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domingo, 8 de mayo de 2016

Entrevista a Gustavo Sylvestre... @dealgunamanera...

Gustavo Sylvestre: "Es imperdonable lo que hizo Szpolski"


El periodista lanza su primer libro y habla de la crisis financiera que atraviesan los medios y los escraches que sufrió trabajando en Clarín.

© Escrito por Ramón Indart el sábado 07/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


En 2017 Gustavo Sylvestre cumplirá 30 años como periodista político a nivel nacional. Ahora, el conductor de M1 en C5N (lunes a jueves 21 a 23) lanza su primer libro, "Intrigas, alianzas y traiciones" (Ediciones B) donde relata con detenimiento la relación del poder político con los medios de comunicación y cuenta anécdotas sorprendentes.

En este contexto, habla con Perfil.com sobre el estado actual de los medios, el cierre del grupo que crearon bajo el paraguas de la pauta oficial K Sergio Szpolsky y Matías Garfunkel y abre el debate sobre un tema que pocos tienen en cuenta: el financiamiento de la política en las campañas electorales.

Perfil.com: - ¿Con qué nos vamos a encontrar con este libro?

- Yo agradezco todos los días por esta profesión que amo, desde los 16 años que empecé en Concepción del Uruguay en Entre Ríos trabajando en LT 11 y en el diario La Calle. Mi primer trabajo en la Capital Federal fue el 20 de octubre de 1983, el debut de la democracia. Voté por primera vez y fue mi primer trabajo periodístico en la Capital. Venía a estudiar acá y la radio me acreditó para esa jornada. Desde ese momento no he parado. Así empiezo, con esa anécdota. Después la radio me acreditó en Casa de Gobierno del '84 al '91. En 1987 empecé en Canal 13 donde me meten a trabajar en la actualidad y especializarme en política.

- ¿Cómo se arma una campaña política detrás de los medios de comunicación? La de 2015 fue muy intensa y sobre todo en TV. Hay que marcar la diferencia entre diario, radio y tele, es ahí donde el poder pone la lupa.
- Yo repaso la campaña de (Daniel) Scioli y la de Cambiemos y como se fueron armando. Todo pasa por la televisión, guste o no. En esto hay que reconocer que el PRO armó una campaña no solo en término de conjunto, sino para la TV. Las puestas en escena eran para la TV. Hubo mucho debate el año que pasó, sobre temas puntuales. Fijate vos que funcionarios de gobierno que hasta diciembre se prestaban al debate, hoy no lo hacen. Como cambian las realidades, ¿no?

- Bueno, ahora tienen que dar respuestas.
- Cuesta más encontrar funcionarios dispuestos a debatir. Muchos diputados siguen por suerte.

- ¿Qué diferencia harías entre lo que fue cubrir el poder en el menemismo, el kirchnerismo y lo que viene ahora?
- El libro comienza con una entrevista con Isabel Perón. Ahí ella cuenta que cuando murió Perón quiso renunciar a la vicepresidencia para no asumir y hubiera aliviado mucho. Tal vez la Argentina se hubiera salvado de un golpe de Estado. Eso muestra como la condicionaron todos. Ella dice "no me dejaron". Yo le pregunto "quienes". Ni las FFAA ni los políticos, incluido Balbín que me dijeron que me iban a ayudar. A partir de ahí recorro lo que consultas, como se da la relación de los medios con el poder en cada turno democrático. Siempre el periodismo del '83 a la fecha, a los medios produjeron urticaria. Alfonsín, que era sumamente respetable, vos no tenías acceso a él, pero claro tenía un excelente vocero que era José Ignacio López. Era como hablar con Alfonsín. Eso cambia radicalmente con (Carlos) Menem. Te volvía loco. Cambió la forma de hacer periodismo en la Argentina. Pasó de esa rigurosidad, protocolo de Alfonsín a un Menem que hablaba en la puerta de la casa, en la sala de periodistas de Casa de Gobierno a las 7 de la mañana, ¡no había nadie! Las coberturas en el exterior no dormías. Rompió todos los esquemas.

- ¿Y cuándo llega De La Rúa?
- Ahí vuelve a institucionalizar todo. No tuvo manejo. Yo cuento la experiencia que me tocó vivir el día de la renuncia de Carlos "Chacho" Álvarez. Todos los medios estaban en la casa de Chacho, me llama De La Rúa y me dice enojado: "Gato que es esto de cadena que le están dando a Chacho". Le digo "Presidente estoy viendo que en Salón de los bustos hay un micrófono, ningún funcionario suyo salió a hablar". Entonces escucho que dice a alguien "acá el Gato dice que hay un micrófono, bajen a hablar" y empiezan a salir todos.

- ¿De esa manera?
- Es así. Se dio una competencia entre la casa de Chacho y el Salón cuando se da la renuncia. Yo di la primicia 8.30 en TN. Estaba Federico Storani, que era ministro del Interior y lo sorprendo al aire porque yo sabía desde la madrugada. Lo anuncio y lo sorprendo. Me dice "la verdad, salgo de acá y averiguo".

- ¿Y la etapa del kirchnerismo?
- Se vuelve a una etapa de mayor cerrazón informativa.

- ¿No te dolió haber estado en la pantalla de TN cuando empezó esa guerra del ¿"Qué te pasa, estás nervioso"? ¿Fue fácil trabajar en televisión?
- No. Siempre traté de mantenerme al margen de esas cuestiones. A nosotros nos escracharon por trabajar en el Grupo Clarín. Todas las veces que pedimos notas desde A Dos Voces (programa que hacía con Marcelo Bonelli) siempre tuvimos respuesta. Todos los años nos daba una o dos notas Néstor Kirchner. Con Cristina Kirchner ya no. Cambió. Con Néstor tuve diálogo, con ella no. Nosotros le hicimos nota cuando era candidata a presidenta y nunca más volví  a hablar hasta el año pasado cuando me dio la primera entrevista en Nueva York cuando fue a la ONU. Fue el único período de gobierno en el cual no tuve diálogo.

- ¿Cómo se financia la visión del poder frente a los medios? Vos tenés al Grupo Clarín con un soporte propio y el kirchnerismo fue armando medios para tener el lado B de la realidad. En ese contexto, ¿crees que era necesario? ¿Se excedieron en armar un grupo de medios tan enfrentado a otro que terminó en el achique actual?
- Si, es perjudicial porque hemos visto el caso más concreto que es el Grupo Szpolski, que dejó colegas en la calle sin pagar, que todavía están en una tarea loable con una cooperativa (Tiempo Argentino) pero con una angustia tremenda. Es imperdonable lo que pasó en ese caso.

- ¿Qué parte de responsabilidad le toca al Estado? porque lo alentó.
- Obviamente. Eso también hay que hacer de autocrítica. Todos los que alimentaron eso. Porque es verdad lo que decís, hay una responsabilidad compartida de los que alimentaron y la irrepsonsabilidad de Szpolsky y de Garfunkel en armar y dejar en la calle de un dia para el otro y sin asumir la responsabilidad social que les corresponde como empresarios a todos nuestros colegas.

- ¿Cómo ves hoy el panorama de los medios?
- Desde hace mucho tiempo pasan por una etapa muy dificil que en algun momento hay que rever. Se perdió en los últimos años el eje y la misión que tiene todo medio, que es la de informar. Muchos actuaron como posicion politica en Argentina y eso no es bueno. Y muchos otros han actuado como defensores de una gestión que tampoco es bueno.

- ¿Cómo lo solventás? actualmente se ven pocos medios con objetivo periodístico. Perfil es manejado por un periodista, La Nación tiene la misma idea. Pero después los grupos de medios son manejados por sectores de poder que no vienen del periodismo. ¿Eso va cambiando la concepción de los medios?
- Yo trabajé 23 años en el Grupo Clarín. Cuando no me sentí cómodo con una línea editorial renuncié, me fui a otro grupo que en ese momento me daba esa posibilidad.

- La política lo que dice en off es "¿Cómo querés que financie una campaña si no circula dinero en negro?" que no está blanqueado cómo se financia. Y para llegar a la TV, para hablar en prime time necesita plata la política.
- La forma de financiación es un debate en la Argentina que falta.

- ¿Por qué no se da?
- Falta mucho. Todas las campañas gastan más de lo que se anuncia.

- ¿Y esa plata de dónde la sacas?
- Bueno, eso es lo que falta transparentar.

- De golpe dicen "a mí me financian las empresas privadas" pero eso estaría mal también porque luego esa organización espera un resultado.

- Claro, obvio. A nivel de reforma política fue muy bueno instalar las PASO. Falta ahora como se financian los partidos políticos. En Estados Unidos salen a recolectar fondos pero se hace público. Acá falta esto. 

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sábado, 23 de enero de 2016

Víctor Hugo en la era de Mauricio... @dealgunamanera...

RadioKut… 

Víctor Hugo, Cynthia García y Alejandro Apo comen pizza. Twitter Víctor Hugo Morales

El futuro del periodista dependerá del futuro del kirchnerismo: si se va diluyendo mes a mes o si puede pelear un lugar perenne en la política.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 17/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Macri debería conseguirle un nuevo trabajo a Víctor Hugo en otra radio para demostrar que no hubo censura. Cristina Kirchner hubiera podido ayudarlo pidiéndole a Cristóbal López que lo contratara para el mismo horario –la segunda mañana– en Radio 10 ya que hubo versiones sobre que González Oro no iba a continuar en 2016. Pero ya le habrían renovado el contrato para seguir de 9 a 12 a partir del 22 de febrero.

Aunque alicaída, la otrora “radio más potente del país” tiene alrededor de 15 por ciento de la audiencia de AM mientras que Víctor Hugo, en Continental, tenía 9 por ciento.

Otra posibilidad es que Cristina Kirchner les pida a sus amigos dueños de Electroingeniería que tomen a Víctor Hugo en radio Del Plata, donde podría subir su audiencia actual, que orilla el 5 por ciento del total de AM. Quizá también se tenga que apurar porque hay versiones sobre que la señal de cable 360 TV Digital de Electroingeniería se la estarían vendiendo a Daniel Hadad porque ya no querrían seguir perdiendo dinero en medios, al no tener expectativas de nuevas licitaciones de obras públicas que ganar del Poder Ejecutivo Nacional, y en ese caso pudieran vender su radio. También es posible que vendan su canal pero conserven radio Del Plata para defender la continuidad de la construcción de las dos represas en Santa Cruz, en sociedad con chinos ahora cuestionados.

Quienes están más cansados aún de perder plata con medios en Argentina son los españoles de Prisa (diario El País, Editorial Santillana, Cadena Ser de radios) porque radio Continental tiene ventas de alrededor de 3,5 millones de pesos mensuales y costos mayores a 5 millones mensuales. En un año pierden 20 millones, casi la mitad de lo que venden. Y decidieron cambiar.

En 2015 concluyeron su relación con su anterior gerente general, Nicolás Yocca, en su reemplazo pasaron de Editorial Santillana a Ramiro Vega y contrataron un nuevo director artístico, Julián Echeverría, quien en el mismo puesto en radio La Red logró superar a Continental en audiencia y desplazarla al cuarto puesto.

Prisa y Albavisión fusionaron sus radios argentinas: 55% para los españoles y 45% para los mexicanos

Además, Prisa se asoció con Albavisión, la empresa del mexicano Remigio Angel González González, apodado “el Fantasma”, dueño de decenas de radios y canales de televisión desde México hasta Tierra del Fuego (Albavisión, en homenaje a su esposa Alba Elvira Lorezana) y que en Argentina tiene Canal 9 y varias radios. Prisa y Albavisión fusionaron recientemente sus operaciones de radio en Argentina: Continental, 40 Principales e Imagina por los españoles, y Aspen, RQP y Arpeggio por los mexicanos, quedando Prisa con el 55 por ciento de las acciones y Albavisión con 45 por ciento y a cargo de la venta de publicidad, que realiza en conjunto con la de Canal 9.

Radio Continental perdió la mitad de su participación en total de la audiencia AM después del conflicto con el campo: en 2009 tenía 15 por ciento del total (su promedio histórico) y se redujo al 7 por ciento en 2015. Con el programa de Fernando Bravo alcanza el 9,5 por ciento de toda la audiencia, con el de Víctor Hugo el 9 por ciento y con el de Nelson Castro menos del 7 por ciento. 

En la radio lo atribuyen al choque de ideologías entre Nelson y Víctor Hugo. 

Con la nueva gestión (decidida cuando pensaban que en 2016 el presidente sería Scioli) apuestan a revertir esa situación estirando a Nelson Castro hasta las 10 de la mañana (como Longobardi, que pasó de 6 a 9 en Radio 10 a de 6 a 10 en Mitre), después María O’Donnell, pasado el mediodía, con la primera aparición de Mariano Closs, quien dejaría de estar en radio América, luego Fernando Bravo, nuevamente Closs en lugar del programa deportivo Competencia, que hacía Víctor Hugo de 19 a 21, y a la noche con Paulino Rodrígues.

El incumplimiento de asistencia en el programa deportivo Competencia fue el argumento alegado por radio Continental para despedir con causa a Víctor Hugo porque sostienen que, de las dos horas del programa, iba pocos minutos y dejaba solo a su equipo la mayor parte del tiempo. Excusa que seguramente no exculpará a Prisa/Albavisión de tener que pagar una indemnización a Víctor Hugo de alrededor de 5 millones de pesos. Pero podría haber sido más de 100 millones de pesos, la indemnización récord en la historia de la radiofonía argentina, si hubiera contado la antigüedad de treinta años de Víctor Hugo en la radio.

No sería así porque en la gestión del director general anterior, Nicolás Yiocca, se habría resuelto la contingencia de casi tres décadas de Víctor Hugo como contratado, lo que la ley laboral pena con el doble de indemnización y otras multas, con un acuerdo indemnizatorio privado homologado en el Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria (Seclo) del Ministerio de Trabajo, por el cual Víctor Hugo se comprometía a no hacer reclamos por todos los años anteriores en los que estuvo contratado, pasando a partir de ese momento a ser empleado en relación de dependencia. A cambio, Víctor Hugo habría cobrado 8 millones de pesos del año 2014, pero en un juicio podría haber reclamado mucho más: Rolando Hanglin, con la mitad de la antigüedad que Víctor Hugo, un solo programa y una remuneración menor, le ganó a Continental en 2006 una indemnización equivalente a casi 2 millones de dólares de la época.

Víctor Hugo ya había anticipado parte de su indemnización en 2014. Ahora le quedaban sólo los últimos dos años

Fuentes de radio Continental cuentan que tenían estimado en 60 millones de pesos esa contingencia y que lograron el ventajoso acuerdo gracias a la intervención del gobierno kirchnerista, que les habría adelantado pauta de publicidad oficial para pagar esos 8 millones con el compromiso de que firmaran un contrato donde Víctor Hugo mantuviera sus dos programas hasta fin de 2016, año especialmente simbólico para él porque cumpliría medio siglo como relator (la transmisión radial de partidos de fútbol ya no es más rentable y los nostálgicos que bajaban el sonido del televisor para escuchar el de la radio muchas veces ya no pueden hacerlo por el delay, una de las tantas causas por las que periodistas deportivos destacados –Fantino hoy– migraron a la política).

Eso en parte explicaría por qué las nuevas autoridades de radio Continental asumieron el costo económico del despido actual: porque ya no sería una indemnización de treinta años sino sólo de dos, y siendo así le corresponderían dos sueldos de indemnización por sus dos años de antigüedad, seis sueldos de indemnización especial por el Estatuto del Periodista y cuatro sueldos por preaviso no cumplido, alrededor de doce sueldos, que a 400 mil pesos que sería su remuneración promedio mensual, daría esos 5 millones de pesos, que podrían llegar a 7 millones con vacaciones no cobradas, aguinaldo proporcional y otros eventuales cargos.

Fuentes de radio Continental cuentan que después de la primera vuelta electoral de octubre del año pasado, conociendo que Scioli no había ganado por la diferencia esperada, Víctor Hugo les comentó a las autoridades de la radio que estaba cansado de cobrar sólo un tercio de su remuneración porque el 30 por ciento iba al embargo del juicio que le ganó Clarín por haber difundido un partido sin derechos en el año 2000, y el 35 por ciento se le descontaba de impuesto a las ganancias. Y habría mencionado la posibilidad de negociar la salida anticipada de su contrato hasta fines de 2016 porque las indemnizaciones, a diferencia de los sueldos, no pagan impuesto las ganancias, pero que luego no mencionó más esa posibilidad, que para las nuevas autoridades de la radio habría sido una salida ideal y menos ruidosa.

Algunas fuentes radiofónicas consultadas critican las maneras “militares” del despido de Víctor Hugo: con escribano, tratando de prohibirle que vaya a su estudio y se pueda despedir de su audiencia, como hubiera correspondido después de tantos años. Pero todas coincidieron en considerar económicamente racional la decisión de radio Continental de no continuar con Víctor Hugo en 2016, de la misma forma que opinaron que si el presidente hubiera sido Scioli Prisa/Albavisión no hubiera tomado esa medida, habría apostado a tener más publicidad oficial del gobierno nacional y, recién a fin de 2016, al finalizar su contrato, comenzar un proceso de reducción de su protagonismo en la radio.

Si Continental lograse recuperar su identidad de radio de clase media empalmando en el horario central, que es la mañana –donde se concentra el 70 por ciento de la venta de publicidad–, a Nelson Castro con Fernando Bravo, sumándole a este último algún columnista político de diarios, como en su momento fue Leuco, podría en cierto tiempo ir recuperando su participación histórica (o parte de ella) sobre el total de la audiencia, y en un contexto de distribución de la publicidad oficial profesional, con Macri y no con Scioli, los 5 o 7 millones que le costaría la indemnización de Víctor Hugo los recuperaría adelantando un año la reconstrucción del posicionamiento de radio Continental.

De los ingresos publicitarios de Continental, 30 por ciento son productos para el campo, donde la radio tiene mucha llegada por su ubicación al comienzo del dial, y Víctor Hugo producía rechazo en ese sector. Agregan, quizá para justificarse, que ni él mismo puede vender los seis PNT que tendría por contrato mientras esperan que Mariano Closs venda diez PNT por tres horas de programa, y que, a 5 mil pesos cada uno a lo largo de veinte días, sume un millón de pesos mensuales de ingresos. Otro punto importante para comprender la decisión de Prisa/Albavisión es que ya no precisa, como sí en la época kirchnerista, del Gobierno para que le apruebe el traspaso de acciones porque ya tiene todos los papeles en orden.

Si el kirchnerismo quiere un micrófono que lo defienda, no hay voz más potente y convencida que la de Víctor Hugo

Respecto del futuro de Víctor Hugo, las fuentes no tienen las mismas coincidencias. Están quienes hasta creen que podría quedar sin un programa importante para siempre, como les pasó a otros grandes de la radio a cierta edad, y quienes creen que sería un éxito una radio de centroizquierda en un ecosistema mediático que, por la llegada de Macri, mayoritariamente se corrió a la centroderecha (la misma jugada que hizo Hadad con Radio 10 a fines de los 90, cuando todas las radios eran progresistas y se desmarcó con una de derecha) y en esa radio Víctor Hugo podría ocupar un lugar estelar.

Equidistantes están las fuentes más profesionales: los estratégicos creen que un medio de comunicación duradero no se construye apelando a tener la ideología que sea más conveniente en cada momento sino generando ventajas competitivas profesionales, sustentables y duraderas más allá de quién gobierne. Y los tácticos creen que, aunque una radio de centroizquierda pudiera ser exitosa, el problema de Víctor Hugo no es ideológico sino psicológico, que es “un periodista militante personal”, que sólo quiere hablar de sus obsesiones y siempre vuelve recurrentemente a lo mismo; exagerada e irónicamente lo sintetizan en que “cada cuatro palabras dice Magnetto”. Fuentes de la actual radio Continental cuentan que Víctor Hugo se negó al informativo de la media hora porque no quería que lo cortaran (en el resto de Continental ya hay dos noticieros por hora) y tampoco aceptó aggiornar la música que se pasaba.

Radios con un posicionamiento donde Víctor Hugo no desentonaría hay varias: además de las mencionadas Radio 10 y Del Plata, podrían considerarse también radio El Mundo, vinculada a Julio De Vido a través de su ex secretario José María Olazagasti; la AM 750, del gremialista Víctor Santa María (fuentes cercanas al sindicato de encargados de edificios lo desmintieron); la radio de las Madres de Plaza de Mayo, y las radios de Szpolski/Garfunkel (América y Splendid, entre las AM). Sobre este último grupo kirchnerista, vale agregar que también se menciona a Daniel Hadad analizando la compra de CN23, eligiendo, entre 360 TV Digital y CN23, la que sea entregada con menos personal (ambos canales tienen hoy entre 140 y 180 personas).

El futuro de Víctor Hugo también dependerá del futuro del kirchnerismo: si se va diluyendo mes a mes o si quiere y puede pelear un lugar perenne en la política.

Si así fuera, después de Cristina Kirchner, la voz de Víctor Hugo es la más potente y no tiene “el modelo” mejor orador que defienda sus ideas con mayor convicción. Si el kirchnerismo precisara un micrófono que promoviera sus posiciones, nadie mejor que Víctor Hugo. 



sábado, 28 de diciembre de 2013

Pobres medios... De Alguna Manera...


Pobres medios...
Ayer la Afsca cumplió su último día laborable del año en que debió haber trabajado más activamente que nunca, ahora que el Gobierno consiguió la plena vigencia de la Ley de Medios. Sin embargo –como anticipó PERFIL el sábado pasado– postergó para el año próximo todas las resoluciones importantes: Clarín, Telefe, América/Grupo Uno, Telecentro y Prisa.

Los planes de adecuación a la ley ya fueron presentados por los medios hace más de un año (el 7D de 2012) y el de Clarín hace ya dos meses. Después de tanto reclamarle a la Justicia celeridad para expedirse, demorar su instrumentación es otra demostración de que ampliar la pluralidad fue, en el mejor de casos, una consideración secundaria y la principal será reducir el caudal de los medios críticos y aumentar de los medios afines a futuro.

Miopía

Ya verán cómo quienes nacen siendo mercenarios del gobierno que les facilitó su ingreso a los medios, serán mercenarios del próximo para atacar y destruir a su predecesor.

Todo indica que la Afsca pospone sus resolución principalmente por Telefónica, a quien no sabría cómo darle la mala noticia de que tendría que vender Telefe, mientras que Telefónica argumentaría que lo más seguro para cualquier político sería que siguieran ellos mismos siendo los dueños de Telefe, porque son unos de los pocos que garantizan no usarlo nunca para criticar a nadie, sea el gobierno del signo que fuere, mientras que si la obligan a vender a alguien hoy oficialista, cuando el gobierno cambie se hará oficialista del que venga y terminará difundiendo informaciones críticas al kirchnerismo.

Una señal de “trascendencia K” es Cristóbal López acordando con Macri (el costo político que en el futuro pagará Macri por esos 300 millones de pesos más que cobrará por año será mucho máyor que el beneficio que pueda conseguir por las obras que realice con ese dinero recibido). Y otra es la de Garfunkel –socio de Szpolski– junto a Massa. Garfunkel desearía  dedicarse a la política y, siguiendo los pasos de De Narváez, antes de candidatearse compró medios para tener una moneda de cambio.

Millonarios comprando medios para otros fines no son un fenómeno del kirchnerismo, Moneta hizo lo mismo en el ciclo anterior. Ni tampoco exclusivo de la Argentina. Lo que cambia en otros países es que los millonarios compran para otros fines. En Brasil compran medios los dueños de las iglesias evangélicas, que de iglesias tienen poco y funcionan como empresas cuya misión es captar clientes que aportan a través del diezmo. El principal competidor de Globo en Brasil es la red de televisión Record, de la Iglesia Universal.

En Estados Unidos, Jeff Bezos compró The Washington Post gastando sólo 1% de sus más de 20.000 millones de dólares de patrimonio. Ahora, por el módico precio de un yate grande o un cuadro caro, consigue que cualquier senador norteamericano le responda una llamada telefónica en el acto, algo que ni el más rico de su país logra.

No es que recién se descubra que los medios son una excelente forma de comprar capital simbólico para usarlo en la política, la conquista de fieles o para relaciones pública y lobby. Siempre sirvieron para eso, lo que ahora sucede es que los medios están tan pobres que se los compra por muy poco aumentando la rotación. El mejor ejemplo es el Washington Post, el principal diario de la capital del mayor país del mundo, vendido por poco más de 200 millones de dólares cuando la década pasaba estaba valuado en 1.000 millones. En pocos años, por la masificación de Internet y sus cambios de hábitos, perdió 80% de su valor.

En Francia, uno de los mayores constructores de obra pública –Bouygues– compró el principal canal de televisión, también uno de los mayores fabricantes de armas –Lagardère– adquirió la principal editorial de ese país y diferentes millonarios rusos compraron el diario France-Soir, intentaron comprar Le Monde y compraron el diario The Independent, de Londres.

Compran medios como compran clubes de futbol porque son una buena forma de ganar notoriedad. Y no sólo los rusos en Europa, en Estados Unidos el diario The Boston Globe fue vendido al dueño del equipo de béisbol Red Sox, que es como el Boca Juniors de Boston. El propio Macri, sin tener que comprarlo, utilizó su presidencia en Boca como trampolín para la política. El ejemplo precursor de Berlusconi como dueño del Milan no sería aplicable exclusivamente al fútbol, porque además era propietario del mayor grupo de medios, pero sí fue el mejor ejemplo del uso de los medios para construir una carrera política.

Se podría decir que hay más millonarios que instituciones con capital simbólico, o en el ejemplo de personas físicas, hay más millonarios que Tinellis, quien sin duda si mañana deseara realizar una carrera política podría comenzar siendo gobernador. Pero una cosa es la espectacularización de la política y la búsqueda de transmutar fama por votos, que es un fenómeno que ya lleva varias décadas (hasta el Partido Comunista ruso usaba astronautas y el chino a los campeones olímpicos para engalanar sus listas de candidatos) que Guy Debord describió muy bien en su ya vetusto libro La Sociedad del Espectáculo, y otra distinta es la compra de medios que difunden noticias para que no las difundan o difundan solo críticas al adversario.

En parte, el ataque sistemático que en los últimos años se realizó sobre la denominada corpo –Clarín,  La Nación y Editorial Perfil– tiene también explicación en que estas son las únicas tres empresas periodísticas nacionales que durante las últimas tres décadas no fueron vendidas y continúan en manos de los mismos dueños o sus descendientes.

Hace unos años, cuando conducía YPF como socio argentino, Eskenazi padre se quejaba y atribuía las críticas que recibía por ser  empresario K a un rechazo de clase de quienes ya eran grandes empresarios establecidos desde antes del kirchnerismo, apelando a la noción clásica de aristocracia relacionada con el paso de tiempo en la misma posición. En el caso de los medios no se trata de nada de eso, sino de credenciales que permitan suponer que no se utilizará al periodismo como herramienta para otros fines (o principalmente para otros fines en el caso de Clarín).

Cuando Ben Bradlee, el célebre editor del Washington Post de la época de Watergate y los Papeles del Pentágono (equivalente hoy a WikiLeaks de cuando no había Internet) se jubiló, escribió en su libro de memorias –A good life– que para hacer periodismo de investigación hacia falta también buenos dueños de medios.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 27/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 26 de octubre de 2013

Casero... De Alguna Manera...


Casero...

Por Youtube, el artista pide derecho a réplica a 6,7,8.

Cuando uno se da cuenta de las reglas del juego, el juego se destruye. Se podría decir que eso hizo Casero: descubrió que el juego del kirchnerismo consistía en asustar a todos los que pensaran distinto bajo la amenaza de acusarlos de apoyar a la dictadura y de ser enemigos del pueblo. Entonces, fue directamente a sobreactuar lo opuesto para terminar, con ironía, develando el juego K. Sería algo así como la terapia de la prescripción del síntoma que promueve la Escuela de Palo Alto para tratar la neurosis.

La cuarta aparición pública de Casero, que es su segundo video en YouTube, donde termina tarareando la música de Los Muppets y diciendo “informó Lex Luthor”, el archienemigo de Superman, podría indicar eso. Me río de ustedes, los provoco, señores de 6,7,8, TVR y Duro de domar.

Y lo logra porque los productos de Gvirtz fueron mucho más moderados, sumado a que los de Szpolski directamente no se metieron cuando se hubieran cansado de hacer tapas en el pasado. Es cierto también que el contexto es otro –cada vez se les anima más gente– y no hubieran reaccionado igual hace varios años.

Pero no pareció el mismo Casero en sus anteriores apariciones. La primera, en la radio con Lanata, fue un hombre que justificaba su impulso de haber enviado un tuit crítico a Cabandié concentrado en su caso personal: el de quien descubrió que aquel que creía su padre no lo era, algo que inhibe la polémica porque se pueden discutir los pensamientos pero nunca los sentimientos.

En la segunda aparición, también con Lanata pero en la televisión, y quizás en consonancia con el marco de ese programa, aparece mayormente el Casero polemista. Y ya en los dos videos de YouTube emerge totalmente el desafiante, el que retando a duelo a Gvirtz, productor de los programas oficialistas, reta a duelo al relato kirchnerista. Casero comienza triste (“yo viví”, “yo sentí”) y termina alegre y sobrador (“yo me la banco”).

El Casero más argumentativo, el de la televisión con Lanata, ataca la cuestión central de la puntuación en el análisis del discurso. Un clásico de la teoría de la comunicación, donde un cambio en la puntuación cambia todo el significado, y que Gregory Bateson popularizó con la rata del laboratorio diciendo: “He logrado domesticar a mi experimentador, cada vez que apoyo la palanca él me trae comida”.

El kirchnerismo pone el punto en 1976 y allí comienza su historia, Casero corre el punto hacia atrás e incluye a la Triple A y la guerrilla de los 70, la misma historia para él comienza antes.

Los primeros seis minutos de ese reportaje con Lanata, Casero tiene una lógica argumentativa coherente, pero cuando vuelve sobre el tema de su padre que no era su padre, su cara se transforma y entra en una confusión donde tiene razón Carlotto en que su discurso se convierte en delirante, probablemente afectado por emociones personales atravesadas por el Edipo, la crisis de la mediana edad, cuestiones generacionales y hasta eventuales condensaciones de Cabandié con su hijo, al que pareciera describir como filo kirchnerista, y de él mismo con Cabandié por haber sido educado por un padre falso. Serían huellas de esas emociones frases como “vos callate, que no sabés nada”; “vení, enseñame lo que es la dictadura”; “es difícil explicarles a los jóvenes”; “yo soy abuelo, tengo 50 años, pronto 51”. La diacronía es múltiple porque es cierto que Cabandié vivió los efectos de la dictadura pero no la dictadura y que el ADN con el que Casero descubre que su padre era otro nada tenía que ver con la causa de las Abuelas de Plaza de Mayo, demostrando, como decía Freud, que el inconsciente es atemporal.

Pero Casero se recupera volviendo a atacar con maestría el relato K al denunciar que replica lo mismo que critica porque durante la dictadura se defenestraba materialmente al crítico mientras que en la era K se lo defenestra simbólicamente, con correctivos difamatorios de los medios de Gvirtz y Szpolski, lo que genera otra forma de vivir coaccionado y con miedo.

El uso de la palabra “correctivos” mediáticos por parte de Casero apela al destino de las pulsiones que Freud explicaba muy bien terminando en su contrario: sadismo-masoquismo, por ejemplo. Ciertos setentistas o sus herederos quedaron impregnados del mal que combatían. “Cuanto más se enardecen conmigo, más me recuerdan a los militares”, agregó.

Aunque no tanto como el de Cabandié, los dos videos de YouTube de Casero llamaron mucho la atención por la misma causa: no hablaban sólo de su experiencia personal sino que fueron una metáfora de un conflicto latente en todos.

Pero Casero cae en el mismo error en que un cambio de puntuación cambia todo el significado, en su caso el del kirchnerismo, y a partir de la 125. El sostiene que al comienzo de la era K simpatizaba con el Gobierno pero que todo cambió el día que D’Elía maltrató a Fernando Peña, porque allí comprendió que para los K “si no te gusta el modelo nacional y popular sos un oligarca hijo de puta”. 

Pero el problema ya venía de antes porque defenestrar al otro, ser maniqueo, aplicar la lógica de amigo-enemigo y ser agresivo fue siempre un sello del kirchnerismo, que ya traía desde su gobernación en Santa Cruz, nada más que en los primeros años no se lo quería ver porque el Gobierno era útil en otros planos.

Casero, con el desparpajo narcisista de los artistas, dice las mismas verdades que a veces sólo se atreven a decir los locos y los niños. Lo bueno es que cada vez menos gente tenga miedo a repensar un tema tabú.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 25/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los videos