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sábado, 13 de agosto de 2016

Pérez Esquivel: “Son preocupantes las declaraciones de Macri”… @dealgunamanera...

Pérez Esquivel: “Son preocupantes las declaraciones de Macri”…

El activista por los derechos humanos se refirió a la dictadura militar tras los dichos del Presidente. Foto: Cedoc

El Premio Nobel de la Paz, además, dijo que Bonafini se tendría que haber presentado a declarar.

© Publicado el viernes 12/08/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Premio Nobel de la Paz 
Adolfo Pérez Esquivel consideró que las declaraciones del presidente Mauricio Macri sobre la última dictadura militar en Argentina son "preocupantes". El activista por los derechos humanos afirmó que en el país "no hubo ninguna guerra sino una represión brutal" y opinó que referirse a ello en los términos que lo hizo el jefe de Estado "es retrotraer muchas cosas que pensábamos superadas". 

Macri en una entrevista para el sitio Buzzfeed, a través de Facebook Live, calificó a la dictadura militar como “guerra sucia”, minimizó la discusión por el número de desaparecidos y aseguró que por parte de las organizaciones guerrilleras “no hay ninguna autocrítica” por su rol durante los años 70. Esos dichos generaron un rechazo en varios sectores de la sociedad. 

En diálogo con La Once Diez/Radio de la Ciudad, Pérez Esquivel analizó la acción represiva de los militares: "Dejaron a un lado el derecho y se transformaron en señores de la vida y de la muerte".  Asimismo, puntualizó: “Lógicamente no podemos avalar bajo ningún punto de vista lo que hicieron las guerrillas, que mataron, secuestraron y torturaron, y de esto no se habla absolutamente nada”. No obstante, aclaró que “esas eran fuerzas irregulares” y que “las Fuerzas Armadas tomaron el Estado por asalto y se transformaron en una fuerza de ocupación de su propio país”.

Tras lo cual, cuestionó los dichos de Macri al afirmar que “se quiere volver otra vez a esos conceptos que no tienen nada que ver con lo que ocurrió en el país, donde no hubo ninguna guerra sino una represión brutal y un avance sobre el poder constitucional por parte de las Fuerzas Armadas para imponer una ideología a través de la doctrina  de la seguridad nacional, y para eso utilizaron la represión y métodos realmente aberrantes”.

Y añadió: “Son preocupantes esas declaraciones porque es tratar de retrotraer muchas cosas que pensábamos superadas: la búsqueda de verdad y justicia, porque aquí no hubo una guerra sino una represión brutal contra el pueblo, donde las víctimas fueron personas, niños de distintas edades, gente que tuvo que salir al exilio y otros que fueron asesinados con los vuelos de la muerte”.
  
En último lugar, el activista por los derechos humanos habló del caso Sueños Compartidos y de la resistencia de Hebe de Bonafini a presentarse a declarar y señaló que “una cosa es la defensa de los derechos humanos, en lo que nos comprometimos y luchamos juntos, y otra cosa es Sueños Compartidos, donde se constituyó una empresa con capitales del Estado y como toda empresa tiene que rendir cuenta de los recursos, lo que se hizo y lo que no, y hay denuncias por dineros que no aparecen”. Por ello, dijo que  “eso debe ser investigado por la Justicia”.

Para finalizar, manifestó: “Hebe en un momento dice: ‘Yo no me voy a presentar [a declarar] porque con lo que dije ya está’, y yo creo que sí se tendría que haber presentado”.





domingo, 7 de agosto de 2016

Acuerdos y bochorno… @dealgunamanera

Acuerdos y bochorno…

Pesadillas compartidas, Hebe de Bonafini. Foto: Diego Temes.

El Gobierno ganó más con el circo del entorno de Bonafini que con sus arreglos con provincias y CGT.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 07/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Tiempo de restituciones. En una semana sumamente agitada política y judicialmente, el Gobierno logró exhibir como victoria dos hechos de fuerte contenido político: uno de ellos fue el acuerdo con los gobernadores para devolverles a las provincias el 15% de coparticipación que la Nación les retenía para uso de la ANSES, a cambio de una carta de intención cuyo objetivo es el fortalecimiento del federalismo; por ese acuerdo, los mandatarios provinciales se comprometieron a contener el gasto y a mejorar los ingresos y la inversión para llegar a 2019 más cerca del equilibrio fiscal.

El otro hecho relevante fue la restitución a las obras sociales sindicales de fondos adeudados por el Estado más un conjunto de iniciativas volcadas a la creación de un plan universal de salud. Pero no todo fue alegría. No bien se alza la vista, aparecen cabos sueltos que el Gobierno no debería dejar librados al azar.

La CGT acaba de anunciar su unificación en un triunvirato representado por Juan Carlos Schmidt (Transporte); Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Garajes y Estaciones de Servicio). Desde el interior de esta conformación tripartita, fueron tajantes: “No sé qué se está celebrando. Esto parece la lógica del que te devuelve lo que es tuyo y cree que te está haciendo un favor” –señalaron–.

En realidad, el documento que han dado a publicidad y en las charlas puertas adentro resalta la “disconformidad con el tarifazo, la inflación, la apertura de importaciones y la excesiva tendencia a volcar el apoyo a la agroindustria”. El Gobierno no debería descuidar un frente que, de no mediar nuevos acercamientos, en un plazo más corto que largo podría derivar en un paro general.

En ese contexto, las declaraciones de Elisa Carrió no hicieron más que agitar las de por sí revueltas aguas por las que navega la administración de Mauricio Macri.

Tras los fallos judiciales, técnicamente la situación tarifaria está casi en el punto inicial. “La Nación sigue absorbiendo los costos. Pronto llegará el problema de la luz. Hoy hay más subsidios que cuando estaba Cristina, y el Gobierno no deja de poner plata para sostener todo esto.

La situación es delicada, ya ni siquiera Bolivia nos da gas porque debe por contrato abastecer a Brasil, lo que le resulta más conveniente por el mayor volumen que compra y por la mayor rigurosidad en el cumplimiento de reciprocidades”.

En este contexto adverso, fue muy importante lo que, puertas adentro, ocurrió en la reunión con los gobernadores. El acuerdo y el mejoramiento de las relaciones con los mandatarios provinciales le dio oxígeno al Gobierno.

En el interior de Cambiemos resaltan el gesto hacia la promoción del federalismo real: “En siete meses, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, se reunió con los gobernadores en seis oportunidades. Al cabo de esos encuentros, los líderes provinciales no fueron a reclamar sino a recibir”.

De todas maneras, hay matices que merecen ser consignados. Varios borradores circularon antes de llegar al feliz desenlace que representó el acuerdo de marras. La fórmula final llegó a manos de algunos gobernadores y sus ministros de Economía la noche anterior a la foto tan promocionada. De inmediato, todos los recipiendarios observaron que en el texto no había demasiadas respuestas a los planteos de las provincias.

Esto generó disgusto y preocupación por lo que se firmaría a tal punto que el mismo día de la reunión hubo dos encuentros paralelos previos al cónclave final. El acuerdo se caía. Rápido de reflejos, un gobernador cuyano y al menos dos de sus pares peronistas convocaron a una reunión de urgencia esa misma mañana en el Hotel Savoy. “No queríamos desairar a Rogelio Frigerio, que había estado trabajando en gran sintonía con la mayoría, pero necesitábamos garantías”, dijo un ministro provincial que presenció la discusión.

Casi todos. Esa mañana estuvieron presentes casi todos los gobernadores peronistas menos el salteño, Juan Manuel Urtubey.

Hasta Alicia Kirchner fue de la partida. Además, asistieron Adolfo Rodríguez Saá y el vicegobernador de Santa Fe, Carlos Fascendini –todo un gesto de parte del socialismo–. Esta suerte de liga peronista logró negociar e imponer algunas de sus condiciones. Los puntos de la discordia eran al menos dos: una interpretación de los primeros borradores sostenía que, tal como estaba redactado, la Corte podría excluirlos de cualquier reclamo por la coparticipación, llevando la discusión a un acuerdo obligado con la Nación.

El otro de los puntos tenía que ver con la carga que implicaría a nivel federal la restitución de los fondos del Conurbano a la provincia de Buenos Aires. Una avanzada de mandatarios se entrevistó con Rogelio Frigerio luego de la cumbre del Savoy. Una solución casi semántica terminó de acercar las posiciones. Lo que inicialmente era un “acuerdo para el fortalecimiento del federalismo” derivó en una carta de intención. “Los acuerdos requieren de ratificación por ley y después no se puede retroceder, quedando sujetos a acciones judiciales”, explicó el ministro de Economía de uno de los gobernadores de mayor protagonismo.

La carta de intención para el fortalecimiento del federalismo que finalmente se consensuó expresa deseo y buena voluntad, algo mucho más flexible y sujeto a revisión según los avatares de la realidad. El peronismo jugó fuerte y encontró su mejor expresión en un momento que, políticamente, favoreció tanto a las provincias como al gobierno nacional.

Todo un gesto para sostener la pax política que transita el peronismo, a la espera de tiempos mejores para rearmarse de cara a las legislativas del año próximo.

En ese peronismo, el episodio que protagonizó Hebe de Bonafini el jueves pasado se vivió con espanto. “Las imágenes de todo ese bochorno no hacen más que beneficiar al Gobierno”, reflexionaba una voz que supo ser sostén de la campaña de Daniel Scioli.

Escuchar a legisladores nacionales, que deberían ser pilares del respeto a la ley, defendiendo y promoviendo la desobediencia a la citación de un juez, fue patético. Ni siquiera Cristina Fernández de Kirchner lo hizo frente al comparendo que le ordenó el juez Claudio Bonadio. Más allá de la falta de tino del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, quien debió haber mensurado las consecuencias de citar a la presidenta de la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo el día en que hacen sus rondas habituales, lo ocurrido habla del desprecio profundo del kirchnerismo duro hacia preceptos institucionales básicos de un país democrático, como es el de la igualdad ante la ley.

A Hebe de Bonafini no se la está juzgando por su trayectoria de lucha en el campo de los derechos humanos sino por el proyecto Sueños Compartidos, otro hito de la corrupción imperante durante los doce años del kirchnerato.

Producción periodística: Santiago Serra.



Reflexiones desde la tristeza… @dealgunamanera...

Reflexiones desde la tristeza…


Lo que está sucediendo actualmente con Hebe de Bonafini produce una gran tristeza.

© Escrito por Maristella Svampa el domingo 07/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Creo, como muchos, que la lucha de Madres, Abuelas y familiares, no sólo fue por memoria, verdad y justicia, sino también fue una lucha que contribuyó a resignificar la idea misma de democracia, asociándola con los derechos humanos, algo que no aparecía en el discurso esquivo de ninguna izquierda argentina en la época. Durante décadas las organizaciones históricas de Derechos Humanos levantaron la bandera de la independencia en relación con el poder político.

Pero el kirchnerismo no sólo terminó con la bandera de la autonomía sino que distorsionó los objetivos esenciales de la organización de Madres, liderada por Hebe de Bonafini, convirtiendo a ésta en otra cosa, a saber, en una organización social más que vivía de los recursos del Estado.

Sin embargo, la organización y Hebe de Bonafini siguieron actuando e interviniendo públicamente como si lo de ellos solamente tuviera que ver con la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, y no con viviendas, trabajadores, proveedores y vaya a saber cuántas cosas más ligadas a la construcción y su relación con el Estado. 

No dudo de la culpabilidad de un delincuente serial como Sergio Schoklender, una figura siniestra y manipuladora, de múltiples negocios oscuros. Que lo digan si no, las organizaciones piqueteras que lo conocieron y lo padecieron, allá en Roca Negra, en Lanús, durante varios años.

Creo, además, que la grandilocuencia del Poder Judicial –llamándola a declarar un jueves, día de las rondas y ahora pidiendo la captura– no es nada inocente. No podría serlo a menos que el juez sea ignorante, además de atrevido. Pero Hebe de Bonafini debería presentarse ante la Justicia porque en tanto responsable de una organización social que recibió recursos del Estado, no es inimputable.

Por eso lamento que no se haya presentado. Lamento que esto dé de comer a aquellos que confunden las cosas y disfrutan de la extensión del barro kirchnerista. Sobre todo lamento que los que hoy están condenados por crímenes de lesa humanidad, entre ellos los cincuenta genocidas que hace poco pasaron a arresto domiciliario, beneficiados por el nuevo clima creado por el gobierno de Macri, puedan llegar a estar festejando este espantoso episodio.

Ojalá dure poco y Hebe de Bonafini, que es alguien que pese a sus errores e hipérboles ha dado mucho por la sociedad argentina, se coloque a la altura de su legado en términos de derechos humanos, y se presente ante el juez. Somos muchos los que estamos esperando tal paso.


miércoles, 29 de octubre de 2014

Recuperar la gesta de los pañuelos… De Alguna Manera...


Recuperar la gesta de los pañuelos…


Universidad de las Madres. La decisión de estatizar esa casa de estudios y subordinarla a la defensa de un gobierno compromete el legado democrático de la agrupación.

El pañuelo las trasciende. Un símbolo nacido del miedo y la necesidad. Identificarse en la Plaza de Mayo cuando apenas un puñadito de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos se instaló en el corazón del poder para increparlo y desnudar su crueldad.

¿Hay algo más perturbador que una madre que perdió a su hijo? Los griegos, que lo sabían, las escondían. Desde que las madres se instalaron en la Plaza de Mayo, allí, como en un gran teatro abierto, ellas escenificaron y recrearon los mitos ancestrales, la Gran Madre, origen de la religión, las Antígonas que desautorizan al tirano para honrar la muerte y a la par exigen justicia. Una insurgencia femenina que dio de lleno en el corazón del régimen militar y, al poner luz pública sobre lo que deliberadamente se intentó ocultar, impulsó el Juicio a las Juntas, el signo más auspicioso de la democracia naciente. Otras madres en duelo se agregaron al repertorio de la violencia del Estado. Siempre seremos deudores de todas esas mujeres que se lanzaron a la plaza de los reclamos para desnudar la mentira y exigir justicia. No la que se elabora en los despachos como estrategia de impunidad si no ese grito por la verdad y la justicia que se escuchó en todos los rincones de nuestro país, en general, mujeres que perdieron a sus hijos y no les preguntaron a las otras si era peronista, radical, comunista o socialista. Unidas por el dolor hicieron de la solidaridad el más fuerte vínculo del amor. El otro como un igual.

¿Hay algo más perturbador que una madre que perdió a su hijo? Los griegos, que lo sabían, las escondían

He pasado buena parte de mi vida adulta como testigo de las vidas individuales que se proyectan sobre lo que las unifica, el despojo de sus hijos. Historias que por respeto y compasión no siempre es posible individualizar con nombre y apellido, pero a las que igualmente cubre el pañuelo blanco. Si hay alguien con autoridad sobre ese símbolo que las trasciende, son aquellas que cumplieron con lo que se propusieron desde el inicio. El compromiso de no partidizar los pañuelos. Menos aún apropiarlo, como sucedió en Córdoba cuando Hebe de Bonafini les prohibió a las madres de los presos desaparecidos que lo usaran, porque en mi provincia la principal organización humanitaria se llamó Familiares de Presos y desaparecidos. No aceptaron la prohibición. Siguieron usando el pañuelo blanco.

Sin embargo, si perturba la madre que perdió al hijo, igualmente turba aquella que impreca, insulta. Un virus de intolerancia que ya existía pero encontró campo propicio cuando algunas madres dejaron la plaza para recibir los favores del palacio. No porque no debieran tener un lugar destacado en el palco de los homenajes de la Casa Rosada, la casa de todos los argentinos cuyo inquilino tiene siempre fecha de vencimiento, sino porque el pañuelo se contaminó con el poder, se tiñó de color partidario, con desprecio de la democracia republicana.

Siempre creí que a las madres, como a las víctimas en general, no se les debe exigir coherencia democrática. No porque el sufrimiento exima de responsabilidades, sino porque el dolor puede empañar la mirada luminosa y verdadera de una auténtica construcción democrática. En cambio, que la mayoría oficialista en el Parlamento haya legitimado como universidad pública un instituto manchado por la corrupción como la Fundación de las Madres de la Plaza de Mayo, proyecta sobre la sociedad el mismo desprecio y concepción autoritaria que descree de la democracia.

La recién estatizada fundación de las Madres de la Plaza de Mayo cargó en la cuenta de todos los argentinos, como una pesadilla compartida, el desfalco cometido en esa organización. Pero lo que es más grave es que -lejos de convertirse en una universidad para todos, democrática en su pluralidad y guiada por los principios éticos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos como base filosófica de su programa universitario- se convertirá en una escuela de adoctrinamiento para formar "militantes de la causa popular", un programa incompatible con la evolución democrática, cuyo motor de desarrollo universitario no es otro que la libertad de pensar y la pluralidad de decir.

Ya antes, durante el debate sobre la ley de medios, Hebe de Bonafini lideró una marcha a los tribunales, en donde manifestó su desprecio a la Justicia. Pero no era la primera vez que la dirigente que hizo de su nombre un sinónimo de una gesta colectiva, escupió a los jueces como expresión de su concepción revolucionaria. Pocos recuerdan la marcha que con máscaras en los rostros, manifestó al frente de los Tribunales para denostar el Juicio a las Juntas porque "era la justicia burguesa". Contrapuesta, claro, a lo que no se decía, la "justicia revolucionaria" porque en aquel momento nadie hubiera osado criticar los fundamentos de la democracia.

La historia está llena de ejemplos revolucionarios que terminaron en pesadillas totalitarias. El comunismo que prometía una humanidad igualitaria quedó reducido a los privilegios de la casta en el poder, preocupada más por la venganza que por promover una cultura de valores nuevos.

Por eso perturba que el mismo Estado que hoy ahoga económicamente y somete políticamente haya otorgado patente de universidad a un instituto que niega su autonomía ya que la subordina a la defensa de un gobierno.

Las universidades libres del control político, cogobernadas, son una herencia del movimiento reformista de Córdoba. "Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan", escribió Deodoro Roca en ese magnífico manifiesto liminar que, como testamento libertario, nos dejó la reforma de 1918.

A poco de conmemorar los cien años del movimiento reformista nacido en Córdoba, que se desplegó como influencia cultural y política por todo el continente, contrasta la subordinación de muchas universidades al kichnerismo, que se sirve de ellas para tercerizar planes de gobierno como fue el de viviendas "Sueños compartidos", sin rendición de cuentas y con cláusulas secretas, incompatibles con la transparencia que, al menos como definición, sustenta la democracia.

Es lo que sucedió con el proyecto museográfico de la ESMA o la creación del Ibope K, un medidor de audiencias del Estado. Pero la contracara de la intolerancia la expresaron también los encapuchados que ingresaron al rectorado de la Universidad de Córdoba para protestar por un convenio de la universidad con la empresa Monsanto y que, entre destrozos y gritos, le enrostraron al rector su condición de paciente oncológico.

Vergüenzas y dolores proporcionales a las libertades que nos faltan, tal la bella ecuación del manifiesto reformista que 100 años atrás ya aconsejaba que a los jóvenes no se los debe ni comprar ni adular y que no hay mejor maestro que aquel que crea belleza, bien y verdad. Aquellos jóvenes universitarios cordobeses que no buscaban "empleos" se levantaron contra una "autoridad tiránica y obcecada" que veía en "cada petición un agravio y en cada pensamiento, una semilla de rebelión".

Como de tradiciones se trata, tal vez no estaría de más preguntarnos cuál debería ser el legado de las Madres. ¿El ejemplo de las que desde el inicio pidieron Justicia sin venganza porque sabían que la patria no puede ser invocada si en su nombre se sacrifica la verdad? ¿O el ejemplo que sustentan los que se escudan detrás de los pañuelos blancos para proclamar la revolución por decreto y que, como estafadores de la legitimidad democrática, utilizan la democracia para acabar con ella?

© Escrito por Norma Morandini el Martes 28/10/2014 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.






martes, 4 de marzo de 2014

Complicidad escandalosa... De Alguna Manera...

Complicidad escandalosa...


Las maniobras del Gobierno frente a los hechos de Villa Lugano revelan un peligroso coqueteo con la ilegalidad.

Emitido por Pepe Eliaschev en Radio Mitre.

Es deprimente el desenlace que que, hasta el pasado viernes, venía teniendo la situación creada en la Capital Federal con la toma de tierras en Villa Lugano. Deprimente, ominoso, presagia las peores realidades. 

Estamos en presencia de un gobierno nacional que ha resuelto hacer todo lo que esté a su alcance para obstaculizar la marcha de la justicia en el seno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Acá no se trata de ventilar en clave ideologizada una crisis habitacional que forma parte de una indigencia general del país. Por supuesto que hay falta de vivienda popular. Por supuesto que existió Sergio Schocklender y los “Sueños Compartidos” de Hebe Bonafini. Cuando se habla de indigencia en materia de vivienda, hay que agregar indigencia de salud. Esta semana, millones de bonaerenses de escasos recursos fueron castigados directamente por la huelga de personal de salud que nunca afecta a los ricos ni a la clase media, sino a aquellos que no tienen más remedio que ir a un hospital público.

Villa Lugano no es, en consecuencia, un caso aislado, excepcional, fácilmente atribuible a un diabólico “neoliberalismo”, teóricamente atrincherado en la ciudad de Buenos Aires. Es parte de una realidad que once años de década “ganada” no han podido modificar. Lo cierto es que no hay una vocación en el Poder Ejecutivo Nacional, no la hay en el Secretario de Seguridad -que opera como si “su” ministra fuera solo un dibujo- en torno de la obligación que tienen las fuerzas de seguridad federales para acatar las decisiones de la Justicia.

No soy de los que creen que la fuerza deba aplicarse ciegamente, sin tener en cuenta las consecuencias. Pero en los gobiernos de cuño ideológico auténticamente progresista como, por ejemplo, el de Dilma Rousseff en Brasil, la decisión de ingresar en zonas en donde, bajo el pretexto de la precariedad habitacional, se refugian bolsones de delincuencia, no ha cejado. Por el contrario, es una decisión consagrada por la propia ejecución política y práctica, con el uso de fuerzas militares, de las órdenes judiciales.

Los corazones sangrantes del autodenominado “progresismo” pretenden que, en todas las áreas, se aplique un “buenismo” redistribucionista que ellos naturalmente no van a pagar de su bolsillo. Ninguno de estos “redistribucionistas” se lleva a los okupas de Villa Lugano a vivir a sus casas. Al contrario, quieren que sea el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al que califican como enemigo, el que pague todos los costos políticos, prácticos, de seguridad y hasta judiciales.

Llama la atención la revelación de que muchísima gente está armada en esta ocupación ilegal. Llama la atención que la abrumadora mayoría de ellos no admite siquiera el elemental censo que le permitiría a las autoridades saber quién es quién y qué es lo que necesita cada uno.

Hay una pregunta elemental y que hay que hacerse sin anteojeras ideológicas: si el reclamo es auténtico, si padecen una carencia, si han sido víctimas de una injusticia social, ¿por qué no quieren dar su nombre? ¿Por qué no quieren decir cuántos son de familia?” ¿Quiénes son los que realmente manipulan e instrumentan este tipo de movilizaciones?

Si se tratara de una indigencia social, una necesidad claramente reconocible, ¿por qué las armas? ¿Por qué la violencia? ¿Por qué la brutalidad? ¿Por qué la barbarie? ¿O todo esto no es más que una vil excusa para generar actos extorsivos? Es una extorsión de la que ni siquiera es responsable el más humilde de esos ocupantes, sino los punteros que se disfrazan ideológicamente de militantes barriales.

Al evitar el desalojo de Villa Lugano este viernes 28 de febrero, y al no aportar fuerzas federales de seguridad, el gobierno nacional manifiesta -me da mucha pena decirlo- complicidad con formas implícitas del delito. Hay, además, una grosera violación del derecho de propiedad. No parece que hoy en la Argentina estén dadas las condiciones para que las fuerzas democráticas opositoras reivindiquen la plena legalidad del derecho de propiedad. 

Si este país comienza a consagrar de hecho la violación del derecho de propiedad, se aniquila el corazón mismo de nuestra Constitución. Muchos no se atreven a peticionar el respeto por este derecho, porque temen ser etiquetados de neoliberales, reaccionarios, o retrógrados, cuando en verdad es una de las garantías -no la única- pero una de las garantías primordiales de nuestro complejo jurídico institucional.

Deprime, entristece y preocupa lo que ha sucedido en Villa Lugano. Es evidente que la concepción de que el Gobierno está en guerra y que al enemigo no hay que darle ni siquiera justicia, ha calado profundamente en la manera de reaccionar del Poder Ejecutivo, que -además de ineptitud e incompetencia- acá manifiesta explícita complicidad con terribles formas de la ilegalidad.

© Escrito el Domingo 03/03/2014 por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.