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jueves, 25 de noviembre de 2021

Negar la realidad. Humo, nada más que humo... @dealgunamaneraok...

Humo, nada más que humo…


Vamos a dialogar. Dibujo: Pablo Temes.

Nadie con real voluntad de convocar a un diálogo lo hace advirtiendo al otro que es el culpable de todos los males. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/11/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.



No hay dudas, pero sí muchas internas. La oposición se llevó un gran triunfo en las elecciones de medio término. Los disparates discursivos de los que intentó valerse el oficialismo para edificar un nuevo relato que le permita exhibir una unidad que, a todas luces, está atada con alambres, forman parte de su esencia. Lo mismo sucedió en 2013 cuando Sergio Massa acabó con los sueños de reelección de Cristina Fernández de Kirchner. “Ellos ganaron perdiendo y nosotros perdimos ganando”, declaró la diputada electa Victoria Tolosa Paz que, a esta altura, compite con el presidente Alberto Fernández por el triste premio a la palabra devaluada. Lo cierto es que, el resultado electoral, puso una lupa y sacó a la luz las internas que atraviesan ambas coaliciones.

 

Juntos por el Cambio enfrenta turbulencias en dos sentidos: dentro del PRO, su presidenta Patricia Bullrich, reconoció que esperaban superar el 50% en la Capital Federal y chicaneó a María Eugenia Vidal y a Horacio Rodríguez Larreta por no haber ampliado el caudal de votos respecto de las PASO en la Ciudad. Es que el alcalde porteño fue el arquitecto de los planes para los dos principales distritos del país, donde ganó con claridad, pero por menos de lo esperado. “Nada de esto hubiera pasado si no se hubieran sobrevalorado las expectativas, habría que haberse plantado con un discurso de escenario incierto y luego salir a edificar el triunfo” –dijeron fuentes que recorren las oficinas de la Jefatura de Gobierno. 


La presidenta del PRO camina con cierta tranquilidad porque se adjudica la cosecha de votos en el interior del país; recordemos que desistió de competir en una interna con Vidal para no ser un obstáculo y dedicarse a esa tarea. Al mismo tiempo, un segundo frente amenaza con incrementar los nubarrones que pueblan el firmamento de JxC: los líderes del radicalismo le disputan a Bullrich los resultados en el interior para quedar mejor posicionados de cara al 2023. Es cierto que la estructura territorial de la UCR tuvo peso específico propio, pero no es menos cierto, que cada uno intenta llevar agua para su molino.

Patricia Bullrich se atribuye la buena cosecha de votos de JxC en el interior. 

“En Juntos están todos peleados” –se le escuchó decir en uno de los actos de cierre a un recién llegado a la política. Más allá del folklore y lo que dejó la trastienda, todos saben que la unidad es la única vía para mantener vivo el proyecto a mediano y largo plazo. 


“Tanto el PRO como la UCR tienen nombres competitivos. Habrá que madurar bastante para alcanzar acuerdos dentro de cada partido que permitan no ir con más de un candidato a las PASO 2023. Ninguna fuerza puede darse el lujo de ir dividida dentro de la propia contienda porque sería una derrota segura para la UCR o para el PRO” –razonan en uno de los equipos de campaña.

 

La patológica negación de la realidad. “No olviden que el triunfo no es vencer sino nunca darse por vencido”. Esas fueron las palabras de Alberto Fernández para, esta vez ante una multitud, negar la derrota electoral. El acto del miércoles en la Plaza de Mayo fue una foto perfecta de lo que sucede dentro del oficialismo. Debilidad, búsqueda de cohesión interna, y un insólito juego de escondidas que dejó a todos en evidencia.

 

El Presidente se propuso relanzar su gestión y apostó a devolverle la vida a su corriente interna de cara a las presidenciales. Eso resultó obvio a la hora de evaluar los alcances de la convocatoria: Piqueteros del Movimiento Evita, organizaciones sociales afines, sindicalistas, albertistas desencantados y de los otros y Fernández como único orador. La Cámpora marcó la diferencia y buscó pasar inadvertida. Lejos del escenario el Cuervo Larroque dijo que “no había podido escuchar el discurso del Presidente porque había tanta gente que no pudieron avanzar hasta los primeros lugares”.

 

Nadie se chupa el dedo. Si La Cámpora quiere decir presente lo hace valiéndose de su poder y su llegada. Además, las cámaras de televisión mostraron la posición de la agrupación y el vasto espacio que tenían para acercarse a la Plaza. No lo hicieron porque no quisieron. CFK y su hijo Máximo se beneficiaron de un circo que los ayudó a mostrar unidad. Pero no se pintaron la cara de payasos para dar un apoyo explícito a un acto con el que no estaban de acuerdo. En el ala más dura del oficialismo nadie piensa en inmolarse por un presidente débil que no cubre las expectativas de su jefa política, la vicepresidenta en funciones. “Salvó la ropa con lo justo. Esperábamos una derrota mayor. Esto nos da aire para replantear la estrategia de cara al futuro” –aseguraron desde el Patria. Ese futuro no incluye al albertismo.                         

Los claros ganadores dentro de la interna del oficialismo son los intendentes del conurbano bonaerense que demostraron que poseen dominio territorial. En ese ámbito transformado en feudo, “la platita” y el aparato funcionaron.

En el ala más dura del oficialismo nadie piensa en inmolarse por un presidente débil. 

En muchas otras partes del país, no. Éste es un dato interesante que surge de los resultados del domingo. El premio que se llevarán los barones del peronismo del Conurbano es la anulación de la cláusula que les impide la reelección indefinida. En esta iniciativa serán acompañados gustosamente por los intendentes de JxC que también se ven afectados por esta ley que propiciaron la entonces gobernadora María Eugenia Vidal y la versión no kirchnerista de Sergio Massa. Como se ve, las ambiciones de poder permanente no son exclusividad del oficialismo.

 

La descripción precedentemente expuesta de la situación dentro de las dos principales coaliciones políticas que se disputan el poder, muestran una notable y preocupante distancia con la realidad. El llamado al diálogo de AF nació muerto. Nadie con real voluntad de convocar a un diálogo lo hace advirtiéndole a su contraparte que es la culpable de todos los males y que nada de lo que proponga será tenido en cuenta. En fin, humo; nada más que humo.

 

Producción periodística: Santiago Serra.






viernes, 28 de agosto de 2020

Impunidad y mordaza. Los 'gritos' del 17ª… @dealgunamanera...

Los 'gritos' del 17ª…

Los medios del miedo. Dibujo: Pablo Temes

Al Gobierno le dolió el banderazo y lo evaluó mal. Si sigue con su agenda, habrá más marchas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 22/08/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Se ve que al Gobierno el banderazo del 17A le dolió y mucho. Es lo que reflejaron las declaraciones de sus funcionarios el día después y los subsiguientes. La frase más infeliz de todas fue la del Presidente: “No nos van a doblegar los que gritan”, dijo. Quienes “gritaban” en la calle eran ciudadanos y ciudadanas que ejercían su derecho a manifestarse y a protestar.

Curiosa y contradictoria expresión la del jefe de Estado. Curiosa por provenir de alguien perteneciente al peronismo que irrumpió en la vida política de la Argentina “gritando” en la calle el 17 de octubre de 1945. Contradictoria porque el mismo Alberto Fernández participó en abril de 2013 de una marcha contra la reforma judicial impulsada por Cristina Fernández de Kirchner. Parece que, para AF, cuando ganan la calle sus acólitos es “el pueblo peticionando”, pero, cuando lo hacen sus opositores, “gritan”.

Al oficialismo le dolió que la oposición haya ganado la calle. Durante décadas el peronismo se sintió dueño de la calle y de la Plaza de Mayo. Eso ya pertenece al pasado. La calle –como la Plaza de Mayo– es de todos.

Si el Presidente no se hubiera dejado atrapar por la turbación, habría hecho una mejor evaluación de lo que pasó –y de lo que pasará– porque, de seguir el Gobierno con esta agenda, habrá más marchas.

Hubo una cuestión de magnitud a tener en cuenta: de no haber sido por la cuarentena, la concurrencia habría sido mucho más numerosa aún. El Presidente –y sus funcionarios– se quedaron con las imágenes de lo sucedido en la Capital Federal. Si hubiesen profundizado un poco más, habrían visto que hubo mucha gente manifestando en diversos lugares del país. Habrían apreciado, además, la heterogeneidad de los que manifestaban –entre los que había quienes votaron por el Frente de Todos– y habrían advertido que junto con el rechazo al proyecto de la reforma judicial hubo otros reclamos más terrenales: seguridad, trabajo y los efectos colaterales de la cuarentena.

“Esa gente jamás estará con nosotros”, se escuchó decir en los pasillos del poder. Es lo que se oía también durante el kirchnerato y durante el gobierno de Mauricio Macri en referencia a sus opositores. Parece que, al igual que a sus predecesores, a Alberto Fernández le cuesta entender que es el presidente de todos, lo hayan o no votado.    

Notable esta obnubilación que turba las mentes de nuestra clase dirigente.

El 17A también interpela a la oposición, a la que el descolgado tuit de Macri desde su lugar de vacaciones en Europa –llamar “trabajo” a su tarea en la FIFA es una obscenidad– complica. Esa oposición –que aún le adeuda a la sociedad una autocrítica profunda de su fracasada gestión– tiene dos obligaciones frente a los que aspira a representar: permanecer unida y aprender de sus errores. De la primera condición depende el mantenimiento del equilibrio de poder para frenar los intentos hegemónicos que alberga el kirchnerismo. De la segunda, la posibilidad de ser una alternativa real en las próximas elecciones.   

Impunidad y mordaza. Son dos condiciones que van siempre juntas.

El silencio es clave para que el delito se enseñoree en una comunidad. Por eso la libertad de expresión es un bien esencial en las sociedades democráticas. No por nada, en la Constitución de los Estados Unidos la enmienda que la protege es ni más ni menos que la primera.

Los intentos de limitar el trabajo de los periodistas tienen en la Argentina una larga historia. Y es penoso que parte de esa historia se relacione con gobiernos constitucionales. Ya en la presidencia de Carlos Menem hubo un intento –que afortunadamente no prosperó– de promulgar una ley mordaza.

Durante los 12 años del kirchnerato se llevó adelante el intento más duro y desembozado por acallar las voces críticas. Todo comenzó con el embate feroz contra Perfil y la censura contra Pepe Eliaschev –hechos de los que Alberto Fernández fue partícipe– y siguió con la Ley de Medios, a la que la hoy vicepresidenta y su difunto esposo le imprimieron la épica de una cruzada cuyo objetivo era no solo destruir a Clarín sino también al periodismo crítico.  

Asistimos ahora a otro intento de amordazar a la prensa que investiga e informa sobre los hechos de corrupción que comprometen a funcionarios. Ese es el objetivo de la modificación introducida furtivamente por el senador Oscar Parrilli –el súbdito de CFK– en ese bodoque que es el proyecto de reforma judicial. Para la comprensión del lego, ese agregado hace que cualquier información o investigación periodística que sea crítica de la marcha de una causa pueda ser entendida como una presión contra el juez o fiscal a cargo del caso. ¡Un verdadero disparate!

El procedimiento de Parrilli, que dejó muy mal parada a la ministra de Justicia, Marcela Losardo, que no tenía idea de lo sucedido, no hace más que empequeñecer la figura del Presidente. Él también queda como un súbdito de CFK.

“Para reformar el Poder Judicial, tocando los medios de comunicación, hay que tener un respaldo muy grande. Una espalda que este gobierno no tiene. Vamos a un Vicentin dos. Son dos errores políticos. Estas cosas necesitan amplios consensos”, dijo un legislador bonaerense del Frente de Todos.

No fue la única voz que desde sectores afines al oficialismo salió a lapidar el proyecto. En un artículo publicado en La Nación, Alberto Binder –mentor de la ex procuradora filo K Alejandra Gils Carbó– afirmó que se trata de un proyecto “repleto de inconsistencias, y que entorpece el camino para las reformas de fondo que proclama”. Y Paula Litvachky, representante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y cuya participación en el debate también fue propuesta por el Frente de Todos, dijo: “Este proyecto está centrado en una lógica de creación de juzgados que implica una mirada contraria al avance del sistema acusatorio” establecido por el Código Procesal Federal.

A todo esto, ¿dónde está Gustavo Beliz, a quien se presentó como uno de los motores de esta reforma, a modo de reivindicación por el maltrato y la persecución a la que, luego de echarlo de su cargo de ministro de Justicia, Néstor Kirchner –con el silencio de su jefe de Gabinete, Alberto Fernández– lo sometió?





lunes, 29 de junio de 2020

¿Se evita el colapso?. “El último esfuerzo”... @dealgunamanera...

¿Se evita el colapso?. "El último esfuerzo”

Sin título. Dibujo: Pablo Temes

Se llega al retroceso en materia de aislamiento luego de una larga cadena de errores de cálculo.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 28/06/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


No pudo haber peor forma de presentación de la nueva fase –restrictiva– que la elegida por el Presidente. La postergación del jueves para el viernes, las demoras horarias ocurridas el mismo viernes y la decisión de hacerlo a través de un mensaje grabado y no de una conferencia de prensa fue producto de una situación muy clara: los desacuerdos entre Alberto Fernández y Axel Kicillof con Horacio Rodríguez Larreta, y la necesidad de evitar eventuales preguntas incómodas que seguramente no hubieran tenido respuestas satisfactorias. “Si seguimos así, colapsa el sistema en unas semanas”; esa frase resume la única coincidencia plena que hubo y hay entre los tres. Después, lo que abunda es el recelo y la chicana. Hay que decir con todas las letras que quien mucho hizo para eso fue Axel Kicillof.

“Hemos decretado una cuarentena prematura para preparar al sistema de salud (…) Creemos tener dominado al virus. Lo estamos controlando”, le dijo el Presidente al famoso cantautor puertorriqueño René Pérez durante un reportaje el 30 de marzo pasado. Hoy sabemos que, lamentablemente, eso no es así.

Las Unidades de Terapia Intensiva del sistema público corren el riesgo de colapsar en el ámbito del AMBA. Se podría pensar que ello es resultado de una avalancha de casos. Afortunadamente no es así. Con 472 casos, el sistema en el AMBA está ocupado en más de un 50%. ¿Esa fue la preparación?

La cantidad de casos no sorprende. Están dentro de los parámetros esperados. Se suponía que esto se tendría en cuenta para armar la infraestructura de equipamiento y  personal para enfrentar esta demanda que incluye a los pacientes que, por la gravedad de su cuadro, requieren ser derivados a terapia intensiva.

Ahora sabemos que, más allá de lo que se dijo en las diferentes conferencias de prensa referido al aumento del número de estas unidades, lo hecho fue sorprendentemente insuficiente. Ahora nos enteramos también de que lo de Tecnópolis, exhibido como una evidencia de previsión, ha tenido errores de cálculo que tornan todo eso en inservible.
 
¿Y entonces? Es evidente que el Gobierno cayó en un triunfalismo vacuo sostenido por encuestas que, hace un mes y medio, le daban a Alberto Fernández altísimos niveles de aprobación.

Esta semana se generó un nuevo conflicto entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires y los intendentes del interior, a causa de un convenio para el traslado de pacientes Covid-19 positivos desde el AMBA hacia el resto de los distritos que adhieran a ese convenio. Se acordaba el pago de 2 mil pesos diarios por paciente.


El punto de conflicto se dio por la falta de información de Provincia y la ambigüedad del convenio. Finalmente todo terminó mal, que es como acaban siempre estas iniciativas manejadas con impericia. Por lo tanto, el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, afirmó que no va a haber traslado de pacientes del AMBA al interior.

Este convenio fue pedido por intendentes de la Primera y Tercera sección.
Estuvo mal hecho el convenio, con una redacción y un contenido para nada  amigable y sin consulta previa. Los intendentes del interior que adhirieron lo hicieron por obediencia. Eso les generó, a su vez, muchos problemas en sus localidades porque, en términos de salud, la gente no distingue peronismo de radicalismo; la lectura es que van a mandar gente infectada del Conurbano.

Y eso, sin información y preparación adecuada, es literalmente explosivo.
Las grandes ausentes en estas jornadas han sido las provincias. Muchos gobernadores están molestos porque están queriendo realizar más testeos y se encuentran con que el Gobierno no les envía suficiente cantidad de kits. Es un tema del que no se habla pero que preocupa.  

Estas son falencias garrafales que complican el manejo de la situación a futuro. Es indiscutible que, ante la precariedad de la infraestructura del AMBA, la única decisión posible es la restricción. El problema es cómo lograrla cuando a la gente se le viene pidiendo un “último esfuerzo” desde hace meses. Se hace necesario un gran trabajo de contención y una gran capacidad de convencimiento para que la gente cumpla. El enojo y la adjudicación de culpas no sirven. Discutir “runners” sí “runners” no ha sido una pérdida de tiempo.    

Y la República. Cristina Fernández de Kirchner está ausente de este debate. No ha habido de su parte prácticamente ninguna alusión a la pandemia, la prolongada cuarentena y sus consecuencias nocivas o los fallecidos. Su interés pasa por otro lado. El enorme impacto de esta catástrofe la ayuda en la consecución de su proyecto de acaparar espacios dentro del gobierno en pos de sus objetivos: impunidad y permanencia. El objetivo de esta semana fue Vicentin. Bloqueado –por el momento– por la jueza Lorenzini el tema de la eventual intervención, esta semana se produjo la creación de la comisión bicameral para investigar los préstamos que, por parte del Banco Nación, le fueron otorgados a la empresa durante el gobierno de Mauricio Macri.

Más allá de esa máxima del general Perón –“si quieren que algo no se investigue, creen una comisión”– que CFK parece haber olvidado –o nunca aprendido–, la vicepresidenta cometió una violación severa de las normas que, supuestamente, debe respetar. Como bien lo expresaron constitucionalistas de prestigio, la creación de una comisión debe ser aprobada por los dos tercios de la Cámara de Senadores. Para así lograrlo necesitaba 48 votos a favor. Tuvo 41.

Pero no terminó todo ahí. Las cámaras registraron en detalle el momento en que CFK le cortó el micrófono al senador Luis Naidenoff cuando este intentaba  presentar una moción de queja por esa irregularidad. Nada que sorprenda en la vicepresidenta. Su autoritarismo lo sufren no solo los opositores, sino también muchos dentro del oficialismo.

Y hay más. Esto le ha generado un enorme problema a Sergio Massa, que la semana que viene deberá salir a reunir 130 diputados para que aprueben un proyecto que no comparte.

La lectura de los mensajes que la vicepresidenta emite en las redes son prueba de lo incorregible de su conducta patológica, de sus obsesiones, de su tergiversada visión de muchos aspectos de la realidad, de su necesidad de crear enemigos por doquier todo el tiempo y de su resentimiento. “Nada en la Tierra consume a una persona más rápidamente que la pasión del resentimiento”. Friedrich Nietzsche.





domingo, 28 de julio de 2019

Cálculos de campaña… @dealgunamanera…

En la chiquita…

En cuesta, María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes

Hay voracidad de encuestas. Vidal necesita sumar votos puerta a puerta en el Conurbano.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 2/07/2019 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


“Sería un milagro que Vidal gane en agosto”, afirma una voz de la política provincial.

Pero, ¿por qué sería un milagro? El conurbano bonaerense representa el 70% del electorado, si María Eugenia Vidal pierde en el Conurbano, la diferencia no la puede descontar en el interior de la provincia. Es decir, si en el Conurbano perdiera por 10 puntos (en 9 millones de electores serían 900 mil votos abajo) necesitaría un 25% de los 3.800.000 votos restantes del interior a su favor para compensarlo.

Para el kirchnerismo, “el interior lo tienen empatado”, porque –según analistas–una cosa es Vidal y otra muy distinta es que la gente va a votar Macri-Vidal y el intendente, y en esta elección “pesan las puntas de la boleta, la presidencia y la intendencia, no la gobernación”.

Miradas. Según consultores políticos, las PASO van a operar no solo como una gran encuesta, sino que en números van a ser las generales, mientras que las generales van a ser el ballottage. “Las PASO tienen el valor de octubre, porque no hay 20 puntos en una tercera fuerza. Entonces, como hay poquito donde ir a ‘pescar’, pueden ser definitorias”.

En realidad, desde el oficialismo provincial se está trabajando en varios frentes: uno, evitar que una diferencia contundente en las paso desanime a los votantes indecisos o a los que no fueron a votar.

El vidalismo  hará todo lo posible para “arrear” a su propio votante.

Por otro lado, los “defensores del cambio”: según confirman desde el oficialismo, hay más de 300 mil  voluntarios que se inscribieron mediante una plataforma web. Realizarán su voluntariado vía WhastApp, difundiendo contenidos (videos) a sus contactos, también dicen que habrá reuniones en locales, clubes, espacios públicos, con el objetivo de convencer a vecinos que se acerquen a votar.

Según la consultora Aresco, los focus group demuestran que los más remisos para ir a votar a las PASO son los votantes de Cambiemos que aprueban la gestión de Vidal, no así la de Macri.

Otro frente sobre el que se está trabajando desde hace dos semanas es el votante confesional–evangélico y católico–. En las elecciones de 2015 fue muy relevante el esfuerzo que hizo la Iglesia Evangélica de la provincia de Buenos Aires repartiendo boletas cortadas, con recomendaciones para no votar a Aníbal Fernández. El problema es que la imagen de Axel Kicillof es mejor que la de Aníbal Fernández.

Kicillof viene en una curva de mejoría; cuando arrancó las primeras mediciones medía entre 5 y 6 puntos menos que Cristina Fernández de Kirchner, ahora mide 2 puntos menos. “Se está tratando de activar todo el aparato peronista de la Provincia para que no solo replique la intención de voto de Cristina Kirchner”, afirma un operador de este espacio.

Diferencias. Lo que nadie dice es que todo este armado mide lo mismo con Massa o sin Massa, de quien todavía no se nota el aporte a la candidatura de ese espacio. Esto es auspicioso para los que apuestan a que el Frente de Todos gane en una primera vuelta. De hecho, hay algunos fondos de inversión que recibieron la semana pasada un informe de una consultora que utilizó inteligencia artificial sobre 650 mil votantes y le daba una alta probabilidad (más del 50%) de que la dupla Fernández pudiera ganar en primera vuelta.

Esto último  impactó fuertemente el lunes en los bonos y disparó el dólar. La lectura de los mercados con el riesgo país a 800 y con demanda de dólares –controlada por el Banco Central– está marcando que no hay un convencimiento de los inversionistas de que los votantes van a darle el triunfo final a la fórmula oficialista. Si esa fuera la convicción hoy el riesgo país estaría por lo menos como en enero, en torno a los 500 puntos, afirma un prestigioso economista.

A su vez, la última semana una encuesta mostró a un Mauricio Macri ganando en primera vuelta. Voces cercanas a la Casa Rosada afirman que este “repunte” tiene que ver con que en los dos últimos meses el Gobierno hizo una serie de cambios: efecto Pichetto, Ahora 12, promociones de autos, planes Procrear.  

Hay efectos políticos y efectos económicos que hacen que no tengan muy en claro cuál es el factor que lleva a esta mejoría de la imagen presidencial, algunos simplifican y dicen que es el dólar que está planchado.


Lo que se puede leer –sin ser economista– es que si no hay planteos económicos muy concretos de ninguno de los dos candidatos con más opción a ganar y no hay un programa económico concreto, sino que hay indefiniciones y algunas chispas e ideas para alentar debates, es porque las medidas económicas que debería tomar cualquiera que esté sentado el 11 de diciembre en la Casa de Gobierno son inconfesables: reforma previsional, reforma laboral que nos ponga a la par –en términos de competitividad– de lo que ya ha hecho Brasil. Esos dos elementos hacen mucho ruido a cualquiera que lo tenga que anunciar.

Por otro lado hace mucho ruido la insistencia de los candidatos a presidente de posar con un gobernador, porque  –en rigor de verdad– los gobernadores acompañan a sus “referentes” hasta la puerta del cementerio, pero no se entierran con ellos. Por eso todos desdoblaron elecciones y nadie –salvo contados casos– lleva ni a Macri ni a los Fernández en sus boletas. Todos los gobernadores se desprendieron de sus líderes. Todos menos Vidal.

La campaña está pasando más por ensuciar al otro que por limpiarse uno mismo; más por opacar al oponente que por el brillo propio.

El oficialismo no tiene brillos propios más que la obra pública, la inserción internacional, alguna lucha contra la inseguridad y algún trabajo institucional. El discurso gira en torno a la obra pública y desecharon el tema confrontativo de la corrupción, que –según sondeos de opinión– era un discurso que exasperaba a la sociedad y no generaba votos.

Por otro lado, el Frente de Todos hace mucho hincapié en la economía, recalcando que una economía parada no genera empleo, y los últimos informes del Indec muestran pérdida de empleo con pobreza en el orden del 35%, etc. Este es el caballito de batalla del albertismo.

¿Y el futuro? Brilla por su ausencia.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.

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domingo, 7 de abril de 2019

El voto anti-Macri… @dealgunamanera...

El voto anti-Macri… 

Massa o Menos. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

El Gobierno no registra el disgusto, pero para la oposición CFK es un obstáculo.

El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional aprobó el viernes el desembolso de 10.800 millones de dólares. Días atrás el Gobierno había pedido un waiver (perdón) por no contar con la información sobre las metas fiscales. Pese a la aprobación el FMI no autorizará a utilizar reservas líquidas para apaciguar corridas. Piden que mantengan déficit cero o cerca. Están muy preocupados por la caída de la recaudación, la baja actividad y una inflación que no cede. Obvio correlato en aumento de pobreza en el primer trimestre.

Mientras que el ministro Nicolás Dujovne afirma a inversores externos que tienen 70% de probabilidad de ser reelectos, hay convulsión interna en Cambiemos. Vuelven a circular rumores de desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires –hoy las encuestas la dan por perdida–, mientras que en Capital dudan en hacer lo mismo.

Dujovne sigue hablando como si fuera un comentarista de la realidad. Hace acordar a sus tiempos de columnista en el programa de Carlos Pagni. “Estamos cómodos con este valor del dólar” será otra de las infelices frases por las que habrá de ser recordada su mala gestión. La frase en sí encierra una concepción centrípeta del poder. Lo que expresó es su comodidad con el dólar, pero ni siquiera preguntó si esa “comodidad” es compartida por la gente de a pie castigada por una inflación imparable a la que contribuye cada aumento del valor de la divisa estadounidense.

Luces amarillas. Hay un elemento en la cúpula del poder que no están evaluando adecuadamente: el creciente antimacrismo. Cuando estos sentimientos aparecen son muy difíciles de revertir. Y la calle, que siempre habla, está mostrando signos de no retorno. Y no es la calle de los piqueteros o de los que marcharon el jueves pasado al Congreso. En ese universo nunca hubo amor a Macri. Estamos hablando de muchos de sus votantes. El “me arrepiento de haberlo votado se escucha día a día con más frecuencia

A nadie puede sorprenderle: es mucha la gente a la que le está yendo mal. Y lo más preocupante es que ha perdido la esperanza de un futuro cercano mejor. No la tiene en Macri, ni tampoco en Cristina Fernández de Kirchner. Y lo notable –e inquietante– es que el informe del Banco Mundial que se conoció esta semana hace una proyección coincidente: si no produce cambios de importancia, es poco probable que en un eventual segundo gobierno Macri pueda generar las condiciones para el despegue de la economía.

Está claro que Mauricio Macri está decidido a ser candidato, pero no es visto con buenos ojos que tenga que estar confirmándolo todas las semanas y que todas las semanas se vuelva a rumorear un plan B. La conferencia realizada durante la visita a Gualeguaychú es un ejemplo de ello: “Vidal es tan buena que la queremos poner en todos lados… pero ella va a ser candidata a gobernadora”.

El llamado “plan B” hablaría de una generosidad política que Mauricio Macri no tiene, dar un paso al costado y dejar al que mejor mida no está en sus planes. Quienes lo conocen desde sus inicios de gestión en CABA afirman que su modo es “pongamos todos la trucha y si perdemos, perdemos todos y nos vamos todos”; este modus ahora se traduciría en “o gano yo o perdemos todos”.

CFK divide. La semana que pasó mostró a un Sergio Massa más cercano al peronismo; el miércoles se reunió en Escobar con un grupo de intendentes de Unidad Ciudadana. “El principal límite que puede tener el crecimiento de una tercera opción es la proximidad con el kirchnerismo”, afirma un ex armador del Frente Renovador.


El electorado de la potencial tercera vía no es compatible con el de Cristina Kirchner. El voto a ella es un voto durísimo, hay que recordar que ingresando al Congreso del PJ a principios de marzo Eduardo “Wado” de Pedro lanzó un tuit: “Llamamos a conformar un gran frente opositor sin exclusiones, e invitamos a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas a dirimir roles y candidaturas en las PASO”, que recibió comentarios en contra. El votante kirchnerista no quiere saber nada con Massa.

Ese mismo límite es el que llevó a Roberto Lavagna a correrse del esquema de Alternativa Federal. “Yo no soy Alternativa Federal, yo soy Consenso 2019no voy a ir a una interna peronista”, declaró el jueves en una entrevista radial.

Los gobernadores van a terminar sus elecciones y recién después van a mirar qué hacer. En ese sentido, Schiaretti le dijo a Lavagna: “Yo lo único que le pido, Roberto, es que hasta que nosotros no resolvamos nuestras elecciones no nos pidan definiciones, nosotros no tenemos problema en recibir a todos, pero para ganar en las provincias necesitamos el voto de todos y para eso nos tenemos que ‘descontaminar de lo nacional'".

Internismo. Los únicos gobernadores que se sientan a negociar son los de la UCR.

De Alfonsín a Duran Barbapor Jorge Fontevecchia

La noche del jueves reunió en un restaurante de Recoleta a María Eugenia VidalMarcos PeñaRogelio Frigerio y Horacio Rodríguez Larreta con los gobernadores Alfredo Cornejo y Gerardo Morales. En esa jornada se trató de recomponer la relación UCR- Cambiemos. Además, se definió que la Convención Radical se realizará a fines de mayo; en principio no hay riesgo de ruptura con Cambiemos, ya que el sector opositor –liderado por Ricardo Alfonsín– no tiene ni el 15% de los votos de la Convención y no logra con ese porcentaje que el partido otorgue libertad de acción. Del ofrecimiento de una vicepresidencia solo corren rumores.

Mientras tanto, el silencio de Cristina Fernández de Kirchner la hace crecer en las encuestas, aunque algunos sostienen que “el día que hable se cae”. Está utilizando la misma estrategia de 2017, la elección silenciosa.

El silencio también abundó en el Congreso Nacional frente a las declaraciones de la diputada Graciela Camaño: “Pónganse a trabajar, el pueblo está con problemas, por si no se dieron cuenta”.

Cuando se va perdiendo en la guerra, es necesario negociar la paz, muy por el contrario a lo que sucede en la Argentina: el país del mañana mejor que nunca llega.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.