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lunes, 21 de noviembre de 2016

Malvinas es conflicto, no hipótesis… @dealgunamanera...

Malvinas es conflicto, no hipótesis…


La cuestión Malvinas es para los argentinos una causa nacional, un sentimiento aglutinante, al margen de comprensibles posiciones partidistas o ideológicas, y exento de pasiones emocionales.

© Escrito por Martín Balza (*) el jueves 10/11/2016 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las irredentas islas fueron usurpadas en 1833 por la tercera invasión inglesa, a pesar de que en 1825 en Buenos Aires se había firmado con el Reino Unido el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación. En 1845, la armada de la Rubia Albión intentó, mediante la cuarta invasión, avanzar sobre nuestro país (combate de la Vuelta de Obligado). El resto es historia reciente y la disputa por la soberanía de las Islas no ha sido modificada.

Lamentablemente, errática y sin resultados ha sido la política diplomática —tanto la de seducción a los isleños o la de agresión inconducente a Londres— por parte de nuestro país en los últimos 25 años. Mientras parlamentarios británicos periódicamente visitan países, particularmente latinoamericanos, exponiendo sus pseudoargumentos, es preocupante la ausencia de nuestros legisladores —de distintos signos políticos— para reiterar el apoyo que nos brindan y enfatizar que Malvinas es una Causa Nacional y no la de un Gobierno de turno, como me consta que aducen los británicos en sus visitas.

El Reino Unido desoye reiteradamente a la comunidad internacional y, como se ha evidenciado, su recurrente proceder ha sido la militarización de una zona de paz como era el Atlántico Sur. Clara visión imperial del mundo en la que el control militar de estratégicos recursos naturales es determinante.

En 2010, la nueva Revisión de la Seguridad y Defensa Estratégica británica enunció como objetivo para la Base Aeronaval Malvinas el contar con un centro de apoyo para el despliegue militar británico a escala mundial. Esa es la causa de los periódicos ejercicios de combate en la zona, que recibieron el rechazo de diversos foros regionales y birregionales. El invocar que lo hace para defenderse de un ataque argentino es algo disparatado, y el Reino Unido no lo ignora, como tampoco ignora nuestra vocación por la Paz.

Casi 25 años operando juntos en Chipre argentinos y británicos, en una misión de Mantenimiento de la Paz (UNFICYP, por sus siglas en inglés), en el marco de la ONU, así lo demuestra; como también nuestra predisposición para colaborar en la identificación de los 123 soldados enterrados en Darwin, y en el desminado remanente del conflicto armado. No puedo omitir señalar mi reconocimiento a la profesionalidad e hidalguía del soldado británico.

Malvinas constituye para el Reino Unido —miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU— no una hipótesis de conflicto, sino un conflicto. También debe serlo para nosotros, pero ambos países descartamos totalmente una hipótesis de guerra. La solución del diferendo demandará mucho tiempo. Recurrentemente el Reino Unido impone condiciones inaceptables para las negociaciones bilaterales, como por ejemplo el “deseo” de los isleños —ciudadanos británicos— trasplantados por ellos mismos a las Islas, por lo que no se trata de un pueblo originario, e ignoran nuestro compromiso de respetar sus intereses y modo de vida.

Nuestra política exterior debe evitar marchas, contramarchas e inconsistencia en el tratamiento de diversos temas sensibles. En particular, respecto de la Causa Malvinas, se debe priorizar en todos los foros internacionales con firmeza, coherencia y respeto nuestros inobjetables argumentos históricos, geográficos y jurídicos, sustentados por el sólido alegato del Embajador José M. Ruda de 1964, que motivó la resolución 2065 (xx), emitida, al año siguiente por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Fue aprobada por abrumadora mayoría; respecto de ella el propio Reino Unido no pudo oponer un voto negativo. Este fue uno de los mayores éxitos de la diplomacia argentina.

Así, es condicionante vital la consolidación de un frente interno despojado de estériles posturas ideológicas, partidistas o, peor aún, electoralistas. Siempre es útil y también relevante para nuestra clase dirigente saber rodearse de asesores prudentes y altamente capacitados en el tema Malvinas, y en otros casos sensibles y vulnerables; por ejemplo, el desprotegido litoral marítimo de 5.000 km caracterizado por su riqueza ictícola y energética, y un espacio geopolítico —joya de materias primas y recursos naturales— vacío y también desprotegido, como lo es nuestra Patagonia. Para incidir en lo expresado, la Argentina deberá fortalecer su capacidad de disuasión, negociación y seguridad, que impone, entre otros aspectos, un real —y actualmente inexistente— sistema integrador de defensa nacional, en torno a definiciones, objetivos y misiones concretas que abarquen a las tres Fuerzas Armadas y a otros factores del poder nacional.

Ello excede los tiempos de cualquier gobierno, requiere continuidad y una mirada desideologizada, garantizada mediante un compromiso de las principales fuerzas políticas.

Ese será el mejor reconocimiento y homenaje a nuestros caídos en el absurdo conflicto de 1982, que llevó a un país periférico —y desprestigiado internacionalmente por la violación de los derechos humanos— a un enfrentamiento con una potencia nuclear que contaba con el apoyo de los Estados Unidos.

(*) Martín Balza fue jefe del Estado Mayor del Ejército y embajador en Colombia y Costa Rica. Es Veterano de Malvinas.




domingo, 17 de febrero de 2013

Promesas incumplidas... De Alguna Manera...

Sin consenso...
Timer Man. Dibujo: Pablo Temes.

Promesas incumplidas. Además de desventajoso, el acuerdo con Irán muestra un estilo político.

Cuando en su preciso artículo del 26 de marzo de 2011, con pelos y señales, Pepe Eliaschev denunció en las páginas de PERFIL las negociaciones que, sobre el atentado contra la AMIA, mantenían el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el de Mahmoud Ahmadinejad, muchos se resistieron a creer que eso fuera verdad. El canciller Héctor Timerman, con su desmesura habitual, lo tildó de pseudoperiodista. Es lo que pasa muchas veces en la profesión cuando un periodista de prestigio, con la responsabilidad y la seriedad que emana de un riguroso proceso de chequeo de las fuentes, debe dar a conocer hechos que, bajo los cánones del pensamiento lógico, resultan no sólo impensables sino inimaginables. ¿Quién podía imaginar que, luego de las claras incriminaciones hechas por la Justicia de nuestro país –repetidas por la Presidenta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas– a dirigentes relevantes del régimen de Teherán, un acuerdo entre los gobiernos de la Argentina e Irán fuera posible? Pero, como lo expresa el dicho, la realidad supera –y con creces– a la ficción y, en la Argentina, mucho más.

La defensa del memorándum de entendimiento que hizo Timerman en la Comisión del Senado fue, sencillamente, lastimosa. “Hay que terminar rápido”, fue la orden que bajó Cristina Fernández de Kirchner al jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, tal como la captaron los micrófonos desplegados en la sala donde se realizaba esa, por momentos, tumultuosa reunión. Pura obediencia debida. Seguramente, la Presidenta estaba al tanto del penoso papel que estaba haciendo su canciller que, con algunas de sus respuestas, no hacía más que confirmar los peores presagios existentes sobre el alcance y real significado del acuerdo.

Una de las claves para evaluar ese alcance y ese significado pasa por saber qué interpretación se hace de este acuerdo en Irán. La diplomacia persa, curtida en mil batallas, tiene una historia milenaria que transforma a los advenedizos en la materia –Timerman lo es, y esto no es peyorativo sino descriptivo–, en presas fáciles. Por eso es que hay que prestar atención a lo que se dice y se escribe en Teherán a fin de conocer cómo se ve allí el acuerdo. Y cuando se realiza ese ejercicio se aprecia, claramente, que entre lo dicho por el vocero de la Cancillería iraní y lo después “desmentido” por su canciller –“desmentido” al que el Gobierno argentino hizo circular profusamente a través de su red multimediática– no hay ninguna diferencia. Recordemos: el vocero de la Cancillería iraní señaló que el ministro de Defensa no sería interrogado por el juez argentino que deberá desplazarse a Teherán. Ante el revuelo que esto produjo aquí, el canciller iraní dijo que su país cumpliría el acuerdo en su totalidad. En su edición del 5 de febrero, el Tehran Times dio pistas muy precisas que permiten dilucidar todo este embrollo, al expresar, desde el vamos, que el acuerdo está en línea con la postura del gobierno de Irán.

En primer lugar, se señala allí que el memorándum de entendimiento establece que los integrantes de la comisión de la verdad “deberían llevar adelante una profunda revisión de la prueba relacionada con cada acusado” (artículo 3). Una vez completada esta revisión de la prueba, los comisionados “expresarán sus opiniones y emitirán un informe”, el cual también contendrá recomendaciones en el “contexto de las leyes y regulaciones de los dos países” (artículo 4). Es decir, que la comisión de la verdad tendrá un rol activo en todo el proceso judicial, lo cual marca una diferencia sustancial con lo expresado por las autoridades argentinas, hecho que los siguientes artículos que se detallan más abajo confirma.

Se afirma luego que el memorándum de entendimiento contempla la posibilidad –no dice obligación– de que las personas acusadas sean interrogadas en sesiones que se llevarán a cabo en Teherán, con la participación de autoridades judiciales iraníes y argentinas, a la cual se le agregará la presencia de los comisionados (artículo 5). A este respecto, se aclaran varios puntos: el primero es que estos interrogatorios no podrán realizarse hasta que la comisión de la verdad no emita su informe; el segundo es que, como los interrogatorios se desarrollarán en territorio iraní, la ley que prevalecerá, entonces, será la de Irán; el tercero es que, como consecuencia de lo anterior, un juez iraní deberá no sólo estar presente sino presidir la sesión; el cuarto es que para que el juez iraní autorice al acusado a declarar debe haber en su contra una acusación hecha por una autoridad judicial de Irán; pero como esa acusación no existe, por ende, ningún ciudadano iraní –sea o no funcionario– estará obligado a someterse al interrogatorio del juez y el fiscal argentinos.

Por si quedara alguna duda, en el artículo 8 del memorándum de entendimiento se lee que “nada en este acuerdo deberá poner en riesgo los derechos de los individuos garantizados a ellos por la ley”. Entonces, según la Constitución iraní, los ciudadanos de ese país sólo pueden ser citados e interrogados por una corte de Irán en base a pruebas sólidas.

Por todas estas razones, nadie puede entender a ciencia cierta las verdaderas razones de un acuerdo tan desventajoso para la Argentina. Una de las posibilidades que deja abierta este pacto es que los acusados, si no son condenados, pueden llegar a demandar compensaciones a nuestro país. Esto sería el colmo, pero así es como están planteadas las cosas. Todo es ilógico y las argumentaciones del Gobierno son endebles.

Por lo general, este tipo de entendimientos exige, internamente, la búsqueda de consensos entre las distintas fuerzas políticas. Son acuerdos –aquí se habla nada más ni nada menos que de un tratado– de una dimensión tal que exceden a la de un gobierno. En estas instancias, lo que se debe lograr es el establecimiento de una política de Estado. Para ello, es esencial tener una actitud amplia para entender que la opinión del otro es también valedera en asuntos tan delicados, trascendentes y dolorosos como el atentado contra la AMIA que ocurrió en la Argentina, fue hecho contra una institución argentina y causó 85 muertes de argentinos y residentes en nuestro país.

La búsqueda de esos consensos fue lo que prometió la Presidenta en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2012. El memorándum de entendimiento y la forma en que habrá de aprobarse van en el sentido exactamente opuesto a lo enunciado entonces. Nada que pueda sorprender. Esa es, al fin y al cabo, la esencia del kirchnerismo: decir una cosa y hacer exactamente otra.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 16/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 3 de febrero de 2013

La "Aventura" Argentina - Irán... De Alguna Manera...


Aventura...


Mentira, frivolidad ideológica, sumadas a algunas conjeturas chapuceras, son las claves del culebrón Argentina-Irán, que volvió a menear el Gobierno, cuya capacidad de manipulación (nobleza obliga) es inagotable. La “comisión de la verdad” anunciada por Teherán y Buenos Aires es un salto al vacío, una patraña vulgar y de corto vuelo. Tan superficial es la impronta del Gobierno, que cuando uno de los dubitativos dirigentes de la comunidad judía le cuestionó el nombre (¿acaso antes no se había buscado la verdad?), Timerman replicó “es sólo un nombre, a mí tampoco me gusta llamarme Héctor, pero es mi nombre”.

El nombre de esa comisión es un espectacular triunfo diplomático y político-cultural de Irán. Timerman, en nombre de la Argentina, admite que tras casi 19 años de investigaciones y a siete años de las imputaciones formales de 2006, recién ahora se sabrá la verdad, pero en Teherán. En su sistemática tarea de romper puentes, la Argentina ahora se enfrenta a Israel. Cede de hecho un tramo decisivo de la jurisdicción argentina a Irán, pero acusa a Israel de entrometerse en cuestiones internas. Pretende ignorar Timerman que para Israel lo relevante y específico de su misión en el mundo es proteger los legítimos intereses de los judíos de todo el planeta. Por eso, participó activamente de la emigración de un millón de judíos de la hoy desaparecida Unión Soviética en los años noventa. Lo mismo sucedió con decenas de millares de judíos de Etiopía, aerotransportados de urgencia por Israel hace ya dos décadas. El propio padre de Héctor, Jacobo Timerman, fue recibido por Israel en 1977, cuando el régimen militar que lo secuestró y torturó, lo expulsó del país, tras quitarle la ciudadanía argentina. Ahora, Hector Timerman dice que Israel no debe meterse en asuntos argentinos, pero tras la matanza de 1994 socorristas israelíes y los servicios de inteligencia hebreos vinieron a dar una mano a la Argentina. La conexión israelí con el mundo judío es el dato relevante y específico de su razón de ser. ¿Si Israel hubiese existido entre 1933 y 1945, hubiera acaecido la Shoá?

Timerman actúa con una agenda ideológica que le encanta a Cristina y con la que ella simpatiza activamente. El triunfo histórico del régimen de Irán con la Argentina es haber pateado el tema para dentro de muchos años y liberarse de la pesada responsabilidad de estar sindicado como casa matriz de la matanza. Esa es la agenda secreta y profunda. El gobierno de la Argentina ha actuado conforme a su evidente empatía ideológica; quiere sacarse de encima el asunto, propiciando condiciones para que los vínculos con la teocracia de Irán se establezcan al nivel de plena normalidad. El gran logro de Irán, calificado de anuncio “histórico” por Cristina Kirchner, no debe subestimarse, como tampoco la destreza de Timerman para confundir a segmentos de la azorada y desconcertada comunidad judía argentina.

La grandilocuencia presidencial es inversamente proporcional a la verosimilitud de sus anuncios. ¿Dónde está lo histórico? ¿En que tras diecinueve años de impunidad, producto de la metálica negativa iraní a admitir los reclamos argentinos, ahora sea en Teherán que aceptarán ser entrevistados los requeridos por la Justicia argentina? Nunca antes este país se despeñó tanto en su autoestima.

Han mentido desde el primer día. Néstor Kirchner anunció triunfalmente en julio de 2004 la aparición de 45 casetes vinculados con el ataque terrorista de 1994 que podrían tener la clave de lo sucedido. Tuvo que rectificarse. Dichos casetes no eran tales. Pero como ese día recibía a dirigentes de la comunidad judía y necesitaba hacer un anuncio, “se mandó” con la patraña, sin pestañear. Mintieron de nuevo en marzo de 2011, cuando quien firma esta columna reveló aquí que Timerman ya había acordado (bajo patrocinio del sangriento dictador sirio Bashar Al Assad) un entendimiento con Irán. Deschavado y furioso, no sólo pretendió descalificarme, sino que le mintió a Israel.

El 26 de marzo de 2011 anuncié aquí que la Argentina e Irán negociaban en la clandestinidad, desde enero de 2011, con apoyo explícito del régimen de Siria, sostenido principalmente por Teherán. Di más detalles y nuevas revelaciones el 23 de junio de 2011. El Gobierno mintió también esa vez. Escribí que “las mentiras como herramienta de Estado han sido el método predilecto del Gobierno en su zigzagueante y turbia conducta para con la comunidad judía, Israel y los organismos internacionales”.

Han sido tantas y tan formidables esas mentiras, que se ya se ha olvidado que fue la Presidente quien en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2012 proclamó que le gustaría aplicar con Irán lo que ella bautizó mentirosamente como supuesta e inexistente “doctrina Lockerbie”. Aludía con ligereza al pequeño pueblo escocés sobre el que cayó, el 21 de diciembre de 1988, un Boeing 747 de Pan Am, tras estallar a bordo una bomba colocada por terroristas envíados por el régimen libio de Muammar Gadafi, que mató a 270 personas. Gadafi entregó en abril de 1999 a dos agentes de sus servicios a la Justicia de Escocia, admitiendo la autoría libia de la matanza. Uno de ellos fue condenado a cadena perpetua en enero de 2001 por tres jueces escoceses. El juicio de Escocia a los terroristas libios se sustanció en un enclave holandés sólo para evitar peligros en una sede neutral, pero los magistrados eran escoceses y el único condenado fue encerrado en una cárcel de Escocia.

¿Por qué aceptaría ahora la gobernante teocracia de los ayatolás que jueces argentinos indaguen libremente a los imputados iraníes? Un aparato blindado y experto como el del régimen iraní, de intransigencia total con los Estados Unidos y Europa, que ha dilatado sin interrupciones sus negociaciones nucleares con el mundo, ¿se allanaría ahora mansamente a abrirse ante una Argentina intrínsecamente débil e irrelevante? Hace falta mucha y muy aldeana ignorancia, además de una enervante cuota de soberbia, para suponer que la milenaria diplomacia persa será primereada por Timerman.

Asombra que sectores de la dirigencia judía consideren natural buscar “la verdad” en Teherán. Las explicaciones que balbucean dirigentes de la DAIA son increíbles y pedestres. Entrevistado por Julio Blanck en TN, Julio Schlosser, el titular de la DAIA, alineado con el Gobierno, se defendió infantilmente, “¿Con quién quieren que me siente a negociar, con Suecia? ¿De qué me sirve?”. La Argentina no saldrá indemne de esta aventura y los responsables, comunitarios y nacionales, de este fraude algún día deberán dar explicaciones.

© Escrito por Pepe Eliaschev (@peliaschev) el sábado 02/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 27 de enero de 2013

1945 - 27 de Enero - 2013... El Holocausto a 68 años... De Alguna Manera...


Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto…


El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 60/7 decide que las Naciones Unidas designen el 27 de enero Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Tras la aprobación de la resolución, el Secretario General de las Naciones Unidas describió este día especial como "un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar".


Los horrores de la segunda guerra mundial dieron lugar a la creación de las Naciones Unidas. El respeto de los derechos humanos de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es uno de los mandatos fundamentales previstos en su Carta. Al inaugurar el Museo de la Historia del Holocausto en Yad Vashem (Israel) en marzo de 2005, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, recordó que "la repulsa al genocidio, al asesinato sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de Derechos Humanos". 

El Secretario General agregó que "las Naciones Unidas tienen la responsabilidad sagrada de combatir el odio y la intolerancia. Si las Naciones Unidas no están a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo y otras formas de racismo, niegan su historia y socavan su futuro".

El 27 de enero fue elegido para conmemorar el Día Internacional de Recordación del Holocausto porque en esa fecha, en 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau (Polonia). Varios países conmemoran ya este día para recordar a las víctimas del Holocausto.

© Fuente de información: http://es.wikipedia.org