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lunes, 15 de febrero de 2021

Menem y la muerte… @dealgunamaneraok...

 Menem y la muerte, por Laura Giussani Constenla… 


Pablo Giussani


Cada quien hace del mundo un escenario íntimo en el que los hechos tienen una relación casi mágica. Hasta el más racional de los seres crea lazos insondables que no son otra cosa que el dibujo que nos hacemos del universo, la vida, la muerte, el amor o el odio, unidos por finos hilos de telarañas invisibles.

 

© Escrito por Laura Giussani Constela y publicado el domingo 14/02/2021 por el Portal  de Noticias La Columna Vertebral, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Murió Menem y yo recuerdo a mi padre -de quien se dice que murió de cáncer en 1991 pero yo sé que murió de melancolía, tristeza, y una buena cuota de desazón- ¿Quién sabe? Quizás prefirió no asistir a ese festín de fin de ciclo, al desmoronamiento de la razón y la moral, cuestiones a las que era especialmente afecto. Un derrumbe del que hasta hoy no pudimos reponernos y quizás jamás lo haremos.

 

Los noventa destruyeron el país de forma más brutal que la misma dictadura. Con los militares sucumbió la moral de muchos y se fortaleció la de otros. Continuaba la batalla entre el “bien y el mal”. Fueron responsables de un descalabró pavoroso del tejido social pero no llegaron a destruirlo.

 

Sin embargo, con la mayoría de los votos y una multitud de aduladores que aplaudía las ocurrencias del riojano, todo se vino abajo. Sin estruendo. En sordina. Indulto a los militares. Privatización de todo lo privatizable.

 

Indemnizaciones que funcionaron como un espejismo para todos los que quedaron sin trabajo y se distrajeron pensando un futuro promisorio en negocios improbables. Mientras los medios masivos reían y los medios críticos se excitaban en denuncias que le hacían cosquillas a un gobierno al que poco le importaban las palabras. 

 

Yo trabajaba en Radio Belgrano cuando asumió Menem y puso como interventor a un hombre con apellido acorde: Frega. Obviamente me despidieron. Después de boyar por ‘La Costilla de Adán’ en radio Municipal, dirigida por Pepe Eliaschev -la conductora de La Costilla era la hermosa poetisa Ana Calabrese que poco tiempo después saltó por el balcón, no eran tiempos fáciles de soportar- , y por algunos laburitos de prensa en editoriales, recalé como asistente todo terreno de Babilonia, icónico Centro Cultural de los noventa. Fue entonces cuando fui a buscar el resultado de unos análisis por una cuestión de acidez de mi padre, y el médico me dio los resultados: cáncer de esófago, uno de los peores, haremos lo posible pero…

 

¿Por qué tuve que ser yo la primera en conocer el diagnóstico? Soy la menor de los "giussanis". Managgia, porqué me tocaba a mí escucharlo por primera vez. ¿A quién decírselo, de qué manera? Y como nada está echado al azar en nuestra mente, o por pura soberbia desarmada, sentí que había sido la ‘elegida’. Caminé hasta Babilonia, a pocas cuadras del consultorio, y lloré. Javier Grosman y Graciela Casabé, los dueños del lugar, me abrazaron y acompañaron. Fueron los segundos en saberlo. Papá murió un año después, luego de una operación inútil. Creo que fue el 1º de octubre de 1991 -no logro recordar esas fechas- a los 63 años. Entonces no sabía que era muy joven. 

 



El último libro que llegó a escribir mi padre fue “Menem, su lógica secreta”, publicado por Editorial Sudamericana en 1990. No había pasado un año de la asunción del riojano y aparecía uno de primeros textos sobre el sorpresivo fenómeno de un peronismo neoliberal. En su libro advertía sobre el carácter de “espectáculo” del menemismo que impedía una consideración seria sobre el mismo. Los argentinos creen “estar asistiendo a una ficción”, decía. Pero no, después comprendimos que todo era real y perverso.

 

Después pasaron muchas cosas, trabajé en otra radio, FM La Isla y supe que ya no existía un sueldo, todos nos transformamos en trabajadores ‘autónomos’, la jubilación pasaba a ser privada. Y las agresiones a los periodistas no eran pura chicana. Con un marido periodista formado a la vieja usanza, lo vi llegar con un navajazo, sufrir amenazas, un intento de secuestro. ‘Gajes del oficio’ justificó Menem y su diario, Página 12, le soltaba la mano.

 


Argentina era irrespirable. Nos fuimos. Del otro lado del río, a criar con tranquilidad a nuestros hijos. Después volvimos, obvio. Siempre volvemos.

 

Para mí, el menemismo fue ésto. Cada cual lo habrá vivido a su manera. 






viernes, 28 de agosto de 2020

Impunidad y mordaza. Los 'gritos' del 17ª… @dealgunamanera...

Los 'gritos' del 17ª…

Los medios del miedo. Dibujo: Pablo Temes

Al Gobierno le dolió el banderazo y lo evaluó mal. Si sigue con su agenda, habrá más marchas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 22/08/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Se ve que al Gobierno el banderazo del 17A le dolió y mucho. Es lo que reflejaron las declaraciones de sus funcionarios el día después y los subsiguientes. La frase más infeliz de todas fue la del Presidente: “No nos van a doblegar los que gritan”, dijo. Quienes “gritaban” en la calle eran ciudadanos y ciudadanas que ejercían su derecho a manifestarse y a protestar.

Curiosa y contradictoria expresión la del jefe de Estado. Curiosa por provenir de alguien perteneciente al peronismo que irrumpió en la vida política de la Argentina “gritando” en la calle el 17 de octubre de 1945. Contradictoria porque el mismo Alberto Fernández participó en abril de 2013 de una marcha contra la reforma judicial impulsada por Cristina Fernández de Kirchner. Parece que, para AF, cuando ganan la calle sus acólitos es “el pueblo peticionando”, pero, cuando lo hacen sus opositores, “gritan”.

Al oficialismo le dolió que la oposición haya ganado la calle. Durante décadas el peronismo se sintió dueño de la calle y de la Plaza de Mayo. Eso ya pertenece al pasado. La calle –como la Plaza de Mayo– es de todos.

Si el Presidente no se hubiera dejado atrapar por la turbación, habría hecho una mejor evaluación de lo que pasó –y de lo que pasará– porque, de seguir el Gobierno con esta agenda, habrá más marchas.

Hubo una cuestión de magnitud a tener en cuenta: de no haber sido por la cuarentena, la concurrencia habría sido mucho más numerosa aún. El Presidente –y sus funcionarios– se quedaron con las imágenes de lo sucedido en la Capital Federal. Si hubiesen profundizado un poco más, habrían visto que hubo mucha gente manifestando en diversos lugares del país. Habrían apreciado, además, la heterogeneidad de los que manifestaban –entre los que había quienes votaron por el Frente de Todos– y habrían advertido que junto con el rechazo al proyecto de la reforma judicial hubo otros reclamos más terrenales: seguridad, trabajo y los efectos colaterales de la cuarentena.

“Esa gente jamás estará con nosotros”, se escuchó decir en los pasillos del poder. Es lo que se oía también durante el kirchnerato y durante el gobierno de Mauricio Macri en referencia a sus opositores. Parece que, al igual que a sus predecesores, a Alberto Fernández le cuesta entender que es el presidente de todos, lo hayan o no votado.    

Notable esta obnubilación que turba las mentes de nuestra clase dirigente.

El 17A también interpela a la oposición, a la que el descolgado tuit de Macri desde su lugar de vacaciones en Europa –llamar “trabajo” a su tarea en la FIFA es una obscenidad– complica. Esa oposición –que aún le adeuda a la sociedad una autocrítica profunda de su fracasada gestión– tiene dos obligaciones frente a los que aspira a representar: permanecer unida y aprender de sus errores. De la primera condición depende el mantenimiento del equilibrio de poder para frenar los intentos hegemónicos que alberga el kirchnerismo. De la segunda, la posibilidad de ser una alternativa real en las próximas elecciones.   

Impunidad y mordaza. Son dos condiciones que van siempre juntas.

El silencio es clave para que el delito se enseñoree en una comunidad. Por eso la libertad de expresión es un bien esencial en las sociedades democráticas. No por nada, en la Constitución de los Estados Unidos la enmienda que la protege es ni más ni menos que la primera.

Los intentos de limitar el trabajo de los periodistas tienen en la Argentina una larga historia. Y es penoso que parte de esa historia se relacione con gobiernos constitucionales. Ya en la presidencia de Carlos Menem hubo un intento –que afortunadamente no prosperó– de promulgar una ley mordaza.

Durante los 12 años del kirchnerato se llevó adelante el intento más duro y desembozado por acallar las voces críticas. Todo comenzó con el embate feroz contra Perfil y la censura contra Pepe Eliaschev –hechos de los que Alberto Fernández fue partícipe– y siguió con la Ley de Medios, a la que la hoy vicepresidenta y su difunto esposo le imprimieron la épica de una cruzada cuyo objetivo era no solo destruir a Clarín sino también al periodismo crítico.  

Asistimos ahora a otro intento de amordazar a la prensa que investiga e informa sobre los hechos de corrupción que comprometen a funcionarios. Ese es el objetivo de la modificación introducida furtivamente por el senador Oscar Parrilli –el súbdito de CFK– en ese bodoque que es el proyecto de reforma judicial. Para la comprensión del lego, ese agregado hace que cualquier información o investigación periodística que sea crítica de la marcha de una causa pueda ser entendida como una presión contra el juez o fiscal a cargo del caso. ¡Un verdadero disparate!

El procedimiento de Parrilli, que dejó muy mal parada a la ministra de Justicia, Marcela Losardo, que no tenía idea de lo sucedido, no hace más que empequeñecer la figura del Presidente. Él también queda como un súbdito de CFK.

“Para reformar el Poder Judicial, tocando los medios de comunicación, hay que tener un respaldo muy grande. Una espalda que este gobierno no tiene. Vamos a un Vicentin dos. Son dos errores políticos. Estas cosas necesitan amplios consensos”, dijo un legislador bonaerense del Frente de Todos.

No fue la única voz que desde sectores afines al oficialismo salió a lapidar el proyecto. En un artículo publicado en La Nación, Alberto Binder –mentor de la ex procuradora filo K Alejandra Gils Carbó– afirmó que se trata de un proyecto “repleto de inconsistencias, y que entorpece el camino para las reformas de fondo que proclama”. Y Paula Litvachky, representante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y cuya participación en el debate también fue propuesta por el Frente de Todos, dijo: “Este proyecto está centrado en una lógica de creación de juzgados que implica una mirada contraria al avance del sistema acusatorio” establecido por el Código Procesal Federal.

A todo esto, ¿dónde está Gustavo Beliz, a quien se presentó como uno de los motores de esta reforma, a modo de reivindicación por el maltrato y la persecución a la que, luego de echarlo de su cargo de ministro de Justicia, Néstor Kirchner –con el silencio de su jefe de Gabinete, Alberto Fernández– lo sometió?





domingo, 24 de mayo de 2020

Esquivándole al bulto … @dealgunamanera...

Últimas noticias. Cristinismo expeditivo…

Favorecida. La vicepresidenta ha dejado de ocupar el primer plano con sus causas judiciales. Fotografía: Twitter

El país ha entrado en un nuevo estadio, que fue bautizado como “default blando”. El adjetivo que acompaña a la palabra temida pretende reducir su gravedad.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 24/05/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Ojalá que un default blando no se convierta en el estado permanente de las finanzas nacionales. Ojalá que los acreedores tengan confianza en que se les pagará un día de estos, como diría un simple particular a quien se le reclama una deuda vencida: “No me atores, si me das un poco de tiempo, te aseguro que cumplo”.

Ojalá que, como tantas otras argentinadas, el default blando no se convierta en costumbre nacional ni se difunda más allá de las prerrogativas institucionales que, en este país, se viven siempre como situaciones de excepción. No hay espacio para la soberbia nacional, porque Argentina ha sido una protagonista, en varias y diferentes situaciones de default y cuasidefault, hasta inventar el simpático default blando que parece menos temible.

Es poco lo que entendemos los legos. El estado de lo público es difícil de conocer para quienes no tengan por lo menos una licenciatura en economía de universidad local. Esto, naturalmente, conduce a dos actitudes: o nos alejamos enteramente de la cuestión o nos ilusionamos creyendo que podemos comprender de qué se trata. La opacidad de la política se ha cobijado en una odiosa bruma.

Cuando algo es difícil de comprender se esparce el escepticismo o el desinterés. Hace dos siglos, frente a una coyuntura igualmente complicada e incierta, escribió un alemán de inclinaciones filosóficas: “¿Quién sabe exactamente quiénes son los favorecidos por hechos, de los que se afirma en primer lugar que sucedieron y en segundo lugar que se hicieron por la Patria?”. Subrayo la segunda parte de la pregunta: ¿quién puede discernir con alguna certeza que algo se hace por la Patria?

Probablemente algunas noticias, que llegan de países por encima de toda sospecha estatista, ayuden a entender de qué modo la pandemia ha golpeado no solo la economía sino las ideologías económicas. Frente a la pérdida de empleos en Estados Unidos, el secretario del Tesoro Steven Mnuchin favorece un plan para subsidiar temporariamente el pago de salarios en empresas privadas.

Más que cualquier medida sanitaria, esta probable intervención del gobierno de Donald Trump es excepcional e indica la excepcionalidad de la situación no solo en la Argentina, donde la palabra “subsidios” es parte de la lengua cotidiana, como bandera de reclamos o blanco de condenas. Ahora proliferan los subsidios en las comarcas menos pensadas, repartidos por gobiernos que estuvieron por encima de toda sospecha de despilfarro populista.

La pandemia oscureció el capítulo judicial de CFK. En su caso, no hay desgracia sin suerte.

De todos modos, la pandemia les quita relevancia a estas noticias. No simplemente porque las priva de centralidad en los medios, sino porque debilita la intensidad con la que podrían impresionar el estado de ánimo colectivo. Y los escándalos del pasado se esfuman en la urgencia de cada día. Propongo un ejemplo a la medida local.

Zannini solicitó que se declare nula la causa que afecta a Cristina Kirchner por el memorándum con Irán que incluye el encubrimiento del atentado a la AMIA. Tal solicitud la salva a Cristina y habría resultado escandalosa antes de la llegada del virus. El pasado miércoles, el diario La Nación, que nunca había dejado de lado el tema, le dedicó en tapa solo un humilde tercio de columna, para desarrollarla con amplitud en la nota de Morales Solá en página 10 de Política.

Algo hemos aprendido sobre la manera con que se leen los diarios actualmente, la veloz mirada atraída por los grandes titulares que rebotan en Twitter y Facebook. ¿Cuántos leen una nota completa?

No es una crítica al periodismo. Más bien es un balance de situación, porque con el virus todo ha cambiado de lugar, todo ha entrado en default y las jerarquías se han reorganizado. Esto no implica solo lo que leemos sino cómo articulamos la actualidad con la vida cotidiana bajo la presión obsesiva de la enfermedad y la muerte.

No son ideas sino gráficos los que están dando la forma a nuestra experiencia. Es evidente una acentuación de los rasgos que fueron novedad hace dos décadas, cuando las redes sociales comenzaron su entonces celebrada misión de ampliar públicos, difundir informaciones y otras decenas de virtudes que fueron saludadas con entusiasta tecnofilia.

Sigue la política.

Sobreviven, sin embargo, dos tipos de obsesionados por la política. Están por un lado quienes se empeñan para que no todo sea devorado por la sombra de la enfermedad; por el otro, quienes han comprobado que la llegada del virus los ha salvado milagrosamente de seguir ocupando el primer plano por las acusaciones judiciales y el juicio oral que ya había empezado con CFK como protagonista ilustre.

Ahora, Cristina puede callar más tranquila y dejar que transcurran los días, porque pocos se ocupan hoy de la causa del memorándum. Y entre los que se ocupan figura, en primer lugar, Zannini, su servidor leal en todas las batallas, nombrado por Alberto Fernández como procurador del Tesoro. Como primer paso en su patriótica tarea, Zannini pidió que se lo limpiara a él mismo de esa oscura causa sobre el memorándum con Irán, que causó el suicidio o el asesinato del fiscal Nisman.

Parece que transcurrió un siglo desde que esa muerte, rodeada de todas las sospechas, provocó marchas indignadas por las calles de Buenos Aires y reuniones múltiples en el Congreso. Pepe Eliaschev, gran periodista, no podrá descansar en paz. Sus denuncias, publicadas en este diario, están siendo prolijamente enterradas.

Con buenas o malas razones y subterfugios formales, la causa, que la opinión pública quizá ya recuerde borrosamente, va haciendo su camino hacia la obsolescencia, llámese esto como se llame en la lengua judicial.

Suerte en la desgracia. Zannini no es el único que mueve piezas en el tablero jurídico, con la oscura discreción que siempre lo caracterizó. Su movida benefició a la Dama, puesto que el jefe de la Oficina Anticorrupción, un obediente a toda ley si se origina en quien le da las órdenes, en estos días y con admirable sentido de la oportunidad, desistió en las causas Hotesur y Los Sauces, que complicaban vida y bienes de la vicepresidenta. Se salvaron esos lindos hotelitos al pie de la cordillera, que ganaban mucha plata alojando de manera virtual al personal de Aerolíneas Argentinas, dirigida entonces por Mariano Recalde, presidente de la compañía de 2009 a 2015 y hoy miembro de La Cámpora en el Senado de la Nación.

Como se ve, muchos pueden enorgullecerse de su pasado o tratar de que se lo olvide. En cuanto a Cristina Kirchner, la de historia más larga, la pandemia ha oscurecido el actual capítulo de índole judicial. Lo cual indica que, en su caso, no hay desgracia sin suerte, como sostiene el consolador refrán.

La vicepresidenta de este gobierno ha obtenido la suspensión de algunas causas que la preocupaban. Y este no parece ser el momento para fracturar la cacareada unidad nacional con actos de justicia que perjudiquen a nadie. Por otra parte, en alguna ocasión sin micrófonos, a Alberto Fernández se le oyó decir: “Sobre Cristina, no hay pruebas”.

Dudo sobre cómo debe interpretarse la frase expresada sin vacilar: ¿significa que no hubo delitos, o que no existen pruebas sobre los delitos cometidos? Usted elige la interpretación. Considere que siempre es posible equivocarse.





domingo, 19 de enero de 2020

El día que Pepe Eliaschev anticipó el pacto con Irán... @dealgunamanera...

El día que Pepe Eliaschev anticipó el pacto con Irán en Perfil…

Datos. Todo el proceso que termina en la denuncia de Alberto Nisman comienza con un artículo de Pepe Eliaschev en Perfil en marzo de 2011. El periodista no pudo ver que su artículo fue fundamento de la Justicia. Foto: CEDOC.

El periodista fue el primero en revelar la trama secreta que derivó en el Memorándum que se firmaría dos años más tarde. Nisman reconoció no haberla tenido en cuenta.

© Escrito por Julian Grinblat el domingo 19/01/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El sábado 26 de marzo, Pepe Eliaschev demostraba que para hacer buen periodismo (y buena escritura, en general) no es necesario apelar a recursos impactantes. A veces, basta con brindar una información con economía de recursos, tal como la recibió y chequeó el periodista, para conmover a toda una sociedad. Comenzó su artículo con los siguientes dos párrafos, como un estilete: “El gobierno de la presidenta Cristina Kirchner estaría dispuesto a suspender, de hecho, la investigación de los dos ataques terroristas que sufrió este país en 1992 y 1994, en los que fueron destruidas las sedes de la embajada de Israel y de la AMIA en Buenos Aires, según revela un documento hasta hora secreto, recientemente entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Majmud Ajmadineyad. Para la diplomacia de Irán, las investigaciones argentinas habrían quedado cerradas. El canciller iraní le asegura en su informe al presidente Ajmadineyad que “la Argentina ya no está más interesada en resolver aquellos dos atentados, pero que en cambio, prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán”.

La información dada por el periodista había llegado a la tapa del diario. El artículo se llamó “Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados”. Los sucesos posteriores demostraron el rigor con el que trabajó el colega. Y también funcionaron como un detector de síntomas (sociales y políticos), que demuestran cómo actúa la sociedad y sus representantes.

El mismo Alberto Nisman en un primer momento descartó lo publicado por Perfil. El canciller Héctor Timerman reaccionó duramente y mantuvo una polémica pública con Pepe. Lo cierto es que el artículo contaba con información y datos, tenía detalles de encuentros con precisión: el informe secreto, al que ha accedido PERFIL porque ha comenzado a ser analizado en las cancillerías de varios países, fue redactado luego de la reunión que el canciller argentino, Héctor Timerman, mantuvo con su contraparte de Siria, Walid al-Mohalem, y con el propio presidente Bashar al-Assad el 23 y 24 de enero último en la ciudad siria de Alepo.

“El gobierno de la presidenta Cristina Kirchner estaría dispuesto a suspender, de hecho, la investigación de los dos ataques terroristas que sufrió este país en 1992 y 1994”

Sugestivamente, Timerman se apartó de la delegación argentina que encabezó Cristina Kirchner en Kuwait, Qatar y Turquía, para conversar con el dictador sirio en una ciudad convenientemente ubicada a 400 kilómetros de la capital, Damasco. El cable de la agencia oficial de noticias siria dijo en ese momento que Timerman y Al-Assad abordaron el proceso de paz en Medio Oriente “paralizado a causa de las políticas israelíes y el fracaso que ha demostrado la administración estadounidense en presionar a Israel para que cumpla con la legalidad internacional”.

Memorándum. Eliaschev daba detalles de cómo se habría urdido el entendimiento. Señalaba vinculaciones comerciales detrás de la firma, dos años más tarde, se firmaba el Memorándum de Entendimiento con Irán. Fue votado y aprobado por el Poder Legislativo en 2013. El Memorándum constaba de nueve puntos, entre los cuales se destacaba la creación de una Comisión de la Verdad, que estaría compuesta por juristas internacionales para cooperar con la investigación. Además, establecía que el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Alberto Nisman, argentinos, podrían interrogar a los sospechosos iraníes con notificación roja de Interpol.

En su momento, Cristina Kirchner consideró que el acuerdo era un paso histórico para el esclarecimiento de la causa AMIA. Mucho más tarde, en su libro Sinceramente, la actual vicepresidenta consideró que era una “ingenuidad” haber firmado el Memorándum, más allá de la denuncia por traición a la patria que hizo el fiscal en 2015 pocos días antes de morir.

Polémica. Timerman sostuvo por entonces una polémica con Eliaschev. Ajmadineyad era el presidente de Irán.

La fuerza del texto de Eliaschev seguía siendo contundente. Y usaba el mismo significante: ingenuidad: “Según las conclusiones de la inteligencia iraní, que hace suyas la cancillería de Teherán, el gobierno argentino habría renunciado a llevar ante la Justicia al actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, y otros funcionarios iraníes sospechados de complicidad en esos episodios terroristas. La cancillería iraní considera que si estos temas son dejados de lado, ambos países pueden encarar una nueva etapa que permita superar dos décadas de frialdad total, lo que permitiría a Irán recuperar terreno en el desarrollo de unos vínculos que se han venido de todos modos fortaleciendo en los últimos años. El informe secreto iraní, filtrado al exterior por medios opositores al régimen de Teherán, subraya el interés del régimen fundamentalista en la situación del ministro de Defensa, Vahidi, un personaje clave en el esquema de poder, ya que era el comandante de la llamada Fuerza Quds de los Guardias Revolucionarios cuando la embajada israelí en la calle Arroyo de Buenos Aires fue demolida con un coche bomba en marzo de 1992. Siguió ostentando esa posición militar clave en julio de 1994, cuando el turno le tocó a la AMIA.

“El informe secreto al que ha accedido Perfil, porque ha comenzado a ser analizado en las cancillerías de varios países, fue redactado luego de la reunión con el canciller”

Las propias investigaciones que se hicieron en la Argentina detectaron años después que Vahidi fue uno de los principales organizadores de estos ataques, de los que el gobierno iraní ha tratado de despegarlo hace ya años, pero sin éxito. En sus recomendaciones a Ajmadineyad, el canciller Salehi propone que autoricen a su contraparte argentina para solicitarle que revoque las órdenes de arresto que el Gobierno ha solicitado a Interpol contra Vahidi y otras figuras prominentes del régimen. El informe que ha trascendido sostiene que para la inteligencia iraní ya es un hecho que, incluso si una tercera parte demandara secretamente la extradición de Vahidi, la Argentina lo rechazaría. El ministro de Defensa incriminado ya puede viajar al exterior sin problemas, porque el asunto de los ataques contra la Argentina ha quedado muy olvidado a nivel mundial y a nadie le interesa mucho, ni siquiera a Interpol.


El blanqueo de Vahidi es un asunto delicado que solo puede prosperar si la cuestión permanece en la oscuridad o se mantiene en silencio, dicen fuentes familiarizadas con estos sombríos espacios de marginalidad internacional. En Teherán, lejos de toda ingenuidad, saben que el gobierno argentino jamás admitirá este retroceso en público y menos aún que ha cambiado de posición”.

Comunidad. La nota también tenía otro efecto esclarecedor. Analizaba cómo afectaba a la comunidad judía: “En su ahora filtrado documento secreto a Ajmadineyad, el canciller Salehi elogia la estrategia –originalmente concebida por el llamado “Líder Supremo”, Alí Jamemei, y luego adoptada por el gobierno iraní– de no ceder a las acusaciones argentinas. Dice Salehi que fue un acierto no cooperar con la Justicia argentina durante esas investigaciones, que siempre terminaron abortadas.

Un poco de historia. Los seguidores del tema dicen recordar que luego de la sorprendente sentencia exculpatoria de la conexión local emitida por el Tribunal Oral Federal Nº 3, el entonces canciller Rafael Bielsa habría admitido en privado la existencia de una política de acercamiento de la Casa Rosada con Irán. E, inclusive, habría dado a entender que había un intermediario trabajando secretamente para lograr el reconocimiento argentino al Estado palestino, lo que finalmente anunció el actual canciller Timerman. Todo parecería revelar una clara diferencia entre la postura pública de los Kirchner y su proclamado acercamiento a Israel y a la comunidad judía argentina, y las claras muestras de acercamiento a Irán, Siria y –en cierto modo– Libia, con cuyos regímenes el kirchnerismo tiende a sentirse más cercano. En el acto del 17 de marzo, en recordación del 19º aniversario del atentado contra la embajada de Israel, los asistentes vieron a Timerman del brazo con Sergio Burstein, a quien invitó oficialmente a que participe de su próxima gira a Israel. Burstein no solo no es formalmente dirigente de la comunidad judía, sino que sus vínculos con los Kirchner no son un misterio para nadie. Pero ahora el delicado problema que confrontaría la Casa Rosada es que Timerman está en vísperas de un viaje a Israel y Cristina Kirchner siempre se ha preocupado por mostrar una imagen pública de simpatía y comprensión”.

“En Teherán, lejos de toda ingenuidad, saben que el gobierno argentino jamás admitirá este retroceso en público y menos aún que ha cambiado de posición”.

Pepe Eliaschev murió el 18 de noviembre de 2014. Casi inmediatamente después se desató el proceso de la denuncia de Alberto Nisman que, antes de morir, reconoció que le hubiera gustado darle el reconocimiento por ser el primero que mencionara el tema.

La denuncia abrió una de las ventanas para el reconocimiento de la verdad, que sigue vigente. En marzo de 2011 se publicó en las páginas de este diario una investigación cuyas consecuencias cambiaron la política argentina de los últimos años.

En un principio, Nisman desestimó la investigación.

La primera reacción del entonces fiscal de la UFI AMIA, en pleno marzo de 2011 fue muy diferente a la que haría cuatro años más tarde. En un reportaje concedido al periodista Hernán Dobry dijo que: “El hecho que plantea la nota (de Eliaschev) es absurdo, descabellado y de imposible cumplimiento. Hacía tiempo que no leía algo tan disparatado”.

Argumentó sus presunciones con el siguiente comentario: “Los iraníes no resultan creíbles en nada de lo que dicen y hacen, pero no me sorprende que puedan plantear algo así. Ellos creen que todo se maneja como su gobierno teocrático en donde el líder espiritual dice algo y todo el mundo obedece. Yo ya expliqué que no es así, que el Poder Judicial se maneja por unos carriles, el Poder Ejecutivo por otro, y hay una investigación independiente ajena al Poder Ejecutivo más allá de que ese poder ha hecho mucho reclamando las extradiciones y las capturas y juicio en un tercer país”.

También opinó que: “Es absolutamente imposible que el Ejecutivo ejerza una acción así. No basta una orden de ese poder para que un fiscal deje de investigar, para que un juez deje de hacerlo. Esto no es así. Podrá ser en Irán, pero aquí no puede ser. Para que quede claro: es absolutamente falso que el Gobierno esté detrás de eso. Pero para seguir por la vía del absurdo, si fuera cierto es algo totalmente imposible. Es como si yo dijera: me subo arriba de una escalera y voy a tapar el sol con las manos. Es de locos. Y me llama la atención en este periodista que no conozca una circunstancia así. Puede haber un documento de los iraníes que afirme que es una negociación política”.

Antes de morir, el mismo fiscal reconoció que el periodista tenía razón.





domingo, 14 de julio de 2019

Alberto acusó a CFK… @dealgunamanera...

Alberto acusó a CFK…


El candidato (y también el autor de esta columna) fue citado por el juez. Qué dijo textualmente en la entrevista clave.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Alberto Fernández entrevistado por Nelson Castro, en su programa "El juego limpio"; en el canal "TN" ("Todo Noticias") - 26/02/2015 
(YouTube: jmortiz77)

Fue uno de los hechos relevantes de la semana política: la declaración testimonial de Alberto Fernández en la causa por el atentado contra la AMIA, que tiene como uno de sus incriminados a Cristina Fernández de Kirchner. La citación, promovida por familiares de las víctimas del ataque terrorista más grande que sufrió la Argentina, se originó en las declaraciones que el ahora precandidato presidencial del Frente de Todos realizó en el programa El juego limpio el 26 de febrero de 2015, un mes y ocho días después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, un magnicidio. De ese reportaje, que duró nueve minutos y cincuenta segundos, se reproducen a continuación los primeros tres minutos y 57 segundos. Su lectura es fundamental para que el lector tenga una acabada idea de lo dicho por Fernández y de sus implicancias.

FERNÁNDEZ: Yo creo que Cristina va a dejar el gobierno con dos máculas, que son el haber hecho dictar dos leyes para protegerse penalmente de dos delitos cometidos: el primero, el encubrimiento a Boudou por el caso Ciccone, y el segundo, el encubrimiento al haber hecho aprobar por ley el pacto con Irán, que es definitivamente un acto de encubrimiento.

CASTRO: De eso usted no tiene dudas.

FERNÁNDEZ: Absolutamente. Rafecas tampoco. Rafecas también lo ha dicho hoy con todas las letras.

CASTRO: Es muy interesante lo que usted dice, porque Rafecas tira abajo la denuncia (de Nisman) porque entiende que ese delito no ocurrió aun cuando había una idea de hacerlo. Coincide en la idea pero sostiene que el delito no se cometió.

FERNÁNDEZ: Trataré de explicarlo de la manera más simple posible. En la consumación de un delito hay etapas que se llaman iter criminis, es decir, las etapas intermedias desde que el delito se idea hasta que el delito se comete. Yo pienso en matar a alguien, voy y compro un arma, disparo y causó la muerte. Una ideación, un acto preparatorio, que fue comprar el arma, el disparo, que es el comienzo de ejecución, y el resultado, la consumación, que es la muerte. Qué es lo que dice Rafecas: el delito de encubrimiento no existió porque no se comenzó a ejecutar, porque Irán nunca aprobó el tratado. Pero él no dice que el delito no existe; él dice que, en todo caso, el delito quedó en una etapa preparatoria porque faltó una etapa, que fue la aprobación de Irán. Pero lo que está diciendo implícitamente es que ese acuerdo tenía un fin de encubrimiento. 

Claramente. Yo creo, y mire que tengo buena opinión de Rafecas, que es un mal análisis, porque si él quería analizar las etapas del iter criminis, el delito comenzó a ejecutarse con la firma del convenio y no se consumó por circunstancias ajenas a la voluntad de los autores, que es que una Cámara (del Parlamento iraní) declaró inconstitucional el tratado. Lo que esto haría es dejar el encubrimiento en grado de tentativa. Y me parece que, siguiendo la lógica de Rafecas, esa hubiera sido la calificación correcta. Pero bueno, él ha pensado otra cosa. Yo pienso que eso va a tener que ser revisado… 

Días atrás, escribí un artículo en el diario La Nación en el que hablaba de eso, de que finalmente el acto de encubrimiento es la firma del acuerdo y que lo que Nisman dejaba al descubierto es cómo el gobierno se valía de personajes secundarios, de personajes liminares, de personajes casi marginales de la política para vincularse y relacionarse con el gobierno de Irán y que eso, con las escuchas que se pasaron, todos lo hemos observado. Y yo creo que eso merecía una mejor investigación por lo mismo que dice Rafecas. Si Rafecas piensa que el delito no se consumó porque Irán no aprobó el tratado, está diciendo que Argentina hizo todo lo necesario para consumar el delito.

CASTRO: Su palabra nos interesaba mucho porque usted es una persona que, junto con Néstor Kirchner, tuvo que ver con la génesis de la presencia de Nisman en la investigación del atentado contra la AMIA. Su evaluación entonces es que la investigación de Nisman no era un delirio.

FERNÁNDEZ: No. Además, creo que le comenté, cuando hablamos por radio, que en diciembre lo vi a Nisman, que me comentó en el supermercado: “Tengo probado el encubrimiento”; yo me reí y le dije: “Pero el encubrimiento ya existe, es el tratado”…

Hasta ahí el diálogo. Hay varias cosas que se desprenden de los dichos contundentes de Alberto Fernández: primero, señala que al terminar su mandato Cristina Fernández de Kirchner lo haría manchada por dos decretos destinados a protegerse de otros tantos delitos: el caso Ciccone y la firma del tratado con Irán. Segundo, caratula al delito como encubrimiento en grado de tentativa. Tercero, explica en términos técnicos del derecho penal por qué debe considerarse la firma del tratado como un delito. Cuarto, menciona la palabra “encubrimiento” siete veces. Quinto, afirma sin lugar a dudas que la investigación del fiscal Nisman que comprometía a la ex presidenta tenía bases sólidas.

Todo esto derrumba sus declaraciones –en medio de un enojo que no le conocíamos y que tuvo reminiscencias de lo que hacía Aníbal Fernández en sus tiempos de apogeo– diciendo que lo manifestado en aquel reportaje eran solo apreciaciones políticas.

Por si no quedó claro: en ningún momento del reportaje habla de un error político sino de un encubrimiento, o sea, de un delito.

Alberto Fernández es un muy buen profesor de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la UBA, por lo que su explicación de las etapas del delito aplicadas a la firma del memorándum que detalla en la entrevista es muy didáctica.

Es verdad que su citación por parte del juez Claudio Bonadio resulta extemporánea. Es producto de la presentación hecha por un grupo de familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA. Quienes están a cargo de las diferentes causas vinculadas con el hecho debieron haberlo llamado a comparecer a su debido tiempo, es decir, hace cinco años. Que ello haya ocurrido en medio del proceso electoral le da un tufillo de campaña que es malo para la investigación en sí. Muestra además las deficiencias –que parecen insolucionables– de la Justicia argentina.

En su condición de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández compartió la posición del entonces presidente, quien se negó rotundamente a cualquier vía de un entendimiento que pusiera freno a la investigación del atentado, objetivo que el gobierno de Irán buscó con denuedo.

Por eso, este episodio lo puso a Alberto Fernández frente a una indiscutible contradicción. Y es que, en verdad, su candidatura a la presidencia de la Nación, compartiendo fórmula con Cristina Fernández de Kirchner, representa eso: una enorme contradicción.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.

N. de la R.: esta columna está dedicada a la memoria de Pepe Eliaschev.