Mostrando las entradas con la etiqueta Amor. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Amor. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de mayo de 2018

¿Cómo ayudar a una persona "tóxica"?... @dealgunamanera

¿Cómo ayudar a una persona "tóxica"?


En 1995 salió a la luz un libro que cambiaría la manera en que las personas entienden y asumen las relaciones interpersonales más cercanas. En ese libro, obra de Lillian Glass, especialista en comunicación interpersonal y lenguaje corporal, se hacía referencia el término “personas tóxicas”.


© Escrito por Jennifer Delgado Suárez y publicado el martes 17/10/2017 por Rincón de la Psicología  

A partir de ese momento el concepto de personas tóxicas se popularizó para indicar a todos aquellos cuyo estilo relacional resulta dañino para los demás, ya sea porque recurren a la manipulación emocional, son excesivamente críticos o tienen actitudes egocéntricas y narcisistas. 

El principal problema es que todos somos personas tóxicas en ciertas circunstancias, nadie está a salvo de estos comportamientos. Por eso, si bien es cierto que en algunos casos no queda más remedio que alejarse de esos contextos de interacción, para proteger nuestro equilibrio psicológico, no es menos cierto que el primer paso siempre debería ser intentar ayudar a la persona tóxica.

¿Cómo ayudar a una persona tóxica a desarrollar una actitud más asertiva? 

1. Escúchale, de verdad

Todos necesitamos ser escuchados, sentir que existe alguien que se preocupa realmente por lo que nos sucede y saber que podemos contar con una persona que no nos criticará. De hecho, en algunos casos detrás de esa “toxicidad” se encuentra una actitud defensiva, el miedo al rechazo y la sensación de soledad.

Por eso, para ayudar a una persona tóxica a menudo hay que aprender a escuchar, no debemos centrarnos en sus palabras sino en lo que estas esconden, en lo que no se dice pero está latente. Se trata de una escucha activa en la que nos hacemos depositarios de sus miedos y preocupaciones, para brindarle un alivio momentáneo y aligerar sus tensiones.

2. Relaciónate desde el amor y la comprensión

Las personas tóxicas suelen tener tras de sí una historia difícil, normalmente han tenido que vivir experiencias adversas que han moldeado su personalidad y las han convertido en lo que son hoy. Por supuesto, no se trata de una excusa para soportar sus desplantes y críticas, pero a veces estas personas solo necesitan saber que el mundo no es tan gris como piensan.

Debemos recordar que calificar a alguien como “tóxico” ya implica juzgar y puede hacer que la persona se sienta atacada. Sin embargo, no se puede juzgar a nadie si antes no hemos caminado con sus zapatos, dice un proverbio budista. Al contrario, la aceptación y el amor pueden obrar milagros. Para ello debemos tomarnos el tiempo necesario para conectar con esa persona, conocer sus experiencias de vida y comprender cómo impactaron en ella.

3. Aconseja solo cuando te lo pidan

Uno de los peores errores que podemos cometer si deseamos ayudar a una persona tóxica consiste en dar “lecciones de moral”. A nadie le gusta que le den consejos cuando estos no son solicitados porque los asumimos como una intromisión y lo usual es que nos pongamos a la defensiva. 

Por tanto, lo más inteligente es esperar el momento oportuno, y dar consejos valiosos que no encierren juicios de valor en el momento en que la persona pida nuestra opinión. Además, es importante elegir sabiamente las palabras porque las personas tóxicas a menudo son muy sensibles y fácilmente irritables.

4. Evita las críticas y la culpabilización

Culpabilizar implica atribuirle toda la responsabilidad de la situación problemática a la persona tóxica. Sin embargo, debemos recordar que en toda relación interpersonal hay dos partes, por lo que, de cierta forma, nosotros también estamos contribuyendo a mantener ese equilibrio malsano. 

Lo mejor para todos es asumir una actitud madura y positiva evitando las críticas y la culpabilización de cualquiera de las partes. Por ejemplo, no es lo mismo decir “estoy harto de tu manipulación, eres una persona tóxica” a “cuando adoptas esa actitud me siento mal, me gustaría que habláramos para solucionarlo”. De esta forma no atacas a la persona sino que pones el énfasis en su comportamiento y te implicas en una posible solución. Nadie es simplemente una "persona tóxica", todos somos seres humanos complejos con múltiples facetas, algunas más oscuras y otras más luminosas.

5. Anímale a buscar ayuda psicológica

En algunas ocasiones la mejor manera para ayudar a una persona tóxica consiste en animarle a que se ponga en manos de un psicólogo. Debemos tener en cuenta que por muy buenas intenciones que tengamos, a veces nuestra ayuda puede causar más daño que bien o incluso puede hacer que carguemos con un peso que no podemos soportar ya que no tenemos las herramientas psicológicas adecuadas. En esos casos, lo mejor es animar a la persona a pedir ayuda psicológica.

Es importante que no presiones a la persona sino que aproveches los momentos de insight en los que reconoce que algo no funciona bien, para proponerle la idea. También ayuda hacerle comprender que el psicólogo no es un profesional que se limita a atender las psicopatologías sino que puede ayudarnos a superar ciertas dificultades en la vida o a sacar la mejor versión de nosotros mismos. Convencer a alguien para ir al psicólogo no siempre es fácil, pero el resultado suele valer la pena.



martes, 26 de enero de 2016

Hay que tener un amante… @dealgunamanera...

Hay que tener un amante…


Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

© Publicado el domingo 04/08/2013 por La brújula del cuidador

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.

Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: “Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno.

Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan, es un amante…

Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto.

Están las que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica! Y también están las que escandalizadas se despiden y no vuelven nunca más.

A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición: Amante es: “Lo que nos apasiona”. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces, no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.

A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby… En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta del triste destino de durar.

¿Y qué es durar? – Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.

Por favor no te empeñes en durar, búscate un amante, se vos también un amante y un protagonista… de la vida. Pensá que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie.

Lo trágico, es no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante…

La psicología después de estudiar mucho sobre el tema descubrió algo trascendental: “Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida”.






lunes, 17 de agosto de 2015

Las ocho preguntas del amor… @dealgunamanera...

Las ocho preguntas del amor… 


Un sitio promete dar con la pareja perfecta de cada una de las personas que respondan el test.

Bajo la creencia platónica de que existe una y sólo una persona ideal para cada uno, el sitio 8^8 ofrece una supuesta fórmula perfecta de matching para dar con nuestra alma gemela esté donde esté.

Se trata de un portal de encuentros que aplica una ecuación estadística (8 a la 8 hablando de potenciación) traducida en un test de ocho preguntas que vienen, a su vez, con ocho respuestas ya determinadas -de ahí la expresión numérica que da el nombre al sitio- que son el camino para encontrar a nuestra media naranja. No hay margen de error: si alguien responde lo mismo que uno, entonces, estamos hablando de dos personas que pueden amarse.

Acá no hace falta autodescribirse como en Badoo, ni tampoco indicar el barrio donde trabajamos como nos pide Tinder, lo distinto del sitio 8^8 es el sistema que sintetiza ciertos rasgos clave de la personalidad para descubrir con qué otro sos compatible.

Puede sonar poco creíble, pero con probarlo no se pierde nada. Ni siquiera hace falta registrarse, lleva cinco minutos de reloj y se ocupa del resto y hasta quizás te consiga al compañero de tu vida.

© Publicado el lunes 17/08/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 8 de enero de 2012

El amor en tiempos de Internet... De Alguna Manera...

El amor en tiempos de Internet...


Cómo son las separaciones 2.0. Cortar o empezar relaciones, a un click de distancia.

“No estoy preparada para darle unfollow” sentenció Marina, a la vez que entraba al muro del Facebook de Lucio y revisaba con angustia, el álbum de fotos que databa de hacía 2 meses atrás ante cada foto que los había retratado, aún felices, en Mar de las Pampas. No le bastó tirar cartas de amor, fotos, devolver fotos y algún que otro cd, y dar un portazo.

El registro virtual de su historia de amor de 8 meses la acosaba en cada red social que habían compartido. Desde el inicio, ya que así se habían conocido, siendo dos alias digitales anónimos. Entre tweet y tweet, compartieron hashtags, luego pasaron al muro de Facebook, luego a los mensajes privados, mientras ella estudiaba para la facu y él estaba desempleado.

El primer encuentro a ciegas, fue esperado no solo por Marina y Lucio sino por todo el timeline compartido de seres extraños, pero que habían vivenciado el histeriqueo desde la comodidad de sus pantallas, con espíritu voyeurista. Nada más entretenido que la nueva novela de la tarde en formato 2.0.

Todo concluyó cuando él consiguió trabajo y empezó a frecuentar más a su nuevo grupo de amigos y a los happy hours de oficina que a la PC.

Lentamente, luego del abrupto corte, Marina inicio una investigación cercana al “stalkeo”. Fueron fallidos sus intentos de hackear sus contraseñas. Revisaba su muro cotidianamente y cualquier mención o nueva amistad femenina en facebook alimentaba su angustia, sobre todo si venía acompañado de una foto de perfil voluptuosa…

Ante cada nuevo tweet de @lucio45, la sola presencia de su avatar en el timeline le paralizaba el corazón: sin embargo tampoco podía tomar la decisión de borrarlo, en una acción más masoquista que valiente.

Se empezó a hacer costumbre tener que acompañarla para ir a chequear los lugares donde Lucio hacía check-in en foursquare, aún cuando no estábamos de acuerdo. Armó una columna especial para él en el Tweetdeck donde tenía su search actualizado a cada momento. La peligrosa stalker en la que se había convertido y la creciente obsesión nos hizo alertarla y pedirle que lo borre de sus redes, y así retome no solo su vida, sino también su dignidad y salud mental.

No importaba si lo leía en TW, Facebook, si escondía el blackberry para no llorar ante la lectura de los viejos sms, que aún guardaba. Lucio estaba grabado a fuego en su cabeza y en su corazón, el objeto de su obsesión.

Cualquier duelo es un proceso de desenvestidura libidinal, es decir, cada recuerdo o vivencia, tienen una intensidad en nuestra cabeza y en nuestro corazón porque están cargados afectivamente, y es el duelo el proceso inverso de esta carga. Los vamos “descargando de afecto”, por decirlo simple, y el proceso de quita de este afecto, recuerdo por recuerdo, es doloroso.

Al registro físico, mnémico y material de la existencia de un amor, hoy se le suma un nuevo compendio de evidencias: el digital. La tentación de “saber” está al alcance del mouse. Y el duelo no por ello es “virtual”. Por el contrario el duelo es muy real, y las nuevas herramientas no solo dan la posibilidad sino que exacerban el morbo y el poder fisgonear qué es o en qué anda ese ex del cual nos despedimos hace mucho o poco. 

Si antes tener “amigos en común” que te pudieran vincularse con un ex era un problema, hoy las amistades en común las brinda la misma tecnología.

¿Y Marina?. Recién después de 6 meses, Marina empezó a olvidarse de chequear su TL diariamente y torturarse con las fantasías que le generaba Facebook dejaron de tener sentido.
Otras cosas ocuparon su cabeza. Un buen día escribió el tweet: Adiós.

Al fin quitó la pesada carga afectiva al último recuerdo, vió que no valía la pena cambiar su user y apretó unfollow, pero no en su timeline, sino en su cabeza.

Porque también es un click en la mente lo que nos libera de estar pendientes de alguien.

© Escrito por Carla York (*) y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 8 de Enero de 2011. (*) Carla York es psicóloga y autora del blog Deja correr el río