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sábado, 12 de diciembre de 2015

Cristimacrimáticas… @dealgunamanera...

Cristimacrimáticas…


El resultado electoral tiene secuelas matemáticas: todos están haciendo números. Números para manejar espacios de poder y números relacionados con los fondos. Hay números para todo. Pero también hay números que van más allá de los parlamentos y los presupuestos. Son los que tienen que ver con un diseño opositor desde el peronismo y el kirchnerismo, y con la vía que elegirá el macrismo para llegar con oxígeno a las legislativas de medio término en dos años.

© Escrito el sábado 12/12/2015 por Luis Bruschtein y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El acto masivo, inapelable, del miércoles en la Plaza de Mayo fue más que una despedida a Cristina. Hubo una señal de fuerza al macrismo, un recordatorio de que ganó solamente por algo más de dos puntos de diferencia. También fue reafirmación de un liderazgo ante cualquier cuestionamiento futuro. Fue un acto limpio, con poco aparato y mucha gente que participó sin encuadramiento. El kirchnerismo aprendió de las elecciones: la militancia no tiene que obturar la participación, sino facilitarla. Se vieron pocas banderas de taller y muchos cartelitos caseros, muchas parejas, muchas familias con chicos y muchos grupos de amigos o compañeros de trabajo. Hubo algunos colectivos, pero mucho menos que en otros actos. Y la respuesta de la gente fue impresionante por lo emotiva y por lo masiva.

Cristina Kirchner tenía que reafirmar su liderazgo después de una derrota. Eso es de manual. Los consejeros de Macri quisieron evitarlo. Eso también es de manual: no hay que darle respiro al derrotado, hay que impedir que se levante. Macri primero aceptó seguir el protocolo, pero sus consejeros le dijeron que se echara atrás y aprovechara la inercia de su triunfo para acorralar a Cristina. No le salió bien. Se vio obligado a recurrir a los servicios –quizás demasiado serviciales– de un amplio sector del Poder Judicial que siempre lo ha consentido. Es un poder que conserva características feudales. Macri es un dirigente de la derecha y la mayoría de los jueces son de derecha, son macristas. Entre esos jueces y fiscales y los medios corporativos y sus estrellas periodísticas le hicieron la campaña sucia que le dio el triunfo.

Pero la movida tuvo un costo, le recortó el período de gracia. Fue al choque y usó un golpe bajo cuando, en medio del diálogo, el kirchnerismo se enteró de que el macrismo le había metido una cautelar. Se proclama el rey del diálogo y lo traiciona apenas empieza. No es buen antecedente para ningún otro diálogo. Esa actitud desleal del PRO fue la que provocó la ausencia de los legisladores del FpV en la jura de Macri.

El insólito fallo de la jueza Servini de Cubría obligará a crear un nuevo cargo electivo: el de presidente para las primeras doce horas. Según la jueza, cada vez que hubo recambio presidencial, se produjeron doce horas de acefalía, un hallazgo que pasará a la historia de la vergüenza judicial. Cristina criticó el fallo pero lo acató, lo que no impidió que hiciera su poderoso acto frente a la escuálida concentración ante la que habló Macri al día siguiente desde los balcones de la Casa Rosada, después de asumir.

Tras el recambio, hay incertidumbre en las tribus del Frente para la Victoria. La mala sintonía que hubo al principio de la campaña entre Daniel Scioli y La Cámpora había sido recompuesta en las últimas semanas. Pero quedaron resquemores en otros sectores que no se sintieron cabalmente representados en las listas. Hubo una grieta en el bloque de senadores bonaerenses impulsada por Fernando Espinoza que logró el respaldo de cuatro legisladores regresados del massismo.

Quedaron nueve a nueve, pero es una disputa de entrecasa, por los cargos en el bloque y la Legislatura. No se anunciaron alejamientos del Frente. Con otro resultado, es probable que este tironeo hubiera implicado atomización. No es lo que se avizora por una razón muy sencilla: el grado de incertidumbre es igual a la ventaja que sacó el adversario. Si hubiera sido de diez puntos, por ejemplo, es muy probable que se hubieran producido rupturas y migraciones hacia el massismo y el macrismo. Pero la diferencia fue la mínima, por lo que nada garantiza que un cambio en las alianzas mejore el resultado. Por el contrario, la expectativa mayor es de ganar en la próxima. En este escenario, la incertidumbre puede generar disputas, pero sin ruptura.
Porque la perspectiva de una ruptura es de debilitamiento antes que de fortalecimiento con otras alianzas. 

Al reafirmar su liderazgo, Cristina dejó en claro que ninguna expresión peronista puede ganar sin el kirchnerismo. Es cierto también al revés: el kirchnerismo solo, sin el resto del peronismo, tampoco podría ganar. Pero es la fuerza que puede articular un triunfo futuro del peronismo, lo cual incluye al massismo, que sería el más beneficiado por una ruptura pero al que aún así no le alcanzaría si tuviera que confrontar con Cristina. En ese escenario, es más factible a la larga una sangría del massismo hacia el PRO y el FpV.

En el caso de los gobernadores y el Senado, las alianzas asumen una lógica diferente. El FpV tiene gobernadores propios, aliados cercanos y otros no tanto. El gobernador tiene una lógica de gestión concreta y depende de los recursos del gobierno nacional. Este factor de gestión influye tanto como el juego político nacional en el momento de decidir los votos de sus senadores. Si acepta esa flexibilidad, que antes no tenía porque estaba en el gobierno, el FPV podrá contener la inquietud que produjo la derrota. De hecho, cuando tomaron la decisión de no asistir a la jura de Macri, el FpV no tuvo problemas en Diputados –aunque unos pocos asistieron– pero en el Senado tuvo que dejar en libertad de acción a los senadores porque algunos gobernadores no estaban de acuerdo con esa medida.

Para el macrismo las matemáticas son diferentes. Le resulta difícil distinguir su voto más fiel. El cálculo optimista estaría en el 34 por ciento de la primera vuelta. Es el voto que se define como macrista puro. En la segunda vuelta recibió 17 puntos más de Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá para llegar al 51,3.

Macri hizo convocatorias a la unidad y al amor, pero en la práctica aplicó una estrategia agresiva contra el kirchnerismo. No le interesó aprovechar la inercia de su triunfo para generar también alguna expectativa entre quienes no lo votaron. Fue al choque y de manera desleal, como si quisiera provocar una reacción destemplada. Pensó que cualquier cosa que hiciera ahora que está embellecido por la victoria, funcionaría a su favor y en contra de Cristina. No quiso nada del 49 de Scioli y buscó reafirmar el 17 que le sumó en segunda vuelta. Calcula que en ese rubro cae bien patotear a Cristina. Su demostración de fuerza estaba en ese maltrato y no en hacer el traspaso en la Casa de Gobierno, lo que no tiene sentido. Si Cristina aceptaba el juego y hubiera asistido, hubiera sido humillada porque toda la estrategia del PRO apuntaba a ese desenlace. La derecha no se va a restringir en el uso del poder y lo hará con la impunidad que le conceden la corporación judicial y la corporación de medios que operaron estos doce años en contra del kirchnerismo.

Pero el escenario tan parejo está muy acotado, incluso para el que recién llega. La pelea no movió el amperímetro. Gran parte del electorado que lo favoreció no es macrista y ya está preocupado por los precios, por su trabajo o jubilación y por sus ahorros. Ni los medios corporativos pudieron ocultar el poco entusiasmo que generó la ceremonia de asunción, poca gente en el Congreso, en la calle y en la Plaza de Mayo, donde apenas se acercaban a la pirámide, sin ocupar las calles adyacentes. El hecho de que toda la atención esté puesta en los precios es un síntoma de debilidad en la ligazón que une ese voto con el macrismo.

Es el punto débil del gobierno derechista. Necesita distraer la atención de los precios y la economía, para colocarla en un enfrentamiento con el cuco del kirchnerismo y operar para tratar de aislarlo y dividirlo. La estrategia de cargar toda la responsabilidad sobre la supuesta herencia catastrófica que les habrían dejado les funcionó en contra porque provocó más inquietud que bronca. A nadie le importa ya reclamarle al que se fue. El que tiene que rendir cuentas es el que está a cargo del mostrador. Son las reglas de juego. Si quiere mejorar su presencia en el Congreso dentro de dos años, Macri deberá administrar con mucha cautela las medidas que siempre ha promovido y de las que los integrantes de su gabinete económico han sido los embanderados. La experiencia demostró que estas medidas fueron desastrosas para la mayor parte de los argentinos.

Pero aun así y a pesar de ellas, Carlos Menem ganó varias elecciones porque el primer efecto del endeudamiento es un espejismo de prosperidad.




domingo, 29 de marzo de 2015

Socios... De Alguna Manera...

Socios 2…

Nestor Kirchner y Nisman: el ex presidente eligió al fiscal. Foto: Cedoc Perfil

En 2001 Nisman desestimó la denuncia de Eliaschev, hoy la revista Veja habla sobre la relación con Irán con las mismas fuentes que él. 

Cuatro jueces ya desestimaron la denuncia de Nisman: Rafecas, dos de los tres integrantes de la Sala I de la Cámara Federal, Ballesteros y Freiler, y de alguna manera también Servini de Cubría, quien  en enero consideró que no justificaba habilitar la feria judicial por la denuncia de Nisman. Juzgar que una denuncia al presidente y canciller de un país no justifica no esperar a que los jueces vuelvan de vacaciones es implícitamente una opinión sobre la propia denuncia. La decisión de Servini de Cubría se produjo cuando no se hablaba de “tregua” entre la Justicia Federal y el kirchnerismo sino, todo lo contrario, de que “el partido judicial” iba corporativamente en bloque contra el Ejecutivo.

Que Servini de Cubría no le habilitara la feria, que Canicoba Corral, el juez de la causa AMIA, se mostrase escéptico frente a la denuncia de Nisman y que Lijo, el juez a quien le solicitó la indagatoria de la Presidenta y su canciller, siguiera de vacaciones deben haber sido indicios para Nisman de la suerte judicial que podría correr su denuncia. Vale recordar que tras su muerte, el fiscal Pollicita dio curso a la denuncia de su colega pero no solicitó la indagatoria de la Presidenta y su canciller ni aceptó concurrir al Congreso como iba a hacer Nisman.

Si Nisman investigaba en 2001, quizás veía que las fuentes de Veja hoy eran las mismas que las de Eliaschev.

Asumamos por un instante la posibilidad de que la denuncia de Nisman fuera poco fundada, el pedido de indagatoria a la Presidenta y al canciller fuera precipitado, y todo presentado de apuro al ver el fiscal que el Gobierno había echado a Jaime Stiuso, su principal referente en la Secretaría de Inteligencia, concluyendo que su propio puesto estaba en riesgo y tenía que producir un acto mediático de envergadura, más allá de la consistencia jurídica que lo respaldara, para garantizarse la permanencia en su función.

Y asumamos también, sólo con fines de ir descartando hipótesis, que a Nisman lo único que le interesara fuera mantener durante todos los años posibles su poco fatigoso y bien remunerado puesto de fiscal especial de una sola causa y casi sin ningún avance, para disponer de recursos con los que llevar adelante una vida hedónica. Que por eso desestimó la denuncia de Eliaschev sobre el pacto con Irán publicada en tapa por Perfil en marzo de 2011, cuando haber ido en contra de un gobierno en pleno apogeo de su poder sí le hubiera impedido mantener su zona de confortabilidad. Y que si Stiuso hubiera continuado en la Secretaría de Inteligencia y Nisman no hubiera sentido temor por correr igual suerte, su denuncia recién se hubiera presentado cuando el kirchnerismo dejara el poder o, dependiendo de las circunstancias, nunca.

Obviamente nada de esto quita validez al fondo de la denuncia porque, si estuviera poco fundada, sería debido a que Nisman no se dedicó como debía a partir de comienzos de 2011, cuando Eliaschev lo denunció en este diario, y tardó cuatro años para presentar un escrito endeble sólo con escuchas de marginales de la política, mientras ahora la revista Veja publica semana tras semana sospechas que hacen más verosímil la existencia de un móvil espurio en el pacto con Irán, conectando la valija de Antonini Wilson y los viajes entre Caracas y Buenos Aires con los viajes entre Caracas y Teherán. Esas fuentes podían ser las mismas de Eliaschev, a quien si Nisman hubiera dado importancia antes, podría haber resultado fundamental para la investigación.

Nada en esta hipótesis salva al Gobierno de responsabilidad, igual que en sus acusaciones contra Stiuso: lo único que hace es autoinculparse y aumentar la gravedad de su accionar. Así como Néstor Kirchner eligió a Stiuso para que se encargara de la investigación sobre el atentado a la AMIA y en ese carácter se lo presentó a Nisman, también Kirchner eligió a Nisman para esa fiscalía especial. Hasta se podría conjeturar que eligió a propósito un fiscal consumista y hedonista para tenerlo agarrado siempre “a tiro de carpetazo”, y el propio Stiuso poder tenerlo dominado gracias a que Nisman no tenía las conductas personales requeridas para un fiscal.

Más allá de la repulsión que produce el uso de la vida personal para desacreditar políticamente a los sujetos, nadie puede ocupar un puesto público de relevancia y tener la ingenuidad de que su vida personal no sea utilizada por sus adversarios.

Mucho menos quien es blanco de los servicios de inteligencia locales e internacionales. 

Muchas situaciones desentonan en la vida personal de Nisman con las expectativas sociales sobre cuáles son las conductas a cumplir para el rol de fiscal. Otro ejemplo –más patético– es el caso de Oyarbide, un juez que ya no sólo es esclavo de los servicios, sino hasta de la propia policía.

Se podría conjeturar que eligió un fiscal con debilidades personales para tenerlo controlado por los servicios.

Toda función debe responder a lo que se espera de ella. En un clásico de sociología: La presentación de la persona en la vida cotidiana, Erving Goffman escribió: “Los individuos se preocupan por mantener la impresión de que actúan de conformidad con las numerosas normas por las cuales son juzgados ellos y sus productos. Debido a que estas normas son tan numerosas y tan profundas, los individuos que desempeñan el papel de actuantes hacen más hincapié del que podríamos imaginar en el mundo moral (...) no están preocupados por el problema moral de cumplir con esas normas sino con el problema amoral de construir la impresión convincente de que satisfacen dichas normas”. “Durante la interacción se espera que el individuo posea ciertos atributos, capacidades e información que, tomados en su conjunto, encajen con un yo que sea a la vez coherentemente unificado y apropiado a la ocasión”.

Nisman, en retrospectiva, no parecía contar con los atributos ni con los comportamientos adecuados para una investigación de la complejidad como la del atentado a la AMIA. Y la responsabilidad política de ese nombramiento es de Néstor Kirchner.

Socios 1…

Kirchner y Stiuso. Dos caras de la misma moneda. Foto: Cedoc

La contratapa del 15 de enero que unía a Kirchner con Stiuso. http://e.perfil.com/socios

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 28/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.