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sábado, 22 de diciembre de 2018

Gustavo Alfaro: el hombre que no supo callar… @dealgunamanera...

Gustavo Alfaro: el hombre que no supo callar…

Gustavo Alfaro, en sus días de Huracán. (Marcelo Carroll)

El entrenador prometió continuidad y proyectos en Huracán. Ofreció su palabra y firmó un contrato. No cumplió. Decidió irse a Boca.

© Escrito por Waldemar Iglesias el viernes 21/12/2018 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


En la última conferencia de prensa de la pasada Superliga, tras el 3-3 frente a Boca, Gustavo Alfaro ofreció un puñado de palabras que tenían como inequívoco destinatario a Ariel Holan, el técnico de Independiente, quien durante la semana previa a la fecha final les había abierto las puertas a las suspicacias.

Expresó el entonces entrenador de Huracán: "Uno tiene que ser prudente con sus declaraciones. Hemingway dijo que el hombre necesita dos años para aprender a hablar y 60 para aprender a callar. A veces hay que aprender a callarse la boca".

En días más recientes, en La Quemita que ya no será su hábitat frecuente, en una entrevista con Clarín, analizó en detalle al fútbol argentino. Se quejó de que en la AFA y en algunos clubes no hay proyectos ni se respetan los contratos; que desde sus tiempos en Atlético de Rafaela él había aprendido a honrar la palabra empeñada; y sentenciaba que eso no era moneda corriente en este tiempo y en este fútbol. También dijo entonces que en Huracán había encontrado su "lugar en el mundo"

En su más cercana aparición pública, el jueves 14/12, tras el 0-0 de Huracán ante Argentinos que dejó a su equipo en el cuarto lugar de la Superliga, le preguntaron respecto del interés de Boca por contratarlo. Respondió: "No me moviliza para nada. Me genera orgullo por un lado y me reafirma las convicciones por el otro. Pero ahí termina".
No terminóAlfaro, cuyo contrato con Huracán finalizaba el último día del próximo junio, será el entrenador de Boca a partir del 3 de enero. Fin para el proyecto que venía liderando en el Globo de NewberyFin de la palabra empeñada.


Alfaro, valioso profesional, tiene todo el derecho de cambiar de club, de irse al lugar que más le guste en su condición de trabajador del fútbol. Pero corresponde aclararlo: a partir de ahora, sus enunciados y sus críticas a dirigentes y a pares quedarán deslegitimados por los hechos que lo desmienten.   
O, quizá, dentro de cuatro años, cuando cumpla los 60, Alfaro le dará la razón a la frase de Ernest Hemingway. Y aprenderá a callar...

Comunicado Oficial de la Comisión Directiva sobre el alejamiento de Gustavo Julio Alfaro.


Fueron 72 horas muy intensas, con un final que no esperábamos ni deseábamos.
Fue muy importante para Huracán el proceso y los resultados de la etapa de Gustavo Alfaro como DT.

Esta Comisión Directiva está muy satisfecha con ello, pero también está muy desilusionada con el desenlace.

A veces pareciera que los que están siempre obligados a respetar los contratos son solo los clubes…

No es la primera vez en la que nos vamos a sobreponer a circunstancias adversas, ojalá sea la última.

Nobleza obliga admitir que en estos momentos los socios están comprometidos, los hinchas están comprometidos, los jugadores están comprometidos y los trabajadores del club están comprometidos tanto como nosotros en seguir creciendo, y este entrenador tuvo mucho que ver con esto. Pero se cerró un ciclo y ahora se abre otro.

En los próximos días definiremos sobre el nuevo técnico, sobre la nueva pretemporada y sobre los nuevos refuerzos; para afrontar nuevos desafíos.

Gracias a los socios por seguir confiando.

© Comisión Directiva del Club Atlético Huracán 22/12/2018


Nos dejó cuartos en la Superliga.

Nos dejó en la fase de grupos de la Copa Libertadores.

Nos dejó un promedio que tranquiliza.

Nos dejó un plantel con notables jugadores.

Nos dejó un estilo de conducción de equipos de trabajo.

Nos dejó su modo de entender este juego.

Nos dejó palabras que fueron comprendidas, compartidas y comprometidas.

Nos dejó.


© Fernando Moroni 22/12/2018



viernes, 3 de abril de 2015

Boca Juniors - Huracán... Aquel duelo de 1924... @dealgunamanera

Boca-Huracán y el recuerdo de la definición más larga de la historia...


Boca y Huracán se enfrentarán el domingo en Parque de los Patricios. En 1924, cuando disputaban el clásico de la Asociación Argentina, llegaron a jugar cuatro finales a lo largo de 43 días para determinar al campeón del año anterior.

Aquella impronta de clásico parece ahora desdibujada. Los tropiezos frecuentes de Huracán (con cuatro descensos en los últimos 29 años y 13 temporadas en el Nacional) y las impresionantes rachas de Boca en el duelo (el Globo de Newbery estuvo tres décadas sin ganarle en La Bombonera y lleva 21 años sin vencerlo en el Palacio Ducó) fueron deshaciendo aquella rivalidad que tuvo varios hitos relevantes en su recorrido, sobre todo en los años veinte, con la definición más larga de la historia como episodio más significativo.

En aquel tiempo Boca y Huracán, protagonistas centrales de la época, disputaban una suerte de superclásico. Luego de la escisión de 1919, en el fútbol argentino se formaron dos asociaciones: la Asociación Argentina (la oficial, afiliada a la FIFA) y la Asociación Amateur. En la primera competían como principales referentes Boca, Huracán y Estudiantes; en la segunda, Racing, River, Independiente y San Lorenzo. En esos días, cada partido entre los de la Ribera y los de Parque de los Patricios -vecinos del Sur de la Ciudad, en definitiva- tenía sensación de enfrentamiento trascendente, decisivo.

No era casual esa relevancia: allí participaban varios de los mejores exponentes del fútbol de ese tiempo y de la historia. Figuras paradigmáticas como Guillermo Stábile (Botín de Oro del primer Mundial), Domingo Tarasconi, Roberto Cherro (durante muchos años máximo anotador histórico de Boca), Cesáreo Onzari (fundador del gol olímpico) y Américo Tesoriere (uno de los grandes arqueros de todos los tiempos), Pablo Bartolucci (creador de La Palomita), entre otras figuras de Selección.

Se enfrentaron por primera vez en 1914, un año después que el River-Boca y un año antes que el San Lorenzo-Huracán. La cita inaugural sucedió en Parque de los Patricios, ahí en el límite con Pompeya: se jugó el 9 de agosto y Boca se impuso 2-1. Desde entonces, en el amateurismo, jugaron 22 veces: 11 victorias xeneizes, 7 empates y 4 triunfos de Huracán.

En esos años veinte, Boca y Huracán resultaron los más campeones de la década, con cuatro títulos de Liga cada uno. Boca festejó en 1920, 1923, 1924 y 1926; y Huracán se consagró en 1921, 1922, 1925 y 1928. La rivalidad se edificó, sobre todo, entre 1919 y 1926, tiempos de escisión. Entonces compartían todos los años la pelea por el título de la Asociación Argentina. No se trataba de un tiempo cualquiera: el fútbol del Río de la Plata era, claramente, el mejor del mundo. Así lo corroboraba cada contacto internacional que sucedió entonces: Juegos Olímpicos, Copas América, giras de clubes como la de Boca en 1925, amistosos.

El Mundial de 1930, con Uruguay y Argentina en la final, fue la consecuencia más notable y más visible. En aquel contexto, Boca y Huracán eran los más campeones de este lado de la Orilla. Del otro lado, la gloria se la repartían Nacional y Peñarol. Algo así como los cuatro reyes de ese fútbol que parecía inmejorable.

En ese recorrido hubo un episodio definitivo: la definición de 1923. Se trató de una temporada con irregularidades y con un desenlace que rozó el escándalo: Huracán tenía todo para ser tricampeón, ese privilegio que sólo Lomas, Alumni, Racing y River consiguieron en el fútbol argentino. El equipo había sumado 51 puntos en 29 partidos. Y Boca, el archirrival, también tenía 51, pero un partido más. El tercero, Sportivo Barracas (valioso protagonista de Primera en aquel tiempo), ya se había quedado sin chances. La Asociación Argentina tomó una decisión polémica: decidió que se jugara un desempate entre ambos equipos.

Entonces, entre marzo y abril, se disputaron cuatro finales. La primera serie de ida y vuelta, en la cancha de Sportivo Barracas (el principal escenario de la época), finalizó con un triunfo para cada uno (3-0 Boca; 2-0 Huracán). El tercer partido se disputó en GEBA, ahí en Palermo: hubo empate sin goles tras 120 minutos de juego. Por último, el 27 de abril, otra vez en Sportivo Barracas, Boca se impuso 2-0, con dos goles de Alfredo Garasini. Y fue campeón luego de 390 minutos y 43 días de la definición más extensa de la historia del fútbol argentino.

© Escrito por Waldemar Iglesias el viernes 03/04/20156 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 14 de marzo de 2015

San Lorenzo-Huracán, una pulseada de barrio... De Alguna Manera...

El clásico...


Los viejos rivales volverán a enfrentarse luego de cuatro años. Los dos presidentes, en nombre de una cita en paz, cuentan sus sensaciones de hoy, de ayer, de siempre
.

Un hincha se lo dice al oído, casi en secreto: "¿Vos sabés cómo se llama esta esquina?" Matías Lammens, presidente de San Lorenzo, se ríe. Y dice, con esa experiencia en la comunicación forjada más en los barrios del sur que en el Nacional Buenos Aires: "Sí, ya sé quemero. Se llama Homero Manzi. Pero es nuestra...". La escena sucede en San Juan y Boedo, territorio de celebraciones azulgranas. Es la antesala del regreso del Clásico de Barrio más grande del mundo, que se disputará mañana, luego de cuatro temporadas.

-¿Cómo se construye un clásico en paz?
Lammens: -El que sea un clásico tan porteño lo dota de, además de rivalidad, de cercanía. Somos vecinos, amigos. Como ningún otro clásico, este ha conservado lo barrial. Tal vez sólo suceda en Rosario, pero esta es la ciudad más grande del país y este clásico es un clásico de vecinos. A la vez, tiene dimensión nacional por la importancia de los dos equipos. Esto de la rivalidad y la no enemistad tiene que ver con eso, con que el domingo a la noche habrá muchos hinchas de San Lorenzo y Huracán que estén comiendo juntos.
Nadur: -Tengo amigos, conocidos que son de San Lorenzo. Estamos todos unidos, siempre, incluso en la familia tengo hinchas de San Lorenzo aunque algunos ya no lo son tanto; seguro también le pasa a Matías, que nuestros afectos se inclinen un poco más por nuestro equipo por el lugar que tanto él como yo ocupamos. Compartimos la zona, los barrios de la ciudad de Buenos Aires. No somos enemigos; acá hay dos semanas -una antes y una después del partido- donde vivimos con las cargadas y el folclore. Dentro de los estadios hubo muchas veces comportamientos no deseados, pero somos sólo adversarios, los más importantes de la ciudad.

-El clásico no se juega hace cuatro años. ¿Cuáles son sus últimos recuerdos en los San Lorenzo - Huracán?
Lammens: -El que jugamos en cancha de Huracán, el del debut de (Félix) Orode (NdeR: un 2-0 en el Ducó con goles de Torres y Civelli). La pasamos mal, pero mal en serio. Estaba en la popular con mis amigos y tiraron gases lacrimógenos, quedamos como enfrascados y no había aire, por lo que mucha gente se tuvo que ir. Si bien el recuerdo futbolístico, con todo lo de Orode, quedó lindo y fue feliz, también fue una de las veces que peor la pasé. Lo que decíamos recién, por ejemplo: yo tenía amigos de Huracán en la Miravé que se vinieron para el lado en que estábamos nosotros para ver si estábamos bien.
Nadur: -El mío es el último que dirigió Brindisi, el 3 a 0 en el Ducó. Lo disfruté muchísimo por los chicos de las inferiores, que hicieron un gran partido y golearon a San Lorenzo. Y también el 1-4 en la cancha de Boca, que habíamos empezado ganando, se suspendió por lluvia, nos expulsaron a Pastore... Estábamos jugando muy bien, era el comienzo del gran equipo que tuvimos después y que lamentablemente no pudo salir campeón.

-¿Qué les genera jugar el clásico sin hinchas visitantes? A los demás ya les venía pasando, pero para San Lorenzo y Huracán será la primera vez.
Nadur: -El fútbol se desarrolló como tal contando con jugadores, arqueros, árbitros y público, tanto local como visitante. Ante la situación de inseguridad, no queda otra que aceptarlo, aunque no sea lo que nos guste ni lo ideal.
Lammens: - Falta el protagonista principal de todo esto. El fútbol argentino está devaluado a nivel técnico porque debe vender para fortalecerse patrimonialmente o, al menos, pagar las deudas que asume. En ese contexto, la gente pasa a ser el condimento más importante que tenemos. Y los San Lorenzo-Huracán, con los cantos, las cargadas de un lado a otro... Me acuerdo de una vez que empezaron con el "olé, olé, olá", de un lado a otro. Ellos nos cantaban "14 años que tuvieron que alquilar", y nosotros respondíamos "14 años que les dimos de morfar". Y así fue un ida y vuelta de un rato largo. Era lo más lindo que teníamos... Cuando vinieron con los salvavidas a nuestra cancha... Pero como dice Alejandro, hay disposiciones que tenemos que aceptar, y si son en pos del bien común, como dirigente tiene que primar el sentimiento de que la gente no sufra ningún daño. Hay que trabajar para que vuelvan los visitantes.
Nadur: -Sería hermoso tener a las familias en un clásico como este.

-¿Están las circunstancias dadas para que eso suceda en el corto o mediano plazo?
Lammens: -Hay que repensarlo, porque la falta de visitantes no ha solucionado nada. Al contrario, hay casos cada vez más graves que terminan ocurriendo por las internas de las propias barras de los clubes. Sería bueno, y ya lo hemos hablado con Alejandro, propiciar un amistoso ida y vuelta, en las dos canchas, con público, para demostrar que se puede. Concientizando a la gente, que quiere que este partido sea en paz. El 99% del público quiere eso, no puede ser que gane el 1%, no nos podemos dar por vencidos. Como decíamos antes, hay mucha gente cruzada, con muchísimos vínculos entre San Lorenzo y Huracán. Entonces, ¿con quién te vas a pelear?
Nadur: -Hay que concientizar a la gente para que vaya al clásico a disfrutar y no a sufrir. Se puede sufrir por un mal resultado, obviamente todos nos ponemos tristes cuando perdemos el clásico, no queremos ir el lunes a trabajar o a estudiar, pero se termina ahí, en la cancha.
Lammens: -Sería una gran demostración hacer un partido en cada cancha con público de los dos, para salir de la inercia.¿Cómo vamos a terminar dentro de poco? ¿Viéndolo todo por televisión, sin nadie en la cancha? ¿Hacia dónde va esto?

-En lo futbolístico, ¿cómo ven a su equipo para el domingo?
Nadur: -Huracán es un equipo más defensivo, por momentos, y por ahora tiene poco gol. Pero estamos convencidos de que haremos un muy buen partido y disculpame, Matías, pero queremos llevarnos los tres puntos.
Lammens: -¡Nada que disculpar! Yo creo que es un partido que creo que San Lorenzo debería ganar. Jugamos con nuestro público, en nuestra cancha, tenemos un plantel importante que viene haciendo las cosas bien y los jugadores son conscientes de la importancia que tiene este partido. Te das cuenta por cómo declararon esta semana; perciben la efervescencia que hay en la gente. San Lorenzo lo irá a buscar, Huracán pienso que esperará un poco más por las condiciones que hablamos. A priori, San Lorenzo va como favorito, pero eso no asegura nada. El otro día a San Martín de San Juan le creamos 17 situaciones y perdimos.

-Matías, el año pasado, le dijiste a Clarín que querías que Huracán volviese a Primera...
-Sí, claro. Dije que a San Lorenzo le convenía tener a su máximo rival en la misma categoría.

-Y también dijiste que eran...
(Interrumpe, sonriendo): Que eran seis puntos asegurados. Esa chicana no puede faltar, si les llevamos 32 partidos...
Nadur: -La aceptamos, la aceptamos.

-Pero Huracán está en una situación totalmente distinta ahora.
Lammens: -Sí, eso lo fortalece a San Lorenzo. Cuando Huracán no está, nosotros estamos rengos. Boca tiene a River, Racing a Independiente y nosotros a Huracán.

-No sos el hincha de San Lorenzo que se llena con ganarle a Boca.
Lammens: -No, no. Disfruto ganarle a Boca porque tiene un sabor especial, diferente al de Huracán. Ahí hay una historia de sentir que le ganamos al poder, me enorgullece eso. Pero el clásico es de barrio, se vive con pasión y los hinchas de Huracán también esperan todo el año jugar con nosotros. Después de tanto tiempo sin jugarlo, tenemos una expectativa tremenda. Recién hablé por la venta de entradas y en un día de venta de plateas vendimos arriba de 500 mil pesos.
Nadur: -Para los dos es nuestro primer clásico como presidentes y los momentos de las instituciones son muy particulares. Creo que nunca en la historia se vivió como ahora, jugando copas internacionales los dos equipos, con muchas expectativas en torneos internacionales.
Lammens: -Es un momento importante para los dos, que no se dio nunca. Ellos campeones de la Copa Argentina, nosotros de la Libertadores, jugando la Copa por primera vez al mismo tiempo...

-Les planteamos un juego. Si tuvieran que elegir a un jugador del otro equipo, ¿cuál sería?
Nadur: -Ninguno (risas). Confío, me apasionan y estoy enamorado de los jugadores de Huracán. Pero me gusta Cauteruccio. Juega bien, tiene mucha técnica, es un gran definidor y tiene clase. Ojo, lo pondría de suplente porque nosotros tenemos a Wanchope Abila, eh.
Lammens: -A mí me gusta mucho Espinoza. Creo que tiene muchísimo futuro y además le tira bien los centros a Contreras... Es un proyecto interesante que está un poco en extinción, puede jugar de wing tranquilamente. Le va a dar muchas satisfacciones a Huracán y a nivel patrimonial también será muy importante.

-Si tienen que elegir dos clásicos; uno, el más feliz; el otro, el más triste, ¿cuáles serían?
Lammens: -El 5 a 0 en cancha de San Lorenzo, en el 95. San Lorenzo estrenó una camiseta ese día. Mi vieja, Esperanza, me llevó a la cancha; mi viejo ya había fallecido. Estuve en la platea Sur con ella, fue una de las pocas veces que fuimos juntos. Y el más feo, por la desilusión que me llevé, fue cuando tenía diez años. Perdimos 1 a 0 con gol de Herrero, en cancha de Ferro. Yo estaba en la platea techada con amigos de mi viejo.
Nadur: -El mejor, el que dirigió Brindisi, el 3 a 0 al San Lorenzo de Ramón. El peor, ese del 2008 en cancha de Boca. Pensábamos que los íbamos a golear y terminamos goleados... Se jugó en dos días, cuando estábamos 1 a 0 se suspendió y recuerdo que se reanudó un día martes.

-¿Qué dinámica creen que debería tener el clásico a partir de ahora?
Lammens: -El vínculo no está roto. Alejandro tiene amigos de San Lorenzo; el mejor amigo de mi hermano, que es como un hermano para mí, es de Huracán. Y cada vez que uno pierde, el otro manda mensajes para cargar. Eso está bárbaro, no hay que perderlo nunca. Pero de ahí a una piña, un tiro, hay una distancia enorme... El vínculo está construido así, es lo mejor de este clásico. Este clásico estuvo marcado por episodios de violencia que han tenido una trascendencia mediática que tapó todas las cosas lindas que tiene. ¿Por qué no hablamos de todo lo bueno? Hagamos un amistoso con las dos hinchadas, institucionalmente es clave para los dos clubes.
Nadur: -Lo vamos a fomentar ofreciendo mensajes desde las inferiores, desde los partidos en todas las demás disciplinas. Todo eso le va a dar un valor adicional al clásico, de modo que en lugar de enfrentarnos estemos entrelazados. Sería muy bueno hacer un amistoso en el que valoricemos la fraternidad y la sana competencia. Este es un clásico bendecido por el Papa. Lástima que es de ellos... Igual, nosotros tenemos al padre Pepe.
Lammens: -Eso marca un poco la situación de cada uno (risas)... Igual Pepe es un fenómeno, un gran quemero...

© Escrito por Waldemar Iglesias y Mauricio Codocea el sábado 14/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

jueves, 17 de julio de 2014

Jorge Carrascosa, el hombre que renunció a ser el Gran Capitán... De Alguna Manera...


Carrascosa, el hombre que renunció a ser el Gran Capitán...


Jorge Carrascosa era el líder elegido por César Menotti para el Mundial de 1978. Pero el defensor, figura de Rosario Central y de Huracán, desistió de integrar el equipo nacional. Estaba harto del ambiente del fútbol.

La Selección, en la antesala del Mundial 78, con Carrascosa como capitán.

Ese día fue un dolor a la distancia. Un golpe de Estado que se hizo golpe en el alma. En la oscuridad que nacía, había un espacio para un retazo de magia: René Houseman ya había mostrado, en el Huracán de 1973, que tenía todo para convertirse en un paradigma del wing derecho. Explosión, habilidad pura, fantasía y, sobre todo, esa audacia que le había valido el apodo de Loco. En aquel 24 de marzo de 1976, mientras la última dictadura daba su primer paso y deshacía sin vueltas las instituciones nacionales, en el estadio Slaski, de Chorzow, la Selección que dirigía César Menotti enfrentaba a Polonia, en el marco de una gira preparatoria para el Mundial de 1978. Houseman, entonces, le dio el triunfo a la Argentina del fútbol con un gol y detalles de su osadía. Todo para el aplauso de esos polacos asombrados ante el talento. Argentina venció 2-1 (el primer gol fue de Scotta) al equipo polaco que, en el Mundial anterior, había realizado su mejor campaña de la historia al terminar tercero (tras vencer al defensor del título, Brasil). La victoria argentina, además, había dejado un dato para enmarcar: en ese estadio inaugurado en 1953, Polonia nunca había perdido.

Aquella gira también fue una suerte de hito. Como siempre en ese tiempo, el capitán había sido Jorge Carrascosa, el lateral izquierdo que se divertía en las prácticas del Huracán de 1973 viendo y celebrando la magia de su admirado Loco René. Pero, a esa altura, al Lobo -ese apodo que no lo definía- ya no lo divertía casi nada dentro del ambiente del fútbol. Estaba harto. No quería saber nada de arreglos, de árbitros que cobraban penales a cambio de dinero, de la creciente industria del doping, de una violencia que ya parecía cotidiana... Para colmo, debía escuchar una barbaridad nacida de la ignorancia: que jugaba en la Selección porque era amigo de Menotti.


De aquellos desencantos había nacido una decisión. En esos días ya daba vueltas por su cabeza la idea de decir basta al fútbol. Incluso, no era una novedad para el entrenador. Los dos solían hablar en la intimidad del plantel. Allí, Carrascosa le sugería su deseo de abandonar la Selección; Menotti le pedía que revisara una idea que mucho se parecía a una cuestión juzgada.

La llegada de los militares al poder también generó inquietud en Carrascosa, siempre respetado por sus compañeros, siempre visto como un referente por su generosidad y por su coherencia. "Uno siempre estaba pendiente de que a la familia no le pasara nada. El único contacto que yo tenía era telefónico, pero el deseo de todos era regresar lo más rápido posible para estar con los suyos... Al peronismo le quedaba poco tiempo para terminar su gobierno, pero igualmente uno percibía que se venía gestando algo así...", contó Carrascosa en una entrevista concedida al diario Página/12.


De todos modos, no fue una sino varias razones las que impulsaron la negativa de Jorge Carrascosa a participar del Mundial de 1978. Aquel fue el "no" más comentado de la historia del fútbol argentino. El hombre que dejó recuerdos de los imborrables en Banfield, Rosario Central y Huracán fue, entonces, el eje y la víctima de mil conjeturas incomprobables, de suposiciones verosímiles y de las otras, de mentiras intencionadas... Se dijo de todo con relación a su "no": que tenía miedo, que estaba en contra de la Dictadura, que era comunista y por eso boicoteaba el Mundial, que era un vendepatria... Nada de eso. "El Mundo del fútbol, en el que yo estaba, no era el mejor de los mundos. Me empecé a sentir mal cuando vi el tema de los incentivos, la droga. ¿Te parece lindo saber que vas a salir campeón porque el árbitro te va a dar un penal?", expresó alguna vez.

La raíz profunda del "no" tenía un antecedente más lejano. El 23 de junio de 1974, en el Mundial de Alemania Federal, Argentina necesitaba dos cosas para clasificarse a la segunda ronda: vencer a la débil formación de Haití y que la Polonia de Grzegorz Lato y Kazimierz Deyna venciera a Italia, entonces subcampeón mundial. Lo primero se parecía mucho a un trámite simple. Lo otro -con Polonia ya clasificada a la siguiente ronda-, casi todo lo contrario. Entonces, en esa Selección en la que jugaba Carrascosa (con un curioso número 7 en la espalda) se adoptó una decisión: incentivar al plantel polaco para que "fuera para adelante" contra Italia. 

Argentina, previsiblemente, goleó 4-1 a los caribeños y Polonia venció 2-1 a los vestidos de azul. Así, por el patio de atrás y a oscuras, la Selección albiceleste accedió a la siguiente ronda. A Carrascosa le costó digerir aquella decisión colectiva de incentivar. Le dolió. Pensaba: "Mirá si alguien va a jugar mejor porque le den más plata... Uno juega por la gloria..." 
Luego crecieron las dudas y la incertidumbre. Carrascosa se cuestionaba esa maquinaria creciente que impulsaba al fútbol como negocio y se devoraba su condición deportiva y lúdica. Hablaba frecuentemente con Menotti. Pero el entrenador le insistía con que continuara, con que era importante para el grupo, con que era un espejo para todos, con que lo necesitaba... Aguantó. Toleró. Mientras, masticaba la bronca por tantas preguntas razonables sin respuesta.

Un día antes de dar la lista, Menotti ya sabía de la negativa. Pero lo llamó. Y el lateral izquierdo, el capitán, dijo lo que le salió de adentro: "No va más, César..." Un día después, se dieron a conocer los 22 nombres para el Mundial de Argentina. Y no estaba Carrascosa. A esa altura, ya se había recluido en Mar del Plata. Hizo silencio, escuchó su voz interior. Se sintió conforme con su decisión.

Después, ya en el Mundial, fue sólo una vez a la cancha: en la derrota 1-0 frente a Italia, en la primera ronda. Y, cuando después del 3-1 ante Holanda, Daniel Passarella levantó la Copa en su condición de capitán, a Carrascosa no lo habitó ninguna contradicción. Esa escena no lo hizo arrepentir. Nada lo hizo arrepentir. Lo explicó, ya más tarde, ante la consulta de los periodistas Fabián Casas y Gonzalo Aziz, en la revista Mística: "No es necesaria una dictadura militar para dejar el fútbol. Hay muchas cosas que pasan en este sistema de vida que te hacen dejar, perder las ilusiones. 

Si yo hubiera tenido que jugar el Mundial de España mientras estábamos en guerra con Inglaterra, también habría renunciado. ¿Va a estar un vecino, un amigo en guerra y yo voy a estar jugando un Mundial? Cuando un pibe te pide algo para comer se acabaron los planes. ¿Vos podés comer un sandwich de jamón crudo cuando hay un nene pidiéndote comida? Y el mundo del fútbol, donde yo estaba, no era el mejor de los mundos. Yo me empecé a sentir mal en el medio. Cuando vi el tema del incentivo, de la droga. ¿Te parece lindo saber que vas a salir campeón porque el árbitro te va a dar un penal? ¿Podés festejar algo que ganaste con arreglo? Si un tipo, en cambio, te gana con talento, hay que aceptarlo. Pero, ¿por qué hay que ganar siempre? Sucede que uno está en una sociedad donde uno vale por lo que gana y no por lo que realmente es. Y fuera del fútbol, la cosa es igual, superficial..." El hombre que no quiso ser el Gran Capitán volvía a ofrecer su mirada irreprochable.

© Escrito por Waldemar Iglesias el Martes 16/07/2014 y publicado por Planeta Redondo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.