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jueves, 29 de julio de 2021

A 45 años del El Plan Cóndor... @dealgunamaneraok...

 El Plan Cóndor…


Hace 45 años, nuestro país vivió una violencia ideológica y mesiánica que se inició con un terrorismo que no se detuvo ni siquiera en democracia, y que desató una represión del Estado que aún hoy estremece.

© Escrito por Martín Balza (*) el jueves 29/07/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.  

Lo obrado por la última dictadura cívico-militar, y dentro de ella el denominado Plan Cóndor, es un signo patológico y una desvalorización moral: una verdadera transnacional del terror, integrada por las dictaduras de nuestro país (Jorge Rafael Videla), de Bolivia (Hugo Banzer Suárez), de Brasil (Ernesto Geisel), de Chile (Augusto Pinochet), de Paraguay (Alfredo Stroessner) y de Uruguay (Aparicio Méndez Manfredini) y, en menor medida, con contactos con las fuerzas armadas de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.  

Argentina era la sede del Plan Cóndor, según archivos desclasificados por Estados Unidos

Por el lado argentino, entre los vinculados al Cóndor figuran, entre otros, los ex generales Videla, Díaz Bessone, Suárez Mason, Menéndez, Riveros, Galtieri y Harguindeguy. Ellos no obviaron incorporar a varios delincuentes comunes como Aníbal Gordon y sus secuaces. 

El plan había sido concebido como tal por el presidente chileno, general Augusto Pinochet Ugarte, en 1975, e instrumentado por el general Manuel Contreras, jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA). 

Consistió en un programa regional de inteligencia y coordinación de los servicios de inteligencia nacionales, con conocimiento y anuencia de los Estados Unidos. Algunas reuniones y operaciones de la intriga se realizaron cuando en la Argentina todavía persistía un gobierno constitucional, el presidido por María E. Martínez de Perón. 

El Plan era clandestino y compatibilizó, con diversos matices, un terrorismo de Estado a nivel regional, principalmente en el Cono Sur, con el propósito de eliminar todo atisbo izquierdista y contribuir a la derrota del comunismo internacional. 

No obstante, en la práctica no era otra cosa que la eliminación de opositores a las dictaduras militares, explotando la profunda animadversión de estas hacia todo vestigio marxista-leninista, una versión criolla del principio nazi “del enemigo único”. 

La plena vigencia de la Guerra Fría contribuyó a ello. La concientización ideológica se materializó a través de los cursos dictados en la Escuela de las Américas y desde 1958 la “doctrina francesa” de represión contrainsurgente aplicada en Indochina y Argelia también influía en algunos sectores del Ejército.  

Se elaboró y ejecutó una planificación de asesinatos de opositores ideológicos. Entre ellos en Buenos Aires, en 1974, el del general del ejército de Chile Carlos Prats y su esposa; el del ex presidente de Bolivia Juan José Torres; en 1976, el del senador Zelmar Michelini y del diputado Héctor Gutiérrez Ruíz, ambos uruguayos; el del paraguayo Federico Tatter, secuestrado y desaparecido.  

En Washington, en 1976, asesinaron al ex canciller chileno Orlando Letelier y a su secretaria Ronni Moffitt. En 1980, la Argentina colaboró con el sangriento golpe de Estado ligado al narcotráfico del general Luis García Meza en Bolivia, que evitó que Hernán Siles Suazo asumiera como presidente, pese a haber ganado las elecciones. 

Otros testimonios son por demás relevantes. En julio de 1976 fue secuestrado en Buenos Aires el periodista uruguayo Enrique Rodríguez Larreta, quien posteriormente declaró: 

“Nos detenían argentinos y nos interrogaban uruguayos. Nos colgaban, nos daban descargas eléctricas y ponían sal gruesa en el piso para que pasara la corriente” (La Nación online, Bs As 9 Feb 2005). 

El periodista paraguayo Martín Almada, secuestrado el mismo año, fue torturado y forzado al exilio, posteriormente descubrió en Lambaré importantes archivos que aseguran que solo el Cóndor causó miles de víctimas entre muertos, desaparecidos y detenidos

 


Por el lado argentino, entre los vinculados al Plan Cóndor figuran, entre otros, los exgenerales Videla, Díaz Bessone, Suárez Mason, Menéndez, Riveros, Galtieri y Harguindeguy.

 

En el año 2000, el exgobernador de Río de Janeiro, Leonel Brizola, denunció que los ex presidentes Joao Goulart y Juscelino Kubitschek, fueron asesinados en el marco del Cóndor, simulándose un ataque cardíaco y un accidente respectivamente” (Clarín; 6 mayo 2000). El general brasileño Agnaldo del Nero Augusto reconoció la participación de su país: Nosotros no matábamos. Deteníamos y entregábamos (…) Brasil se limitó a colaborar con informaciones, a entregar agentes extranjeros y vigilar subversivos" (Página 12 online; Bs As, 31 diciembre 2007).

 

El Cóndor tuvo un capítulo centroamericano denominado Operación Charly. Se desarrolló principalmente entre 1980 y 1982. Consistió en exportar métodos de inteligencia, contrainteligencia y técnicas tales como secuestros, desapariciones forzadas y torturas a El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras. En este último país, aún recuerdan que allí se estableció su central operativa.

 

Su objetivo era adiestrar a los “contras”, apelativo dado a los ex secuaces del dictador nicaragüense Anastasio Somoza, refugiado en Honduras luego del triunfo electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1979, conducido por Daniel Ortega. El nombre de ese partido refiere a Augusto C. Sandino, patriota nicaragüense que dirigió entre 1927 y 1933 la resistencia contra el ejército de ocupación de los EEUU y fue asesinado en 1934.

 

Revelan cómo la CIA logró espiar a Argentina y otros países del Plan Condor en los 70

 

El artífice de esta aventura fue Galtieri. El área de Inteligencia de Ejército, como en el Plan Cóndor, fue la más involucrada. Estaba conducida por los generales Alberto Valín y Carlos A. Martínez, y los coroneles Jorge Muzzio y Mario Davicco; el responsable operativo era el coronel José Riveiro. No serían ajenos a Charly el brigadier Carlos W. Pastor, canciller y cuñado de Videla, y el embajador argentino en Honduras Arturo Ossorio Arana.

 

La asistencia costó a la argentina 25 millones de dólares. El plan era aparentemente simple: rodear a los sandinistas y encausarlos hasta Honduras para proceder a su aniquilación. Contó con la colaboración, entre otros, de los generales estadounidenses Alexander Haig y Vernon Walters. El fracaso de la operación es conocido y se consumó durante la presidencia de Ronald Reagan. Esa actitud servil fue totalmente inconducente, como lo demostró el comportamiento de los EEUU en la Guerra de Malvinas.

 

Yamir, el preso rapero que critica el Plan Cóndor desde una celda de máxima seguridad

 

No es fácil adquirir una dimensión cabal de todo lo expresado. La dictadura cívico-militar de los ´70 se inmiscuyó en episodios que hoy nos avergüenzan.

 

Evidenciaron una impunidad y un cesarismo castrense por ejercer un poder omnímodo, arbitrario y criminal. Pero en la Argentina ello está definitivamente superado desde el advenimiento de la democracia. Nada de lo ocurrido desde entonces puede ser comparado con aquel triste capítulo de nuestra historia. 


* Martín Balza. Ex Jefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica. 

      




jueves, 20 de febrero de 2020

Espionaje. Las Malvinas y el Plan Cóndor... @dealgunamanera...

Las Malvinas y el Plan Cóndor, en el centro de un escándalo mundial de espionaje…

Los dictadores Pinochet y Videla, entre los espiados por la CIA a través de Crypto AG.

Cómo Estados Unidos le brindaba inteligencia militar a Gran Bretaña durante el conflicto militar. Documentos secretos revelaron que 120 países contrataron las máquinas codificadoras de mensajes de Crypto, que en secreto pertenecía a la CIA y a los servicios de inteligencia alemanes.

© Escrito por Guido Vassallo el jueves 20/02/2020 7 publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Una aceitada trama de espionaje permaneció oculta durante más de 50 años sin levantar sospechas. La CIA y los servicios de inteligencia de la entonces Alemania Occidental controlaban a una compañía suiza, Crypto AG, que fabricó y vendió dispositivos de encriptación de mensajes a más de 120 países. Dentro de esa larga lista se encontraba Argentina. Una extensa investigación del Washington Post , la cadena de televisión alemana ZDF y la suiza SRF reveló que las máquinas "pinchadas" de Crypto le permitieron a la CIA, entre otras cosas, seguir de cerca a las dictaduras en América Latina, y brindarle inteligencia militar a Gran Bretaña durante la guerra de Malvinas. A casi 38 años del conflicto armado, las islas volvieron a ser noticia por distintos motivos: primero, el secretario de Malvinas, Daniel Filmus, confirmó que Argentina firmará un nuevo acuerdo para continuar con los trabajos de identificación de las tumbas de soldados enterrados en el territorio, y este martes, cuatro ex militares fueron procesados por imponer torturas y estaqueamientos a soldados conscriptos, delitos calificados como de lesa humanidad. 

Pero, ¿cómo se llegó a los documentos desclasificados? "El Washington Post ha obtenido un documento aún clasificado gracias a una filtración. Se trata de una historia secreta: la llamada Operación Tesauro o Rubicón implicaba comprar y operar secretamente por la CIA y el BND (Servicio Federal de Inteligencia alemán) a Crypto AG como una empresa independiente, neutral y de alta calidad de equipos de encriptado". Así explica el mecanismo de espionaje Carlos Osorio, director del Proyecto Cono Sur del National Security Archive (NSA), que desde Washington dialogó con Página/12. 

Pero la realidad estaba lejos de esa supuesta neutralidad. "Las máquinas de Crypto AG estaban todas amañadas de manera muy sofisticada, permitiendo a las agencia de inteligencia descifrar las comunicaciones de cerca de 120 países", menciona el investigador nacido en Chile. En 1970, la CIA estadounidense junto al BND alemán se convirtieron secretamente en propietarios de Crypto AG, dato que ignoraban los estados contratantes del servicio. En esos años, la compañía vendió miles de máquinas de encriptación, llegando a facturar millones de dólares. Un negocio redondo. 

La CIA y el Plan Cóndor 

El National Security Archive con sede en Washington comparte la misma sigla con la National Security Agency estadounidense (NSA), aunque muy distintos fines. Bajo el mando de Osorio, la institución logró acceder a documentos clasificados que mencionan especialmente al espionaje sufrido por los países miembros del Plan Cóndor, con el que Argentina y otras dictaduras latinoamericanas de las décadas de los 70 y 80 pretendían eliminar a sus adversarios políticos. 

Las nuevas filtraciones presentadas por el Washington Post le permitieron al NSA retomar, y confirmar, algunas líneas de investigación previas. Los cables de la CIA a los que tuvo acceso el archivo son categóricos. 

Por ejemplo, durante la reunión inaugural del Plan Cóndor, organizada por el régimen de Augusto Pinochet en noviembre de 1975 en Santiago de Chile, los militares al mando de cinco dictaduras del continente (Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile) firmaron un acuerdo para emplear un mismo sistema de encriptado. Varios años después se supo que era el de Crypto AG.  

Cable de la CIA desclasificado por la NSA: “Sistema de Comunicaciones empleado por la Operación Cóndor.

Dicho sistema "estaría disponible para los países miembros en los siguientes 30 días, con el entendimiento de que podría ser vulnerable. Será reemplazado en el futuro por máquinas criptográficas que serán elegidas de común acuerdo", dice el documento compartido por el NSA en relación a dicha reunión. Es decir, los mismos que ofrecían las máquinas reconocían posibles fallas. 

La CIA describía a la máquina de cifrado como "similar en apariencia a una vieja caja registradora que tiene números, manijas deslizantes y un dial operado manualmente que gira después de cada entrada". Sin embargo, a fines de 1977, la bautizada Red Condortel, que permitía un contacto más fluido entre las dictaduras latinoamericanas, se actualizó con dispositivos de cifrado más modernos. Aunque los problemas lejos de disiparse se multiplicaron. 

Equipo Crypto CX-52 - Sitio web de la NSA

Un capítulo aparte dentro de esa historia de engaños y traiciones lo merece Argentina. Según los cables a los que accedió el Washington Post, en 1982 la administración de Ronald Reagan aprovechó la absoluta dependencia argentina del equipo de Crypto AG para escuchar comunicaciones privadas primero, y colaborar con los ingleses durante la trágica guerra de Malvinas después. 

"Incluso los dictadores fueron espiados en aquellos años. No me sorprende que la CIA espiara a Argentina durante la guerra de Malvinas, porque ya sabemos cómo han terminado aliados con cada régimen dictatorial en América Latina", sostiene la periodista y escritora Stella Calloni. "La información revelada por el Post dice que fue a través de Crypto AG que la CIA se enteró de todos los movimientos de Argentina durante el conflicto de Malvinas y que compartió esa información con Inglaterra. Nosotros sólo conocíamos el rumor. Hoy eso se pudo probar", agrega por su parte Osorio desde el NSA. 

La revelación hecha a casi 38 años de la guerra de Malvinas fue confirmada por la filtración de otro documento desclasificado por la NSA que incluye el agradecimiento de la por entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, "por la cooperación de los Estados Unidos en asuntos de Inteligencia y el uso de la isla de Ascensión", enclave fundamental para coordinar los ataques ingleses por la vía aérea. En general, los nuevos cables presentados por el Post hablan sobre la inteligencia obtenida de la operación, pero proporcionan pocos detalles sobre su contenido y cómo esa información fue utilizada. 

"El engaño funcionó"

Sorpresivamente, hubo un momento en que el gobierno de facto argentino sospechó que algo raro pasaba con sus comunicaciones. Luego del conflicto armado, Argentina descubrió una falla de seguridad en el antiguo aparato utilizado para codificar mensajes. Crypto AG envió enseguida un representante a Buenos Aires para que lograra convencer a los militares de las bondades del sistema. El elegido fue Henry Widman, un matemático de origen suizo especializado en criptología. 

"El asunto no era sencillo", destaca uno de los documentos desclasificados de la CIA. Widman sabía que los algoritmos habían sido manipulados, pero la maniobra había sido ejecutada "con una prominencia técnica" tal que garantizaba que el hackeo fuera "imposible de detectar mediante las pruebas estadísticas habituales". Los espías de la CIA celebraban las "virtudes" técnicas del sistema desarrollado por Crypto AG: "El engaño funcionó. Los argentinos tragaron con dificultad, pero continuaron comprando los equipos". 

Fragmento de uno de los documentos desclasificados por Washington Post

Con la sabiduría propia de quien invirtió décadas investigando estos temas, Calloni cree que las revelaciones del Post representan la génesis de procesos que hoy se replican en Latinoamérica, por ejemplo, bajo la figura del lawfare. "Hay nuevas tecnologías de espionaje, pero el asunto de base es el plan maestro que establece sobre nosotros el mismo esquema de guerra contrainsurgente de décadas pasadas", agrega la autora de "Evo en la mira", reeditado recientemente por Página/12. "Ellos saben conspirar muy bien y nosotros solo podemos arreglar lo que ellos rompen", observa la escritora, a medio camino entre la risa nerviosa y la resignación.



domingo, 17 de noviembre de 2019

Chile en llamas: ¿qué es lo que se viene?... @dealgunamanera...

Chile en llamas: ¿qué es lo que se viene?...

Piñera. El presidente tardó en hacer concesiones y hoy la oposición busca su renuncia. Fotografía: DPA

El país trasandino es prueba de que los errores de los gobernantes a veces no tienen retorno, por más correcciones que intenten.

© Escrito por Claudio Fantini el sábado 16/11/2019 y publicado por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Chile, además de Bolivia, es una prueba de que los errores de los gobernantes, cuando disparan protestas, ya no tienen retorno por más correcciones que intente el gobernante que cometió el error.

En alguna medida, se trata de un fenómeno de época que se ve en todos los rincones del planeta. En Beirut, donde a las protestas las detonó un impuesto al WhatsApp y derivaron en la caída del primer ministro, y en Hong Kong, donde el gobierno autónomo de Carry Lam cometió el error de imponer una ley de extradición que le pidió el poder central de China. Esa ley detonó las protestas. Se intentó detenerlas retirando la ley, pero ya era tarde para lograr que las multitudes abandonaran las calles.

En Chile, Sebastián Piñera sacó el ejército ante las primeras protestas con actos de violencia, y habló de “una guerra contra un enemigo poderoso”. Los militares en la calle fueron una postal del tiempo de Pinochet y actuaron como nafta sobre el fuego.

Después anuló los aumentos que provocaron las protestas pero no hubo vuelta atrás. Cuando amainaron un poco, Piñera apreció en cámara con un discurso que volvió a ser nafta sobre el fuego. Primero describió todas las concesiones que había hecho para que cedan las protestas, dejando para la parte final, que fue la más prolongada y subrayada por el propio presidente, el anuncio del endurecimiento de las leyes contra los actos violentos en las protestas. Fue otro negligente baldazo de nafta al fuego, por eso el día siguiente fue mucho más violento.

De todos modos, que la oposición no esté ayudando más al apaciguamiento no es justificable, sobre todo a partir del anuncio del martes a la noche. En ese mensaje, a pesar de haber comenzado anunciado el refuerzo de los carabineros, reafirmó su compromiso con una reforma de la Constitución. Una oferta que, objetivamente, no puede ser minimizada. Esa reforma podría posibilitar la gratuidad en la educación de excelencia que es uno de los instrumentos que mantienen la desigualdad social.

La oposición puede aportar a esas correcciones profundas que necesita el modelo chileno, o puede apostar a que la creciente represión convierta a Piñera en dictador, o que las protestas y la violencia terminen obligándolo a renunciar.




martes, 20 de junio de 2017

Sin Chile, "hubiéramos perdido la guerra" de Malvinas… @dealgunamanera...

Militar británico: Sin Chile, "hubiéramos perdido la guerra" de Malvinas…

El oficial de la fuerza aérea británica (RAF) Sydney Edwards, autor del libro "My secret Falklands War" sobre la guerra de las Malvinas, en entrevista con la AFP en Letchworth, Inglaterra, el 10 de julio de 2014.

Sin ayuda de Chile "hubiéramos perdido la guerra" de las Malvinas, dice a la AFP, sin asomo de duda, Sidney Edwards, oficial de la fuerza aérea británica (RAF), que en 1982 viajó a Santiago con la misión de conseguir el apoyo del régimen de Augusto Pinochet.


© Escrito por Alfons Luna el viernes 11/07/2014 y publicado por la AgenceFrance-Presse de la Ciudad de París, Francia.

Edwards, vicecomodoro en la época, ha escrito un libro de memorias sobre su experiencia en Chile, "My Secret Falklands War", que se publicará, de momento sólo en inglés, a finales de julio.

"Hubiéramos perdido la guerra" porque "no hubiéramos podido responder a los ataques aéreos que lanzaban los argentinos si no hubiéramos sabido cuándo iban a producirse", explica Edwards, de 80 años, en un café de Lectchworth, el pueblo a media hora de Londres en el que reside.

La estación de radares de Punta Arenas, en el sur de Chile, se reveló como una herramienta preciosa para los británicos, "porque nos avisaban cuando los cazas argentinos dejaban sus bases en el sur de Argentina" y permitían enviar a los aparatos británicos a su encuentro lejos de la flota británica.

"La alternativa hubiera sido montar patrullas aéreas bien lejos de la flota. Eso es extremadamente costoso", no sólo financiéramente, sino en términos de desgaste para los pilotos, "y además no hubiéramos podido hacerlo con el pequeño número de aviones que teníamos en los portaaviones".

Edwards llegó el 14 de abril de 1982 a Santiago con una carta de presentación de la RAF y la misión de lograr, y coordinar luego, el apoyo del régimen chileno.

El 2 de abril, Argentina, gobernada también por una dictadura militar, había invadido las islas del Atlántico Sur, sobre las que reivindica su soberanía, dando inicio a un conflicto que duraría casi dos meses y medio y acabaría con su derrota.

Edwards, elegido entre otros motivos por su buen español -había estado destinado en la embajada en Madrid- tenía claro que para conseguir sus objetivos debía cortejar al general Fernando Matthei, comandante de la fuerza aérea, con supuestas simpatías anglófilas, y miembro de la junta militar que gobernó el país entre 1973 y 1990.

La misión era secreta, y ni siquiera en la embajada británica sabían qué motivo exactamente había traído a Edwards a Santiago.

"Nunca había estado en Sudamérica, mucho menos en Chile, y esperaba una especie de lugar polvoriento, mexicano, de cow-boys, como los que había visto en las películas del oeste cuando era un niño. Me asombró encontrar una ciudad próspera y moderna, con estándares europeos".

"Logré una entrevista (con Matthei) el mismo día de mi llegada, tras 20 horas de vuelo".

Los chilenos aceptaron ayudar en secreto -un secreto a voces que se confirmaría con la desclasificación en 2012 de los documentos británicos de la guerra- y a cambio se les daría para siempre el material militar que necesitaban.

"Nunca me reuní con Pinochet, fue deliberado. A menudo estuve en el mismo edificio que él, hablando con Matthei, salía al pasillo y ahí estaba Pinochet. Fue una estrategia deliberada, (el apoyo) no hubiera ocurrido sin su aprobación. Pero [Pinochet] quería una salida por si algo iba mal, poder decir 'no sabía qué estaba haciendo Matthei".

"Matthei asumió un gran riesgo, pero lo hizo por su país, porque sabía que si los argentinos ganaban aquella guerra, luego querrían las islas del canal de Beagle", objeto en ese entonces de fuertes fricciones entre los dos países sudamericanos, "y eso hubiera sido otra guerra".

"Lo que hizo Chile no sólo nos ayudó a nosotros, sino que evitó otra guerra en Sudamérica", asegura Edwards.

- El enemigo de mi enemigo es mi amigo –

Apoyarse en un régimen brutal como el chileno no le supuso ningún conflicto al oficial británico. "El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Tengo mi propia opinión sobre las dictaduras y los derechos humanos, pero me las guardo. Uno lucha en una guerra con todo lo que tiene a mano. Ellos empezaron la guerra, pero nosotros teníamos que ganarla", afirma.

Años después, en 1998, Pinochet fue detenido en Londres a demanda de la justicia española y Margaret Thatcher, la primera ministra en la época de la guerra, salió encendidamente en su defensa.

Thatcher "sabía lo que los chilenos habían hecho por nosotros pero no podía decirlo, porque la información estaba clasificada. Yo pensaba, 'si la gente supiera...'. El motivo por el que ella" defendió a Pinochet con uñas y dientes "era saldar una deuda de honor, porque les debíamos mucho a los chilenos".

Edwards fue condecorado con la Orden del Imperio Británico pero no en la lista de honores de la guerra de las Malvinas, para preservar el secreto.

Del final de la guerra, recuerda la fiesta en el club nocturno Las Brujas, en Santiago. "Era un lugar muy popular, quedamos ahí y nos lo pasamos muy bien. Los chilenos estaban muy contentos, era casi como si hubieran ganado ellos la guerra. En realidad la ganaron, supongo".



martes, 18 de abril de 2017

Murió Carlos Slepoy Defensor de los Derechos Humanos... @dealgunamanera...

Murió Carlos Slepoy, el abogado que quiso juzgar los crímenes del franquismo…

Carlos Slepoy falleció a los 68 años. Foto: Diario El País de Madrid, España.

Fue reconocido en el mundo entero por su labor relacionada a la defensa de víctimas de las dictaduras en Argentina, Chile, Guatemala y España.

© Publicado el lunes 17/04/2017 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Carlos Slepoy, abogado que dedicó su vida a la defensa de las víctimas de las dictaduras argentina, chilena, guatemalteca y española, falleció hoy a los 68 años. El deceso se produjo en parte por las secuelas sufridas luego de que un policía le disparara un tiro por la espalda en 1982 en una plaza de Madrid, donde se había acercado a defender a unos chicos, según consigna el diario El País de España.  

Slepoy fue reconocido en el mundo entero por su labor relacionada a la defensa de los derechos humanos. En 2007 participó en la acusación contra el dictador Jorge Rafael Videla y otros militares argentinos. También asistió a familiares de víctimas de los vuelos de la muerte y niños robados en la última dictadura. Poco después fue parte de la causa contra Augusto Pinochet en Chile.

Desde 2010 impulsó la querella argentina para juzgar a los crímenes del franquismo, haciendo un llamado a los familiares de más de 113.000 desparecidos para que denunciaran. 

Nacido en Buenos Aires, cruzó el océano en 1979. Antes de abandonar el régimen de facto de Videla y exiliarse en España, había perdido varios compañeros y había sido detenido, torturado y encarcelado.