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martes, 1 de diciembre de 2015

Madres Línea Fundadora repudió "la resistencia" de Bonafini a Macri… @dealgunamanera...

Madres Línea Fundadora repudió "la resistencia" de Bonafini a Macri…

La Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, repudió los dichos de Hebe de Bonafini. Foto: DyN

La grieta en los Derechos Humanos. Mediante un comunicado expresaron su postura contra la referencia que hizo al expresar que el electo presidente era un “enemigo peligroso”.

Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora repudiaron "con firmeza" los dichos de la titular de la Asociación de Madres, Hebe de Bonafini, quien llamó a "resistir" al nuevo gobierno de Mauricio Macri y convocó a una marcha para el día de su asunción.

"Coherentes con nuestra trayectoria, y como organismo de derechos humanos, repudiamos con firmeza cualquier expresión verbal o acto que atente contra la vida democrática y las instituciones de la República", manifestó la organización integrada por Nora Cortiñas y Marta Ocampo de Vásquez, entre otras.

En un comunicado, amplió que "sostenemos las conquistas sociales ganadas en estos 12 años y reafirmamos nuestros principios fundacionales, basados en la Memoria, la Verdad, la Justicia", informó la agencia DyN.


Esta postura fue expresada luego de que Bonafini calificara a Macri como un "enemigo peligroso" y convocara a una marcha de la resistencia para los días 10 y 11 de diciembre en rechazo a la asunción del nuevo gobierno.

"Vamos estar del jueves 10 a las 15.30 al viernes 11 a la tardecita, en donde daremos por terminada la marcha, que no será una Marcha de la Resistencia más, es una marcha que dice: 'Ni Un Paso Atrás - Resistir es Combatir'. Si tenemos que volver a hacer todo lo que hicimos en los gobiernos de Menem y De la Rúa, lo vamos a hacer”, propuso la titular de Madres de Plaza de Mayo.

© Publicado el martes 01/12/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

  



domingo, 28 de junio de 2015

Antes de Juzgar a una persona… @dealgunamanera...

Antes de Juzgar a una persona… 


Con frecuencia opinamos sobre hechos de los cuales desconocemos su origen y contexto. Creemos ser el centro del universo o portadores de la verdad absoluta, y en la inmensa mayoría de los casos estamos equivocados.

Los pasajeros se burlaban de este joven. Pero callaron avergonzados cuando se enteraron del porqué de su conducta.

Un padre y su hijo de 24 años iban en el vagón de un tren. El joven miró por la ventana y gritó de alegría: 

«Papá, mira, parece que los árboles pasan volando». 

El padre sonrió dulcemente y asintió con la cabeza.

Sentada frente a ellos una pareja intercambió miradas, expresando compasión por la conducta tan infantil del joven.

Este gritó de nuevo, riendo emocionado: 

«Papá, mira, las nubes nos persiguen». 

El padre le sonrió de nuevo. 

«Dígame, ¿no cree Usted que debería llevar a su hijo al médico?» — preguntó uno de la pareja de al frente.

El padre solo sonrió afablemente y le dijo: 

«Regresamos de ver al médico. De nacimiento, mi hijo era ciego, y hoy le han dado luz a sus ojos».

Antes de juzgar a una persona o su conducta, necesitas conocer su historia.



¡Ayúdame a transmitir al mundo este mensaje de la bondad y tolerancia, comparte esta bonita publicación con tus amigos!

© Publicado el viernes 26/06/2015 por ¡Que pasada! (Vida)



domingo, 8 de febrero de 2015

Callejeros… De Alguna Manera...

Callejeros…

Reconocidos fiscales convocaron ayer desde el frente del edificio de los Tribunales porteños. DyN

El control de la calle ha sido clave para la permanencia de los gobiernos hasta la conclusión de su mandato. Todos los intentos para empujar a Cristina hacia la puerta de salida han fracasado porque a diferencia de Alfonsín, De la Rúa y el ex senador Duhalde, la presidente conserva niveles de adhesión en su propia base social que actúan como estabilizadores contra aquellos embates. Para anularlos, la histeria instalada en el último mes, con fuerte eco internacional, debería complementarse con la movilización de los indignados porteños.

La muerte de Nisman conseguiría así lo que no pudieron la crisis económica y su reflejo social, atenuado por las políticas oficiales. Este es el sentido de la marcha convocada por los fiscales, cuyos líderes son Ricardo Sáenz, Germán Moldes y Raúl Plee. Todos ellos tienen tremendos agravios contra la presidente y la Procuradora General Alejandra Gils Carbó. Cuando asumió su cargo, Gils Carbó recibió la visita de Moldes, el jefe de la célula de Comodoro Py, donde lo comisionó la SIDE pocos días después del atentado a la DAIA. Antes había sido el viceministro del Interior de José Luis Manzano e intervino en el irregular ingreso al país de los traficantes de armas y primos políticos de Menem, Monzer y Ghazan Al-Kassar. Sin alzar nunca la voz, Moldes le informó a la Procuradora: “Recuerde que Gustavo Beliz quiso fusionar el fuero federal con el de instrucción y tuvo que irse a vivir a otro país”.

A Sáenz, Gils Carbó le abrió un expediente disciplinario a raíz de las grabaciones ordenadas por el juez Juan Ramos Padilla sobre el teléfono de un comisario corrupto, en el que se recibieron numerosas llamadas del fiscal, quien le sugirió cómo aliviar su situación, con ayuda de uno de los tantos jueces federales que giran en la órbita de la Secretaría de Inteligencia, Luis Osvaldo Rodríguez, quien cumplió con la protección prometida, de modo que el procedimiento no avanzó. Como fiscal de Cámara, Sáenz tiene acceso al expediente por la muerte de Nisman que instruye Viviana Fein y es la más probable fuente de las filtraciones que abastecen las primicias de Clarín.

El episodio Capitanich muestra, entre otras cosas, que el gobierno vuela a ciegas. Coleccionista de souvenirs del nazismo, Rodríguez instruye la causa abierta por la denuncia de la exposa de Nisman a raíz de la marca en su frente en un ejemplar de la revista Noticias. En la Cámara Federal, Gils Carbó designó otros dos fiscales, que podrían moderar el poder absoluto de Moldes sobre los tribunales federales, pero una cautelar impidió que asumieran. A Plee, lo relevó de la ineficaz Unidad Fiscal para la Investigación del Lavado de Dinero (Ufilavdin), y lo reemplazó por Carlos Gonella, a cargo de la nueva Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), que en los primeros meses de actividad solicitó más embargos, secuestró más vehículos, inmuebles y dinero que Plee en años. Esa es también la razón de la ofensiva contra Gonella del juez Claudio Bonadío, cuya prohibición para salir del país ya fue revocada por la Cámara Federal. Moldes y Bonadío formaban parte del mismo grupo político que Manzano, Corach y Anzorreguy.

También es irónico que la marcha de los fiscales callejeros se escude en Nisman: tanto Plee como Moldes obstruyeron la investigación de los encubrimientos en la causa AMIA. En septiembre de 2012, el juez Ariel Lijo sobreseyó a Corach y Carlos Rückauf, a varios funcionarios del juzgado de Galeano y a policías federales y bonaerenses. Memoria Activa apeló, pero el fiscal Patricio Evers consintió esas decisiones. Cuando las víctimas recurrieron a Nisman, el fiscal especial les dijo que no podía hacer nada porque Moldes sostenía el sobreseimiento consentido por Evers. Por supuesto, Evers es otro de los convocantes a tomar las calles, igual que su colega Gerardo Pollicita, quien ahora está a cargo de investigar la denuncia de Nisman contra Cristina. Pollicita es el fiscal que cerró la causa abierta por la denuncia de Gustavo Beliz contra Antonio Stiusso, en una resolución en la que no se privó de llamar irresponsable al ex ministro. Otro vocero de la marcha de los fiscales es Guillermo Marijuan, el candidato de Sergio Massa a la Procuración General.

En una nota dirigida en mayo de 2013 a Gils Carbó, Memoria Activa señaló “como desaprensiva” la actuación de Plee, quien “no hizo nada durante tantos años para acelerar el trámite del expediente”. También reclamó ante la CIDH, porque los secretarios de la fiscalía no estaban presentes en las audiencias por el encubrimiento. Nisman les dijo que no contaban con la autorización de Moldes, a quien Hugo Anzorreguy designó en julio de 1994 fiscal ad hoc para el caso AMIA.

Ya entonces, Moldes instaló la pista iraní sugerida por la CIA y el Mosad y adoptada con entusiasmo por la SIDE. Moldes fue quien mostró ante las cámaras de televisión un fragmento de la supuesta Trafic bomba, cuya existencia está más que en duda. En mayo de 2013, Memoria Activa denunció a Gils Carbó que Nisman, Moldes, Plee y Evers no cumplían con el deber constitucional de promover la acción penal y defender los intereses de la sociedad. En el último aniversario del atentado, el 18 de julio de 2014, Diana Malamud dijo frente a la sede de la Corte Suprema que Nisman “ha demostrado su total incapacidad para investigar en esta causa” y que se desentendió del “encubrimiento porque ahí están procesados sus ex compañeros de trabajo”. En cambio prefirió limitarse a los acusados iraníes que “están a 13.778 kilómetros de distancia”.

En diciembre, cuando Nisman presentó su denuncia contra CFK y Timerman, Memoria Activa repudió “el uso y abuso que se ha hecho de la causa AMIA en estos 20 años, para dirimir cuestiones políticas que nada tienen que ver con la búsqueda de verdad y Justicia” y en forma categórica afirmó: “Al fiscal Nisman, responsable de las investigaciones, no le creemos nada. Hemos pedido en los últimos años, en reiteradas oportunidades, su remoción con claros y rotundos argumentos y nada ha sucedido.

Es público y notorio que ha utilizado los enormes recursos que ha tenido su fiscalía para fines que nada tienen que ver con el esclarecimiento de la masacre de nuestros familiares y amigos. Su presentación del día de ayer ante la justicia claramente refiere a una interna dentro de los servicios de inteligencia, a la que aparentemente le ha dedicado los últimos años”. Luego de la muerte del fiscal la entidad solicitó a la Procuradora que sancionara a Moldes y Plee. Cuando CFK relevó a Juan Félix Marteau como representante argentino ante el GAFI, este especialista en lavado de dinero pasó a colaborar con el Grupo Clarín, al que asesora en las causas que se le abrieron por ese delito. En su estudio trabaja María Celeste Plee, la hija del ex fiscal antilavado. La idea de que todos los problemas se resuelven con el apartamiento y la denuncia de Antonio Horacio Stiuso desdeña esta compleja trama que sólo puede conjurarse con una profunda reforma institucional.

© Escrito por Horacio Verbitsky el domingo 08/02/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 20 de enero de 2015

¿Estamos en el límite?... De Alguna Manera...

¿Estamos en el límite?...


La muerte de Nisman expone, una vez más, el rostro del fracaso argentino.

La noticia conmocionó al país. La muerte del fiscal Alberto Nisman es una tragedia en el plano personal; además cayó como una bomba para toda la Argentina. No es necesario prejuzgar sobre las causas de esa muerte para concluir que este nuevo capítulo de la saga AMIA desnuda uno de los núcleos más complicados de nuestra sociedad, esa irreductible capacidad de impedir siempre la resolución de los problemas. La muerte de Nisman expone, una vez más, el rostro del fracaso argentino. El caso AMIA en sí mismo es un exponente de ese fracaso.

Es habitual en situaciones como éstas preguntarse quién gana y quién pierde. Ante todo, perdemos todos los argentinos. Perdemos por vernos superados por los hechos, perdemos por no poder esclarecer lo que nos sucede, perdemos porque la sociedad toda pierde confianza en sí misma, perdemos porque el mundo nos pierde confianza.

En el cortísimo plazo, el gobierno posiblemente pague un precio; en verdad, este gobierno, ducho en fabricar errores no forzados, ha hecho de Irán una fuente inagotable de problemas para sí mismo, desaprovechando la oportunidad de capitalizar políticamente la falta de resultados de los gobiernos que lo precedieron en el esclarecimiento del atentado contra la AMIA. Pero este posible balance de cortísimo plazo, principalmente electoral, dependerá de la habilidad con que tanto el gobierno como los dirigentes opositores respondan a este nuevo desafío. Ni unos ni otros pueden darse el lujo de esperar para informarse más acerca de las expectativas de la gente; deben producir respuestas y es difícil anticipar cuáles resultarán acertadas y cuáles no.

Hoy podemos conjeturar, a tientas, que esas expectativas sociales oscilan entre el desconcierto, la indignación y el temor. Esta no es una historia como las de la mafia siciliana, que por horribles que resulten terminan diluyéndose en las aguas más complejas y diversas de la vida; esto está más cerca -o al menos así lo parece hoy- al crimen de Aldo Moro o el de John Kennedy, hechos que sacuden violentamente a un país y ponen en evidencia la oscura trama de los entretelones de la política.

Muchas voces de periodistas, de políticos y de gente de la calle eligen repartir culpas y decretar sentencias apresuradamente. Esperable y comprensible, pero inconducente. También hay muchas otras voces más serenas -tanto desde el oficialismo como desde la oposición- que abogan por blanquear por lo menos todo lo que ya se sabe y no ha sido transparentado en el caso AMIA y piden la continuidad de la investigación en condiciones razonables de no interferencia política.

¿Estamos en el límite?

Por lo menos, estamos ante una oportunidad para reaccionar. Esperar que a partir de la muerte de Alberto Nisman se abra una nueva etapa política en el país suena a mucho pedir. Pero un pasito en esa dirección es ni más ni menos lo que millones de argentinos están esperando.

© Escrito por Manuel Mora y Araujo, Sociólogo, el lunes 19/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  




domingo, 20 de julio de 2014

Principios fundamentales de la Integridad Académica... De Alguna Manera...

Principios fundamentales de la Integridad Académica...


Introducción

La integridad académica es el fundamento sobre el que se construye y florece la vida académica. Al igual que la integridad personal, la integridad académica es un concepto complejo y difícil de definir. A partir de la discusión con profesores, estudiantes y administradores en todo el país, el proyecto Principios Fundamentales de la Integridad Académica busca desarrollar una definición de "integridad académica". Al igual que la palabra “integridad”, el concepto integridad académica es complicado y difícil de definir. Sin embargo, la integridad académica es tan intrínseca al quehacer de la educación superior que para muchas instituciones su significado literalmente se da por sentado o simplemente se resume en frases como: "la integridad académica es esencial para la misión educativa de la universidad" para pasar a hablar sobre otras políticas y procedimientos. Aquellos que intentan definirla generalmente plantean que la integridad académica significa “honestidad académica”, la definen con ejemplos o enumeran conductas inadecuadas y/o de honestidad.

Nuestra definición de integridad académica se basa en el compromiso de cinco valores fundamentales y en los principios que emanan de esos valores. Así como la integridad personal implica defender los compromisos personales fundamentales, incluso en circunstancias difíciles, la integridad académica implica defender lo que es fundamental. En el caso de la integridad académica, es defender los valores fundamentales del proceso académico. De las discusiones del comité con los profesores, estudiantes y administradores, surgieron cinco valores fundamentales del proceso académico:

Honestidad, Confianza, Justicia, Respeto y Responsabilidad.


A nuestro juicio, la integridad académica es el compromiso de defender estos cinco valores, incluso ante la adversidad.

Sin estos valores las comunidades académicas no se pueden desarrollar. La falta de honestidad interfiere con el libre intercambio de ideas. La falta de confianza atenta contra los procesos de enseñanza y aprendizaje. La falta de justicia mina la dimensión crítica de la búsqueda del conocimiento propia de la enseñanza. Sin respeto no es posible el diálogo público. Si no asumimos nuestra responsabilidad en el fomento y la defensa de estos valores no nos podemos constituir como una comunidad de aprendizaje íntegra y de altura. Estos cinco valores nos proveen razones y motivos para actuar. Los principios que se desprenden de estos valores nos permiten traducirlos en acciones concretas. Si bien es cierto que estos valores y principios están estrechamente interconectados, cada uno expresa un aspecto específico y decisivo de la integridad académica.

La integridad académica definida en estos términos tiene un valor intrínseco e instrumental. La misión educativa de las universidades parte de la creencia en que la integridad académica representa un valor en sí misma. El compromiso con la integridad académica también genera beneficios tangibles como la credibilidad y el prestigio de los estudiantes, profesores, investigadores, creadores y administradores de una institución y de los grados académicos que confiere.

El propósito de este documento es afirmar la importancia de estos cinco valores, y de los principios que de ellos se desprenden, para todos los que participan en la vida académica de nuestra universidad. Al defender estos valores, la institución promueve una cultura de integridad que favorece el desarrollo óptimo de su comunidad académica.

El cultivo de la integridad en las instituciones de educación superior es particularmente apremiante en estos tiempos, en primer lugar porque existe evidencia contundente de que la falta de honestidad académica está en aumento. Los resultados de los primeros estudios realizados en escuelas secundarias son alarmantes. Las universidades, por tanto, afrontan el reto de lidiar con los problemas relacionados a la integridad académica. En segundo lugar, como han señalado el profesor Stephen Carter, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Yale, y otros, la sociedad en general se encuentra ante una “crisis de integridad”. Las instituciones educativas tienen una responsabilidad muy especial ante esta crisis porque a menudo son el último recurso para erradicar sus causas. Si a los estudiantes no se les inculca el hábito de la integridad antes de que salgan a desempeñarse en la sociedad, las probabilidades de que lo adquieran posteriormente son muy pocas.

I. Honestidad

Una comunidad académica debe promover la búsqueda del conocimiento exigiendo honestidad personal e intelectual en el aprendizaje, la enseñanza y la investigación.

La honestidad es crucial para la misión académica de las instituciones de educación superior, particularmente en las actividades relacionadas con el aprendizaje, la enseñanza y la investigación. Aunque a veces es difícil de lograr, a causa de los obstáculos que se le presentan, la honestidad es una condición imprescindible para el desarrollo de la vida académica. Los códigos de honor y/o estándares de buena conducta deploran la trampa, la mentira, el fraude, la falsificación y cualquier forma de deshonestidad en las aulas, los laboratorios, los trabajos de investigación y el quehacer diario de estudiantes, profesores y colegas.

La honestidad con uno mismo y con los demás es esencial en el proceso de aprendizaje. A fin de aumentar sus conocimientos y su juicio crítico los estudiantes deben ser honestos consigo mismos y con los demás respecto a lo que saben y lo que no saben. Los estudiantes podrán desarrollar un buen sentido de su progreso académico y hacer buen uso de las evaluaciones de sus profesores si se les enseña a ser honestos. Los profesores tienen la responsabilidad de articular estándares de honestidad académica para sus estudiantes, particularmente en entornos no tradicionales como el aprendizaje colaborativo.

Los profesores también tienen un papel muy importante como modelos de integridad académica para sus estudiantes. Para ser maestros eficaces, los profesores deben ser ejemplo de honestidad en su propia búsqueda del conocimiento así como en su interacción con sus estudiantes y colegas. En su ejercicio de la enseñanza y la investigación los profesores son el modelo más visible de integridad para sus estudiantes.

La falta de honestidad mina el proceso de enseñanza y aprendizaje. Los que se copian no aprenden ni desarrollan las destrezas, el conocimiento y la pericia que necesitan para ejercer sus profesiones. Además, les restan valor y legitimidad a los grados académicos de las instituciones donde los obtienen y representan una amenaza para la sociedad porque profesan un conocimiento que no tienen, poniendo en riesgo el bienestar y los derechos de los individuos y de su comunidad.

Aunque todos los valores que se definen en este documento son esenciales para la integridad académica, la honestidad ocupa un lugar especial. La honestidad es necesaria para el desarrollo de los demás valores. La confianza, la justicia, el respeto y la responsabilidad precisan de la honestidad como fundamento. Sin honestidad solo se producen versiones disminuidas de los demás valores. No obstante, al reconocer el lugar especial que ocupa la honestidad en la vida académica no se pretende reducir la integridad académica a la honestidad. La honestidad es la base de la integridad académica pero no su totalidad.

Tampoco se puede cultivar sin las demás virtudes.

El cultivo de la honestidad tiene un papel crucial en el desarrollo moral. La virtud, según Aristóteles, es un hábito. Si les inculcamos a nuestros estudiantes la importancia de la integridad académica promoveremos en ellos el hábito de la honestidad de por vida. Asimismo, la honestidad no puede cultivarse sin los otros valores.
La integridad académica requiere valor, juicio crítico y consciencia propia; requiere valor para afrontar decisiones difíciles y escoger lo que está bien, así como aceptar la responsabilidad por nuestras acciones y sus consecuencias, incluso cuando nos cueste.

II. Confianza.

Una comunidad académica debe propiciar un clima de confianza para fomentar el intercambio libre de ideas entre sus miembros y el desarrollo de su máximo potencial.

Así como la honestidad genera confianza la falta de honestidad genera suspicacia y falta de confianza. La confianza es la respuesta natural a la honestidad. Debemos fomentar la confianza entre los miembros de la comunidad académica pero, más importante aún, debemos fomentar acciones y políticas que promuevan y justifiquen la confianza de los demás.

Cuando los profesores establecen guías claras para los trabajos de sus estudiantes y para su evaluación estimulan su confianza. Del mismo modo, cuando los estudiantes realizan sus trabajos solícitamente y con honestidad estimulan a los profesores a prestarles más atención y participar en un diálogo académico abierto, aún cuando los lleve por un camino imprevisto. Cuando los administradores interactúan con la facultad y los estudiantes de forma respetuosa y responsable estimulan su confianza en la administración.

La desconfianza empobrece la vida académica. Sin confianza se pierde la dimensión colectiva del conocimiento. Sin confianza los miembros de una comunidad universitaria trabajan aisladamente. Solo si confiamos podemos valorar y continuar el trabajo de los demás. Tanto en el plano individual como en el de las disciplinas, la confianza promueve el desarrollo del conocimiento. Sin confianza es imposible realizar trabajo en equipo. Sin confianza no hay libre intercambio de ideas, pues los individuos se abstienen de compartir información e ideas por temor a que no se les de el debido crédito, a que se les desprestigie o a poner en riesgo sus carreras. Un clima de desconfianza atenta contra la creatividad y la búsqueda del conocimiento.

Muchas instituciones han tratado de promover un clima de confianza a través de sistemas de honor, que son prácticamente únicos a las comunidades educativas. Los sistemas de honor son una tradición respetada en los colegios y universidades y existe amplia evidencia empírica de su efecto positivo sobre el comportamiento y las actitudes de sus estudiantes y profesores. Sin embargo, los sistemas de honor no son una opción adecuada para todas las instituciones ni son imprescindibles para la integridad académica o la confianza. La integridad académica se puede alcanzar de muchas formas.

Independientemente de que utilicen sistemas o códigos de honor, las instituciones deben actuar de manera que alienten y justifiquen la confianza entre sus miembros. La importancia y la interrelación de los otros cuatro valores que comprende la integridad académica surgen aquí con mayor claridad: actuar con honestidad, justicia, respeto y responsabilidad fomentan actitudes de confianza.

Del mismo modo que tratamos de fomentar la confianza dentro la comunidad académica, también debemos fomentar la confianza entre la comunidad académica y la comunidad externa. La sociedad debe confiar en nuestra erudición y en los grados académicos que otorgamos para que nuestro trabajo y méritos tengan valor y significado social. Ya sea mediante estándares académicos claros y coherentes o la investigación honesta e imparcial, nos esforzamos por actuar de maneras que promuevan y justifiquen la confianza de aquellos que están fuera de la comunidad académica.

III. Justicia.

Una comunidad académica debe intentar asegurar que los estándares, las prácticas y procedimientos institucionales para fomentar la integridad académica y la interacción entre todos sus miembros se fundamenten en el principio de la justicia.

La evaluación es una parte integral del proceso de enseñanza y aprendizaje. Los estudiantes y los profesores constantemente evalúan sus ideas, sus datos y el trabajo que realizan. La justicia es esencial a todo proceso de evaluación. Sin justicia, las evaluaciones pueden ser falsas, engañosas y arbitrarias.

Los estudiantes y la facultad esperan que los instrumentos y criterios que se utilicen para evaluar su trabajo sean precisos, justos y pertinentes. La justicia hacia los estudiantes se manifiesta en la predictibilidad y la claridad en la expresión de las expectativas y las normas, así como en la coherencia en la forma en que se responde al comportamiento deshonesto.

Los estudiantes esperan que la facultad y la administración atiendan con justicia los casos de deshonestidad académica que ponen en peligro tanto la calidad de la enseñanza en el aula como el valor y reputación de los grados que les son conferidos. Los estudiantes honestos no deben ser penalizados por su honestidad. Los estudiantes deben hacer uso responsable de las fuentes que consultan y citarlas adecuadamente. De lo contrario, los estudiantes que se esfuercen por escribir sus trabajos o exámenes en sus propias palabras recibirán una nota más baja que los estudiantes que copien al pie de la letra trabajos tomados de la Internet sin darles crédito.

La facultad espera un trato justo no solo de sus estudiantes, sino de la administración y los colegas. Este aspecto de la integridad académica requiere que los miembros de la facultad se evalúen unos a los otros de manera justa y que la administración trate a la facultad y a los estudiantes con equidad.

Todos los miembros de la comunidad académica tienen la responsabilidad individual y colectiva de procurar que todos los procesos de evaluación se hagan con justicia. Por tanto, racionalizaciones como “todo el mundo lo hace” son inaceptables. Que uno de los miembros de una comunidad académica incurra impunemente en una conducta impropia no justifica que los demás miembros lo hagan.

IV. Respeto.

Una comunidad académica debe promover el respeto entre los estudiantes, los profesores y el personal administrativo. Igualmente, debe promover el respeto por la erudición, la investigación, los procesos educativos y por su herencia intelectual.

En una comunidad académica, el respeto se define como el reconocimiento del valor de sus miembros en su carácter individual y colectivo. La comunidad académica debe reconocer que la naturaleza colectiva y participativa del proceso de enseñanza y aprendizaje, así como del trabajo colaborativo, depende del respeto mutuo. Respetar a las personas implica reconocer su valor y tratarlos como un fin en sí mismos, no meramente como un medio para lograr nuestros propios fines. El respeto es una virtud fundamental de las comunidades. Cuando no hay respeto, se trata a las personas como a objetos. La enseñanza eficaz reconoce la naturaleza colectiva y participativa del proceso de aprendizaje. Por tanto requiere respeto mutuo, como también lo exigen el trabajo colaborativo y colegial, cuyo valor en la academia es y ha sido siempre innegable.

El respeto por uno mismo presupone participación activa en los procesos de aprendizaje, enseñanza e investigación. Los estudiantes demuestran respeto hacia ellos mismos y hacia sus compañeros y profesores asistiendo a clases puntualmente, prestando atención, escuchando más que tratando de convencer a los demás de su punto de vista, preparándose y participando en clase, entregando los trabajos a tiempo y esforzándose por dar su máximo. Del mismo modo, demuestran respeto hacia los demás absteniéndose de hacer ataques personales, utilizando lenguaje ofensivo, intimidando, solicitando inmerecidamente que se reevalúen sus trabajos y evitando cualquier comportamiento que interrumpa o interfiera con la clase, las horas de oficina u otros modos de interacción entre profesores y estudiantes.

Los requisitos de respeto y civismo deben ser recíprocos y vincular a los profesores, al personal no docente, a los administradores y a los estudiantes. Los profesores demuestran respeto hacia sus estudiantes escuchando con seriedad sus ideas, respetando sus metas y aspiraciones y reconociéndolos como individuos.

Todos los miembros de la comunidad académica demuestran respeto hacia el trabajo de otros –sus ideas, palabras, descubrimientos, datos, investigaciones y obras de creación publicadas en cualquier formato impreso o digital como libros, revistas, enciclopedias, bases de datos, blogs o en discos, grabaciones, vídeos y conferencias– dándoles el debido crédito y citando correctamente las fuentes.

En estos ejemplos se puede ver la interdependencia de los valores que constituyen la integridad académica. Parte del respeto a los demás implica tratarlos con justicia y honestidad.

De este modo se crea un ambiente de confianza.

V. Responsabilidad.

Una comunidad académica debe mantener los más altos estándares de conducta en el aprendizaje, la enseñanza y la investigación exigiendo que todos sus miembros actúen responsablemente a fin de promover la integridad académica.

La integridad académica es responsabilidad de todos los miembros de una comunidad académica, que tienen la responsabilidad de actuar con integridad en todas las actividades que realizan así como de no quedarse de brazos cruzados ante una injusticia o una falta de honestidad. Esto implica superar las presiones, los conflictos de interés y la lealtad o la compasión mal entendidas.

La responsabilidad compartida confiere a todos el poder de efectuar cambios, de superar la apatía y de ayudar a todos los individuos que componen una comunidad académica a comprender su valor y su importancia en la colectividad a la que pertenecen.

Cuando se comparte la responsabilidad de mantener los estándares de integridad académica, uno de los asuntos más difíciles es cómo hacer frente a la deshonestidad de los demás. Si bien no debemos cometer actos deshonestos, tampoco podemos permitirles a otros que los cometan. La obligación de actuar a menudo entra en conflicto directo con la presión de grupo, el miedo, la lealtad y la compasión mal entendida. Nos sentimos presionados de no declarar en contra de un compañero; nos da miedo arruinar su educación, su reputación o su vida. Nos preocupa equivocarnos y acusar injustamente a un inocente o que tomen represalias contra nosotros si denunciamos un caso de deshonestidad.

Algunas instituciones no exigen que se actúe ante un caso de deshonestidad, otras permiten denuncias anónimas. Sin embargo, las denuncias anónimas no están exentas de controversia.

Para algunos, es una abdicación de la propia responsabilidad y puede implicar que el denunciante no está convencido. También puede minar el debido proceso pues no le permite al acusado la oportunidad de confrontar y presentar testigos.

Como mínimo, un sistema de integridad académica debe requerir a los individuos que asuman la responsabilidad de su propia honestidad y traten de evitar la mala conducta de otros. Esto puede ser tan simple como cubrir las respuestas durante una prueba. La responsabilidad máxima es informar cualquier acto de deshonestidad e informar cualquier transgresión en la que uno sea o no un participante intencional. Solo así estamos dispuestos a asumir plena responsabilidad de nuestra participación en la comunidad académica.

Conclusión


Este llamado a la integridad académica adjudica una gran responsabilidad a todos los miembros de la comunidad académica. Es imperativo crear un equilibrio entre la norma y la compasión. Las instituciones académicas se dedican al aprendizaje, y debemos tratar de que, cuando ocurran violaciones a la integridad académica, todos aprendan de la experiencia.

Como miembros de comunidades académicas, podemos desempeñar un papel importante en la solución a la "crisis de integridad" en que se encuentra nuestra sociedad. Las instituciones y los individuos pueden iniciar y mantener un diálogo permanente sobre estos temas y actuar de maneras que apoyen los valores y principios expuestos anteriormente.

Agradecimientos.

Un documento sobre la integridad académica no estaría completo ni sería coherente, si no se reconocen sus fuentes. Lo hacemos, no solo por honestidad, sino también por un profundo sentido de gratitud a todos los que han brindado de su tiempo, esfuerzo y conocimientos para avanzar en este proyecto.

Las siguientes personas participaron en la planificación y preparación de los primeros bosquejos de este documento: Sally Cole, Center for Academic Integrity; Mary Olson, Oakton community College; Patrick Drinan, University of San Diego; Julian Harris, Duke University; James Lancaster, University of North Carolina, Greensboro; Donald L. McCabe, Rutgers University; James Larimore, Standford University; John Margolis, Northwestern University; y Elizabeth Kiss, Duke University.

Los comentarios escritos al bosquejo de octubre de 1997 fueron presentados por: Bill Taylor, Oakton Community College; Mark A. Hyatt, U.S. Air Force Academy; Sally Kuhlenschmidt, Western Kentucky University; Beverly Foster, University of North Carolina, Chapel Hill; Bruce Johnston, Lyon College; R. Michael Hainess, Keene State College; y Patricia Bass, Rice University.

Jeanne M. Wilson, de University of California, Davis, preparó el bosquejo de febrero 1998.

Los comentarios escritos al bosquejo de febrero de 1998 fueron presentados por Lawrence M. Hinman, Universidad de San Diego. Los participantes de un taller de dos días sobre integridad académica en San Diego aportaron comentarios orales. Lawrence M. Hinman, University of San diego preparó el bosquejo de mayo de 1998.

Además de las ideas de las personas mencionadas anteriormente, el presente documento se basa en la labor realizada sobre la integridad académica por la directiva y consejos de diferentes universidades y en las discusiones sobre integridad académica que surgieron de esos grupos.

Traducido al español en el Programa Graduado de Traducción de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

© Publicado el Martes 20/03/2012 por el Centro para la Integridad Académica de http://www.eafit.edu.co, modificado por Luis Alejandro Cardenas Franco.