Mostrando las entradas con la etiqueta Revista Humor ®. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Revista Humor ®. Mostrar todas las entradas

lunes, 17 de agosto de 2020

Revista Humor® - Un vehículo de resistencia… @dealgunamanera…

A 40 años del nacimiento de Humor®, la única voz entre los escombros…


Con un país asfixiado por el poder absoluto y la represión generalizada, la publicación fue un soplo de aire fresco, luchando contra el miedo, el asesinato, la desaparición forzada y la inseguridad.

© Publicado el sábado 09/06/2018 por el Periódico Digital Semanario de Junín, de la Ciudad de Junín, Provincia de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El mes de junio, que ya empezamos a transitar, nos dibuja dos recuerdos enfrentados: se cumplen 40 años del nacimiento de la revista Hum® y nueve de la muerte de su máximo impulsor, Andrés Luis Cascioli, el último gran creativo de la extensa saga de talentosos del humor gráfico argentino.

Protagonista esencial de inolvidables hitos editoriales que desafiaron la censura en tiempos oscuros del país, el Tano representó una bocanada de aire puro ante tanta metralla, humillaciones y crímenes aberrantes. Sus dibujos, caricaturas y diseños forman parte de la iconografía de aquellos años tumultuosos, dentro de un fenómeno periodístico-cultural irrepetible.

Es difícil, casi imposible, explicar a quienes no vivieron la quijotesca epopeya de Hum®, de qué manera esperábamos la llegada de la revista. Soy de aquellos empedernidos lectores (hoy orgulloso coleccionista de toda la obra completa) que mutaban del asombro al placer, del deleite a la fascinación, con las notas del Gordo Soriano, Dolina, Feinmann, Kovadloff, Abrevaya, Moncalvillo o las tiras de “El Cacique Paja Brava” (Fabre-Tabaré), “Las Puertitas del Señor López (Carlos Trillo-Horacio Altuna”, “La Clínica del Dr. Cureta” (Meiji-Ceo), “Los hijos de López” (Sanz-Ceo), “Boogie, el aceitoso” (Fontanarrosa), “Vida Interior” (Tabaré), “Las andadas de los tránsfugas doctores Piccafeces” o el “Romancero del Eustaquio” (Fabre-Tabaré). Recuerdo que iba a buscar la revista al negocio de Florentino Ibáñez (Sáenz Peña al 400 y pico), quien me alertaba: “Ojo, pibe, que no vean lo que llevás, andan sueltos muchos alcahuetes de los milicos”.

Creador de brillantes publicaciones políticas como Satiricón, Chaupinela, El Ratón de Occidente y Mengano (todas ellas con una pluma de lujo: Dante Panzeri), sin embargo Cascioli hizo con Hum® su éxito más clamoroso. De inmediato, la revista sedujo a una inmensa masa de lectores desesperados por encontrar un oasis dentro del desierto cultural de fines de la década del ´70. Con acidez, espíritu crítico e irreverencia, la gente empezó a reírse de los militares.

Cascioli empezó con Satiricón, en febrero del ‘74. En mayo de 2006 recordaba, que en esa época molestó mucho al Gobierno una tapa suya que tituló “En boca abierta… ¡entran moscas!”. “En Satiricón quisimos diferenciarnos desde el diseño, aunque era más una revista sociológica que política, con notas muy analíticas. En ese mes del ‘74 Perón ya estaba en el poder y empezaron a amenazarnos con la censura. El peronismo siempre simpatizó con la censura. La advertencia era que no había que hablar demasiado. Yo andaba loco con esa mosca: quería que la verdad estuviera posada en la lengua, que la gente sintiera que la mosca estaba ahí”, decía el Tano.

La revista Humor Registrado nació pocas horas después del comienzo del Mundial 1978, época negra e infame de la historia argentina. Un acontecimiento usado para “limpiar” tanta mugre ante el mundo. El primer número tiró 40.000 ejemplares, de los que vendió la mitad. En la tapa, aparece un César Luis Menotti dibujado con las características orejotas del todopoderoso Ministro de Economía de la dictadura, el tristemente célebre José Alfredo Martínez de Hoz. Más abajo, en letras bien irónicas se leía: “El Mundial se hace, cueste lo que cueste”, frase acuñada meses antes por Jorge Sanguinario Videla. En plena dictadura, la publicación se levantó con valentía dentro de un mercado periodístico cómplice y permisivo, asumiendo con modestia como “la revista que supera, apenas, la mediocridad general”. El Tano solía decir que “nuestro trabajo fue pensar cómo gambetear a la censura”.

La clave del éxito de Hum® residió en mostrar la satirización de los “intocables”, con periodistas de una inteligencia muy aguda. La gran virtud fue dar en el punto justo, con la profundización de los temas, yendo siempre más allá. Vean, si no, qué nombres desfilaron por la redacción de la calle Venezuela: Tomás Sanz, Alejandro Dolina, José Pablo Feinmann, Horacio Verbitsky, Langer, Rep, Limura, Izquierdo Brown, Héctor Ruiz Núñez, Carlos Nine, Alan Pauls, Marcelo Figueras, Daniel Guebel, Jorge Sábato, Alvaro Abós, Tabaré, Aída Bortnik, Juan Sasturain, Aquiles Fabregat, Trillo, Altuna, Santiago Kovadloff, Grondona White, Meiji, Maitena, Crist, Osvaldo Soriano, Carlos Abrevaya, Osvaldo Ardizzone, Mona Moncalvillo, Ceo, Crist, Maicas, Walter Clos, Raúl Fortín, Maicas, Carlos Braccamonte, Santiago Varela, Jorge Garayoa, Carlos Ulanovsky, Jorge Guinzburg, Norberto Firpo, Juan C. Martini, Gloria Guerrero, Enrique Vázquez, Aníbal Vinelli, Hugo Paredero, Jaime Emma, Pacho O´Donell y Luis Gregorich, entre tantos otros.

En 1980, con las virulentas quiebras de Sasetru, el BIR y el Banco de Los Andes, el derrumbe de la política económica de Martínez de Hoz comenzó a emitir pizcas concretas, en ese momento poco perceptibles. Al año siguiente se abandonó el dólar barato, mientras la CGT y los partidos políticos empezaron a salir de la hibernación. Viola reemplazó a Videla. Luego, con un golpe dentro del golpe, llegó Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue una etapa en la que Hum® asumió claramente la voz más fuerte a favor del fin de la dictadura. En 1982 la revista era todo un fenómeno masivo, un síntoma que se aceleró luego del desastre en la Guerra de las Malvinas. El Proceso entró en retirada y la publicación se encontró siendo el único medio no cómplice, llegando a vender más de 300 mil ejemplares, una cifra insólita aún para estos días.

Paradójicamente, con la llegada de la democracia comenzaron los tiempos más difíciles para Hum®, al extremo que las ventas cayeron un tercio. Esto lo explica Tomás Sanz, uno de los discípulos de Cascioli y último director: “Una cosa era cuando todos estábamos contra los militares y otra fue cuando llegó la democracia. Porque los peronistas nos veían como gorilas, los radicales suponían que teníamos que acompañarlos en su gestión y la gente de izquierda se dio cuenta de que nosotros muy de izquierda no éramos. Y se nos fueron yendo lectores. Después del ´83 todos salieron en patota a hablar, pero hasta el ´83 si alguien quería leer algo o enterarse de algo que pasaba en la dictadura, tenía que comprar Hum®, porque tampoco en los diarios iba a encontrar nada”.

Los años del menemismo fueron lapidarios para buena parte del país y Hum® no resultó la excepción, con más de treinta juicios entablados por el venerable Carlitos. Andrés Cascioli lo contó a su manera: “La decadencia de la clase media y la ola de juicios con que el gobierno quiso desgastar a la publicación, se sumó la pérdida de la sintonía fina con el lector. En la era de CQC, los códigos de humor de la revista había dejado de ser compartidos por las mayorías, y desde el punto de vista periodístico, no se supo enfrentar la competencia indirecta de un medio ideológicamente cercano pero diario en vez de quincenal, como fue el Página/12 de la época de Jorge Lanata. La redacción se fue despoblando, y arreciaron los juicios laborales e impositivos. Lo peor fueron esos últimos años, porque nos dábamos cuenta de que no llegábamos a la gente”.

Hoy, de acuerdo a las condiciones que exhibe tanto el mercado como el negocio editorial, sería poco probable imaginar la implementación de una segunda etapa de Hum®. Por ejemplo, no se podría juntar las plumas calificadas de entonces, simplemente porque los jóvenes de entonces, hoy son nombres fuertemente cotizados en el mundo del periodismo. Otros, como Osvaldo Soriano, Jorge Grinzburg, Carlos Abrevaya, Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Ardizzone y Walter Clos, han muerto. ¿Cómo reemplazarlos? Los éxitos no se pueden clonar. El suceso que arrancó esta fantástica revista en 1978, es imposible que en 2018 pudiese repetirse, en un mundo atrapado por internet, redes sociales y celulares.

El humor político en Junín
La historia del humor político en la Argentina es más larga que la del país: comenzó en 1802, cuando el Telégrafo Mercantil publicó un soneto satírico sobre el virrey Joaquín del Pino. En medios gráficos, la tradición es rica, ya que pueden recordarse hitos como “El mosquito”, “Caras y Caretas”, “P.B.T.”, “Cuatro Patas”, “Tía Vicenta”,  “Satiricón”, “Chaupinela” y “Humor®”.

En nuestra ciudad hay pocos antecedentes que registren el paso del humor político, pese a la tela que hay para cortar. Semanario, desde su reaparición dos años atrás, tomó la posta buscando marcar las contradicciones del poder y las acciones de nuestros gobernantes, jugando con relatos de la realidad, haciendo más grotesco el grotesco, desplegando pinturas de humor donde se “satiriza” a los políticos, sindicalistas, funcionarios y personajes de la vida juninense de estos días.

Política y el humor, pero allá lejos y hace tiempo. Lo hizo el diario “El Mentor”, que dejó de aparecer en 1933, después de 36 años de vigencia. Era un matutino con ideas conservadoras y su jocosidad gráfica se disparaba para dejar mal parados a los radicales, mediante dibujos con mucha creatividad e ironía. Más cerca, allá por los ´70, hubo algunos intentos de la revista “El Ñandú Culeco”, pero referida a la política costumbrista, tocando aspectos de la realidad ferroviaria local y atacando los enormes baches que por entonces “adornaban” la avenida Libertad, entre otros temas.

Aquellas entrevistas del Gordo Soriano

Humor® fue un hecho colectivo, dinámico, abierto, plural. Subrayar el trabajo de algunas figuras y no de otras puede resultar un ejercicio de injusticia. Sin embargo, hay en el corazón de la revista nombres ineludibles, que le dieron con su firma y aportes, un sello. Es el caso de Osvaldo Soriano.

El reportaje a Alain Rouquié, autor de “Poder militar y sociedad política en la Argentina”, fue muy profundo, ante una personalidad que pocas veces concedía entrevistas. Por entonces, Rouquié, latinoamericanista, especialista en política comparada, profesor de Estudios Políticos de París e investigador en la Fundación Nacional de Ciencias Políticas de su país, puso una sola condición antes de comenzar la charla: que se diga que hace una excepción por tratarse de Humor®, “un fenómeno de sociedad único”.

El exilio y el “genocidio cultural” son temas que trató El Gordo con Julio Cortázar, en Paris, quien se reivindicó como “argentino, pero sobre todo continentalista latinoamericano”. En ese momento, setiembre de 1983, el gran narrador tenía 69 años y acababa de publicar “Deshoras”, un libro de relatos. Mientras se preparaba para regresar a la Argentina con la asunción de Raúl Alfonsín, Cortázar habla de sus pesadillas, de su juventud, del sandinismo, y responde a las críticas que le fueron dirigidas por otros escritores.

Otras de sus célebres entrevistas ocurrió con Alfredo Zitarrosa, el más sólido y afamado cantor popular que haya dado Uruguay, fuera de Julio Sosa o Carlos Gardel, si es que algún día se confirma la identidad oriental del troesma. Entre muchísimas otras preguntas, Soriano quiso saber: “¿Quién es más triste, el uruguayo o el argentino?”. Y la respuesta no tardó en llegar: “Aunque no sé si valen las comparaciones, puedo decirle que el uruguayo es un pueblo reflexivo más que tristón. Además, le digo algo: nos gusta estar tristes. Los mejores amigos, los más probados, los hizo uno en la amargura, en la hecatombe, los conquistó en los momentos de mayor autoanálisis, de mayor congoja y cuestionamientos interiores”.




sábado, 14 de marzo de 2020

Enrique Vázquez: "La Argentina es inmoral"… @dealgunamanera...

Enrique Vázquez: "La Argentina es inmoral"…


De larga trayectoria en el periodismo radial y audiovisual, Enrique Vázquez es un periodista "de los de antes": crítico, polémico y frontal. La aparición de "El osario de la rebeldía", su último libro donde describe la mitología criminal en Campo de Mayo durante la última dictadura militar, sirve como excusa para dar inicio a esta entrevista con Sudestada, donde otras discusiones quedan abiertas: qué es el periodismo militante, qué pasó con el viejo periodismo de los ochenta y qué significa ser alfonsinista hoy.

© Escrito por Walter Marini y publicado en el Nº 285 de la Revista Sudestada, Edición Mayo/Junio 2016, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Tiene 63 años y lleva más de cuatro décadas ejerciendo el periodismo. Cordobés de nacimiento, hincha de Instituto y alfonsinista confeso –aunque nunca se afilió al radicalismo–; Enrique Vázquez fue director de la carrera de Comunicación Social de la UBA entre 1986 y 1989.

Con momentos importantes en su carrera, en gráfica fue parte de la mítica revista Humor, en televisión supo conducir un muy buen ciclo llamado Vidas hechas vidas, en radio tuvo muchos programas con su productora "El árbol y el bosque".

Hoy conduce Otra cosa, de lunes a viernes a las 18 por AM 570. El año pasado publicó El osario de la rebeldía. Campo de Mayo. De Roca a los Kirchner, donde describe el campo de concentración más grande montado por la última dictadura militar –por donde pasaron 5 mil personas y apenas sobrevivieron cuarenta y tantos–, y el que todos eligen mirar para otro lado, ya que además sintetiza la génesis doctrinaria del Ejército Argentino desde su fundación.

En esta entrevista con Sudestada, Vázquez habla de los crímenes de Campo de Mayo, del pasado y el presente del periodismo, del extraño vínculo entre kirchnerismo, peronismo y radicalismo, y de su visión del país.



–¿Cómo surgió el proyecto de investigación para El osario de la rebeldía?
Se dieron muchas casualidades conducentes. La primera se remonta a 2004, cuando un grupo de Testigos de Jehová se presenta en un consultorio jurídico gratuito que tenía dos veces por semana la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en la zona norte del Gran Buenos Aires. Por esa época, ya estaban los resarcimientos económicos para familiares de desaparecidos que primero había firmado Carlos Menem y que se extendieron en los albores del kirchnerismo, cuando se ampliaron a personas que hubieran estado privadas de su libertad, o hubieran sufrido algún tipo de persecución.

En este caso, estas personas se habían presentado a realizar el servicio militar obligatorio durante la dictadura y fueron sometidos a vejámenes de todo tipo. De ahí que pedían que la Asamblea los patrocinara. En ese momento, los integrantes de la Asamblea me lo comunican diciendo: "acá hay algo nuevo, distinto a todo".

Los Testigos de Jehová conocían el lugar donde tenían a las embarazadas en Campo de Mayo, veían salir mujeres que iban en fila con una soga hacia un retrete donde había ropa de bebés, pañales, y a ellos los obligaron a construir cunitas para los chicos: llegaron a hacer alrededor de cincuenta. Ahí estaba la relación entre embarazadas y nacimientos en cautiverio. Luego aparece el representante de la Asamblea en Escobar, el Dr. Eduardo Ramallo, con la noticia de que se había presentado el primer testigo ocular, que en realidad era algo sotto voce en ese municipio, esto de los enterramientos masivos.

Ese testigo era Guillermo Catalino Romero, y presentó la denuncia en los Tribunales en 2005. A partir de ahí, pensé que era inevitable: Testigos de Jehová más testigo ocular que nos lleva a otros testigos, ya que en ese momento señala que los maquinistas del tren aminoraban la marcha cuando pasaban por la estación Maquinista Savio, uno de los lugares donde hay fosas.

–¿Cómo fuiste armando el rompecabezas de la investigación?
–En 2007 hice un programa para la TV Pública con esos Testigos de Jehová, que a su vez me vincularon con otros que habían estado en Campo de Mayo, lo que me llevó a otros testigos, que fueron aquellos que realizaron la colimba allí. Para mi sorpresa, me encuentro con un tipo que fue conscripto y además estuvo preso, Eduardo Cagnolo.

Él me cuenta que haciendo la colimba se junta con otros soldados que tenían ciertas inquietudes intelectuales ideológicas. Pero otro soldado escucha y los denuncia. Una noche, en una ronda de mates le tiraron la lengua, y con la psicosis que había en ese momento le preguntaron qué haría si los guerrilleros atacaban, y él marcó los puntos débiles que veía en la guarnición. Ahí lo denunciaron por esa hipótesis de ataque a Campo de Mayo. Se comió un garrón, lo detuvieron, y es ahí cuando vio personas vivas, entre ellos a los dirigentes del PRT-ERP Domingo Menna y Roberto Santucho –prácticamente muerto–, y también a la hija de David Viñas en cautiverio.



–¿Qué sucedió a partir de la publicación del libro?
Aparecieron más conscriptos de la época, que ahora se agruparon creando una entidad. Incluso se pusieron en contacto con un enfermero que estaba en la maternidad del Campo, un tipo que quedó desquiciado psicológicamente y que brinda un testimonio espeluznante porque integraba grupos de tareas y además atendía a las parturientas. Y luego me llegó una información documental fabulosa, que son las fotografías aéreas que tomaba la dirección de catastro de La Plata: las fotos están seriadas, y ahí ves las fosas nítidamente marcadas...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)



En la presentación del libro con Eduardo Aliverti en Marca de Radio por la A.M. 910 (La Red)





domingo, 23 de abril de 2017

Murió la escritora y periodista Sylvina Walger… @dealgunamaenra...

Murió la escritora y periodista Sylvina Walger…

Sylvina Walger, durante una entrevista en Madrid en el año 2012. EFE/Gustavo Cuevas

Autora del destacado libro Pizza con champán, donde ilustraba las frivolidades del gobierno menemista, fue también una férrea crítica de Néstor y Cristina Kirchner. Falleció el último miércoles en el Hospital Ramos Mejía.

© Publicado el domingo 23/04/2017 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La periodista y escritora Sylvina Walger murió el miércoles pasado víctima de un cáncer de pulmón con el que batalló durante sus últimos años de vida.

Walger, también socióloga, supo trabajar en diversos medios como La Nación, Newsweek, la revista Humor y Gaceta Mercantil.

Recordada por sus críticos y polémicos análisis sobre la sociedad y la política nacional, también se destacó como escritora de varios libros, entre los que figuran Pizza con Champán, crónica de la fiesta menemista y Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion.

En Pizza con Champán Walger logró esbozar los elementos fundamentales del mandato menemista de la Argentina del fin de siglo.

“Menem fue un desastre para el país, pero lo extraño. Con ellos sabías quién era el enemigo. Todos sabíamos que era un chorro y estaba claro. Pero éstos son tremendos. Se han hecho una fiesta para ellos. Son absolutamente retrógrados, tienen ese pensamiento montonero, conspirativo”, dijo alguna vez en una entrevista con el diario La Voz del Interior haciendo mención al ex presidente riojano y trazando una diferencia con el matrimonio Kirchner, sobre el que escribió años más tarde en Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion.

Además de analizar la mutación de Cristina Kirchner desde sus años de legisladora provincial en la Cámara de Diputados de Santa Cruz hasta su tiempo como Presidenta de la Nación, Walger hizo foco en la mala relación de pareja de los Kirchner (llegó a denunciar la existencia de agresiones físicas), en el perfil de diva obsesionada por su apariencia de Cristina y en la enorme y nociva adicción al poder que les atribuía a ambos, haciendo hincapié en el sospechoso crecimiento de su fortuna.

Ex militante de la agrupación Montoneros durante los años ´70 (en una de sus últimas entrevistas llegó a dar como válida la polémica "teoría de"los dos demonios"), vivió exiliada en España por decisión de sus padres hasta el fin de la dictadura militar. A la vuelta se dedicó de lleno al periodismo y la escritura, actividades que durante el último tiempo debió interrumpir para tratarse por un cáncer de pulmón que había reaparecido tras un primer tratamiento exitoso.

El miércoles 19 falleció a causa de dicha enfermedad en el Hospital Ramos Mejía.





domingo, 29 de enero de 2017

Osvaldo Soriano a veinte años... @dealgunamanera...

No habrá más penas ni olvido…

Imagen: Gonzalo Martínez

Hace exactamente veinte años, el 29 de enero de 1997, murió Osvaldo Soriano. En ese momento, ya era un escritor consagrado por el público, popular gracias a su labor periodística, en especial sus columnas y contratapas en Página/12, a sus libros que narraban las historias de inolvidables personajes perdedores con un suave tono de nostalgia y un delirante sentido del humor y a las versiones cinematográficas de algunas de sus novelas más conocidas como No habrá más penas ni olvido y Cuarteles de invierno. Discutido por parte de la crítica, entrampado en algunos debates de época como los conflictos entre literatura y mercado o la contraposición entre una narrativa más popular y otra volcada a la experimentación formal, hay que decir que la circulación de sus libros reeditados desde 2003 irían revelando la plena vigencia de Soriano entre los lectores de entonces y muchos nuevos que, año tras año, renuevan un acercamiento a sus novelas y crónicas. A veinte años de aquel 29 de enero, Radar rinde homenaje a esta vigencia y permanente renovación de Osvaldo Soriano y su literatura.


© Escrito por Ángel Berlanga y publicado el domingo 29/01/2017 por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una de las principales distorsiones que a menudo se manifiestan en el ejercicio del poder –en todas sus formas– es la aplicación de lo que podríamos llamar la lógica de la ilógica. Una de las principales distorsiones que a menudo se manifiestan en el ejercicio del poder –en todas sus formas– es la aplicación de lo que podríamos llamar la lógica de la ilógica. Cuando ello sucede, se adoptan decisiones que generan tanto desconcierto y controversia que al final terminan siendo inaplicables o contraproducentes.


De la crítica a su obra literaria habrá quien se haga cargo, con mérito o no para la tarea”, escribió José María Pasquini Durán en el número de Radar que apareció cuatro días después de la muerte de Osvaldo Soriano. “No tengo dudas, sin embargo, de que sus historias serán leídas en el futuro por sucesivas generaciones con el mismo encanto con que las recibieron muchísimos lectores en los últimos veinte años –seguía Pasquini–. Aun sus críticos más severos tendrán que aceptar que hay un estilo Soriano, que ocurre cuando cualquiera puede leer sin la firma del autor y reconocerlo como suyo. Al mismo tiempo, esas historias son las mismas que podrían contar millones de personas. En esa identificación, en sus pasiones sencillas, populares, podría encontrarse alguna razón profunda para que tuviera no solo la fama literaria merecida, vendiera más libros que la mayoría de sus contemporáneos en el país, o cautivara a italianos, húngaros, españoles y quién sabe cuánta otra gente de geografías distantes. Soriano era popular como si hubiera sido cantante, actor o animador de televisión”.


Se cumplen veinte años hoy desde la muerte de Soriano y parece claro que subsisten, de diversos modos, las huellas de su presencia. Están en el ADN o el espíritu de este diario, por empezar, porque el tono que sin dudas le imprimió a Página/12 desde su fundación busca mantenerse en el sesgo contestatario a los grandes poderes, en la búsqueda de la igualdad y la justicia, en la defensa de los derechos humanos, en cierto talante romántico, en el desacartonamiento y el humor, en la vocación por develar y contar, en la reivindicación de la lectura y la escritura, en la mirada aguda y sentida del país y sus relaciones con el mundo. Y claro que se extrañan los textos que pudo haber escrito (tenía nomás 54 años cuando murió), la pasión y el entusiasmo que le ponía a sus descubrimientos, la fluidez con la que podía contar del liberalismo, de Dumas o de Rosas, de Belgrano o de Maradona, de Gostanián o de Tyson, de su padre real o imaginario, de Cortázar, Stalin o de sus visiones del peronismo a través del tiempo. Señalaba Pasquini en esa despedida que aquí como en Italia los diarios de mayor tirada le hicieron muy buenas ofertas para contratarlo y que prefirió seguir escribiendo en Il Manifesto y en Página. “Desconfiaba de los grandes medios porque creía que mientras mayores fueran los intereses que defendían, más grandes serían las posibilidades de que le pusieran algún límite a la libertad de sus opiniones”, escribe Pasquini.


Se conocían desde comienzos de los ‘70, habían coincidido en varios medios y se habían prometido que el primero que muriera escribiría el texto post mortem del otro. Las contratapas de Soriano, sus distintas vertientes, son un clásico. ¡El festín que se habría hecho con el macrismo! Uno casi que puede escuchar al corresponsal del Créase o no describiéndole al editor que lo llama por teléfono lo de la grasa militante y las dos pizzas de Prat Gay, esto de “la creatividad política” de Elisa Carrió, la precisa delicadeza de Aranguren, la comprensión que implora Triaca para los empresarios que despiden, la pericia de Michetti en el manejo del Senado y en las operaciones de la Fundación Suma, nombre incluido, la efectividad rezadora del pastor Giménez Bergman para apagar incendios, las increíbles aventuras del ingeniero Panamá. Con el globo que está inflando la criatura ya se intuye, otra vez, el paisaje en descomposición de Una sombra ya pronto serás, ese fresco de los comienzos del menemismo que a la vez preanunciaba la hecatombe Alianza-De la Rúa.


Aunque muchos escritores y periodistas reivindican y siguen ponderando su narrativa, también subsisten algunos autores, intelectuales y críticos a quienes les caía y sigue cayendo mal su obra y/o él mismo: son elocuentes, al respecto, cada tanto, textos y declaraciones. Es elocuente, también, la invisibilización de su obra en análisis literarios de algunas épocas; pero no en todos, por supuesto, y es notable a la vez la cantidad y diversidad de ensayos y tesis sobre sus libros que brotan en distintos ámbitos universitarios del país y también en Francia, Chile, Canadá, España, Italia, Brasil, largo etcétera. Cuando Soriano murió, en 1997, toda su obra era manejada en el continente por la editorial Norma, que en ese momento empezó a ir para atrás y en consecuencia no fue eficaz en su circulación. 


En 2003, por iniciativa y edición de Juan Forn y en editorial Seix Barral, dirigida por Alberto Díaz, comenzaron a reeditarse todos sus libros. A propósito de lo elocuente o significativo, un dato: entre comienzos de 2004 y fines de 2016 la editorial vendió 412.200 libros de Soriano. La cuenta da 31.707 libros y algunas páginas decimales al año. Epa: qué sorpresa. Sus textos no están demasiado a la vista, expuestos, en las librerías; no hay campañas o agites publicitarios. Hay un fenómeno profundo ahí, que se sostiene en el tiempo. Sus historias leídas por sucesivas generaciones, como proyectaba Pasquini Durán.


Triste, solitario y final, No habrá más penas ni olvido y Cuarteles de invierno, sus tres primeros libros, son las novelas más requeridas (41.800, 45.600 y 41.500 ejemplares, respectivamente). Alberto Díaz, editor de Soriano desde 2003, se sorprendió con Arqueros, ilusionistas y goleadores, la recopilación de sus relatos futboleros, publicado en 2006: desde entonces la editorial vendió 65.900 volúmenes. Entre las recopilaciones que Soriano publicó en vida la más leída es Rebeldes, soñadores y fugitivos (36.400): el próximo diciembre se cumplen treinta años desde la aparición de este libro, publicado por Editora/12 el mismo año en que se fundó este diario. Anota Pasquini en aquel artículo que desde los primeros borradores hasta el final el diario “era parte de sus sueños”. Página fue el medio en el que se afincó luego de varios tumbos, porque el regreso desde el exilio tuvo sus claroscuros. Hacia el final de la dictadura empezó a publicar algunas columnas en Humor y los libros que había publicado inicialmente en Europa (Una sombra y Cuarteles, que aparecieron inicialmente en italiano, francés y polaco) de repente empezaron a ser, entre fines de 1982 y hasta 1984, los más vendidos en la Argentina.


Ya de regreso quiso reeditar de algún modo sus experiencias anteriores, la mítica de Primera Plana y/o la protagónica en el suplemento cultural de La Opinión y convenció a Andrés Cascioli para hacer el semanario El periodista, cuya redacción fue armada casi íntegramente por Soriano, pero a unos días del debut se pelearon  y quedó al margen hasta de Humor. Luego intentó reflotar Crisis, pero tras un par de números las diferencias con Vicente Zito Lema fueron cruciales. Formó parte de la cooperativa El Porteño, siguió publicando notas en medios europeos: recién con Página, en 1987, encontró su lugar. Escribe Pasquini Durán: “Con el mismo entusiasmo se alegraba frente a una nota bien escrita o una idea interesante o armaba broncas tremebundas por lo que podía afectar la salud del diario, que no dejó de imaginar con futuro, fuerte y hermoso, aun en los momentos en que otros bajaban los brazos”. Y también: “Ejerció el periodismo antes que la literatura pero nunca lo dejó porque era más que una forma de ganarse la vida, era una vocación profunda, cultivada con ternura, devoción y paciencia de orfebre”. 


Es bien interesante el estudio crítico que viene haciendo Rogelio Demarchi con la obra de Soriano. Entiendo que prepara un libro de ensayos que contendrá, imagino, las vertientes en las que está trabajando: las correspondencias e interrogaciones que entrevé en las novelas de Soriano respecto a las de Puig, por ejemplo, y cómo ha operado un sector de la crítica para canonizar a Puig y defenestrar a Soriano. O los grandes temas que desarrolla en cada una de sus novelas: la amistad en Triste, el peronismo en No habrá más penas, los milicos en Cuarteles, la revolución en A sus plantas rendido un león, la decadencia en Una sombra, la conspiración en El ojo de la patria, el origen en La hora sin sombra. O la construcción de un dispositivo mitográfico, plantea, a través del que lee en sus cuatro libros de recopilaciones “al Soriano-periodista y al Soriano-personaje como construcciones ficcionales del Soriano-autor”.


“Fueron los franceses los que, por larga experiencia, adoptaron la católica metáfora del purgatorio”, escribió Soriano en “Cartas”, un texto de 1992 en el que indaga sobre las que se le escriben a los escritores, y sus respuestas. “Según ellos –sigue Soriano–, escritor que muere, obra que desaparece, hasta que al cabo de un largo purgatorio, si de verdad lo merece, entra definitivamente en el paraíso. La regla tiene sus excepciones. Proust no pasó por el purgatorio pero sí Sthendal, Balzac, Flaubert y Maupassant. Entre nosotros Roberto Arlt estuvo tres décadas a fuego lento antes de ser un clásico. Macedonio Fernández sigue ardiendo y si no lo saca ese estupendo relato de Ricardo Piglia que es La ciudad ausente ya no lo saca nadie. Horacio Quiroga salió ya y cualquiera puede comprar sus libros en las nuevas ediciones de Losada. Eduardo Mallea, en cambio, anda penando por las mesas de saldos, que son una forma del infierno. Rodolfo Walsh tuvo que esperar quince años, pero ya está en el paraíso, reeditado por De la Flor. Ahora hay que esperar que Manuel Puig vuelva del paseo y reencuentre los maravillados lectores que tenía en los años setenta, cuando era el más best seller de todos y los críticos se burlaban de él. Ahora empiezan a burlarse de Cortázar y lo tironean para que vaya de una buena vez a purgar sus pecados, pero los lectores no lo dejan. Todavía hoy los libros que escribió inseguro y dudoso siguen figurando entre los más vendidos de la Editorial Sudamericana”.


Me gusta esa imagen: Arlt, Walsh, Quiroga, Cortázar, Puig, Tizón, Briante, Piglia, Laiseca, Rivera, Dal Masetto, Soriano, sus hipotéticas conversaciones en ese paraíso, o donde fuera. “En el fondo, mis libros plantean por infinitésima vez en la literatura argentina el problema de la identidad –decía Soriano–. El 90 por ciento de los escritores, sobre todo los contemporáneos, nos pasamos interrogándonos por la identidad. En el fondo, esto es lo que se pasa preguntando la gente en la calle, a veces de manera inconsciente: qué somos, por qué nos va como nos va, cómo se resuelve este berenjenal. Por eso mis personajes son contradictorios y se parecen tanto a los comunes mortales. Yo hago historias de tipos como todos. Retomo la literatura de personajes, que está algo olvidada”.



domingo, 4 de diciembre de 2016

#MemoriaConFuturo: AReCIA, Humor y la Ley de Fomento a las Revistas Independientes… @dealgunamanera...

#MemoriaConFuturo: AReCIA, Humor y la ley de fomento a las revistas independientes…

Míticos periodistas de la revista Humor acompañaron la presentación de la Ley de Fomento a las Revistas Culturales e Independientes de la Ciudad. Abrazados por decenas de las 162 ediciones de todo el país, narraron los atropellos del Estado en dictadura y democracia y hablaron de la importancia de las ediciones autogestivas hoy. Una clase magistral de periodismo e historia, en la calle y para saltar al futuro.

© Publicado el domingo 20/11/2016 por la Revista La Vaca de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fotos de Lina Etchesuri

Invitados por la AReCIA, Carlos Ulanovsky, Mona Moncalvillo, Miguel Grinberg y Marcelo Figueras  se sentaron a hablar en la calle sobre periodismo. La presentación de la Ley de Fomento a Revistas Culturales Independientes en la Ciudad de Buenos Aires fue la excusa y el marco que unió a los periodistas de Humor en la puerta de la ex redacción de la revista, hoy sede de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. “Si lo pensamos bien, antes también era como una Defensoría del Pueblo.

Nuestra Defensoría”, dijo Marcelo Figueras sobre el lugar. Figueras –hoy escritor y guionista- recordó que ese edificio siempre tenía sus puertas abiertas “a todos, por su potencialidad, no por sus antecedentes, títulos o contactos”. Así se convirtió en la redacción donde comenzaron sus carreras profesionales en el periodismo desde Alejandro Dolina hasta Miguel Rep, por poner solo dos de los tantos ejemplos de grandes nombres que comenzaron a forjarse allí.

Marcelo Figueras, escritor y guionista, y Santiago Kahn, presidente de AReCIA. Foto: Lina Etchesuri

El edificio fue uno de los bienes que el Estado embargó a la editorial La Urraca, editora de Humor, en el marco de una cadena de juicios que comenzó el propio Estado en dictadura y continuó en democracia. Hoy, son las herederas del editor Andrés Cascioli quienes tienen que afrontar las consecuencias de esos juicios que no se han detenido a pensar de la quiebra de la sociedad y la muerte del editor.

La justicia acaba de dictaminar que un juicio iniciado por la publicación de una carta en el correo de lectores de Humor lo tiene que pagar Malena, la hija de Cascioli, quien ni siquiera había nacido cuando se publicó.

Así, lo simbólico de hacer el acto en esa calle se convirtió en un puente concreto de experiencias de ayer y hoy sobre cómo hacer periodismo en un país que persigue hasta a los herederos de los editores independientes y favorece a las empresas que dominan un mercado concentrado. “Solo no se puede, eso también aprendimos de la lección de Andrés Cascioli, mítico editor de Humor y El Periodista”, conectó Claudia Acuña.

“Somos muchas y queremos ser más revistas. No competimos, compartimos. La única manera de acercarse al Estado es para exigirle que nuestros derechos no se conviertan en privilegios: lo que consigamos tiene que ser para todas las publicaciones. Para las que están acá y las que todavía no nacieron”.

Otro de los periodistas de Humor invitados, Miguel Grinberg, contó entonces cómo compartía con Humor una publicación – Mutantia– que Andrés Cascioli imprimió. “Se enteró que tenía una idea y no tenía dinero para concretarla. Me llamó, hicimos un acuerdo que jamás firmamos, pero que siempre se cumplió. Teníamos la sensación de ser todos parte de un mismo navío y que llegar a puerto dependía de que cada uno haga bien lo suyo”, sintentizó.

La nueva Ley de Fomento de revistas culturales independientes fue bautizada “Ley Cascioli”, en honor al legado al  editor de Humor.

Miguel Grinberg y Mona Moncalvillo. Foto: Lina Etchesuri

Malas y buenas

La jornada comenzó como una gran asamblea entre decenas de los periodistas de las 162 revistas culturales de todo el país y los invitados. Santiago Kahn, editor de la revista Maten al mensajero y presidente de AReCIA, inició la ceremonia de intercambio sintetizando el sentido de esa encuentro de experiencias: antes de comenzar a transitar la batalla que representa lograr que se sancione el proyecto era necesario rendir homenaje a quienes trazaron el camino de un periodismo cultural independiente de alta calidad, impacto y dignidad.

Mona Moncalvillo fue otra de las oradoras: “Me siento muy convocada a este tipo de aventuras. Son una nueva posibilidad de sacar la profesión afuera, sacar esa pasión que uno tiene por la profesión”.

Mona cómo los periodistas de Humor sufrieron en dictadura censuras y persecuciones: “Me acuerdo de esa noches terribles… Cuando salíamos de la redacción nos juntábamos con el grupo de periodistas en el bar La Academia, hasta  la madrugada, hasta que salía la revista. Cuando llegaba Humor, hacíamos ufff… salió”. Luego, vino lo peor”.


El relato del horror se refería a los momentos más duros de enfrentar a la dictadura: “Me acuerdo un día me llama Andrés y dice:´Mona, venite rajando´.

Me dije a mí misma: “Sonamos”

“Cascioli me advierte: mañana está la revista en la calle. Por favor, no vuelvas a tu casa”

Le digo ¿qué pasó?

“Hay versiones: vos entrás entre los que pueden ir a visitar”

Mona: “Así era: horrible. Yo tengo un hermano desaparecido y conmigo me había traído a vivir a mi cuñada y a dos criaturas chiquititas. No era tan fácil levantar todo e irse. Eso hicimos. Esa noche no llegaron, pero otra noche sí: revolvieron todo. Nunca nos fijamos bien si se habían llevado algo o no: lo importante en ese momento era otra cosa”.

Humor, en ese panorama, llegó vender 350 mil ejemplares. Mona recordó una de sus entrevistas que marcaron la época: “Ya terminando la dictadura, entrevisté a los últimos presos que quedaban en Devoto. La nota se llamó Los Presos políticos. El día que salieron de la cárcel al primer lugar que vinieron fue a la revista Humor.

Subieron a la redacción los tres muchachos a agradecer esa nota, y nos dicen que eso fue lo que los hizo salir. Y ahí uno se queda paralizado. ¡Qué importancia a veces tiene este laburo que hacemos!

Por eso celebro la aventura en la que están ustedes. Y no hay que tener nunca miedo: hay que meterse y hacerlo”.

Miguel Grinberg, Mona Moncalvillo y Carlos Ulavnosky. Foto: Lina Etchesuri

El mejor periodismo

Carlos Ulanovsky se declaró fiel lector de las revistas de AReCIA:

“Leo MU, leo Maten al Mensajero, Mascaró, leo Un caño, leo Don Julio. Y siempre pienso lo mismo: de repente miro La garganta Poderosa e imagino al jefe de redacción de una revista que tiene 5 mil veces más recursos que La Garganta diciendo: ¿pero estos tipos cómo hacen? Lo tienen a Evo, ¡lo consiguen al Papa! Bueno: yo creo que estos chicos deberían darles un curso a estos ‘genios’ del periodismo”.

Ulavnosky supo estar a cargo de la sección En el medio, que analizaba precisamente a los medios de comunicación para Satiricón, también editada por Cascioli.

Con ese bagaje dijo: “Creo que estas revistas están defendiendo los trapos del mejor periodismo argentino. En un momento de débil creatividad periodística, espantoso, de precarización, de caída de proyectos, de despidos”.

Creo que están en el mejor lugar del periodismo en este momento. Todo lo que se pueda hacer para defenderlo, cuenten conmigo”.

La revista Satiricón, prima mayor de Humor, terminó censurada por el Estado. Luego, recordó Ulanovsky, Cascioli consiguió un socio capitalista y editó una revista llamada Perdón, dedicada al espectáculo.

“El título era una forma de decir: ‘Perdón por existir’, porque la intención era hacer un periodismo  irritante. Cascioli había conseguido por primera vez no poner dinero y contar con todos los recursos para salir con una publicación fuerte, de impacto.

Fue un fracaso: duró cinco ediciones. El financista se asustó cuando se enteró que por una nota que hacía referencia al dueño de Crónica, Héctor Ricardo García, podía tener un juicio millonario”.  

La conclusión: el dinero no garantiza el éxito de una publicación, pero su independencia y calidad periodística le da recursos invaluables.

Recordó Ulanvovksy sobre la etapa final de Humor y de Cascioli:

“Lamenté mucho todo lo que le pasó a él profesionalmente. Pero nunca bajo los brazos. No se le cayeron los  anillos cuando tuvo que ir a trabajar para La Nación para mantener con vida algunas publicaciones. Siguió trabajando siempre de pie frente al tablero: trabajaba de pie Cascioli. Horas y horas dibujando parado”.

La editora de MU, Claudia Acuña, señaló que fue ese el momento en que los medios comerciales comenzaron a acaparar el mercado:

“Hoy La Nación tiene 30 revistas, ninguna la creó, todas fueron tragadas con una maravillosa oferta: vos dedícate al contenido, que es lo que sabés, nosotros hacemos la distribución y la comercialización publicitaria. Al tiempo, están todos quebrados y ellos se quedan con los títulos. Rolling Stone es uno de los títulos que le tragaron a Cascioli”.

Carlos Ulavnosky. Foto: Lina Etchesuri

Entonces la ley.

Hoy, las revistas independientes heredan las consecuencias de esa concentración: desde el papel hasta las bocas de venta. Nahuel Lag, integrante de la revista NAN, recordó que el mercado sigue regido por un decreto firmado en 2001 por la entonces Ministra de Trabajo ,Patricia Bullrich, que desreguló el circuito de distribución, dejando el mercado en manos sin ley y en manos del más fuerte. 

Claudia Acuña, en voz de AReCIA: “Nosotros creemos que las condiciones que tiene que fijar la ley deben garantizar la democratización de la prensa gráfica, por eso lo primero que establece este proyecto es declarar a las revistas independientes un bien cultural: es decir, protegerlas. Hoy las revistas no solo no estamos protegidas, estamos siendo atacadas. Lo segundo, fija una condición de visibilidad: define a un sector que a pesar de tener una importancia crucial en el desarrollo del periodismo profesional, no fue nunca reconocido como tal.

Por eso, una de las primeras tareas que hemos hecho con Arecia fue la de elaborar  censos, todos los años, para que podamos, incluso nosotros mismos, saber cuántas somos, cómo nos organizamos y qué aportamos con nuestro hacer a la sociedad. El Estado ha ignorado la tradición riquísima que tienen las revistas culturales. Por eso hoy hablamos de Humor y El periodista: para agradecer y visibilizar ese legado”.

Antes de que llegara el cierre con la música de Ivo Ferrer y Ojerosa, Nahuel Lag puso contexto a este acto que clamó por una ley que representa una reparación histórica para las revistas culturales independientes:

Somos 126 revistas: 54% en la Ciudad de Buenos Aires.

Más de 5 millones de lectores mensuales.

Más de mil trabajadores.

Y queremos ser más.







 La revista Maten al Mensajero le entrega el premio Muchas Gracias de AReCIA a Mona Moncalvillo. Foto: Lina Etchesuri

El abrazo de revista MU a Carlos Ulanovsky. Foto: Lina Etchesuri

Ivo Ferrer,  Foto: Lina Etchesuri

Ojerosa en el cierre musical. Foto: Lina Etchesuri

Ale Falcone, cantante de Ojerosa. Foto: Lina Etchesuri