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miércoles, 25 de marzo de 2020

Nueve predicciones para el Sector Retail, post Coronavirus… @dealgunamanera


Nueve predicciones para el Sector Retail, post Coronavirus…


Intento ser positivo. Me lo repito continuamente a mí mismo y a mi equipo en cada una de nuestras tele-reuniones diarias. Es lo que necesitamos ahora mismo: mirar al futuro con ganas. Pensando en la pandemia que ha cambiado nuestras vidas repentinamente, no sé por qué me vino a la cabeza al río Nilo en la época de los faraones. Podría haber sido otro río u otro momento de la Historia. En el Antiguo Egipto cada año, el Nilo inundaba, arrasando, las orillas de su curso, borrando cualquier construcción o señal humana que hubiera. Pero cada año se retiraban las aguas y sobre ese lodazal se cultivaba. Así, se sentaron las bases de una sociedad próspera que perduró más de 4.000 años. Desde que el hombre es hombre y tiene memoria, detrás de cada barrizal, surge una nueva esperanza.  

© Escrito por Dimas Gimeno Álvarez (*) el martes 24/03/2020 y publicado en Linkedin de la Ciudad Madrid, República de los Españoles.

Me ha venido también a la memoria que en 2003, la crisis sanitaria del SARS posibilitó que en China se consolidasen con fuerza JD.com y ALIBABA. También con el lanzamiento de una versión de eBay, TaoBao. La pregunta que nos debemos hacer es ¿qué podemos esperar encontrar nosotros cuando se retire este lodazal?

No es muy difícil predecir que encontraremos una sociedad muy dañada económicamente, con mucho tejido social destruido, mucha tienda con la persiana echada para siempre, una cifra de paro aún más alta y grandes empresas obligadas a reducir al máximo sus costes por la enorme deuda acumulada. No es difícil predecir que ese desempleo se cebará con las personas de más de 50 años y que limitará el poder adquisitivo, en general, de la sociedad. Tampoco es difícil intuir que las medidas adoptadas por el Gobierno, con aumento del gasto público tomadas en consonancia con el resto de los países de la UE y en cierto modo EEUU, provocarán un repunte de la inflación, y quién sabe si también devaluaciones de ambas monedas frente a las monedas asiáticas.

Intentando responderme a la pregunta de qué podría pasar y cómo va a afectar al retail, he concluido en estos nueve puntos.


(1) POLARIZACIÓN: UN MUNDO MÁS EXTREMO CON PÉRDIDA DE MASA CRÍTICA EN EL CENTRO.


Creo que existe un riesgo real de que se produzca un empequeñecimiento de la clase media. La tormenta económica perfecta a la que avanzamos provocará un desplazamiento de masa social hacia la base y la cúspide de la pirámide: ricos más ricos y clases desfavorecidas más amplias.
El retail lo reflejará en un triunfo de las marcas que centran su foco en los extremos. Proliferarán los  modelos de negocio inspirados en PRIMARK (muchos productos a precios muy bajos, que genera una percepción de falsa riqueza al poder salir con enormes bolsas por poco dinero, la posibilidad de estrenar, poseer cosas nuevas), junto con marcas de HIPER LUJO y exclusividad con un número creciente de propuestas con origen y mercado en Asia.

(2) GRANDES CIERRES DE EMPRESAS, FORTALECIMIENTO DE ALGUNAS y CURIOSAS APERTURAS. EL MERCADO TENDERÁ A LA “PERFECCIÓN ECONÓMICA” AL DESAPARECER INTERMEDIARIOS ENTRE OFERTA Y DEMANDA


La mezcla de desempleo, pérdida de poder adquisitivo y deuda empresarial acumulada será un cóctel explosivo para muchos negocios. En algunos casos, grandes retailers serán incapaces de digerir la mercancía acumulada durante estos meses y se enfrentarán a una situación complejísima con una clientela económicamente afectada. Las ayudas gubernamentales estarán más centradas en el socorro a las familias y pequeñas empresas, pero no a las grandes. Desafortunadamente veremos cómo caen grandes nombres, pasando a mano de otros propietarios y gestores. Sin embargo, aquellos que hayan demostrado flexibilidad y capacidad de adaptación en estas semanas de confinamiento, verán cómo su clientela permanece fiel a ellos.

Otra tendencia que se acentuará será la paulatina desaparición de los intermediarios, acompañada por la aparición de plataformas que facilitarán un contacto más directo entre productor y consumidor, disminuyendo precios y mejorando el servicio. En economía, el viejo sueño de los "mercados perfectos" donde la oferta y la demanda se encuentran, fijando un precio que maximiza el beneficio percibido por ambos. Quizás el caso de la agricultura sea el más ilustrativo. La entrega a domicilio potenciará enormemente el consumo de “producto local”. 

(3) INNOVACIÓN QUE RESUELVE Y CREA


Una parte significativa del capital humano se verá expulsado del mercado laboral, por lo que veremos nacer en el ámbito de las empresas de recursos humanos y gestión de talento iniciativas innovadoras que tratarán de dinamizar el sector. Hay esperanza, el talento es como el agua, siempre encuentra un camino por el que discurrir. Otras dinámicas de impacto serán las siguientes: 

1.   Surgirán nuevos productos y se popularizarán algunos que ya existen, aunque no hayan penetrado aún en el mercado de masas. Se generalizará el uso de impresoras 3D capaces de producir “in house” y aparecerán productos, soluciones y servicios relacionados con la e-Medicina con tele-diagnóstico. Al fin y al cabo, una explosión absoluta de gestión y venta de servicio en distancia.

2.   Se crearán nuevos sistemas de venta InStore. Puesto que la venta online está hiperpopularizada y cualquier rastro de miedo basado en falta de confianza de pago por tarjeta o de entrega habrá desparecido, el reto estará en atraer al público de nuevo a la tienda. Veremos nuevas tecnologías que se usarán en los establecimientos, nuevas formas de exponer el producto y de ofrecer omnicanalidad, con profusión de realidad virtual y de inteligencia artificial.

3.  Habrá nuevos sistemas de predicción, cálculo y optimización del producto en stock. Será este uno de los grandes retos para el retail será optimizar el manejo de las existencias mediante el uso de soluciones tecnológicas. Todo lo automatizable, lo será. Conteo, pricing, ticketing, RFID, pago sin cola...

(4) NUEVOS DRIVERS PARA EL CONSUMO


La destrucción del tejido económico podrá venir acompañada de un mayor compromiso del consumidor con lo local (mi pueblo - mi región - mi país), se incentivará el consumo de productos “kilómetro cero”. Veremos una revitalización de los mercados de abastos en detrimento de las superficies de distribución de tamaño medio. Es una forma de solidaridad activa: conservo el puesto de trabajo de mi vecino (con el que he estado aplaudiendo en mi balcón durante días y días).

Al mismo tiempo, veremos como el miedo existencial y el miedo a lo imprevisto se verán reflejados en las pautas de consumo. No serán extraños los mensajes centrados en el “vive rápido, vive a tope” (viajes de descubrimiento, introspectivos, intensos...) al tiempo que las compañías aseguradoras y de salud privada aumentan su cartera de clientes y productos, así como su valor cotizado. Ocurrió algo similar después de La Peste en la Edad Media. Surgieron movimientos de carnalidad (vive y disfruta de la vida porque se termina) al mismo tiempo que se experimentaba el incremento de la espiritualidad (la vida se puede terminar, reconcíliate con Dios). Convivieron así El Decamerón con el nacimiento de las órdenes religiosas franciscanas.

(5) EL GOLPE DE GRACIA AL DOMINIO EN EL ÁMBITO AUDIOVISUAL DE LA TELEVISIÓN EN ABIERTO. NUEVAS PLATAFORMAS PARA LA PROMOCIÓN DE PRODUCTOS


La televisión no va a desaparecer, pero sí es muy probable que esta crisis traiga cambios profundos al sector audiovisual. El telespectador ha aprendido que se puede disfrutar del contenido cómo y cuándo quiera, incluso en lo que se refiere a programas y emisiones que se emiten, en principio, en directo. Este cambio de actitud del consumidor de productos televisivos traerá desplazamientos en los niveles de audiencia, lo que sin duda conllevará igualmente cambios en los recursos destinados a campañas publicitarias. Por ello, el retail necesitará nuevas modalidades de marketing. Veremos mucha innovación en la presencia de producto y en el contenido (product placement en las series) pero también en campañas de corte tradicional. La mayor presencia de la publicidad en las mismas plataformas de venta de los gigantes del e-commerce, como Amazon o Alibabá, alterará de manera significativa los flujos de inversión publicitaria en canales tradicionales de distribución televisiva. Dicho de otra manera, si el público no está delante de la tele, tendré que anunciarme donde esté el público.

Las tecnologías asociadas al upselling y al cross-selling experimentarán asimismo un incremento significativo. Aumentará el uso de la inteligencia artificial y del #BIGDATA en la búsqueda y geolocalización de nuevos clientes Continuará la expansión del #5G y el #IoT que de manera rápida se instalará en nuestras casas a través de los nuevos electrodomésticos inteligentes. La publicidad seguirá apareciendo en nuestras pantallas, pero muy probablemente no serán las pantallas de televisión a las que dedicaremos cada vez menos tiempo.

(6) NUEVOS MEDIOS DE PAGO. MENOS PAPEL MONEDA.


A la percepción de que el dinero físico es vehículo de patógenos y transmisor de enfermedades se unirá la aparición de procesos inflacionarios que debilitarán sobre todo la percepción de valor de las monedas occidentales. Por lo que no será extraño tener sistemas de pagos digitales asociados a otras monedas extranjeras, incluso a moneda virtual. O directamente incentivar el pago digital, pero en One2One. Pedir un Bizum o un MoneyBeam será algo absolutamente normal. Incluso tener sistemas de pagos internos como en Asia se hace con WeChat. Pagos, entre otras cosas, más difíciles de ser controlados por las autoridades monetarias e impositivas.

No me atrevo a predecir el futuro del euro o del dólar, pero mucho me temo que serán monedas que se debilitarán frente al empuje de las monedas asiáticas. Pocos dudan ya de que el centro de gravedad de la economía global pivotará hacia Oriente.  

(7) DE TRABAJOS ROBOTIZADOS...


Los robots pueden traer asepsia y jornadas de trabajo de 24 horas sin interrupción. Si una parte cada vez más importante de la población se ha acostumbrado a recibir los paquetes en su casa y exige periodos de entrega cada vez más cortos, poco nos incomodará saber que esos paquetes los entrega un dron en lugar de un repartidor. A esto podríamos añadir también las opciones de limpieza automatizadas (roombas gigantescos para aeropuertos, centros comerciales, transporte público) que serán parte de nuestra cotidianeidad. La sistematización de la producción permitirá la consolidación de la robótica en todas sus dimensiones.

(8)... A TRABAJOS VIRTUALES. UNA VIDA DIGITAL


Cada vez se extenderá más el sentimiento de que no es necesario ir a la oficina para trabajar en un despacho durante 8 horas 5 días a la semana. El teletrabajo se convertirá en práctica cada vez más habitual con todo el consiguiente ahorro de tiempo y energía que eso supone. Junto a ello cabe preguntarse si ante esa nueva situación, en lugar de vivir en espacios pequeños en el centro de las ciudades no sería más conveniente mudarse a zonas más despobladas, pero bien abastecidas y con acceso a servicios de calidad para vivir es viviendas más espaciosas. 

Gracias a la conectividad, será posible asistir a reuniones, trabajar en línea, formarse y conectar socialmente con gente con la que comparto intereses comunes. Incluso hacer deporte en casa o cocinar. Las nuevas aplicaciones, desarrolladas a toda velocidad, experimentarán sin duda un crecimiento exponencial. Para ello necesariamente necesitaremos ordenadores y redes más potentes y portables.  

(9) LA NUEVA CADENA DE VALOR EMPRESARIAL… VIRTUAL, SOCIAL y CONSECUENTE


Si hasta hace poco la principal consideración a la hora de donde producir era la disminución de costes, ahora la situación es distinta. Ya no se busca producir donde sea más barato. El consumidor preferirá ser cliente de empresas responsables. Además del apego a lo local, que mencionaba antes, el consumidor prestará cada vez más importancia al modo en que los retailers estén alineados con su propio sistema de valores.

Las empresas querrán, además, estar seguras de que el suministro de productos fluye, puesto que lo impensable ya sabemos que puede ocurrir. La producción en cercanía será cada vez más común.

La trazabilidad, facilitada por la propia tecnología, será un "chivato" perfecto, un informador de la calidad de toda la cadena de valor de un producto que tenemos frente a nosotros. Los secretos serán cada vez más difíciles de ocultar.

En resumidas cuentas, el coronavirus va a acelerar de manera muy significativa el proceso de cambio profundo en el que ya estaba inmerso el retail. Habrá cierre de tiendas que en algunos casos traerán nuevas aperturas, un empequeñecimiento de la clase media, un aumento del consumo de producto básico y barato al mismo tiempo que aumentará el consumo de productos de lujo. Se incrementarán la entrega a domicilio y la conexión directa entre oferta y demanda con menos intermediarios. Nuevos sistemas de pago, lejos de la moneda física. Vendrán nuevos medios de entretenimiento virtual y se afianzarán nuevas pautas de consumo, con clientes que se debatirán entre consumir para vivir intensamente o hacerlo para vivir de manera más segura y socialmente responsable.

La pandemia de Covid-19 va a ser el catalizador y acelerador del proceso de transformación del retail. La pregunta clave es si estamos equipados para asimilar esa aceleración vertiginosa. De la capacidad de adaptación de nuestros retailers y de nosotros mismos, depende buena parte del futuro del sector y de la sociedad, de nuestro común día a día.

Desde ya, todo va a ir tan rápido que el Futuro que ayer imaginábamos lejano, será el Pasado antes de que nos queramos dar cuenta.

 

(*) Fundador y Presidente Ejecutivo Skintelligence Investments. Retail + Tech Presidente y CEO El Corte Inglés 2014-2018.



miércoles, 20 de abril de 2016

Los errores que le dan la razón a Uber… @dealgunamanera...

Todos los errores que le dan la razón a Uber…


La llegada del servicio de contactos usuarios-conductores genera más polémicas de las que merece. Los errores del Estado, la equivocación en el concepto y la falta de protección al usuario.

© Escrito por Nicolás Lucca el miércoles 20/04/2016y publicado en el Diario Perfil y la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 Uber día cero. El sistema creado en 2009 por los norteamericanos Garrett Camp y Travis Kalanick lleva su conflictiva expansión a la Argentina e inicia su convocatoria a choferes que pongan sus propios vehículos. En el primer día se inscriben más de 10 mil aspirantes. El sindicato de peones de taxis porteño pone el grito en el cielo y afirma que se trata de una competencia desleal, dado que las exigencias para utilizar Uber no son las mismas que para estar detrás del volante de un taxi. La asociación de propietarios de taxis se pliegan al reclamo por otros motivos aún más económicos, dado que no todos los propietarios se encuentran tras un volate. Las autoridades porteñas no saben bien qué hacer.

Uber día 1. 

Contra todos los pronósticos negativos, la empresa norteamericana inicia sus operaciones a las 16.00 horas del martes 12 de abril. Una hora después, los taxistas porteños adoptan como medida de fuerza el corte de varios puntos neurálgicos de la ciudad de Buenos Aires. Fue la publicidad que necesitaba Uber: entre la ausencia de coches y la bronca de los usuarios, se saturó el servicio y costó conseguir vehículo.

Decidí probar por mis propios medios cómo funciona el sistema que tanto revuelo generó. Instalo una aplicación en un smartphone, completo tres datos –nombre, celular, dirección de correo electrónico– agrego una tarjeta de crédito y el sistema está listo para usarse. Escribo en la app la dirección de la redacción y el destino al que querá llegar. Primer dato notable: mientras espero a que se confirme el viaje, la aplicación me informa que el costo total estará entre los 59 y los 80 pesos, algo muy lejano de los 152 pesos promedio que aboné la última vez que realicé idéntico viaje. Segundo dato notable: me ofrecen un auto y un teléfono de contacto. Tercer dato notable: podía chequear desde el teléfono el GPS del vehículo mientras se acercaba a nosotros con una precisión asombrosa.


Mientras viajaba, arribé a algunas conclusiones preliminares de por qué el sistema es tan polémico. Básicamente, porque es extremadamente atractivo para el consumidor y una competencia brutal y difícil de enfrentar para los taxistas. Específicamente, para nuestros taxistas. El atractivo no es una cuestión snob: estando en la segunda mitad de la segunda década del siglo XXI, que se pueda utilizar un transporte sin disponer de dinero, siquiera de una tarjeta en un bolsillo, suena a ciencia ficción para el argentino promedio, cuando recién en este 2016 son contados los taxis que cuentan con sistema postnet para el pago con tarjetas, algo que existe hace décadas en otros países del mundo.

En la otra campana de la polémica, los taxistas tienen varias razones válidas para quejarse, de las cuáles una en particular es la más fuerte: el sistema Uber es ilegal y viola varias disposiciones de la normativa argentina para el transporte de pasajeros, como los registros de conducir clase profesional, el seguro especial para personas a bordo, entre otras. Incluso Juan José Méndez, ministro de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires, afirmó que la empresa es ilegal y la Justicia de la Ciudad ordenó la inmediata suspensión de las actividades de Uber, algo que no cayó bien entre los usuarios que se hicieron adictos tras los primeros viajes.


El problema es que Uber no es un servicio de transporte de pasajeros, no del modo que lo conocemos, y está más cerca de funcionar como red social de citas que cualquier otra cosa. O sea: un fulano quiere ir de un punto A al punto B. Otro fulano está dispuesto a llevarlo. Uber se encargar de ponerlos en contacto a cambio de una comisión del 25% del total del viaje.

La presentación que efectuaron los taxistas ante la Justicia porteña tuvo como resultado que la misma suspendiera de manera preventiva toda actividad de la aplicación hasta que se dicte sentencia definitiva, la cual estará recién después de que el Gobierno de la Ciudad informe si Uber se inscribió como empresa prestadora de transporte, si está habilitada, y otras disposiciones que demuestra que, o la Justicia atrasa en su cosmovisión de la actualidad tecnológica, o piensa ajustar el derecho a una de las dos interpretaciones posibles: que no es un contrato entre dos privados sino una empresa de transporte, del mismo modo que Mercado Libre sería el hipermercado más grande de latinoamérica.

En lo particular, habría que remarcar que la queja de los taxistas está mal encarada, si pretenden hacerla de buena fe: No tienen que exigir más regulaciones a Uber, sino pedirle al Estado que desregule un poquito la actividad de los taxis. Aproximadamente unas 100 mandatarias poseen el 25% del total de las aproximadamente 38 mil licencias de taxis de la ciudad de Buenos Aires. Del resto, buena parte está en manos de individuos que tienen un promedio de tres licencias. Algunos manejan una de ellas, otros ni siquiera. Entonces, podría decirse que el problema pasa por una cuestión monetaria que apunta a conservar el monopolio de un sistema que ya poseen y que no perderían nunca, ya que Uber no es un servicio público de pasajeros.


Ante la acusación solidaria y nacionalista de que Uber se lleva la plata del país sin hacer nada –en referencia al 25% de los viajes que se gira a la casa matriz– cabría preguntarse qué esperaban de una multinacional. La visión de la película entera dirá que el 75% restante entra en circulación en el mercado interno, ya que la persona que cobra esa tarifa –probablemente desocupado o agobiado por las deudas, nadie sale a trabajar en horarios extremos si no tiene necesidad– automáticamente  la volcará al mercado interno y el Estado recaudará a través de la vía más sencilla que siempre lo ha hecho, que no es otra cosa que el IVA en cada producto que compre el conductor.

Por el otro lado, de los cientos de controles que tienen los dueños de licencias de taxis, estamos seguros que nadie controla qué hace con el dinero que factura de modo informal al cobrar alrededor de mil pesos el alquiler diario, violentando la tradicional norma que dicta que la ganancia del taxímetro se reparte proporcionalmente. ¿La gasta? ¿Compra dólares? ¿La gira a Panamá? ¿La guarda bajo el colchón?

También pareciera que nadie dimensiona el impacto económico de la guerra contra Uber. Luego de pregonar la vuelta al mundo, prohibimos a una empresa que trae una solución laboral alternativa a 35 mil personas en sólo quince días, y terminamos allanándolos, persiguiéndolos, y clausurándolos. Indirectamente, Uber también contribuye a la reactivación económica de la mano del gasto en combustibles, la venta de automóviles –no más de 7 años de antigüedad–, el funcionamiento de los talleres mecánicos, electricistas, gomerías, lubricentros, casas de repuestos, etcétera.

Factor cultural. Cuando desde las autoridades baja el mensaje de que el taxista es parte fundamental de nuestra cultura, se revientan varias realidades históricas tanto universales como vernáculas.

Nadie se imagina utilizar el telégrafo en 2016, ni comunicarse mediante palomas mensajeras, viajar a caballo, iluminarse con velas, ni calefaccionarse con leña en una gran urbe. En un aspecto más local, el taxista es parte de la cultura del mismo modo que lo fue el aguatero cuando no contábamos con red de agua corriente, a quien todavía se recuerda en los actos escolares. Incluso más cerca en el tiempo, fueron los propios taxistas los que, en tiempos de crisis económica, decidieron modificar el sistema de viaje y subir a varios pasajeros que se dirigieran más o menos hacia el mismo destino, a quienes se les cobraba mucho más barato por el sólo hecho de compartir el viaje. Sí, el colectivo porteño surgió de la cabeza de los taxis de antaño.


La realidad de los taxis demuestran la firme voluntad de no querer competir en una economía de mercado sin hacer trampa. Le escapan a cualquier avance tecnológico que implique una mejora en la comodidad y seguridad del pasajero –salvo la buena voluntad del dueño del vehículo– aumentan las tarifas dos veces al año sin importar de cuánto fue la inflación, ni cuánto aumentaron los salarios; y aplican diferencia de costo en el horario nocturno aprovechándose de la preocupación por la inseguridad. El usuario es cautivo de una suerte de monopolio en el transporte puerta a puerta y podrían beneficiarse si la competencia obligara a los taxis a mejorar sus servicios para no perder. Sin ir más lejos, en Londres, Uber no es competencia para ningún taxi, ya que allí todavía funcionan como un servicio realmente diferencial, con mayores comodidades que los autos particulares.

Es un misterio cuál es la suerte que correrá Uber en Argentina, aunque la próxima llegada de otros servicios similares como Cabify, parecen marcar que el conflicto llegó para quedarse si es que los taxistas no encuentran una vuelta de tuerca para solucionar el problema que es de ellos, no de los usuarios. Y que las autoridades también deberían entender lo mismo, ya que, coincidirá estimado lector, que el monopolio de la represión de ilícitos en una sociedad organizada, pertenece al Estado. Y aplicando la misma lógica que dice que es ilegal que un ciudadano no autorizado por el Estado transporte a otro individuo, que taxistas priven ilegítimamente de la libertad de circulación a otros civiles ante la mirada pasiva de las autoridades que, lejos de intervenir para normalizar el estado de derecho, actúan con temor y secuestran los vehículos.


Los usuarios, mientras tanto, vemos cómo el Estado no sólo carga contra nosotros al impedirnos elegir, sino que siquiera puede explicar por qué los taxistas siguen cortando las calles, atentando contra sus propios empleos al no brindar servicios de transporte de pasajeros, esos que temen que Uber les quite pero que no se preocupan en cuidar.