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domingo, 15 de noviembre de 2015

Los Atentados en Francia y Facebook... @dealgunamanera...

El peligro de ponerse la foto de perfil con el filtro de la bandera francesa...


A raíz del atentado de este viernes en París, Facebook ha impulsado un filtro opcional para todos los usuarios de la red. En esta ocasión, el filtro pretende solidarizarse con las víctimas del atentado convirtiendo tu foto de perfil en una imagen que funde la original con los colores de la bandera de Francia. Por supuesto, minuto tras minuto los usuarios van utilizando la herramienta, llevados por el choque emocional que suponen los ataques en la capital francesa.

Es evidente (aunque no creo que sea deseable) que en el mundo hay muertos de primera y muertos de segunda, incluso de tercera y cuarta. Es hasta cierto punto entendible que a un ciudadano europeo le aflija más un atentado en París que otro en Beirut. De hecho, si tenemos en cuenta la cobertura mediática que se hace de uno y de otro sería de extrañar que a un ciudadano del Estado español, por ejemplo, le afectara más un ataque terrorista en Líbano que uno en Francia.

La manipulación colectiva por parte de los grandes medios de comunicación es evidente. El silencio que impera o la frialdad a la hora de exponer cifras de muertos cuando se trata de un atentado que ha tenido lugar en el conocido como Mundo Árabe contrasta con el dramatismo de la exposición cuando se trata de un atentado en territorio europeo o norteamericano.

Y aunque esta estrategia comunicativa es un modelo de éxito a la hora de crear ciudadanos y sociedades de primera y de segunda, cada vez son más los europeos que entienden que están siendo manipulados y que tratan de apartarse de la influencia de los grandes medios que con su acción o inacción construyen muros entre sociedades que parecen infranqueables. No obstante, al tratarse de una novedad, el filtro de Facebook supone un peligro que coge a la mayoría de internautas con las defensas especialmente bajas.

Utilizar el filtro de Facebook para solidarizarse con las víctimas de los atentados en París es apoyar una visión del mundo en la que sólo preocupan las muertes de ciudadanos occidentales. Mediante este pequeño gesto se construye un muro más en esta fortaleza del siglo XXI que es Europa, llena de súbditos muertos de miedo que regalan su sentido crítico a empresas e instituciones públicas a cambio de un poco de sensación de seguridad.

En el Líbano, el Iraq, en Irán y en cualquier lugar del mundo, cuando estalla una bomba o cae un misil hay hermanos que sufren, padres y madres que se desmayan al conocer la noticia, amigos que buscan desesperados pistas para encontrar a compañeros de instituto o del trabajo. Es entendible (aunque no creo que sea deseable) que a un ciudadano europeo le aflija más un atentado en París que otro en Beirut. Muchos tenemos amigos en París o hemos visitado la ciudad una o varias ocasiones.

Pero Facebook es una empresa global y con gestos como este lo único que hace es establecer una estructura hegemónica de prioridades en la que los muertos occidentales preocupan y movilizan y las víctimas, por ejemplo, del atentado en Beirut de hace dos días, simplemente no cuentan. ¿O es que nos dieron la opción del filtro con la bandera del Líbano? Validar esta visión del mundo me parece extremadamente peligroso. Más si lo hacemos sin ni siquiera darnos cuenta.


© Escrito por Èric Lluent, periodista (Barcelona, 1986) y publicado en su Blog Eric Lluent 

sábado, 19 de abril de 2014

Gueto de Varsovia, 19 de Abril de 1943... De Alguna Manera...


Gueto de Varsovia… Otro 19 de Abril…


Este 19 de abril, como todos los 19 de abril, recordamos el levantamiento del Gueto de Varsovia, y la obligación de esta memoria abarca tanto a los héroes que lucharon como a todos los otros, los que murieron en silencio, en la imposibilidad siquiera de pelear. Desde la Noche de Cristal en noviembre de 1938 hasta la derrota del nazismo en mayo de 1945, no hubo un día de esos terribles años en el que no ocurrieran matanzas, deportaciones, vejaciones, destrucción y cada uno de esos días merece un instante de recordación.

Es obligación recordar la inmensa riqueza de la vida en aquellas pequeñas aldeas, pueblos, ciudades, la cultura y la lengua, el idish, los hábitos y las costumbres de más de 5000 comunidades judías que formaron parte de Europa durante más de un milenio. La destrucción de todo aquello significó la pérdida irrecuperable de un mundo, el que fue mi mundo antes del horror.

En estos días recuerdo mi ciudad natal, Lodz. Y su gueto, en el cual fui encerrado junto a mi familia. Entre 1940 y 1944, la Alemania nazi usó centenares de métodos para matar a la población del Gueto de Lodz. En un principio, impidiendo la entrada de medicamentos para aquellos que los necesitaban y reduciendo la alimentación al mínimo. Muchos murieron. Pero no eran suficientes en el cálculo de los nazis entonces comenzaron con las deportaciones que en realidad no lo eran. Se trataba de “traslados”. La gente era informada de que iba a ser trasladada a otro lugar y para ello debían tomar sus pertenencias consigo. No eran deportaciones; el destino era la muerte. En 1943, comenzaron las así llamadas por los nazis “selecciones”. Casa por casa, los niños y los ancianos eran “deportados” hacia la muerte.

El Gueto de Lodz fue el primero en establecerse en Polonia en 1941, y el último en liquidarse, en 1944. Su constitución era diferente al resto de los guetos. La ciudad de Lodz había sido anexada como parte del Tercer Reich y no constituía en sí un territorio ocupado. Respondía a estrictos planes y cálculos por parte de los nazis. Sus habitantes no eran sólo los judíos de Lodz. A él llegaban de distintos países, de ciudades de Alemania, de la entonces Checoslovaquia y de muchos otros lugares.

En un comienzo, pensábamos que pasaríamos la guerra dentro del gueto y que íbamos a sobrevivir allí. No nos dábamos cuenta de cuál era el verdadero plan: liquidarnos. Al gueto no ingresaban alemanes, no existían pogroms. Era como un país al interior de otro, con su propio gobierno, diario, estampillas, moneda. Era el único gueto que estaba completamente cerrado. Allí adentro la vida seguía, la vida cultural y social y las actividades de los distintos grupos políticos continuaban.

En 1942, fueron liquidadas pequeñas poblaciones cercanas a Lodz. Sus habitantes, en su mayoría, eran transportados a Chelmo, a la muerte. Los aptos para el trabajo llegaban al Gueto de Lodz. Fue entonces que nos empezamos a dar cuenta de lo que realmente ocurría.

En 1943, ya escuchábamos noticias sobre la situación mundial, la guerra, en fin, el mundo exterior que rodeaba al gueto. Yo tenía como tarea encomendada ir a ver periódicamente a un activista de nuestro movimiento –Bund– que tenía una radio que había logrado conservar oculta. El escuchaba la BBC de Londres y a mí y a otros nos contaba lo que estaba ocurriendo. A su vez, yo debía transmitir las noticias a otros para así ir informando a todo el gueto. Recuerdo el mensaje que recibí: “Todos los transportes –deportaciones– de Lodz van hacia Chelmo, donde todos son asesinados”. Yo no supe qué hacer con esa noticia. La verdad es que ni recuerdo si la transmití a mi familia y amigos.

En 1944, entre mayo y julio, hubo transportes incesantes, continuos. La gente, al principio, se resistía a ir. Pero finalmente se rendían. El hambre, la enfermedad, no permitían resistir. A pesar de saber, nadie imaginaba lo peor. Los carteles que inundaban las calles del gueto aclaraban que aquel que no se presentara para ser deportado sería fusilado. Los últimos transportes eran aquellos que deportaban a los trabajadores de las fábricas y talleres.

Es terrible pensar que para esa fecha, París ya había sido “liberada”, el sur de Italia también y los soviéticos ya estaban en los alrededores de Varsovia. A veces pienso que si el Ejército Rojo no hubiera detenido su avance hacia el oeste de Polonia, cerca de ochenta mil judíos del Gueto de Lodz podrían haber sido salvados. Lamentablemente, los soviéticos decidieron primero dejar que los alemanes aplastaran el levantamiento de los polacos en Varsovia. Esto dio tiempo suficiente a los nazis para liquidar el Gueto de Lodz.

No puedo evitar que el dolor que me provoca la indiferencia se reafirme año tras año. Casi nadie recuerda, ni conmemora. Cuando digo esto no pretendo condenar a toda la humanidad por su indiferencia. Basta sólo con calcular las miles de matanzas que ocurrieron durante todo el siglo pasado y comienzos de este, para entender que es imposible conmemorar en una fecha a cada una, aun si se quisiera. Los días del calendario no alcanzarían.

En agosto de 1944, con la liquidación final del Gueto de Lodz, se cerró una vida muy próspera como la vivida por los 250.000 judíos que habitaban Lodz; ciudad tan dinámica y variada en su movilidad social, en sus gustos, en sus pertenencias, donde convivían los jasídicos con los sionistas, los ortodoxos con los socialistas, los ateos con los reformistas.

En estos días me invade la tremenda tristeza de pensar que, en pocos años, con la desaparición de los últimos sobrevivientes no habrá nadie que incline, silenciosamente, su cabeza pensando en el mundo que fue.

El 19 de abril es un día de recogimiento, un día para nombrar cada uno de los guetos, cada uno de los campos de exterminio y, si fuera posible, a cada una de las víctimas.

El 19 de abril nos permite, a los sobrevivientes y al resto, anclar el recuerdo. Sabemos que la memoria es muy frágil. Me incluyo entre los que necesitan establecer en esa fecha, el 19 de abril, la condensación de todo lo ocurrido en esos terribles años. Para poder seguir adelante, más de 70 años después, luchando para que el peor flagelo que tuvo la humanidad en esos tiempos, la indiferencia frente al dolor de los demás, no ponga en peligro la convivencia entre los hombres.

© Escrito por Jack Fuchs sobreviviente de Auschwitz el Sábado 19/04/2014 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 25 de junio de 2013

Indignados... De Alguna Manera...


Los “indignados” nacieron en España y se expandieron por el mundo…

  


El movimiento que nació de manera espontánea en Madrid se extendió por más de 50 ciudades españolas y sus reclamos fueron reproducidos en 900 ciudades de 82 países.

Entre los cientos de personas que el domingo 15 de mayo concurrieron a la Puerta del Sol, en el corazón de Madrid, para manifestarse por los efectos de la crisis, seguramente muy pocas se imaginaron que ese sería el punto de partida de un movimiento cuyas protestas trascenderían fronteras hasta llegar a más de 900 ciudades en 82 países.

Con consignas como “lo llaman Democracia y no lo es” o “que no nos representan”, los manifestante reclamaban cambios en el sistema económico y político.

En ese momento el 21% de la población española estaba sin empleo y esa cifra ascendía a 44% en los menores de 25 años. En total, unas 4,9 millones de personas no tenían trabajo, lo que convertía a España en el país con la tasa de desempleo más alta entre las naciones de la Eurozona.

Integrantes del movimiento “Democracia Real Ya!”, uno de los convocantes a la protesta, afirmaron desde el principio que los manifestantes no representaban a ningún partido político y que reclamaban que “la política se limpie de corrupción”.

También exigían la modificación de la ley electoral para terminar con el “bipartidismo”, en referencia a los dos grupos políticos que desde 1982 se sucedieron en el gobierno: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el conservador Partido Popular (PP), al que pertenece el flamante presidente Mariano Rajoy.

Al igual que en la llamada “Primavera Árabe”, la convocatoria a las manifestaciones se realizó a través de las redes sociales y atrajo en su mayoría a jóvenes, que fueron bautizados con el nombre de “indignados”, mientras que el movimiento recibió el nombre de “15M” y “Spanish Revolution” en las redes sociales.

Con el paso de los días estas protestas, que surgieron de manera espontánea, comenzaron a organizarse a través de la creación de diferentes comisiones y las manifestaciones se transformaron en una multitudinaria acampada que culminó un mes después. El 14 de junio los manifestantes abandonaron la Puerta del Sol, pero con la consigna de que continuarían las movilizaciones.

Cumplieron.

Esta protesta desembarcó en al menos 52 ciudades españolas, donde sus propios “indignados” realizaron manifestaciones o se instalaron en acampadas.

El desencanto también llegó a París, Roma y Atenas; algunas de las primeras ciudades fuera de fronteras a las que se extendieron estas protestas.

Incluso en otro continente, y a más de cinco mil kilómetros de distancia de la Puerta del Sol, se reprodujo con fuerza este movimiento.“Ocupy Wall Street” comenzó con sus acciones en este centro financiero mundial a mediados de setiembre para reclamar contra la corrupción, la codicia y los recortes en el presupuesto del gobierno federal estadounidense y también se extendió a decenas de ciudades, logrando miles de adeptos.

Desde Madrid hasta Nueva York, pasando por Hong Kong, Sidney e incluso en ciudades de Brasil, los “indignados” se manifestaron el 15 de octubre contra la crisis económica y el sistema financiero en 951 urbes de 82 países. Algo impensable para los cientos de manifestantes que aquel 15 de marzo se congregaron en la Puerta del Sol.

© Publicado el miércoles 21/12/2011 por http://especiales.elpais.com.uy/anuario2011