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domingo, 4 de septiembre de 2022

Unidad y Pluralidad... @dealgunamaneraok

 Unidad y pluralidad…


Cristina Dibujo: Pablo Temes.

El poder ignora muchas veces, que estos dos conceptos no son contradictorios, sino que conviven en una verdadera democracia.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 03/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.


Se estuvo a nada de la tragedia. De haberse concretado, eso hubiese significado el asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. El magnicidio –muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder– hubiera sumido a la Argentina en un escenario de violencia política de consecuencias impredecibles. Lo impredecible, en este caso, es sinónimo de lo malo. Lo malo abarca también la reacción del Gobierno.

El discurso del jueves a la noche tarde del Presidente fue eso: malo. Un discurso acordado con la vicepresidenta. Un discurso cargado de reproches hacia la oposición, hacia la Justicia y hacia los medios que no responden al oficialismo. En verdad, más que reproches, fue una verdadera adjudicación de responsabilidades acerca del hecho. Se diría que casi fue una acusación. Tan malo como eso fue el decretar el feriado del viernes y convocar a una movilización claramente partidaria. Todo esto no hizo más que ahondar las divisiones que atraviesan a nuestra sociedad, una grieta que, como tal, embrutece.

El uso político que está haciendo el oficialismo del repudiable atentado contra la vida de CFK se enmarca, además, dentro de la estrategia orientada a concretar dos objetivos: consolidar el liderazgo de la ex presidenta en funciones dentro del peronismo y desplazar del eje de la agenda política las consecuencias adversas del brutal ajuste económico que está afectando principalmente a los sectores de menores recursos. Esa dura realidad va a ser imposible de ocultar.
 

Se acabaron las fichas 

El “operativo clamor” por la candidatura presidencial de CFK se ha visto precipitado por el impactante y demoledor alegato del fiscal federal Diego Luciani, de quien, es importante no olvidar, Alberto Fernández dijo que esperaba que no se suicidara. Desde ese mismo momento impera en el kirchnerismo un lenguaje de singular violencia. Fue nada menos que el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro quien, en la tensa negociación del último sábado de agosto con las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por el batifondo que se armó por las vallas policiales frente a la casa de CFK, dijo que si ella iba presa quemaban todo. Fue el jefe del bloque de senadores del Frente de Todos contra Todos, quien, en la sesión del Senado del jueves, habló del escarmiento contra los jueces y fiscales a cargo de la causa Vialidad.

La foto oficial de la reunión de la “unidad” convocada por el Presidente el viernes por la tarde en la Casa Rosada es una radiografía de que, para el oficialismo, el concepto de “unidad” excluye a los partidos políticos. Es una claudicación más de AF. 

Lo que pasó en ese encuentro disgustó a varios de sus asistentes. La única que se atrevió a dar cuenta de ello públicamente fue la DAIA quien, sin rodeos ni eufemismos, habló de los objetivos partidarios del documento que en la Plaza de Mayo leyó la actriz Alejandra Darín. Otros, igualmente, molestos, prefirieron el silencio. Entre ellos estuvo el presidente de la Conferencia Episcopal de la Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro.   

Una agonía premeditada 

La andanada de reproches tuvo su resumen en una frase del documento que condensa el pensamiento del kirchnerismo sobre la cual hay que detenerse: “Llamamos a la unidad, pero no a cualquier precio”.

La esencia de la democracia, que tanta lucha costó conseguir, es pluralidad. Es esa pluralidad la que enriquece. La unidad y la pluralidad no son excluyentes. Por el contrario, es esa diversidad de pensamientos y de ideas la que asegura la unidad. Pensar diferente no es odiar; criticar, tampoco.

Lamentablemente, el poder afecta muchas veces este concepto clave de la vida en democracia. Quien lo ejerce se cree investido de un aura especial. Piensa que, por el solo hecho de poseerlo, está por arriba de todos y de todo. Por eso es fundamental la existencia del marco legal de balances y controles para evitar que un mal uso del poder altere las normas de la convivencia democrática. La famosa frase de John Emerich Edwar Dalberg-Acton, Primer Barón Acton de Aldenham, –“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe completamente”– refleja las tentaciones que genera el poder y lo imprescindible que es prevenirlas. De ahí emana la importancia de la Constitución. Un ejemplo de estos días lo muestra: de no ser por la Constitución, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires hubiese sido avasallada de inmediato por el actual gobierno, luego de lo que se vivió la semana pasada frente al domicilio de CFK. En la consecución de la estrategia destinada a desviar la atención de los temas que perturban la vida de la gente, la vicepresidenta habló de la necesidad de rediscutir la autonomía de la Capital Federal. Más allá de la bomba de humo, esa propuesta exhibe el verdadero pensamiento absolutista de la ex presidenta en funciones. 

Bailando al ritmo de CFK

Para el kirchnerismo el poder se concibe como un todo absoluto. Es decir, quien lo ejerce, no puede ni debe tener límites. Representa una concepción absolutista del poder. Es la que se practica en los regímenes totalitarios a la que lamentablemente adhieren personajes políticos de sistemas democráticos. Donald Trump es un ejemplo de esto. El episodio del intento de toma del Capitolio del 6 de enero de 2021 fue la culminación de esa concepción de alguien que no estaba dispuesto a aceptar que su mandato se terminaba. En la misma línea se ubica el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

La república, que es el sistema bajo el cual se ordena constitucionalmente la vida democrática en nuestro país, requiere la existencia de tres actores clave: los partidos políticos, a través de los cuales se encauza el debate político que expresa la pluralidad de ideas y propuestas para enfrentar los problemas que afectan a la sociedad; la división de poderes que conlleva a la existencia de un Poder Judicial independiente para el ejercicio de su función de control de los actos de gobierno; y una prensa libre.

Si el llamamiento a la unidad “pero no a cualquier precio” implica el rechazo de la discusión política, de la independencia de la Justicia y de la prensa libre, la democracia argentina entrará en zona de riesgo.



   

sábado, 20 de mayo de 2017

En un bosque de la China, una china me encontré... @dealgunamanera...

China presiona a Argentina: si quiere inversiones debe cumplir antes lo firmado con Kirchner…

Yan Zhiyong, titular de PowerChina, saluda a Mauricio Macri (derecha.) en Pekín. Foto: Presidencia Argentina

Macri realiza una visita oficial de cuatro días a Pekín, en la que busca reactivar los acuerdos bilaterales.

"A los chinos hay que cumplirles", afirma el presidente de la Cámara Argentino-China, Carlos Spadone, uno de los primeros empresarios argentinos que comenzó a hacer negocios con el gigante asiático. El Gobierno de Mauricio Macri ha frenado los compromisos asumidos con Pekín por su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner, y de no retomarse están en riesgo inversiones en energía e infraestructura que pueden ascender hasta 30.000 millones de dólares. Macri comenzó este lunes una visita oficial de cuatro días a Pekín que busca limar las tensiones entre ambos países y lograr que China vuelva a abrir el grifo. Como forma de presión, el Gobierno de Xi Jinping ha dejado de comprar soja argentina y se la adquiere al vecino Brasil aun a precio superior, afirma Sergio Cesarin, coordinador del Centro de Estudios sobre Asia del Pacífico e India (Ceapi) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

En el centro del conflicto están las dos centrales hidroeléctricas proyectadas en la provincia patagónica de Santa Cruz, el feudo de los Kirchner. Ambas están paralizadas por la Justicia, a la espera del resultado de estudios de impacto medioambiental. Al fallo judicial se suma la gran presión de ecologistas, que se oponen con firmeza a la construcción de las represas. "Le dije a Macri que son un desastre", declaró Yvon Chouinard, fundador de la marca de ropa estadounidense Patagonia y activista medioambiental, igual que su fallecido amigo Douglas Tompkins. "Es una tecnología vieja que ya no tiene sentido. Las de Santa Cruz son un gran error. Van a costar mucho más de lo que dicen", agregó Chouinard, entrevistado por La Nación tras reunirse con el presidente argentino. El Gobierno macrista redujo de 7.000 a 4.500 millones de dólares el costo previsto de las obras a cambio de reducir la potencia y extender los plazos de concesión.

Le guste o no el proyecto de las represas, Macri tiene poco margen de maniobra, ya que los distintos acuerdos firmados con empresas chinas por Fernández de Kirchner contienen cláusulas de cross default, es decir, si se suspende una de las obras pactadas, se caen también todas las demás. Una de ellas es el Belgrano Cargas, el ambicioso proyecto para comprar nuevos vagones y locomotoras y modernizar 1.600 kilómetros de vías de tren entre las provincias productivas del norte argentino con los puertos de Rosario, con el objetivo de abaratar notablemente los costos de transporte internos de las materias primas argentinas destinadas a la exportación.

El interés chino por el Belgrano Cargas se remonta a 2006, cuando se conformó un consorcio chino-argentino encabezado por Franco Macri, padre del actual presidente y uno de los empresarios más ricos del país. En el consorcio estaba también Hugo Moyano, líder del sindicato de Camioneros. "Moyano es el último interesado en que funcionen los trenes", asegura Spadone. "Cobraron mucho, pero no arreglaron nada", denuncia. En 2012, Fernández de Kirchner reflotó la idea y anunció un préstamo chino por 11.400 millones de dólares. El Gobierno macrista convirtió el Plan Belgrano en una de las grandes obras de infraestructura para ganar competitividad e impulsar las economías regionales del centro y norte del país.

Otro de los puntos de fricción en las obras adjudicadas a las empresas chinas son los materiales. Importarlos del país asiático es mucho más barato que comprarlos en Argentina, pero la legislación local obliga a que al menos el 21% de la producción sea nacional. La falta de acuerdo ha retrasado la financiación china de gasoductos en Córdoba y el gobierno provincial ha vuelto a sacar a licitación algunos de los proyectos este año tras esperar en vano la llegada de fondos del país asiático. La discusión sobre las centrales nucleares pactadas con China pretende garantizar la transferencia tecnológica, mientras que la base espacial china en Neuquén, en terrenos cedidos por el kirchnerismo a Pekín por 50 años, ya está lista para comenzar a operar.

Viaje "incómodo"

Al no poder ir con las manos libres, Cesarin opina que Macri viaja "incómodo" a China. Pero destaca algunas de las ventajas que tiene frente a su predecesora para la negociación. En primer lugar, haber diversificado las fuentes de financiación. El acceso a los mercados internacionales de crédito de Argentina tras el pago de la deuda a los fondos buitre y el giro diplomático dado por Macri han reducido la dependencia del país austral hacia China, que hasta 2015 fue prácticamente el único que le tendió un salvavidas económico.

El presidente argentino llega a Pekín 15 días después de haber sido recibido en Washington por Donald Trump. Además de poner sobre la mesa la carta estadounidense, con la que el kirchnerismo no contaba, Macri ostenta la presidencia pro tempore de Mercosur y es un firme partidario del acercamiento entre este bloque y la Alianza del Pacífico, que podría reflejarse en obras conjuntas de gran interés para China.

"A China no solo le interesa Argentina, sino todo América Latina, porque tenemos materias primas y alimentos que necesita y que necesitará aún más en el futuro", subraya Spadone, quien no descarta que en unas décadas el gigante asiático recurra a este continente hasta para aprovisionarse de agua.

Una balanza comercial muy favorable a China.

Macri ha viajado a Pekín con una nutrida comitiva de empresarios, que buscan exportar sus productos a ese gigante mercado. Pese al proteccionismo a la industria nacional aplicado por el kirchnerismo, la balanza comercial bilateral es claramente favorable a China desde hace más de una década y el Gobierno busca reducir la brecha. Días antes del viaje, Macri recibió en Buenos Aires al titular de la plataforma de comercio electrónico chino Alibaba, Jack Ma, y acordaron la venta online de vinos, carnes y mariscos argentinos.

Spadone, al frente de las bodegas San Huberto y propietario de una bodega en China, cree que la exportación de vinos supone una gran oportunidad para Argentina debido a la rápida popularización de esta bebida en el país asiático. Sin embargo, advierte que la venta online no es tan fácil como parece y requiere una inversión elevada, más aún en el caso de productos frescos y congelados.

Ma pidió potenciar el turismo chino en Argentina para favorecer el conocimiento de los productos locales y mostró con cifras la gran capacidad de mejora en el sector: de los más de cien millones anuales de turistas chinos, solo 30.000 llegan hasta el país austral, frente a los 500.000 que desembarcan cada año en el vecino Brasil.


sábado, 12 de diciembre de 2015

Cristimacrimáticas… @dealgunamanera...

Cristimacrimáticas…


El resultado electoral tiene secuelas matemáticas: todos están haciendo números. Números para manejar espacios de poder y números relacionados con los fondos. Hay números para todo. Pero también hay números que van más allá de los parlamentos y los presupuestos. Son los que tienen que ver con un diseño opositor desde el peronismo y el kirchnerismo, y con la vía que elegirá el macrismo para llegar con oxígeno a las legislativas de medio término en dos años.

© Escrito el sábado 12/12/2015 por Luis Bruschtein y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El acto masivo, inapelable, del miércoles en la Plaza de Mayo fue más que una despedida a Cristina. Hubo una señal de fuerza al macrismo, un recordatorio de que ganó solamente por algo más de dos puntos de diferencia. También fue reafirmación de un liderazgo ante cualquier cuestionamiento futuro. Fue un acto limpio, con poco aparato y mucha gente que participó sin encuadramiento. El kirchnerismo aprendió de las elecciones: la militancia no tiene que obturar la participación, sino facilitarla. Se vieron pocas banderas de taller y muchos cartelitos caseros, muchas parejas, muchas familias con chicos y muchos grupos de amigos o compañeros de trabajo. Hubo algunos colectivos, pero mucho menos que en otros actos. Y la respuesta de la gente fue impresionante por lo emotiva y por lo masiva.

Cristina Kirchner tenía que reafirmar su liderazgo después de una derrota. Eso es de manual. Los consejeros de Macri quisieron evitarlo. Eso también es de manual: no hay que darle respiro al derrotado, hay que impedir que se levante. Macri primero aceptó seguir el protocolo, pero sus consejeros le dijeron que se echara atrás y aprovechara la inercia de su triunfo para acorralar a Cristina. No le salió bien. Se vio obligado a recurrir a los servicios –quizás demasiado serviciales– de un amplio sector del Poder Judicial que siempre lo ha consentido. Es un poder que conserva características feudales. Macri es un dirigente de la derecha y la mayoría de los jueces son de derecha, son macristas. Entre esos jueces y fiscales y los medios corporativos y sus estrellas periodísticas le hicieron la campaña sucia que le dio el triunfo.

Pero la movida tuvo un costo, le recortó el período de gracia. Fue al choque y usó un golpe bajo cuando, en medio del diálogo, el kirchnerismo se enteró de que el macrismo le había metido una cautelar. Se proclama el rey del diálogo y lo traiciona apenas empieza. No es buen antecedente para ningún otro diálogo. Esa actitud desleal del PRO fue la que provocó la ausencia de los legisladores del FpV en la jura de Macri.

El insólito fallo de la jueza Servini de Cubría obligará a crear un nuevo cargo electivo: el de presidente para las primeras doce horas. Según la jueza, cada vez que hubo recambio presidencial, se produjeron doce horas de acefalía, un hallazgo que pasará a la historia de la vergüenza judicial. Cristina criticó el fallo pero lo acató, lo que no impidió que hiciera su poderoso acto frente a la escuálida concentración ante la que habló Macri al día siguiente desde los balcones de la Casa Rosada, después de asumir.

Tras el recambio, hay incertidumbre en las tribus del Frente para la Victoria. La mala sintonía que hubo al principio de la campaña entre Daniel Scioli y La Cámpora había sido recompuesta en las últimas semanas. Pero quedaron resquemores en otros sectores que no se sintieron cabalmente representados en las listas. Hubo una grieta en el bloque de senadores bonaerenses impulsada por Fernando Espinoza que logró el respaldo de cuatro legisladores regresados del massismo.

Quedaron nueve a nueve, pero es una disputa de entrecasa, por los cargos en el bloque y la Legislatura. No se anunciaron alejamientos del Frente. Con otro resultado, es probable que este tironeo hubiera implicado atomización. No es lo que se avizora por una razón muy sencilla: el grado de incertidumbre es igual a la ventaja que sacó el adversario. Si hubiera sido de diez puntos, por ejemplo, es muy probable que se hubieran producido rupturas y migraciones hacia el massismo y el macrismo. Pero la diferencia fue la mínima, por lo que nada garantiza que un cambio en las alianzas mejore el resultado. Por el contrario, la expectativa mayor es de ganar en la próxima. En este escenario, la incertidumbre puede generar disputas, pero sin ruptura.
Porque la perspectiva de una ruptura es de debilitamiento antes que de fortalecimiento con otras alianzas. 

Al reafirmar su liderazgo, Cristina dejó en claro que ninguna expresión peronista puede ganar sin el kirchnerismo. Es cierto también al revés: el kirchnerismo solo, sin el resto del peronismo, tampoco podría ganar. Pero es la fuerza que puede articular un triunfo futuro del peronismo, lo cual incluye al massismo, que sería el más beneficiado por una ruptura pero al que aún así no le alcanzaría si tuviera que confrontar con Cristina. En ese escenario, es más factible a la larga una sangría del massismo hacia el PRO y el FpV.

En el caso de los gobernadores y el Senado, las alianzas asumen una lógica diferente. El FpV tiene gobernadores propios, aliados cercanos y otros no tanto. El gobernador tiene una lógica de gestión concreta y depende de los recursos del gobierno nacional. Este factor de gestión influye tanto como el juego político nacional en el momento de decidir los votos de sus senadores. Si acepta esa flexibilidad, que antes no tenía porque estaba en el gobierno, el FPV podrá contener la inquietud que produjo la derrota. De hecho, cuando tomaron la decisión de no asistir a la jura de Macri, el FpV no tuvo problemas en Diputados –aunque unos pocos asistieron– pero en el Senado tuvo que dejar en libertad de acción a los senadores porque algunos gobernadores no estaban de acuerdo con esa medida.

Para el macrismo las matemáticas son diferentes. Le resulta difícil distinguir su voto más fiel. El cálculo optimista estaría en el 34 por ciento de la primera vuelta. Es el voto que se define como macrista puro. En la segunda vuelta recibió 17 puntos más de Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá para llegar al 51,3.

Macri hizo convocatorias a la unidad y al amor, pero en la práctica aplicó una estrategia agresiva contra el kirchnerismo. No le interesó aprovechar la inercia de su triunfo para generar también alguna expectativa entre quienes no lo votaron. Fue al choque y de manera desleal, como si quisiera provocar una reacción destemplada. Pensó que cualquier cosa que hiciera ahora que está embellecido por la victoria, funcionaría a su favor y en contra de Cristina. No quiso nada del 49 de Scioli y buscó reafirmar el 17 que le sumó en segunda vuelta. Calcula que en ese rubro cae bien patotear a Cristina. Su demostración de fuerza estaba en ese maltrato y no en hacer el traspaso en la Casa de Gobierno, lo que no tiene sentido. Si Cristina aceptaba el juego y hubiera asistido, hubiera sido humillada porque toda la estrategia del PRO apuntaba a ese desenlace. La derecha no se va a restringir en el uso del poder y lo hará con la impunidad que le conceden la corporación judicial y la corporación de medios que operaron estos doce años en contra del kirchnerismo.

Pero el escenario tan parejo está muy acotado, incluso para el que recién llega. La pelea no movió el amperímetro. Gran parte del electorado que lo favoreció no es macrista y ya está preocupado por los precios, por su trabajo o jubilación y por sus ahorros. Ni los medios corporativos pudieron ocultar el poco entusiasmo que generó la ceremonia de asunción, poca gente en el Congreso, en la calle y en la Plaza de Mayo, donde apenas se acercaban a la pirámide, sin ocupar las calles adyacentes. El hecho de que toda la atención esté puesta en los precios es un síntoma de debilidad en la ligazón que une ese voto con el macrismo.

Es el punto débil del gobierno derechista. Necesita distraer la atención de los precios y la economía, para colocarla en un enfrentamiento con el cuco del kirchnerismo y operar para tratar de aislarlo y dividirlo. La estrategia de cargar toda la responsabilidad sobre la supuesta herencia catastrófica que les habrían dejado les funcionó en contra porque provocó más inquietud que bronca. A nadie le importa ya reclamarle al que se fue. El que tiene que rendir cuentas es el que está a cargo del mostrador. Son las reglas de juego. Si quiere mejorar su presencia en el Congreso dentro de dos años, Macri deberá administrar con mucha cautela las medidas que siempre ha promovido y de las que los integrantes de su gabinete económico han sido los embanderados. La experiencia demostró que estas medidas fueron desastrosas para la mayor parte de los argentinos.

Pero aun así y a pesar de ellas, Carlos Menem ganó varias elecciones porque el primer efecto del endeudamiento es un espejismo de prosperidad.




domingo, 20 de julio de 2014

Los costos del inevitable acuerdo con los buitres… De Alguna Manera...


Los costos del inevitable acuerdo con los buitres…


“Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España.” (Miguel de Unamuno, en la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936.)

Don Miguel pronunció este famoso discurso, mirando sin pestañear, al general rebelde Millan Astray, que estaba a su lado, y acompañado en el estrado por una banda de falangistas y legionarios africanos, quien varias veces llevó su mano a la cartuchera y no se privó de gritarle, a pleno pulmón, “¡Viva la muerte!”.

Nada más cierto que aquello de que los hechos históricos a veces se visten de tragedia y a veces como farsa. Pasan los años pero el poder siempre tiene esos modales, cuando de apretar se trata, pero a veces llega al límite teatral de, por ejemplo, la pintoresca visita de la American Task Force Argentina, que no llegó exhibiendo pistolas ni fusiles sino convidando caviar y champagne a sus amigos mediáticos locales. Pero no se privó de nada a la hora de las amenazas a la Argentina, una nación soberana, cayendo a tal fin en los mayores excesos y sin juzgar necesario probar la razonabilidad de sus reclamos.

Esa fue la cara “técnica” de su misión. Pero no faltó la nota tragicómica. Así, vinieron a decirnos a los argentinos que, en cuanto pagáramos el valor nominal de los bonos que ellos compraron por monedas, tal decisión actuaría como un conjuro que permitía resolver viejos problemas argentinos, como la restricción externa y la inflación, al tiempo que dispararía una ola de inversiones originadas en los Estados Unidos. De paso, la señora Nancy Soderberg, integrante del mencionado grupete, aprovechó para exigirnos, inopinadamente, el pronto cumplimiento del Artículo IV del reglamento que establece las normas de control para los países miembro, del FMI.

Vale decir que no solo se consideran en una situación de poder suficiente como para imponer la solución que más les place, habida cuenta de la sentencia Griesa y su ratificación por las instancias superiores en la Justicia norteamericana sino que, además, piensan que los argentinos somos un rebaño de estúpidos capaces de creer tamañas fábulas, como si hubiéramos atravesado en vano la experiencia de los años ’90.

Descartan la persuasión, que supone un diálogo razonable entre las partes donde cada uno valora los costos que el otro deberá pagar y cuánto él está dispuesto a conceder, así como se consideran los efectos sobre terceros (por ejemplo el 92,4 por ciento de los acreedores que ingresaron en el canje). Por el contrario, creen poder convencernos por una fuerza tal –ese poder se apoya en resoluciones jurídicas carentes de equidad, sumadas a su capacidad de lobby en el gobierno estadounidense– que hasta les permite amenazarnos con cerrarnos el mercado americano de carne vacuna en ese país o conseguir que Chevron se retire de Vaca Muerta.

Según algunos analistas, la magnitud de bonos a emitir, comparados con los indicadores de nuestra deuda soberana, aun en caso que la emisión de nuevos bonos por la Argentina comprendiera al total de los holdouts que no ingresaron al canje, no afectaría decisivamente nuestro coeficiente de endeudamiento con acreedores externos. Eso se verá con el tiempo y en función de cómo evolucione nuestra capacidad de pago en moneda extranjera. Cabe recordar que la actualidad del balance comercial no está para tirar manteca al techo.

Lo cierto es que la Argentina fue llevada contra la pared, extorsionada por lo peor de la especulación financiera y ello ocurrió en un contexto internacional de crisis que atraviesa el capitalismo, que si algo lleva a cuestionar es a la expansión desmedida, sin regulaciones, de las formas especulativas.

En lo que a nosotros nos toca, estamos frente a la evidencia de una correlación de fuerzas muy adversa para nuestro país, integrada por el poder económico más codicioso, sin vínculo alguno con la producción real y carente de escrúpulos sobre las consecuencias de sus actos sobre la gente de carne y hueso. Y todo ello con el respaldo de la ley americana. Y nuestra debilidad es la única razón que justifica aceptar, como mal menor, buscar un acuerdo para superar las presiones que están ejerciendo sobre la Argentina.

Utilizando un argumento tan pueril como el ya mencionado de las ventajas que nos proporcionará llegar a un acuerdo para liberarnos de la carga que supone el reclamo buitre, sus asesores legales afirman –y sus hombres de prensa locales difunden– que graciosamente aceptarían un tratamiento similar al empleado para pagar con bonos las deudas con el Club de París, los juicios en el Ciadi y la indemnización a Repsol.

Ignoran que en el caso de la recuperación de YPF, Argentina abonó un precio que resultó ser equivalente a la mitad de lo reclamado originariamente por la empresa española. Y ello se pactó recuperando activos físicos que desde su vuelta a la empresa con participación estatal ha proporcionado una masa importante de ganancias que fueron reinvertidas, todo ello sumado al próspero futuro que la empresa tiene a mediano y largo plazo.

Con el arreglo con el Club de París se solucionó un litigio de larga data con los gobiernos de las naciones industrializadas; originariamente los mismos, en algunos casos, se vincularon con proyectos de infraestructura y otros fueron operaciones de país a país. Resolver esta cuestión permite sensatamente esperar que ello aliente futuras inversiones extranjeras dirigidas a ampliar la producción de bienes y servicios en la Argentina. En el caso del Ciadi, se advierten muchas similitudes con las otras dos situaciones.

Ninguno de estos ejemplos es asimilable al de los buitres, fondos que jamás le prestaron un dólar a la Argentina y ahora debemos reembolsarles el 100 por ciento del valor nominal por papeles que compraron a precio de remate. Esto se asimila más al dinero que alguien se ve compelido a poner para rescatar a una persona raptada que a ninguna de las figuritas jurídicas divulgadas en los últimos tiempos como “buenas experiencias”, a seguir vendiéndolas como infalibles metodologías para volver al mercado de capitales.

La Argentina, en efecto, ha sido objeto de un chantaje y vale la pena decirlo con todas las letras, por más que irrite a los buitres y sus amigos locales. ¿Qué duda cabe? Y ese es el dato relevante y cabe distraerse discutiendo qué ocurrirá con los coeficientes entre deuda y producto, así como qué márgenes ellos otorgan, aunque debiéramos entregar bonos por un solo dólar.

Buscar desviar la atención y ocultar la evidencia de la extorsión, hablando de impericia o malos modales en nuestros negociadores –cuando éstos representan un gobierno que ha cargado sobre sus espaldas los pésimos resultados para el interés nacional que tuvieron los ruinosos negocios del pasado– solo puede ser entendido como una chicana política, otra más, diseñada mediáticamente para distraer acerca de los responsables del latrocinio y desestabilizar, gota a gota, día a día, al gobierno popular.

© Escrito por Héctor Valle, Director de YPF, el Domingo 19/07/2014 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 7 de abril de 2013

Yo, yo, yo… De Alguna Manera...


Yo, yo, yo…

MACRI, SCIOLI Y CRISTINA ante la inundación: su primera reacción fue ponerse ellos mismos en víctima.

Una metáfora muy usada en economía es que cuando la marea baja (hay recesión) se ve quién no tenía traje de baño (estaba desnudo de recursos y quiebra). Las inundaciones en las ciudades de Buenos Aires y La Plata dejaron desnudos frente a la sociedad a Macri y a Scioli, nada menos que los hasta ahora dos principales candidatos a presidir el país en 2015, con consecuencias en su imagen pública, aún impredecibles, que van desde “no pasa nada y dentro de un mes todos se olvidaron” hasta “les pasará lo mismo que a Reutemann con la inundación en Santa Fe”, el comienzo de la decadencia política de ambos.

Cualquier pronóstico sobre qué quedará en la memoria social podría ser drásticamente modificado por otro cambio de humor social, pero, aun en el mejor de los casos, tanto para Macri como para Scioli, en el inconsciente colectivo de los votantes quedará algo que podría ser reactivado ante cualquier otra nueva decepción.

Lo que dejaron las inundaciones en Buenos Aires y La Plata, y en esto ya se incluye a Cristina Kirchner además de a Macri y a Scioli, es cierta forma de solipsismo, característico de los líderes políticos, que se podría adecuar de su traducción más o menos literal “solamente yo existo” (ego solus ipse en latín) a “sólo yo importo”.

En las primeras reflexiones públicas frente a las inundaciones, tanto Macri como Scioli y Cristina Kirchner, coincidieron en colocarse ellos mismos en víctimas. Macri, de la Presidenta, que no le aprueba los créditos para las obras; Scioli, de sectores del Gobierno nacional (nunca la Presidenta) que no entienden su mensaje gandhiano y lo castigan retaceando fondos a su provincia; y la Presidenta, contando que ella también había sufrido inundaciones tan graves cuando, de joven, era vecina de la misma zona.

Ser víctima es el papel preferido de todos los políticos argentinos: si no se puede ser víctima de otro político local que tenga más poder, se es víctima de las corporaciones y los poderes económicos internacionales, y si no, el caso más repetido de todos quienes acceden a la presidencia: víctima de los que gobernaron en el pasado y dejaron una pesada herencia.

Hay ego también en el sufrimiento: “Mi sufrimiento es el mayor de todos”. Scioli declaró días antes de la inundación: “Mientras algunos me atacan, la gente me dice ‘aguantá, Daniel’”.

No podría haber político exitoso sin una dosis muy importante de ego, pero el solipsismo es sólo ego, una carencia de otros recursos a los que apelar en los momentos difíciles. Es una gran desnudez de empatía, recurso fundamental para conquistar la aprobación de los otros.

En situaciones normales, los políticos sobreactúan la empatía y esconden su egocentrismo. La inundación los arrancó de su zona de confort haciendo caer su armadura y dejándolos emocionalmente expuestos.

“Yo”, “yo” y “yo” vinieron a decir la primera vez que hablaron Macri, Scioli y la Presidenta. Yo, sólo yo.

Pero no sólo de ellos tres: la inundación también dejó al desnudo el solipsismo de Alicia Kirchner, quien hasta la semana pasada era la principal candidata del kirchnerismo para las elecciones de octubre próximo, siendo cabeza de lista del principal distrito electoral del país. Alicia atribuyó los insultos que recibió al llegar a un centro de recepción de donaciones en La Plata a la acción de “agitadores y violentos que no quieren que se los ayude”. La víctima era ella.

Aunque la votación de octubre de 2013 está mucho más cerca que la de 2015, también es prematuro hacer pronósticos sobre las consecuencias electorales que la inundación tendrá de aquí a poco más de seis meses. Pero en algo afectará a Alicia Kirchner, la carta electoral más importante que tenía el Gobierno. En la provincia de Buenos Aires se concentra no mucho menos de la mitad de todos los votos del país, y la inundación hirió a la principal candidata de ese distrito.

Se atribuyó la desacostumbrada actitud de la Presidenta de ir a poner la cara y el cuerpo frente a los inundados y bancarse sus críticas a cuestiones emocionales porque en la zona afectada vive su madre, Ofelia. Pero no deben ser menores las causas electorales, ya que el futuro de su gobierno depende de los votos que el kirchnerismo consiga justo en la provincia inundada.

“Terca”, le dijo Mujica a la Presidenta, además de “vieja”. La obstinación es una de las posibles consecuencias del solipsismo. Profecía: aunque no fuera por una inundación, Narciso también murió ahogado.

© Escrito por Jorge Fontevechia el viernes 05/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.