fuerte.

Sin embargo, ese escudo se terminó el preciso día que Cristina Kirchner dejó el poder. En el mismo acto, dos jueces Federales, María Romilda Servini de Cubría y Ariel Lijo, decidieron reimpulsar sendos expedientes judiciales que lo complican: la ruta de la efedrina y el triple crimen.

Ni lerdo ni perezoso, Aníbal inició una estrategia desesperada, que dio inicio con la triple fuga del 27 de diciembre pasado (incluyó un “acting” en televisión) y sigue ahora a través de las redes sociales. Lo primero le salió mal; lo segundo… también.

Para lograr su estrategia mediática, Aníbal “adornó” a un grupo de profesionales para que asegurasen que él no era la “Morsa” de la cual hablan todos los testigos en el expediente del triple crimen.

Parte de ese teatro, pudo verse a principios de enero en el canal de Cristóbal López C5N, donde un grupo de abogados de baja estofa aseguró que el agente de la ex SIDE Julio Pose era en realidad la persona que aparece con ese mote en la Justicia.

Una digresión: lamentablemente para Aníbal, el fiscal Germán Pollicita tiene nueve pistas que conducen hacia él y sus vínculos, no solo con la ruta de la efedrina, sino también con los asesinatos de Forza, Ferrón y Bina.

Dicho esto, prosigo: el ex jefe de Gabinete contrató a un grupo de tuiteros de dudosa reputación para que hicieran lo propio. Es decir, para que impulsaran la loca teoría de que él no es la “morsa”, sino alguien más. Al mismo tiempo, los instruyó para que desprestigiaran de alguna manera a quienes habíamos logrado poner a Aníbal bajo la incómoda luz de los cuestionamientos. 

De pronto, empezó la locura: cuatro tuiteros crearon varias veintenas de cuentas “truchas” y empezaron un diálogo de sordos entre ellos mismos. Al mismo tiempo, empezaron a atacar a colegas de la talla de Jorge Lanata, Nicolás Wiñazki, de Clarín, y otros.

Los inventos fueron de lo más insólitos: a mí, en lo personal, me acusaron de ser “maricón”, de “gordo” y de tener un hijo adicto. No es chiste, los tuits pueden verse aún en la web.

Luego, ante mi desinterés por esos ataques, me acusaron de secuestro de menores —tampoco es broma— y de haber sido pagado por Gabriel Brito —implicado en su momento en la mafia de los remedios y luego sobreseído—, para salpicar a Aníbal (Aún me pregunto en qué lo beneficiaría a Brito esta situación).

Para darle algún tipo de credibilidad a esa infamia, crearon una conversación privada en Photoshop que, de tan obvia, es ridícula

Lo que no previeron los imbéciles que iniciaron la movida —más adelante aporto sus nombres— es que mis notas contra Aníbal empezaron en 2004 —algo de fácil comprobación—  y a Brito lo conocí recién cinco años más tarde, en 2009, algo también fácil de verificar. De hecho, uno de los implicados en esta trama, Faracovi, tiene más conversaciones con Brito que yo. Allí le confiesa su cercanía con la “narco morsa” y hasta le dice: “Fui yo quien le proporcionó a Aníbal todos los vídeos del juicio del triple crimen”.

Volviendo al tema: aún si fuera real la conversación que publicaron en Twitter, se trataría de una cuestión privada, y la intrusión y divulgación de la misma es un delito tipificado en el Código Penal. Algo que bien conoce uno de los protagonistas de esta historia, justamente por haber estado preso a causa de hackear correos electrónicos y comercializar su contenido.

En tren de difamar, han dicho cualquier cosa: que no tengo título de periodista, que nunca le gané ninguna querella a Aníbal Fernández, que me abandonó mi abogado. Casi una discusión de jardín de infantes, que denota la ignorancia de los muchachos en cuestión. Aún así aclararé a mis seguidores, que no son pocos:

1- De acuerdo al estatuto del periodista, Ley 12.908, no hace falta título alguno para ejercer como tal. De hecho, no es una profesión sino un oficio (artículo segundo de la ley, por las dudas). No obstante, trabajo hace más de 20 años como periodista, he sido docente en tres materias de la carrera y escribí siete libros de investigación, tres de los cuales fueron “best seller”.

Por si fuera poco, tengo carnet profesional para ejercer como hombre de prensa, otorgado por el Ministerio de Trabajo de la Nación (¿Lo tendrá alguno de los que me atacan?):


2- Mi abogado es Alejandro Sánchez Kalbermatten, y sigue siéndolo en varios expedientes (hablé hace minutos con él). Hasta que no renuncie a ellos, seguirá siéndolo.

Por caso, uno de los implicados en esta nueva trama —IVG— lo contactó en privado para intentar que me abandonara, pero solo encontró rechazo. Un papelón.

Dicho sea de paso, ¿cuál sería el delito de que mi abogado me dejara?


3- Los documentos que prueban que le gané los dos juicios a Aníbal son los siguientes y pueden corroborarse tranquilamente en sede judicial: 


Inentendible…

Es curioso, porque ninguna de las acusaciones que me hacen son delitos, ni civiles ni penales, son puras injurias.

Pedí públicamente a los que me hostigan que muestren un solo expediente judicial que me complique. Nadie pudo hacerlo. No solo no tengo problemas con la Justicia —salvo las querellas que me hacen los funcionarios y que siempre termino ganando—, sino que tampoco tengo multas ni nada que se le parezca.

Vivo de mi trabajo como periodista, alquilo con dificultad un departamento y tengo un Fiat 600 modelo 77. A su vez, me jacto de mi independencia y de no haber trabajado jamás para el Estado. ¿Pueden decir lo mismo aquellos que me acusan? Para nada. A saber:

-El primero de los acusadores se llama Ezequiel Faracovi, especialista en estafas a través de agencias de viaje. La primera, a mediados de 2013 cuando complicó a un grupo de quinceañeras que querían viajar a Disney.

La segunda —y tercera, podría decirse—  fue elaño pasado cuando dejó un tendal de damnificados de Pehuajó y Bolivar a través de una nueva agencia (trucha). Aún los padres recuerdan a Faracovi en estado catatónico repitiendo incesantemente “las nenas van a viajar; las nenas van a viajar”.


Es curioso, porque Faracovi, que me acusa de negociar con Brito sobre la base de un chat falso, le ofreció a este último una serie de “favores” a efectos de aliviar la condición de la “narco morsa”.

En un largo chat, que Brito jamás desmentirá y que puede corroborarse fácilmente, Faracovi confiesa: “Yo lo quiero mucho a Aníbal y lo defiendo”. También admite: “Con 26 años no llegue a donde llegue por boludo (sic)”.

Todo un megalómano… y un mitómano. Llegó a decir que María Eugenia Vidal aumentó la recompensa por los fugados del triple crimen por un pedido de él. Así, como suena.

-El segundo, es Cristian Minzer, quien sí tiene denuncias penales por maltrato a su ex mujer. Un hombre complicado por los estupefacientes, lo cual le ha traído graves problemas laborales. En estas horas, a pesar de las denuncias que acumula, trabaja en la Dirección del Niño en la Ciudad de Buenos Aires.


Oportunamente, le hice cerrar su cuenta de Twitter, luego de que me atacara con epítetos que fácilmente le valdrían una sanción al en el INADI.

Tiempo después sacó una nueva cuenta, ya sin su nombre. Nada mejor que el anonimato, claro. Desde allí opera, atacando a los periodistas honestos y defendiendo a Aníbal Fernández, quien lo tiene a sueldo.

4- Luego, aparece todo un personaje: Iván Germán Velázquez, célebre por haber purgado prisión en Uruguay, luego de que lo pescaran vendiendo información robada del correo electrónico de famosos. A ese expediente se le suman otros, un par de ellos por amenazas. Un verdadero criminal. No hace falta que me crean, solo busquen sus antecedentes penales.

Velázquez (que en Twitter se hacía llamar Mao Perón y ahora Aníbal Gordon) es el encargado de la operación más insólita: decir que la “Morsa” es Alberto Fernández… o Alejandro Granados. Cualquiera le viene bien, mientras Aníbal pague, como hizo en su momento cuando hackeaba mails para este y quedó demostrado judicialmente.

Aunque hoy asegura que es inocente, en una de las entrevistas que le hice, Velázquez me confesóque sí había hecho lo que se le endilgaba; esto es, robar mails y venderlos al mejor postor.

En esos días, era una de mis tantas fuentes de información oficiales. Parecía valioso y todo, hasta que un día me hizo una trapisonda imperdonable y no le creí más: me quiso hacer publicar mails truchos de la periodista Nora Veiras, de diario Página/12.

Los había armado él mismo, y allí aparecían conversaciones inverosímiles entre la colega y el ex espía Antonio Stiuso. Era una operación para golpear a este último que nunca funcionó.

Lo interesante del caso es que Velázquez siempre utilizaba un mail al que consideraba seguro para hacer sus movidas: ivanvelazquez@hushmail.com. Tengo infinidad de correos que me envió para demostrarlo.

Pero el punto es otro: desde esa misma cuenta de correo surgieron las amenazas de muerte contra Nisman, poco antes de que apareciera sin vida, como puede verse en el siguiente documento:

Hay otros mails similares, que reposan en el juzgado del magistrado federal LuisRodríguez —algunos aportados por mí—, con un dato inquietante para Velázquez: se comprobó que los correos fueron enviados desde Uruguay, el mismo lugar desde donde se encuentra prófugo de la Justicia desde hace años.

5- El último personaje de la trama es uno de los más peligrosos, por su inestabilidad emocional y psíquica: se trata de Clarisa Ercolano, disfrazada de periodista pero con fuertes nexos con los servicios de Inteligencia vernáculos. Por ese motivo, fue echada de todos los medios en los que supo trabajar, el último MDZ On Line de Mendoza, donde se fue en medio de un escándalo que contaré más adelante, con la documentación pertinente.

Es la “novia” del ya mencionado Minzer y lo más cercano al periodismo que ha hecho es un libro —pagado y operado— para despegar a Mauricio Macri de la causa de las escuchas ilegales.

Hoy está al frente de un portal que se dedica a las operaciones de prensa más asombrosas que uno pueda imaginar, dos de ellas obvias: blanquear al bribón de Velázquez; la otra, despegar a Aníbal de la causa de la efedrina y el triple crimen, donde le espera segura prisión antes de junio, como aseguran en ámbitos judiciales.

Colofón…

¿Qué agregar? Estamos por un lado aquellos que luchamos contra el narcotráfico y desnudamos a tipos con Aníbal Fernández, con todo lo que implica, incluido el peligro.

Luego, están estos tipos, que se han alineado con el “narco morsa” sin dejar lugar a dudas. Quiero decir, no lo hacen solapadamente, sino abiertamente. Lo hacen por dinero, desde ya, de eso viven.

Prefieren estar a las órdenes narcotráfico, que mata jóvenes y no tan jóvenes cada día y destroza familias, que hacer las cosas bien.

Optan por atacar, no a quien ha robado del Estado durante años y metió el crimen organizado al país, sino a quien vive de un sueldo privado, sin chupar la teta estatal, y solo se dedica a hacer un trabajo honesto. Está clara la situación, ¿no? 


No me interesan sus embestidas, de hecho los he bloqueado a todos y no se qué dicen, solo me preocupa la acción de Aníbal, un tipo más peligroso de lo que parece.

Todos estos idiotas útiles, a quienes perseguiré uno a uno incluso en la justicia, no merecen atención de nadie. Sus tuits no tienen retuits de nadie, solo de sus propias cuentas fakes. Nadie les responde, y los pocos que lo hacen es para cuestionarlos.

Yo tengo toda una carrera profesional, con varios libros de investigación publicados en los últimos 20 años y el orgullo de ser uno de los periodistas más citados en libros sobre crimen y narcotráfico.


Como dije, no tengo una sola causa judicial que me complique, mientras que algunos de ellos han estado incluso en prisión (con detalles escabrosos que revelaré en el futuro). ¿Cómo pueden señalarme, pues?

Hay una cuestión que cae de madura: si mis acusaciones contra Aníbal fueran falsas, hubiera perdido los dos juicios penales que me hizo, como les ocurrió a todos los periodistas que este querelló. Ello no ocurrió, ergo… nadie puede desmentirme.

Respecto del mote de "Morsa", baste ver qué dicen en las redes sociales aquellos que votaron en la encuesta que hice ayer:


Antes de terminar esta nota, tengo un último cuestionamiento para con Macri, quien aún hoy no ha podido explicar por qué tiene a un tipo del riñón de Aníbal y con severas denuncias penales trabajando en el Consejo del Niño. Se trata de Cristian Minzer, con CUIT 20-21957166-7 y ficha 431.646.

No hay mucho más que decir: mientras termino de escribir estas líneas, Elisa Carrió termina de dar una conferencia de prensa explicando los detalles de una denuncia que hizo contra Aníbal por haber mandado a matar a Forza, Ferrón y Bina en 2008.

El escrito cayó en el juzgado de Ariel Lijo, quien ya venía investigando a la “narco morsa” por una cuestión similar. Es lo único que precisaba el juez para terminar de avanzar contra Aníbal.

Si algo de todo lo que digo en esta nota es falso, espero las querellas correspondientes. Veremos si alguien se atreve... (Continuará).