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domingo, 19 de marzo de 2017

Abril no será fácil… @dealgunamanera...

Abril no será fácil…

Fuerzas Especiales, Patricia Bullrich. Foto: Pablo Temes

El paro de la CGT inaugurará un mes en el que el Gobierno necesita mostrar resultados.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 19/03/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Estamos en un punto de quiebre. El saneamiento de la economía que tenía que ver con la herencia que dejó el kirchnerismo está encaminado. La mejoría debería empezar a verse en el corto plazo –segundo trimestre–, aunque las dudas tienen que ver con la demora en las inversiones más grandes y la reactivación interna en un mercado muy contraído. Ante esta situación no queda otra que tener confianza porque no hay otro camino”.

Con una mezcla de seguridad y preocupación, un hombre de consulta en materia económica del oficialismo trataba de poner en palabras la sensación que se vive en el Gobierno.

“El campo es un motor importante, aunque las divisas que genera no tienen su contracara en la creación de empleo directo; la construcción –de la mano de la obra pública– también inició su repunte y los acuerdos sectoriales con industrias como la automotriz tienen que empezar a revertir la historia”, sentenció la misma fuente en el marco de una semana que dejó un saldo negativo para el Gobierno, por el impacto en el humor social que produjo tanto la gran cantidad de protestas en la calle como el interminable conflicto con los docentes. Lo que viene no será sencillo. 

Abril despunta con el paro general decretado por la CGT que el Gobierno no podrá desactivar. En la central obrera, el sector más dialoguista está desbordado por las bases, donde el malestar crece motivado por tres razones: la inflación, el miedo a perder el empleo y la falta de cariño hacia Mauricio Macri.

A estos factores hay que agregarles dos más: uno, la CTA que ya ejerció presión intentando imponer su propia fecha de huelga para fines de marzo y otro, el fantasma de la agitación kirchnerista que se parece cada vez más a una realidad.

El tiempo no juega a favor del Gobierno, y el propio Presidente había advertido días atrás a sus espadas políticas sobre la necesidad de bajar la línea hasta las intendencias con una orden: las obras no se pueden demorar más; los resultados deben estar a la vista. Está claro: ya entrado el año electoral de nada sirven el dinero ni las partidas aprobadas si no se transforman en mejorías concretas y palpables por la gente. Ese es uno de los problemas de la administración de Cambiemos. 

Por falta de experiencia o por miedo a poner la firma en obras, todo se ha demorado más de lo esperado. Pero esa demora se ha adueñado de la ejecución hasta los niveles de toma de decisión política.

Del otro lado de la biblioteca, los economistas que coinciden con el rumbo económico del Gobierno mantienen una postura crítica con algunas de sus medidas, señalando que se ha llegado bien hasta fines del año pasado pero que el estancamiento producto de las altas tasas, un dólar quieto y una desesperada lucha contra la inflación va a terminar por anclar la economía perjudicando el crecimiento.

“Tienen un miedo tremendo a no poder cumplir con las metas prometidas. La inflación es una muestra. Una cosa es honrar la palabra y otra muy distinta es ser tozudo. No se pueden pelear uno o dos puntos de la paritaria en contra del trabajador porque después no hay plata en la calle para mover nada. No sólo eso, en este tren han llegado al extremo de meterse a controlar la paritaria de privados con tal de que no se les desacomode la planilla del Excel”, expresaba uno de los economistas a los que el Gobierno suele escuchar en referencia a la paritaria bancaria que terminó judicializada innecesariamente.

“En un año electoral tenés que ponerle un mango más en el bolsillo a la gente porque en un país como el nuestro el humor social te voltea una elección. En cambio, los cerebros de los CEO hasta se dieron el lujo de permitir que se cambie la ecuación que terminó quitándole 20 pesos en el recálculo de haberes a los jubilados. Esto es producto de mentes brillantes con posgrados en el exterior que piensan para adentro que cien pesos no le cambian la vida a nadie”, sentenció la fuente.

A esta altura, es evidente que el Gobierno no ha sabido ni ha podido enfrentar con medidas de coyuntura los efectos colaterales del sinceramiento de la economía al que lo obligó la realidad. Fijó así un rumbo que en el mediano y largo plazo es compartido por la mayoría de los economistas reconocidos del país, entre ellos los que hubieran sido hoy día ministros y secretarios en caso de que Scioli hubiese ganado la elección de 2015.

Recién en estos días, el Gobierno parece ir tomando nota de la verdadera dimensión de la compleja situación socioeconómica del país a la que, es evidente, subestimó. El índice de desempleo que dio a conocer el Indec el jueves pasado es una muestra. El 7,9% habla de una baja muy leve en la que mucho tuvo que ver el que mucha gente, desesperanzada, dejase de buscar trabajo.

En ese despertar está también el darse cuenta de que la lluvia de inversiones con la que se ilusionó –o lo hicieron ilusionarse– tras el arreglo con los holdouts no sólo no llegó sino que no se sabe cuándo llegará. “Parece que nadie se acuerda de lo que vivimos. Por eso la angustia de hoy es doble: por un lado no estamos totalmente convencidos de los resultados del rumbo actual; por el otro, sabemos que si esto fracasa volver a los Moreno o a los Kirchner sería terrible. Ninguna multinacional quiere otra Venezuela entre sus filiales”, graficó un empresario del rubro mecánico con central en Europa.

Desde el Frente Renovador especulan con el presente pero sin aportar mucho a la discusión. Critican la falta de definición del plan económico y resaltan que si bien hay buena voluntad por tratar de entender la Argentina profunda, aún no hay conciencia de cuán fuerte impactan en la gente las medidas que se están tomando. “Es cierto que se ha aumentado la ayuda social, pero eso en el contexto actual, no alcanza para paliar significativamente los niveles de pobreza e indigencia”, sostiene un legislador de extracción gremial. Hay sectores como el textil y algunos rubros metalúrgicos donde ya no sólo preocupa la baja de presión impositiva, sino el futuro de las empresas, porque no están vendiendo.

En el kirchnerismo se solazan con esta realidad que los hace ilusionarse con la vuelta de Cristina. Las encuestas en el Gran Buenos Aires dan vuelo a esa ilusión.

El país asiste a un aumento de la conflictividad social que algunos –sectores afines al kirchnerismo y de la izquierda dura– intentan aprovechar para instalar la idea del caos social e inestabilidad política. Es la Argentina de siempre que da vida a la famosa frase de Aldous Huxley: “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”.

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 13 de julio de 2014

No tengas miedo cipayo, podés cantar (Humor Político)... De Alguna Manera...


No tengas miedo cipayo, podés cantar…


Ok, no la voy a caretear más: soy futbolero y, si bien prefiero el olor a meo de nuestras canchas pasionales a los pulcros estadios educaditos de los Mundiales, debo reconocer que hace 10 días que no pienso en otra cosa que no sea la Selección. Me importa un corno Ciccone, la inflación, el autoritarismo, la impericia del gobierno, etc. etc. Eso no quita que uno no siga mirando todo de reojo.

Por suerte ya se diluyó, pero durante los meses previos al Mundial hubo una idea bastante extendida de que un triunfo de la Selección ayudaría al Gobierno y que una derrota lo complicará aún más. El “aún más” es un bocadillo medio guacho, pero cierto.

Afortunadamente, la realidad demostró que esta ecuación no era correcta. La euforia que ojalá vivamos hoy, nos pertenece a todos. Y si la cosa no se da, la mufa y el orgullo también será de todos. El Gobierno, en esta y por suerte, no tiene nada que ver.

Hubo sí, desde la Casa Rosada, un torpe intento por chorearse a la Selección. Una idea del tipo “Sabella y sus muchachos son nuestros, mientras que los alemanes, brasileños y holandeses son de los cipayos opositores que los alientan en los ratos libres, entre que apoyan a los fondos buitre, miran TN y tratan de llevarse el agua de la Patagonia a Oklahoma”. Pero no les funcionó.

Nos abrumaron con los avisos de Presidencia que mezclaban los goles argentinos con los logros del Gobierno. Un gol de Messi fundía a la imagen de Kirchner bajando el cuadro y un pase de Mascherano se fundía con un plan de viviendas en la Puna. Pero nada. Ni bola. La gente quiere que gane la Selección y le importa tres carajos lo que haga el Gobierno al respecto. Es más, le hincha bastante las pelotas.

En la desesperación, la falange de propaganda oficial se la pasó mostrando cómo los cipayos habían criticado al equipo, al técnico y a algunos jugadores antes del Mundial y ahora, frente a los éxitos, los elogiaban. Como si esto no hubiera ocurrido, así o al revés, con todas las selecciones argentinas y en todos los Mundiales. Recordemos los carteles de “perdón Bilardo” en el ’86 o los injustos insultos a Verón en 2002. Esto es fútbol y en el fútbol las cosas siempre han sido así.

“Chiquito” Romero no le inspiraba seguridad a nadie hasta que el tipo nos tapó la boca a todos con los penales del miércoles. Los hinchas de River se cansaron de putearlo a Batistuta cuando jugaba para ellos (antes de que Batistuta sea Batistuta) y los de Boca lo puteamos a Gago desde que debutó en primera hasta que nos demostró que era un fenómeno. Así es el fútbol, así es el hincha. Por supuesto, alimentados por la derecha, los medios concentrados, las corporaciones y obviamente, por Majul.

Como tantas veces, fueron muchos los que al principio no creyeron en este equipo y ahora están fascinados. Nada que ver con la coherencia del Gobierno Nacional y toda su falange de propaganda que, por ejemplo, creyó en el papa Francisco desde el primer minuto y siempre lo elogiaron.

Sin embargo, quedó cierto miedo entre el gorilaje en el sentido de que el Gobierno pudiera manotear la Copa, si es que hoy la ganamos, y que los goles que hace Messi van a tapar los goles que hace Boudou (en contra, pero los hace).

Duerma tranquilo amigo gorila. No hay ninguna chance de tapar nada. Aun si hoy le ganáramos a los alemanes, en el mismísimo Maracaná, delante de todo el pueblo brasileño, incluyendo Dilma, Xuxa, Pelé y el pibe, por 7 a 1, igual el Vice va a estar kaput, forfait, fané y descangayado. Lo escribo así porque leído en lunfa suena un poco más suave que leído directamente del expediente de Lijo.

Boudou selló su faena con el histórico discurso del 9 de Julio en Tucumán. El remate de “¡Gracias Néstor, Gracias Cristina!” será inolvidable. Si el juez Lijo toma esto al pie de la letra, a más tardar el miércoles o jueves van todos en cana. En el contexto de la causa Ciccone, un “Gracias Núñez Carmona” vaya y pase, pero un “Gracias Néstor” ya es el acabose.

Para colmo, recordó la posición antiimperialista del peronismo del 45 mientras la televisión mostraba las caras de los distintos funcionarios y dirigentes peronistas, incluida la de un Kunkel azorado. Amado Boudou, un canchero de la UCeDe le explicaba a Carlos Kunkel, un peronista de siempre, lo bueno que había sido Perón. No hay idea de humor político que pueda superar esta escena.

Ese mismo día, Boudou firmó el acta de visitantes ilustres en la Casa de Tucumán, donde en 1816 se proclamó la Independencia, flanqueado a su izquierda por Zamora, el dueño de Santiago del Estero, y a su derecha por Alperovich, el dueño de Tucumán. Si esta es la representación política del Gobierno nacional y popular, estamos en un problemón muchachos. Faltaba el Gordo Valor, que no pudo ir porque justo cayó en cana la semana pasada.

Amigo cipayo. Si usted cree que debe reprimir su pasión nacional y perderse de festejar los triunfos argentinos para no hacerle el caldo gordo al Gobierno, se equivoca de palo a palo. La sopa kirchnerista ya no tiene gusto a nada. Ahora, lo único que les queda es salir a buscar un mango para levantar el muerto.

Este finde vino Putin y en la semana llega el presidente chino Xi Jinping. Apuesto lo que quiera que al toque aparecerá un clásico del kirchnerismo: las famosas inversiones chinas, que ya están por llegar.

Dicen que en la Casa Rosada hay una oficina chiquitita con un cartelito en la puerta que dice Subsecretaría de “Ahí vienen los chinos”. Adentro hay sólo un funcionario cuyo laburo es levantar el teléfono y decirle a Zannini: “Hola Carlos, estamos en julio, recuérdele a la Presidenta que ya es tiempo de volver a anunciar las grandes inversiones chinas”. Nos tienen con ese cuento hace una década.

Relájese amigo gorila. Goce, sufra, salga y festeje. Hoy somos todos iguales. Usted y el Cuervo Larroque, su cuñado y Timerman, su vecino y Moreno. Todos bajo la misma bandera.

El lunes seguiremos emocionados, el martes y miércoles posiblemente también. Y el jueves o viernes empieza de nuevo el quilombo. Boudou volverá a Núñez Carmona, Báez a sus valijas, D’Elía al antisemitismo y así cada uno a lo suyo.

Mientras tanto. Vamos Selección. Vamos Messi. El que no salta es un alemán. Schweinsteiger decime qué se siente. Y cuando el arquero Neuer vaya a patear el saque de meta, como hacemos siempre, como en cada partido de cada domingo, como en cada cancha del país y desde cada rincón de la Argentina, gritaremos todos juntos: ¡¡Puuuutoooo!!

© Escrito por Sebatián Borensztein el Domingo 13/07/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 17 de marzo de 2013

Una campaña deshonrosa… De Alguna Manera...

Las mentirosas acusaciones contra Bergoglio y la naturaleza del gobierno...

Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá. Joseph Goebbels.

Todo el orgullo que sentimos los argentinos con la designación del Cardenal Bergoglio como Papa, fue empañado, apenas, por la calumniosa campaña en su contra que tejieron sectores del kirchnerismo. No fue algo espontáneo, sino planeado y deliberado. Tanto es así que medios y periodistas de todo el mundo se hicieron eco de esta campaña, y muchos tuvieron luego que pedir disculpas.

El epicentro de la campaña fue nada menos que el propagandista de profesión, Horacio Verbitsky, quien parece haber olvidado sus elaboraciones conceptuales sobre periodismo y propaganda en estos tiempos. El hombre, ex terrorista de Montoneros, parece estar empeñado en una guerra a todo o nada, defendiendo el “modelo” con sentencias apresuradas y mentiras flagrantes.

Verbitsky no es un improvisado. Es un bastión fundamental del aparato propagandístico del gobierno nacional. Sus campañas son premeditadas y organizadas. Por eso sus secuaces, los más exaltados y rencorosos del kirchnerismo, como D’Elía o Hebe de Bonafini, son capaces de apurarse en hacer declaraciones grandilocuentes y fuera de lugar con tal de seguir sus lineamientos.

Más allá del exceso de propaganda del kirchnerismo y el despilfarro de recursos públicos, que de por si son condenables, la orientación negativa y el contenido difamatorio de este aparato mediático dejan traslucir la verdadera naturaleza antidemocrática del gobierno nacional. No se busca tanto mejorar la imagen de Cristina, sino empeorar la de sus competidores. No se persigue tanto la difusión de información favorable al gobierno, sino ensuciar la cancha y confundir hasta el punto de teñir todo el arco político y social de una lúgubre ilegitimidad que paraliza las conciencias y detiene el debate.

En este marco, la mentira no sólo es algo válido, sino que incluso pierde el costo que tendría para cualquier proceso político democrático normal. Se miente de manera deliberada, descarada y sistemática, porque no se piensa en el aporte al bien común, sino en la imposición por cualquier medio de un relato que sea favorable a las pretensiones del poder de turno. Claro que esta funcionalidad muchas veces paga y con creces los esfuerzos realizados.

En los países democráticos normales, donde hay división de poderes, se cumple la ley y la opinión pública es lo suficientemente informada y libre como para castigar la mentira, la campaña difamatoria contra el Papa sorprendió por lo burda y grosera. Sin lugar a dudas muchos periodistas del mundo no estaban capacitados para lidiar con los niveles de impunidad y desparpajo del kirchnerismo. El inefable Michael Moore tuvo que disculparse por Twitter y pedirle a sus seguidores que quiten de sus perfiles la falsa foto de Bergoglio dándole la comunión a Videla.

Como parte de esta campaña, Verbitsky tildó a Bergoglio de “populista”, intentando darles una connotación negativa (paradójicamente) a sus virtudes de humildad, austeridad y cercanía con la gente (cualidades que escasean escandalosamente en la líder populista por excelencia que él tanto se esfuerza por defender, lo que prueba que no son inherentes al populismo ni mucho menos). Sin embargo, su agudeza a la hora de tergiversar la realidad no alcanzó esta vez para penetrar la armadura de acero que parece proteger a Francisco, y probablemente le haya hecho más daño al gobierno que el que osó propinarle al flamante Papa.

Personalidades como Adolfo Pérez Esquivel y Graciela Fernández Mejide salieron inmediatamente a aclarar que no existía información alguna que vincule a Bergoglio con la dictadura. Es más, el episodio, además de sorprender y confundir al mundo, sirvió para sacar a relucir otro galardón que se le adjudica a Francisco: haber colaborado con perseguidos políticos durante la dictadura, arriesgando su propio pellejo, muy lejos de la actitud evasora y acomodaticia que adoptaron en aquel entonces, con todo derecho, Cristina y Néstor Kirchner.

© Escrito por Rafael Micheletti el domingo 17/03/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.