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miércoles, 13 de diciembre de 2017

AMIA. Laura Ginsberg: "Macri se sumó a los 23 años de impunidad"… @dealgunamanera...

AMIA. Laura Ginsberg: "Macri se sumó a los 23 años de impunidad"…

Laura Ginsberg. Foto: Cedoc - Diario Perfil.

La decisión del Gobierno de impulsar un juicio en ausencia generó críticas por parte de la referente de APEMIA.

© Escrito por Bárbara Defoix y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El fallo del juez Claudio Bonadio sobre el Memorándum con Irán reflotó la cuestión sobre el atentado a la AMIA, que luego de 23 años sigue impune y sin que existan pistas concretas que lleven a los autores de una de las peores tragedias que sufrió la Argentina.

La trama política, de espionaje y encubrimiento parece no detenerse y tras el fallo de Bonadio en el que dictó el procesamiento con prisión preventiva, previo desafuero como senadora, de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y ordenó la detención de Carlos Zannini, Héctor Timerman –con arresto domiciliario-, Luis D’Elía, Fernando Esteche y Jorge Khalil, el Gobierno trata de retomar la iniciativa política impulsando la realización de un juicio en ausencia para aplicarlo a los iraníes sospechados por el ataque perpetrado a la mutual judía en 1994.

Esta decisión despertó la crítica de la referente de la Asociación Por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA), Laura Ginsberg, una de las más firmes impulsoras de la teoría del encubrimiento y la que trabajó incansablemente para que se cree una comisión investigadora independiente para esclarecer las circunstancias en las que ocurrió el atentado que tiene dictamen de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Cámara de diputados.

Paralelamente, en abril pasado, los bloques mayoritarios en el Senado presentaron, con el aval del ministro de Justicia Germán Garavano, un proyecto para incorporar la figura del juicio en ausencia al Código Penal.

“Esta iniciativa que toma el Gobierno no es nueva y va en la línea que nosotros venimos denunciando desde hace ya mucho tiempo en relación a que la ley de juicio en ausencia viene a cerrar definitivamente la causa. El tema de la investigación del atentado señalando o imponiendo un juicio en ausencia de testigos, de imputados, de pruebas, es una simulación que tiene como único objeto cerrar definitivamente el tema y dejarlo atrás”, aseveró Ginsberg en una entrevista con Perfil.

La referente de APEMIA consideró que este nuevo impulso no es casualidad: “Se hace en un contexto mucho más amplio que incluye el fallo reciente del juez Bonadio y también incluye una avanzada del procurador general de la Nación, (Eduardo) Casal que instruyó a unos de sus funcionarios para que en el lapso de tres meses aporte lo necesario para conformar una unidad fiscal antiterrorista que va a terminar sustituyendo la Fiscalía AMIA”.

“La conclusión que podemos sacar es que el Gobierno de Macri se ha sumado a los 23 años de impunidad que tenemos ante la mascare”, sentenció Ginsberg. Y agregó: “Si bien en los primeros tiempos (de su mandato) coqueteó con una comisión investigadora independiente, ha tomado la posición política de la DAIA y la AMIA local de avanzar contra los iraníes, sin pruebas y hasta incluso reivindicando al ex juez Galeano que ahora está sentado en el banquillo de los acusados en un juicio en el que se lo acusa de la irregularidades cometidas durante la investigación de la cual él estuvo a cargo”. 

“Es un panorama realmente muy grave. Nosotros lo denunciamos y entendemos que son una sumatoria de maniobras que responden exclusivamente otra vez a poner a la Argentina como uno de los peones de la lucha contra el terrorismo internacional”, analizó la referente de APEMIA.

Para Ginsberg esta decisión de la gestión macrista “habla a las claras de que aquí no hay ninguna voluntad de llegar a la verdad, como fue parte del discurso de campaña del Gobierno, sino que se trata de sumarse a la impunidad de todos estos años de cerrar definitivamente el caso y no investigar y no poner sobre la mesa lo que ya sabemos y lo que se está demostrando una vez más en este juicio oral por encubrimiento, que es que el estado argentino es responsable del encubrimiento del atentado a la AMIA y de su materialidad”.

Consultada por si el fallo de Bonadio habría podido influir en la decisión del Gobierno de avanzar en el juicio en ausencia para aplicarlo a la causa AMIA, Ginsberg opinó: “No creo que un hecho dependa del otro, lo que sí digo es que las circunstancias que estamos observando de todas estas avanzadas están relacionadas”.

Sobre el magistrado, resaltó que en su fallo de la semana pasada es la primera vez que se responsabiliza a Irán del ataque a la mutual judía: “Es la primera vez que aparece así en un fallo judicial ni en tiempos de Galeano ni de Nisman se planteaban las responsabilidades de este tipo y sin ninguna duda son parte de un contexto más general en donde el Gobierno ha tomado la decisión política de volver a las épocas del kirchnerismo en donde la responsabilidad había que adjudicársela a Irán y aquí había que encubrir a todos los funcionarios del estado argentino desde el 94 hasta hoy que son los verdaderos responsables del encubrimiento y hasta incluso tenemos elementos para concluir que está involucrado en la comisión del atentado”.

“Si acá en verdad quisieran investigar el encubrimiento del acuerdo Argentina e Irán tendrán que remontarse al año 96. Si Bonadio quisiera hacer algo seriamente tendría que haberse remontado a aquellos años y no sancionar un acuerdo político como en este país se hicieron tantas veces”, concluyó.


jueves, 29 de diciembre de 2016

Pacto con Irán y presunto encubrimiento… @dealgunamanera…

Ordenaron reabrir la denuncia de Nisman contra Cristina y apartan a Rafecas…

 Fiscal Alberto Nisman. Foto: Cedoc

Así lo resolvió la Cámara Federal de Casación. Además, aceptaron como querellante a la DAIA.

© Publicado el jueves 29/12/2016 por el Diario Perfil / TN (Presentación Scribd) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

La Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal decidió reabrir la denuncia del fiscal fallecido Alberto Nisman contra la expresidente Cristina Fernández de Kirchner por supuesto encubrimiento a los iraníes imputados por el atentado a la AMIA. La decisión estuvo a cargo de los camaristas Ana María Figueroa, Gustavo Hornos y Mariano Borinsky.

Además, la sala I de Casación apartó del caso al juez federal Daniel Rafecas y a los jueces de la sala I de la Cámara Federal porteña Jorge Ballestero y Eduardo Freiler, que se habían opuesto a impulsar la denuncia del fallecido Nisman.

Mañana se sorteará el nuevo juez, informaron fuentes judiciales. La medida fue dispuesta en un fallo de 280 páginas con el voto de los tres jueces -Gustavo Hornos, Mariano Borinsky y Ana María Figueroa-, aunque con la disidencia parcial de esta última camarista. 

La Cámara de Casación atendió con su decisión al pedido de reapertura de una causa, basada en dos elementos clave: la grabación de una llamada entre el entonces canciller Héctor Timerman y el ex titular de la AMIA, Guillermo Borger, en la que ambos se referían a la supuesta responsabilidad de Irán en el atentado y el hecho de que el famoso Memorándum de Entendimiento fuera declarado inconstitucional.

El fiscal denunció a la expresidenta y a los cuatro días apareció muerto en su departamento del complejo Le Parc, en Puerto Madero. En su momento, el fiscal denunció "la existencia de un plan delictivo destinado a dotar de impunidad a los imputados de nacionalidad iraní acusados en dicha causa, para que eludan la investigación y se sustraigan de la acción de la justicia argentina".

Entre los denunciados también están el piquetero Luis D'Elía, el jefe de Quebracho, Fernando Luis Esteche, el lobbista iraní Jorge Alejandro "Yussuf" Khalil, el ex canciller Héctor Timerman, el diputado Andrés Larroque, el ex juez Héctor Luis Yrimia y el supuesto agente de inteligencia Ramón Allan Bogado.






miércoles, 25 de noviembre de 2015

Y todavía se preguntan por qué perdieron… @dealgunamanera...

Y todavía se preguntan por qué perdieron…


Con todo lo que hicieron durante los últimos tiempos, aún hay personas que no entienden qué pasó en el ballottage. 



Por esas cosas gratificantes que tiene la vida, ayer me tocó cubrir el bunker del Frente para la Victoria. No es que uno sea un sadomasoquista, pero convengamos que no podía imaginar mejor broche de oro para estos años que verle la cara a Scioli al reconocer la derrota, a Karina lagrimeando, a Zannini con cara de flato contenido, y a toda esa manga de vendedores de autos con papeles truchos que venían a representar el cambio de lo que haya que cambiar y la continuidad de lo que haya que continuiar, construyendo de abajo hacia arriba, con fe, con esperanza, con ypeéfe, desendeudamiento y papafrancisco.

Reconozco que cerca de la hora de ingreso se me llenó el upite de preguntas. Sin embargo, el trato ameno y absolutamente respetuoso con el que fui recibido me relajó bastante. Eso y el detalle de que Scioli dejó a toda la militancia fuera del bunker. De un Luna Park a un auditorio con cuatro hileras de doce butacas y la muchachada afuera. Sospeché que los números no daban bien sin necesidad de recurrir a ningún boca de urna: los sánguches eran de salame. Luego de recorrer las instalaciones y notar que los turros no prendieron ni el aire acondicionado, me dispuse a disfrutar del desfile de personajes. Alberto Pérez fue el primero en aparecer. Dijo que no había tendencia, pidió un aplauso para la militancia: aplaudieron él y los que lo acompañaban. No le avisaron que el resto éramos periodistas. A la media hora salió Diego Bossio con tres inviables de remera. Dijo que no había tendencia y se fue. Un rato después salió Gustavo Marangoni. Dijo la misma sarasa y se fue. Nos llegaron rumores de que había piñas afuera, pero sólo se trató de un suicida al que no se le ocurrió mejor forma de quitarse la vida que meterse en la Plaza de Mayo a gastar a los kirchneristas. Los números de la Dirección Nacional Electoral se gritaban en voz alta como si se tratara de un bingo y los cargadores portátiles de teléfonos eran más cotizados que un sánguche como la gente.

Mientras empezaba a correrse la voz de que había un dealer de medialunas de manteca en el recinto, nos llegaban las imágenes de la fiesta en el bunker de Cambiemos. Al que parece que también le llegó la imagen fue a Scioli que decidió postergar su salida de las 21.00 horas para las 22.00. Tanta espera, tanto calor, tanto olor a salame para que Scioli aparezca, reconozca la derrota, salude y se vaya. En mi caso particular, valió la pena. No había nada más para hacer y me retiré del lugar esquivando gente que lloraba, gente con chombas naranjas de Lacoste y un periodista al que le pegó duro la última paritaria y se guardaba sanguchitos en la mochila. En la puerta, el auto de Scioli salió arando y frenó de golpe porque el todavía gobernador bonaerense se dispuso a atender a la prensa y repetir lo mismo que ya había dicho minutos antes. Los que no lo vieron fueron los del auto custodia que chocaron entre sí. Definitivamente no era el día de Dani.


En Costa Salguero, Macri insiste con la joda de sacar a bailar a Gabriela Michetti. Afuera del NH, los de Quebracho llegaron para gritar “Patria sí, colonia no” y mientras el turro de Fernando Esteche tuiteaba “Derrotados las pelotas, vamos a frenar la entrega de un modo o de otro”, el demócrata Scioli bajó a saludarlos. Los revoltosos se fueron con su revolución del NH a pasear por Diagonal Sur, donde también me encontré con los pibes de La Cámpora que convirtieron un velorio en una fiesta y cantaban aún llorando. Al grito de “ya van a ver, vamo’ a volver”, desconcentraron la Plaza y en el camino decoraron algunas paredes con frases para que recordemos el notable compromiso con el bien común de la Nación, como “Macri prepará el helicóptero”.

Lo triste de mi generación, los que salimos a la vida cívica en el año 2000, es que somos muchos los que no nos sentimos enamorados, políticamente hablando, por nadie y, en algunos casos, lo trasladamos a todos los ámbitos. Todo blanco o todo negro, sin matices. Por eso nos cuesta entender a los que terminan llorando porque perdió el kirchnerismo. Es como si todo aquello en lo que creían se hubiera muerto. La muerte del padre, ése que todo lo protegía, al que podían recurrir para que los cuide mientras pasaban sus vidas puteando a todos los demás.

Nunca voté convencido por nadie –ayer no fue la excepción– pero siempre me sentí convencido de quién no quería que gane, aunque nunca me funcionó. Es así, estimado amigo ya exoficialista: sus victorias siempre fueron gracias a que no había nada mejor en frente, lo cual es demasiado teniendo en cuenta el nivel de estadistas made in La Salada que nos enchufaron como faros políticos de la socialdemocracia del siglo XXI.


Lo que me mata de risa es que, con todas las contras que podría tener Mauricio Macri en base a los prejuicios idiotas hacia el que tiene guita o fue criado en cuna de oro –como si Cristina no durmiera sobre fajos de dólares o los desempleados de sus hijos no hubieran crecido con todos los lujos pagos– la gente votó a ese Macri. Hay personas que creen que se la van a empomar el año que viene y lo eligieron igual. Noten lo que han hecho que con todo lo que dijeron perdieron.

Si la única verdad es la realidad, ésta es tan subjetiva como la percepción que tenga cada uno de ella en base a sus parámetros, educación, traumas y experiencias. El kirchnerismo se construyó como el enemigo de cientos de realidades que crearon, sin importar que muchas de ellas fueran incompatibles, como ese detalle de señalar a los ricos con un Rolex Presidente bailando en la muñeca. Los ejemplos se multiplican hasta el infinito. La última de sus grandes realidades –inaugurada en 2007 por Néstor Kirchner para bancar al perdedor serial Daniel Filmus– es que Macri es el cuco. Y se lo creyeron. Y ganó el cuco. No hay terapia que supere eso, pero bueno: es el problema de los fanatismos.

Fíjense todo lo que han dicho que pasaría si gana Macri y más de la mitad del electorado lo votó igual. Por mi parte no es que esté contento porque ganó Macri, ese es un detalle, si total es cuestión de –poco– tiempo para que empecemos a ser tildados de kirchneristas ante el primer detalle que no nos guste de la gestión. Pero sí estoy contento porque perdió el kirchnerismo. Sí, suena a revanchista o lo que quieran, pero no jodamos, es un sentimiento puro, natural y habitual. ¿O acaso no celebrás cuando el que te hizo bullying durante años finalmente queda expuesto? Acá nadie podía protegerte del abusador porque era el mismísimo director de la escuela.


Ayer, mientras veía las lágrimas afuera del bunker que montó Daniel Scioli, escuché a una romper en llanto y gritar que no entendía porque la gente votaba así. Confieso que me dio un poco de angustia por empatía. Pero a la tercer persona que escuché preguntarse lo mismo –insultos al mundo más, insultos al mundo menos– me di cuenta que realmente creyeron todo. No es que no lo supiera, pero una cosa es una hipótesis y otra es probarla.

La respuesta es simple y se resume en recordar qué pasó desde octubre de 2011, el pico de éxito del kirchnerismo, para acá. En el mismo discurso de festejo de Cristina, la Presi la pudrió cuando, luego de pedir respeto por el derrotado Hermes Binner, dijo que del lado del kirchnerismo estaba la bandera y la historia de la Patria. La siguió en el día de la jura, cuando hizo que su propia hija le colocara la banda presidencial, rompiendo protocolos y dando el mensaje al mundo: gobierno sola, sin control y sin que nadie me rompa la ilusión. En nombre del 54% se peleó con todos, incluyendo a los que habían aportado en buena manera a ese 54%: los sindicatos. La economía, los avances sobre la Justicia y las relaciones internacionales son cuestiones políticas, pero en nombre del 54% también se llevaron puesto todo, y cuando no quedaban dudas, la todavía Presi lo confirmó luego de días de silencio tras la muerte de 51 personas y una por nacer, cuando lloró y gritó “Vamos por todo”. Y mierda que cumplió.

Y si se preguntan en serio por qué pasó lo que pasó anoche, la podemos seguir. Porque se pasaron años en silencio sin enterarse de que gobernaba el kirchnerismo hasta que decidieron “comprometerse” porque estaba de moda. Porque muchos son militantes de velorio que se sumaron para putearnos porque encontraron la excusa perfecta para canalizar todos sus traumas y frustraciones. Porque en sus locas cabecitas, si no tienen acceso a la vivienda y todavía están esperando que palmen sus viejos para ser dueños de lo que sus padres ya eran propietarios a la misma edad, es culpa del sistema financiero, que controla el Gobierno. Porque se metieron en todos y cada uno de los rincones de nuestras vidas, decidiendo hasta en qué orden tenían que estar los canales de televisión para que sea “más pluralista”. Porque hicieron que por primera vez notáramos la relación directa entre la corrupción del Estado y el daño provocable luego de medio centenar de muertos en un choque ferroviario absolutamente evitable. Porque Boudou, porque Ciccone, porque los Pomar, porque Candela, porque Lorenzino se quería ir, porque las patoteadas de Moreno, porque Micelli, porque el dedito acusador de Kicillof, porque los buitres, porque las cadenas, las eternas cadenas, las imposibles cadenas, porque los llantos televisados, porque la terapia transmitida, porque llorar en silla de ruedas, porque Nisman.


Porque trazaron una raya en el piso, nos colocaron del otro lado y empezaron a putearnos y escupirnos ante la necesidad de culpar a alguien de sus propias miserias nunca tratadas en terapia. Porque hasta hace 15 minutos en el mismo lado de la raya nos enchufaron a Daniel Scioli, el que manifestó su deseo de ser presidente hace un par de años y lo trataron de golpista, conservador, retrógrado y candidato de Magnetto y de los fondos buitre. Y como hicieron siempre, de un día para el otro dijeron que no era tan así, que era lo más mejor del universo todo.

Porque convirtieron al Gobierno en una máquina generadora de excusas. Que si hay un apagón generalizado por culpa de la desinversión provocada por años de subsidios sin control alguno al sector energético, es que alguien bajó la palanca. Que si hubiera sido sábado, en Once morían menos personas. Que Nisman era putañero y se merecía la violación porque le gustaba salir a la calle de minifalda. Que los padres no biológicos de hijos de desaparecidos merecen ir todos en cana, menos los del nieto de Carlotto, que la culpa de sueños compartidos es de Schoklender y no de los delincuentes que le dieron cabida. Que a una ciudad de La Plata devastada por el agua y la muerte, Cristina les dice que ella sabe lo que es una inundación porque una vez se le rebalsó el lavarropas cuando era chica. Que esto es Harvard y no La Matanza, que siempre fue una exitosa abogada sin matrícula, que Fariña y Elaskar vendieron ficción, que la diabetes es una enfermedad de gente rica, que los abuelos que quieren enseñar a sus nietos el valor del ahorro son unos viejos amarretes, que el mundo se derrumba como una burbuja –porque en el curioso mundo de Cris, las burbujas no explotan, se derrumban–, que dar la cotización del dólar blue es como dar el precio de la cocaína. Que el pacto con Irán no es una claudicación sino la necesidad de tranzar con los sospechados de dinamitar a 85 compatriotas, que todos los que vistieron uniforme en la dictadura son demonios menos el imputado Milani. Que lo importante es tener créditos de 50 cuotas, que pretender seguir consumiendo es de cipayos, que el Ahora 12 es una política de Estado.

Porque a Cristina no le alcanzaba con ser la Presi y tenía que sentirse “un poco la madre de todos”, o ser una arquitecta egipcia, capitana de la patria, reencarnación de Napoleón, contadora sin balances, médica, ingeniera, bioquímica hachedoscero, sabelotodo de todo, habladora sin saber profesional.



Por si todavía siguen sin encontrar la respuesta, paso a lo personal. A lo largo de la década larga ganada me tildaron de facho, cipayo, gorila, golpista, agrogarca que la única tierra que tiene es la que se le junta en los muebles, vendepatria de una patria que nadie querría comprar con nosotros adentro, neoliberal beneficiado por un gobierno que terminó antes de que yo termine la secundaria, cómplice de una dictadura que se acabó cuando yo tenía once meses de vida, fan del nazismo que finiquitó 37 años antes de que naciera y simpatizante del fascismo que pasó a mejor vida unas cuatro décadas antes de que mis padres decidieran que era una buena idea traerme a este mundo. Me acusaron de falta de solidaridad cuando siempre somos nosotros los que salimos a donar lo que no nos sobra para ayudar a la gente que el Gobierno abandona. Los que se sumaron a este blog en los últimos años, es probable que desconozcan el clima que se vivía en el submundo de Internet en la era en la que los grandes medios no lograban adaptarse al juego del kirchnerismo. Nos insultaron mil millones de veces, nos amenazaron otras tantas, nos apretaron y, lo que más duele, nos ningunearon como ciudadanos.

Y yo no soy eso que dicen que soy.

Discúlpenme si no me pongo a llorar con ustedes o si no logro quedarme callado la boca, pero me han basureado tanto, pero tanto, que no puedo evitar que se me escape una leve sonrisa. Eso me hará menos cristiano y podrá no quedar muy en línea con el discurso integrador del presidente electo, pero no me digan que no es humano. Si las tardes de cadena nacional las hubieran dedicado a jugar al fútbol con amigos o a visitar a la familia en vez de pasarlas viéndola desde abajo, si en vez de defender lo indefendible hubieran frenado cinco segundos a preguntarse qué estaban defendiendo, si hubieran dedicado un cachito de sus días para poner las energías en armar algo que los trascienda a ustedes y no en bancar a personas que les decían que los querían mientras se forraban en guita, quizás no habrían vivido la jornada de ayer como si se tratara de un velorio. Ganó uno, perdió otro, reglas de la democracia.

Ahora podría decirse que se viene la revancha de gente como uno. No tengo ganas ni tiempo, dado que en un par de días ya tengo un nuevo Gobierno para empezar a analizar y criticar.


Se van. En unos días nos estaremos puteando por otras cosas, nos mataremos por cuestiones opinables, seguiremos debatiendo todo porque está en nuestra esencia, pero lo haremos con caras nuevas. Y eso… eso ya es motivo de alivio. 


© Escrito por Nicolás De Lucca el lunes 23/11/2015 y publicado por el Blog Relatos el Presente



lunes, 26 de enero de 2015

Los dos complots…De Alguna Manera...

Los dos complots…

Huellas Fiscal Alberto Nisman. Dibujo: Pablo Temes

Para el Gobierno, Nisman pasó de golpista a manipulado en 48 horas. No lo cuidaron.

Una mañana de mediados de diciembre último, mientras hacía las compras en el supermercado de la zona, Alberto Nisman se encontró por casualidad con un ex altísimo funcionario del gobierno de Néstor Kirchner y de los primeros meses del de Cristina Fernández de Kirchner. El ex funcionario en cuestión había tenido un papel importante en el proceso de creación de la Unidad Fiscal Especial para el Esclarecimiento del Atentado AMIA.

“Necesito conversar con vos porque te quiero poner al tanto de algo que voy a hacer dentro de muy poco tiempo y que va a generar mucho ruido” –expresó el fiscal. La reunión se produjo a los muy pocos días en el departamento del ex funcionario. Allí, Nisman habló acerca de la denuncia por encubrimiento que pensaba realizar y que involucraba, entre otros, nada menos que a la Presidenta y al canciller Héctor Timerman. “Quedé impactado por el relato de Nisman al que acompañó con el detalle de la escucha que lo involucra a Bogado” –recuerda el ex integrante de los gabinetes K azorado ante la tragedia.

La muerte de Nisman representa un magnicidio institucional que golpea fuertemente al Gobierno y a la República. Tiene –y esto hace al hecho más grave aún– las características de una muerte anunciada. Según relató nuestra colega de Clarín, Natasha Niebieskikwiat, pocas horas antes de su muerte, el fiscal le expresó que podían matarlo. Igualmente, según la declaración atribuida a Diego Lagomarsino, el asistente que le prestó el arma con el que se efectuó el disparo fatal, Nisman se la pidió para defenderse después de que Antonio Stiuso le advirtió que podían asesinarlo.

Sospechas. Es ominoso observar cómo la investigación judicial va transitando caminos que dejan al descubierto hechos increíbles que agrandan el espectro de las sospechas.

¿Cómo es que, ante la falta de respuesta a sus llamados por parte del fiscal, sus custodios demoraron diez horas en entrar a su departamento? ¿Cómo es que durante ese lapso no impusieron de lo que estaba sucediendo a sus superiores? ¿Quiénes son las personas que conocían la clave de ingreso al departamento de Nisman? ¿Esa clave, era la misma de siempre? ¿Por qué teniendo dos armas y sabiendo que el prestar un arma es un hecho ilegal, le pidió a Lagomarsino que le facilitara la suya para defenderse? ¿Hubo una zona liberada en el domicilio de la víctima?
Entre la lamentable primera carta de la Presidenta, en la que dedicó casi dos carillas a hablar de ella misma, y la segunda, se verifica un giro de 180 grados que demuestran el desconcierto y la desesperación que en estos momentos atraviesan el corazón del poder. La Presidenta pasó de hablar de un “¿suicidio?” a “un suicidio (que estoy convencida) no fue”. En 48 horas el fiscal pasó de ser un golpista y desestabilizador a víctima de un engaño, casi como si fuera un “pelele”.

Las escuchas ponen en evidencia la existencia de una diplomacia paralela.

El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, haciendo un triste papel, –no fue el único integrante del kirchnerismo que lo hizo– habló el lunes de una mafia, a la que intentó rebuscadamente ligar a Clarín, que llevó al fiscal a quitarse la vida. En esa exposición el tema fue el por qué de la decisión de Nisman de adelantar su regreso desde Europa, suspendiendo así el viaje de regalo de quince años que le había hecho a su hija. Sobre ese punto en particular insistió también Aníbal Fernández. Esa incógnita que tanto desvela al Gobierno, la conoce la ex esposa del fiscal, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado quien, en respuesta a la pregunta de si creía en la hipótesis del suicidio, respondió “No”, en lo que fue su única manifestación pública sobre el caso. De lo que se sabe, la magistrada, que está profundamente afectada por la muerte del padre de sus hijas, no está de acuerdo con el rumbo de la investigación y descree del resultado de la autopsia y de la pericia sobre el arma.

El relato del secretario de Seguridad, Sergio Berni, sobre lo sucedido en la noche del domingo en el departamento de Nisman y el sospechoso comportamiento de los custodios, ponen en jaque su aptitud para ejercer su cargo. Ni qué hablar de la ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, de la que nada se sabe.

Paralelas. Las escuchas del caso que comienzan a conocerse ponen al descubierto la real existencia de una diplomacia paralela con Irán. Como muestra, nos detendremos aquí en una en particular, la del 27 de enero de 2013, día de la firma del memorándum, en la que Alejandro “Yusuf” Khalil le informa a Luis D’Elía de ese hecho y le dice: “Firmó Timerman y Shaleji. El memorándum ese lo hemos escrito hace seis años con una persona. Lo presentamos y nos dijeron que era inviable”… “Ese memorándum lo escribió Fernando (Esteche)”. Efectivamente, a fines de septiembre de 2007, el gobierno iraní, que había reaccionado airadamente frente a la dura acusación que unos días antes le había hecho Néstor Kirchner en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, emitió un comunicado firmado por el entonces canciller Mohamed Alí Hosseimi, en el que se atribuyó el estancamiento de las negociaciones a la “corrupción del sistema judicial de Argentina”, para agregar que, “como gesto humanitario la República Islámica de Irán ya ha anunciado que está dispuesta a formar parte de un comité legal judicial y legal con Argentina” para clarificar varios puntos del caso. Ese comité fue lo que en el memorándum se denominó “Comisión de la Verdad”. Néstor Kirchner rechazó de plano esa propuesta. ¿Qué llevó a la Presidenta a dar ese giro copernicano en el caso?

El comunicado del Partido Justicialista del jueves constituyó otro bochorno. Algunos de los hombres fuertes del Gobierno, como fueron los casos de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, experimentaron un verdadero alivio el no haber participado del acto en el que se leyó el documento... El comunicado, en cuya redacción tuvo activa injerencia el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, dejó en claro algo: lo único que le interesa al Gobierno es encontrar la forma de despegarse lo máximo posible de este caso. Ya es tarde. Era fundamental cuidar a Nisman. Nada de eso fue lo que hizo el Gobierno. Lo dejó solo, error imperdonable que resultó ser fatal.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 24 de enero de 2015

¿Quién mató a Nisman?... De Alguna Manera...

¿Quién mató a Nisman?...

Rehenes. Dibujo: Pablo Temes.

Señales inquietantes. Todo huele mal en torno a la muerte del fiscal. Su denuncia. Las cartas de Cristina. Las bandas de los espías. Y un Estado Pandilla. 

A Nisman le dieron pistas falsas. Lo sostuvo la Presidenta y también una autoridad jurídica como Zaffaroni, ecuánime evaluador de cualquier cosa que concierna al kirchnerismo. A su vez, Nisman, hace cuatro años, calificó como falsa la denuncia de Pepe Eliaschev sobre las negociaciones secretas con Irán. O sea que la que había sido “una falsedad” se convirtió más tarde en el núcleo de sus acusaciones a la Presidenta y al canciller.

Nisman afirmaba en su escrito que existía un plan para encubrir a los imputados iraníes. Y daba los nombres de una pandilla: D’Elía, Esteche, Yussuf Khalil, el camporista del riñón presidencial Andrés Larroque, Héctor Luis Yrimia y Allan, de quien todavía no podemos estar seguros si servía o no al Gobierno, estuviera o no en la nómina de la SI. En caso de que las operaciones hayan sido confiadas a esos sujetos, el panorama es tétrico.

Epistolario. El apresuramiento de Nisman por regresar a la Argentina abre preguntas todavía sin respuesta. Muchos kirchneristas se conduelen por una hija suya que estuvo tres horas sola en el aeropuerto de Barajas, como si éste, y no la muerte violenta de su padre, fuera el trauma de esa criatura.

La Presidenta, en su primera carta a los argentinos, no se olvida de mencionar a sus dos vástagos, Flor y Maximito, pero no tiene una palabra para la familia del fiscal. Todo sucede en esa carta como si quien la escribió fuera insensible. A la Presidenta le falta imaginación moral.

El estilo de esa primera carta es el de una enredada divagación, cuya chatura no impide que todo suene inapropiado y casi delirante. ¿La Presidenta no sabía que su carta iba a ser leída como la reacción oficial del gobierno argentino en el exterior?

De la segunda carta de la Señora Presidenta mejor no hablar. Nisman fue un cabeza de chorlito que le hizo caso a Stiuso (sólo porque así se lo había ordenado Néstor Kirchner) y si la Argentina le vende granos a Irán en algún momento, la Señora, con previsora táctica, le indica a la AFIP la lista de las empresas exportadoras. Si la primera carta era insensata, ésta es cruel y vengativa. Cristina Kirchner no escribe a la altura de la función que desempeña.

Llora por mí, Argentina. En la marcha del lunes pasado en Plaza de Mayo, vi un cartel que decía: “Nisman no se suicidó. Lo mató el miedo a la verdad”. Aunque se gritaban insultos a la Presidenta y su movimiento histórico (otro cartel: “Gobierno asesino y ladrón, mataste a Nisman”), había más gente emocionada y confundida que colérica. Muchos se abrazaban, buscando un cuerpo a cuerpo, un colectivo, un sujeto cuyo plural superara la confusión. Muchos lloraban.

Cuando los ciudadanos creen entender qué sucede, incluso cuando se equivocan, esta creencia es tranquilizadora. Por el contrario, cuando no se entiende, poco sirve atribuir una culpa a alguien. Esa noche en la Plaza, quienes culpaban al Gobierno no podían encontrar un relato que apoyara esa certeza, porque los fragmentos de “datos” y “hechos” pertenecen todavía hoy a una esfera oscura y cambiante.

La pesadilla no es sólo lo sucedido. La pesadilla es no entender lo que sucedió. Las pruebas que iba a presentar Nisman hablan de un pacto cuyos frutos serían de todos modos injustos para con las víctimas e irrisorios en términos de interés nacional. Si la denuncia de Nisman tenía bases ciertas, nos vendíamos barato.

El juego peligroso. Quizá dentro de veinte años, un historiador escriba este capítulo de nuestra política internacional señalando dos ejes: el amateurismo de la conducción diplomática local y el giro de la Argentina dentro de las zonas de influencia planetarias. En ese giro, el amateurismo argentino creyó que podía comportarse como país “grande” cuando, en realidad, ponía en práctica una estrategia poco responsable para un país que es tercera línea en la geopolítica mundial.

Y por si esto no alcanzara, están los espías y los servicios de inteligencia, una estructura de poder desconocida que cambió de jefe en diciembre. Ese cambio fue un presagio. 

Algo iba a suceder porque, sencillamente, nadie previó la enorme dificultad de reformar un servicio de inteligencia cuyos jefes no quedan nunca del todo a la intemperie. Mayor dificultad todavía si el nuevo jefe designado no es un experto. Mayor aun si, frente a un organismo típicamente corporativo como son los servicios, la Señora se ocupa de la única corporación que le quita el sueño: el periodismo y la megaempresa de Magnetto.

Argumento para Walsh. En su segunda carta, la Presidenta afirma que la operación contra el Gobierno no consistió en la denuncia de Nisman, promovida por Stiuso, sino en su asesinato. Las acusaciones del fiscal fueron simplemente un motivo aparente para que se pensara que sus (futuros) asesinos provenían del Gobierno.

Flor de trama para quien quiera ser el Rodolfo Walsh de esta etapa, aunque desconfío que haya aspirantes en el kirchnerismo. Walsh investigó el caso Satanowsky denunciando a los servicios y a un general del Ejército. Casi sesenta años después, sujetos igualmente protegidos por años de impunidad y chapucería política intervienen ya no en la disputa por la propiedad de un diario (como sucedió en el asesinato de 1957), sino en una guerrilla cuyo escenario son los niveles más altos del Estado.


© Escrito por Beatriz Sarlo el sábado 24/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.