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lunes, 4 de octubre de 2021

Despúes de la Paliza. El ADN de los K no admite el diálogo… @dealgunamaneraok...

 Despúes de la Paliza. El ADN de los K no admite el diálogo…

 

La paliza de los medios de las mentiras. Dibujo: Pablo Temes.

En silencio, Cristina Kirchner está activa para definir los próximos pasos. Sabe que su proyecto de permanencia en el poder está en peligro.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 02/10/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 

La paliza electoral del 12 de septiembre tuvo consecuencias reales en cuanto a los cambios de gabinete, la furia interna y el avance de la ex presidenta en funciones sobre su pupilo, y otras bastante más utópicas que ni siquiera un chico en edad escolar podría creer.

 

Alberto Fernández había prometido terminar con la grieta pero, como se ha visto a lo largo de los dos primeros años de su mandato, eligió profundizarla.

 

Desconcertado por los errores no forzados en algunos casos y asediado por el ala dura del gobierno en otros, el Presidente transcurre sus días en medio de un devenir incierto para el que no hay excusas.

 

Fue él quien apareció exaltado en los discursos.

 

Fue él quien maltrató y amenazó a la población que no cumpliera con los preceptos que él mismo violó.

 

Fue él quien decidió cerrar las escuelas, los comercios y la economía en plena pandemia para sostener la cuarentena más larga del mundo.

 

Fue él quien confrontó de manera creciente con la oposición para satisfacer las exigencias de Cristina Fernández de Kirchner en la creencia equivocada de que eso le traería beneficios políticos.

 

Fue él quien no supo pacificar y llevar tranquilidad a la población.

 

Fue él y, claro está, la ex presidenta en funciones y sus secuaces. Esto no es nuevo. Los dos gobiernos de CFK se caracterizaron por los discursos incendiarios llenos de odio contra el que pensaba distinto volcando su furia contra los medios de comunicación y la oposición. La pregunta se cae de maduro: con la vuelta al Gobierno de la vieja guardia ¿es creíble el cambio de formas que nos pretenden vender?

 

Veamos:

 

Hace una semana el Gobierno mostró cómo se bandea de un extremo al otro sin ningún problema. Como diría el inolvidable Groucho Marx: “Estos son mis principios pero, si no les gustan, tengo otros”. Así pues, de la noche a la mañana, prácticamente se dio por terminada la pandemia por decreto. Pasamos del encierro total a una flexibilización absoluta, poco razonable y mal implementada.

 

El miércoles 29, tras la flexibilización del cepo a la carne, el nuevo ministro de Agricultura, Julián Domínguez, dijo que “hay que recomponer el clima de diálogo”.

 

El jueves 30, Alberto Fernández –que  está guardado bajo siete llaves–se vio por primera vez con CFK luego de la derrota en las PASO. Ocurrió en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada y la excusa formal fue la presentación del proyecto de ley de Fomento al Desarrollo Agroindustrial. El Presidente, que no paraba de mostrarse enojado apuntándonos con su dedo acusador retándonos y desencajado, pronunció frases como “escucharnos y buscar puntos de encuentro”; agregó que  “para que el desarrollo sea armónico no hace falta que todos digamos lo mismo o pensemos igual. Cada uno puede tener diferencias”. Más allá del tiro por elevación a CFK que lo miraba fijamente mientras intentaba dibujar en su rostro una impostada empatía, llamó la atención esta nueva versión del Presidente. Como frutilla del postre habló  de un país “que le diga no a la división”.

 

Le faltó aclarar que se trata de la división que el kirchnerismo creó y que su gobierno profundizó. Por si esto fuera poco, antes del encuentro con CFK, el Presidente les dedicó unos minutos a los vecinos de Ensenada, en un formato bastante similar a los timbreos que solía hacer Juntos por el Cambio de los que el kirchnerismo tantas veces se burló y al que ahora encontró virtuoso. Nada que sorprenda: el kirchnerismo, en particular, y una parte del peronismo son así: un día dicen una cosa y al siguiente dicen y hacen otra exactamente opuesta.

 

 

“Lo mandaron a guardarse hasta que el gabinete se reorganice. Le sacaron el micrófono y se lo dieron a Aníbal y Manzur. Aceptó los cambios y no creo que haya sido una estrategia para correrse del medio ante otra posible derrota. Está sobrepasado. Lo hizo por sumisión”, aseguró uno de los que se salvó de ser barrido por la escoba kirchnerista pero que día tras día profundiza su desilusión con Alberto Fernández. No contento con ello, agregó: “Más que divididos. Hay muchos que están rotos. Enojados”.

 

Desde el Patria aseguran que “el cambio de rumbo es real y que el Presidente debió haber pegado el volantazo mucho antes. Ahora tiene más tiempo para acompañar a Fabiola”, ironizaron.

 

Otros fueron algo más sinceros: “No creo que la gente que la está pasando mal se ponga a analizar las intenciones. Hay que ser pragmático. Cuando bajás ayuda, todos lo agradecen”. Es el plan “platita en el bolsillo” en su esplendor.

 

En silencio, la ex  presidenta en funciones está activa para definir los próximos pasos. Sabe que su proyecto de permanencia en el poder está en peligro. No está dispuesta a quedarse viendo cómo la administración de AF pone seriamente en riesgo ese proyecto del cual depende la impunidad que busca.

 

El próximo objetivo es Martín Guzmán y compañía, entiéndase por ello a Matías Kulfas. 
   

Al menos dos cosas quedan en claro. Primero, que al Gobierno no le importa en lo más mínimo teñir de verosimilitud el cambio en sus formas y su discurso. Segundo, que este disfraz dialoguista es un traje a medida para salir a la caza de los votos perdidos. El ADN kirchnerista es otro, y más temprano que tarde el lobo mostrará los dientes otra vez. Solo basta con mirar 21 meses hacia atrás para encontrar la respuesta a esta historia que ya vivimos.

 

Mientras tanto, la pobreza sigue golpeando con dureza a millones de argentinos. Son cifras que parecen de un país infradesarrollado.

 

A la misma hora en que se conocían estos datos, el Gobierno anunciaba –como un gran logro– la vuelta del público a los estadios de fútbol. Y para darle relieve, compartieron el estrado el jefe de Gabinete, Juan Manzur, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, el ministro de Turismo, Matías Lammens y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

 

No hubo un panel de ministros organizado para hablar sobre el 40,6% de pobreza y el 10,7% de indigencia. Es lo que hay.





domingo, 17 de marzo de 2019

¿Sale CFK... Entra AK?... @dealgunamanera...

Kicillof, el sustituto…

Kicillof... ¿correo de la zarina? Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes

Después de CFK, aparece como ireemplazable del kirchnerismo, pero pone incómodo a Máximo.

© Escrito por Daniel Bilotta el domingo 17/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Eduardo Valdés hizo público algo que el kirchnerismo ya no podía mantener en secreto. Si es conveniente que Cristina Fernández de Kirchner sea candidata presidencial en octubre. Las circunstancias en las que confirmó ese debate podrían configurar un caso de traición en el círculo de incondicionales que rodea a la ex presidenta: lo hizo con ella en Cuba, donde su hija Florencia se trata de un linfedema. Y en apariencia, bajo un delicado estado emocional.

No deja de ser curioso que esa sea la razón invocada por el ex embajador en el Vaticano para hablar del asunto.

Tal vez  de manera injusta, se asocia  la actitud de Valdés con Alberto Fernández. Junto a Felipe Solá, los más convencidos de que “sin Cristina no se puede pero con ella sola no alcanza” para ganarle a Mauricio Macri. Traducido: la alianza con otros afines no mejora el caudal electoral. El ex jefe del Gabinete reclama una autocrítica “para ser mejores de lo que fuimos.” El éxito no acompaña por ahora la infatigable presencia que ocupa en el Instituto Patria.

Es probable que eso despierte viejos recelos en La Cámpora para endilgarle también el lanzamiento de Daniel Scioli. Su candidatura presidencial podría serle útil a Fernando Espinoza si deseara canalizar la disconformidad con un sector del kirchnerismo  que insiste en que suceda a Verónica Magario. Un destino sin encanto y muy por debajo de su expectativa que incluye, si fuese preciso, competir en una primaria por la candidatura a gobernador.  


No sería la primera vez  que combina esfuerzos con Scioli para  oponerse a la voluntad de Cristina, cuyo liderazgo electoral se asienta en el segundo y tercer cordón de ese distrito. En 2015,  Scioli amenazó con competir por fuera del Frente para la Victoria si no se lo consagraba candidato presidencial. Con Julián Domínguez y el respaldo del entonces gobernador forzó una PASO para desplazar a Aníbal Fernández y Martín Sabbatella: la fórmula oficial en la Provincia. Resultó un intento fallido.

Lo que tiene en común aquel episodio con los más recientes es el desafío a la autoridad de Cristina como síntoma de una incertidumbre electoral. Pero acicateada en este presente por otra inquietud indisimulable. La influencia de Axel Kicillof en el círculo más íntimo de la ex presidenta.

Dificultad. ¿Entorpecería el ex ministro de Economía la primaria  entre Solá y Agustín Rossi que imagina Fernández si ella declina su candidatura? 

Nadie lo sabe con certeza. Tampoco Kicillof, el único al que identifican con Cristina quienes aseguran que la elegirían. Es decir: a quien podrían votar en su lugar. Más que la sofisticación para la conjura que le atribuyen sus detractores, el ex jefe del Gabinete se destaca por una racionalidad de apariencia incompatible con la del kirchnerismo. Entre otras cosas, por aplicarla a la lectura de encuestas. Igual que a Solá, no le sorprendió la derrota de Ramón Rioseco en Neuquén.


También  la puso al servicio de aceptar antes que otros el lugar de Kicilloff con Cristina. Quizás por eso este verano apeló a un lenguaje alambicado para describirlo: “Un fenómeno de la política a tener en cuenta.” Tal vez refleje la perplejidad  por alguien de trayectoria en el universo académico que irrumpió de forma casi inesperada en la política: un viaje sin escalas de la línea gerencial en Aerolíneas al Ministerio de Economía.

Acaso en  tributo a Tontos pero no Tanto (TNT),  la agrupación fundada en la UBA con Mariano Recalde, su mentor en la empresa de bandera estatal. 

En  la misión cumplida para Cristina en el Palacio de Hacienda está la clave de su confianza. Exagerados,  algunos justifican traspiés en su gestión por la ocupación que le demandó cumplir con la principal misión encargada: intervenir todas las áreas de gobierno ligadas a Néstor Kirchner hasta su muerte.

Lo que incluyó tensiones con el Ministerio de Planificación Federal. Y, por supuesto, con Julio De Vido: el más poderoso de todo el  gabinete. Es posible que allí haya adquirido  la experiencia para encarar una más reciente pero no menos complicada. Otra vez, a pedido de Cristina. Recomponer lazos con Fernández, Rossi y Solá. El protagonismo de Axel llega a provocar alguna incomodidad familiar entre los Kirchner. Máximo suele referirse a él como “el candidato de mi vieja”.

Aunque la fiabilidad del kirchnerismo para efectuar proyecciones a partir de sondeos es dudosa, los estudios de campo le dan sentido a tanta susceptibilidad.


Después de la ex presidenta, Kicillof es el otro actor imprescindible para esa corriente. Es lo que habilita a contemplarlo en cualquier escenario electoral. El más probable hasta ahora, el de candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires. Empezando por Martín Insaurralde en Lomas de Zamora, los intendentes ya desistieron de oponérsele.

Relevo. ¿Podría sustituir a  la ex presidenta si no es candidata?  Dependería de otro factor. “Que Felipe se anime” a ir por la gobernación, desliza el entorno del ex ministro. Serviría además para comprobar si Espinoza lo acepta de candidato de consenso, como asegura. Si no lo hiciese, existe un plan para disputarle la intendencia en La Matanza que excluye a Magario: Cristina la quiere en el segundo término de la fórmula.

No es una posibilidad que entusiasme a los asesores de Solá. Tampoco compartir el binomio presidencial con Cristina satisface a Fernando “El Chino” Navarro, Víctor Santa María ni Nicolás Trotta. Como Fernández, preferirían un candidato surgido de las PASO.  Solá desconfía de algunos de ellos. ¿Será el jefe del Movimiento Evita, al que Cristina no recibe?

Mientras tanto, Kicillof desarrolla una agenda en territorio bonaerense con Teresa García y Carlos “Cuto” Moreno, los legisladores de Unidad Ciudadana delegados por Cristina para esa tarea. Facilitada donde los intendentes simpatizan con el ex funcionario. 

Algo más habitual en el interior que en el Gran Buenos Aires, a excepción de Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada).

En cualquier hipótesis, podría contrariar la voluntad del peronismo no K y de algunos consejeros de Cristina. Decretar la desaparición del cuerpo que los contuvo 12 años para resucitar en otro nuevo.

Axel podría ser un obstáculo fuera de ese cálculo si, finalmente, encarna al sustituto.




sábado, 22 de octubre de 2016

Doble estándar… @dealgunamanera...

Doble estándar…

Massa crítica, Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

El Presidente le pone energía y brazos a la batalla electoral. Sombra económica.

© Escrito por Roberto García el sábado 22/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A veces cuesta entender a Mauricio Macri, al menos su método. Más de uno, por ejemplo, se pregunta: ¿cuál es la razón por la cual el ingeniero trata de utilizar todos los instrumentos musicales para la batalla electoral del año próximo, en la que objetivamente no tendría que tener problemas, mientras sostiene el combate contra la inflación con un solista, con una sola mano además, conservando la otra atada a la espalda? 

Para un boxeador sería letal esa práctica; para un economista, un desquicio a pagar el olvido del gasto público excesivo. Misterio bifronte y suspenso, entonces. En un área, la política, en la que no debería perder hasta por razones atávicas, un rostro de Macri consagra todo tipo de esfuerzos; y en la otra, la económica, el otro rostro hace sombra como en el boxeo, echa culpas, casi se distrae y exige a unos lo que no se demanda a sí mismo. 

En un rubro, es explícito y apela a recursos diferentes. Un modelo: en la provincia de Buenos Aires descuartiza adversarios o ex aliados para convertirlos en enemigos (Sergio Massa). Ni siquiera aguarda el apotegma de un ex ministro: “El mayor peligro de Massa es él mismo”. Lo necesita achicado. También alimenta, suma y agradece fracciones de otros partidos, sellos, intendentes, divisiones (Florencio Randazzo, Julián Domínguez), e intenta congelar los números de las encuestas como si fueran corazones a trasplantar dentro de un año. 


Tal el caso de Daniel Scioli: luego de la entrevista secreta que mantuvieron, el ex gobernador divulgó su vocación de postulante, justo cuando ya era un hombre descarnado y sin ambiciones; desde entonces, y manteniendo una obediencia inalterable, ha vuelto a confirmar su fe cristinista, superior a la que mostraba antes de la derrota. Para suspicaces: esa devoción, como se sabe, lo llevó al cadalso. Cristina, a su vez, se enorgullece por el lugar que encontró en la provincia –a la que seguramente no intentará representar, ya que Santa Cruz se presenta más facil–, el favor del auditorio (entre 20 y 30 por ciento superior al de otros centros del país) que, le satisfaga o no, quizá le traslade a Scioli el año próximo. 

Además, quienes creen que la Justicia posterga decisiones sobre la ex presidenta, que prefieren no encarcelarla antes de los comicios del año próximo, que el oficialismo la necesita viva, limitada pero coleando, le facilitan a Cristina la respiración –sobre todo, quien se cree el Ave Fénix– aunque sea humillante el ejercicio. Ese cuadro del PJ, su revoloteo, le permite al dúo Macri-María Eugenia Vidal imaginar a costa de otros la constitución de un aparato territorial del que carecen, expandir lo que no tienen e, incluso, agregar especies que desnaturalicen sin prejuicios la pureza étnica del PRO. Lo que era inconveniente para la elección nacional ahora puede justificarse en el orden provincial.

Distinto el modelo macrista en Capital. Consiste en atrapar otro público, no precisamente peronista, ampliar lo que sí tiene y dispone su aparato partidario –el dominio territorial del PRO–, insuficiente sin embargo para repetir una hegemonía en las elecciones. De ahí que, lejos de apartar socios contingentes, Macri los entusiasma, como a Martín Lousteau y Elisa Carrió , quienes presentarían lista propia en 2016 para disgusto y venganza de Horacio Rodríguez Larreta, quien ahora propone la interna que antes desechó. 


También provoca tempestad en la UCR: hay muchos que no comulgan con el actual embajador en EE.UU., tanto que se le atribuye a Ernesto Sanz haberle pedido a Lousteau que no regrese a la Argentina. Parece que no le hará caso y, además, desde su marca poco conocida (Eco) ofrece una alternativa interesante a la insaciabilidad de otros radicales: pueden ir unos correligionarios en la lista de Rodríguez Larreta y otros en la que Lousteau comparte con Carrió. 

A su vez, la dama de la Coalición Cívica, vencida hasta ahora por el cigarrillo y orgullosa de fijarle condiciones a Macri, además de fotografiarse con “Rulitos” y contrariar a Sanz (lo que vendría a ser un placentero hobby para ella, después de haberlo agraviado en una reunión con el Presidente), brindará otro servicio: habrá de blanquear a ciertos radicales que también desean fotografiarse con Lousteau. Y para Macri, de continua y lisonjera comunicación con esos dos partners, el juego de alianzas se torna redondo: pretende, copiando a los peronistas de antaño, que colectoras del tipo Lousteau-Carrió lo favorezcan en los cómputos finales, sin importar que ese rédito implique cierta jibarización del PRO y del jefe de Gobierno porteño. 

Finalmente, como ha manifestado Jaime Duran Barba –ausente tal vez del país hasta después de las elecciones para no despertar iras–, no se trata de conseguir más diputados o senadores propios en los futuros comicios, sino de consagrar la sensación del triunfo. Como si el objetivo fuera ratificar una línea, una tendencia, un gobierno bajo la binaria repetición de “Venezuela o nosotros”. La experiencia de diez meses demuestra, por otra parte, que se puede administrar el Congreso sin necesidad de tantos fieles. Será costoso, temporario, pero las contrataciones rinden.

La otra faz de Macri, la económica, no registra la misma amplitud. Por el contrario, se encierra, revela inconsistencias preocupantes (déficit, actividad, desocupación, pobreza) y la superficialidad de Federico Pinedo o del propio Macri, tildando a los empresarios de “langas” o de que tienen que poner el traste, vulgaridades antes reprochables en funcionarios de menor jerarquía como Guillermo Moreno. No lo dijeron en el Mini Davos, son expresiones típicas de quienes no se preguntan de dónde proviene su sueldo ni de las implicancias finales por cambiar un lema de Bill Clinton por otro propio: “Es la política, estúpido”. Tal vez no alcance. 


domingo, 1 de junio de 2014

¿Sale Amado, entra Axel?... De Alguna Manera...


Axel por Amado…

Voila, Axel Kicillof. Dibujo: Diego Temes

Cristina imagina una candidatura presidencial de Kicillof. Pero la mochila Boudou pesa demasiado.

Axel Kicillof será el candidato a presidente de Cristina. Ella lo llama “genio” en la intimidad y estaba esperando algún logro importante que sirviera como trampolín para el lanzamiento. Por eso no sólo lo felicitó por cadena nacional, algo infrecuente en la mezquindad de los Kirchner, sino que hasta se compadeció de que no había podido dormir en toda la noche. Pobre Kichi. El destino le dio la revancha a Cristina al mismo tiempo de que el juez Ariel Lijo extendía poco menos que el certificado de defunción política a Amado Boudou, quien había sido el elegido anterior para sucederla en el cargo. Aquel delfín que CFK bendijo en soledad para que fuera su compañero de fórmula hoy está más cerca de la cárcel que de las urnas.

Axel tiene un perfil similar pero, por ahora, ninguna sospecha de corrupción. Sólo acusaciones de infantilismo, mala praxis y de haber comandado un ajuste ortodoxo, neoliberal y antipopular. Pero es un joven fachero, economista con diploma de honor, intelectualmente destacado, de formación marxista y keynesiana (en las antípodas de Amado), que no tiene poder propio, pero que es un ídolo en las filas de La Cámpora y un socio de Wado de Pedro. Axel es tan enemigo de las corbatas como del periodismo y eso calmaría la ansiedad de Carta Abierta, que fue el ariete que utilizó Cristina para descartar cualquier tipo de apoyo a Scioli. En el lenguaje militante, Axel es del palo y Daniel es de la corpo.

El acuerdo con el Club de París será diseminado mediáticamente con la misma impronta de epopeya con que se presentó el pago de Néstor al FMI. Irónicamente, algo así como “somos los más revolucionarios y por eso somos los que más pagamos”. Cerrar el conflicto con el Club de París es valioso como mensaje a los inversores y a la Corte Suprema de los EE.UU. para debilitar la posición de los fondos buitre. A pesar de haber utilizado la misma matriz del caso YPF, es decir, sobreactuar heroicidad soberana y pagar más de lo que los acreedores esperaban, Axel y Cristina cosecharon beneficios políticos. Transmitieron que no tienen la irresponsabilidad de patear el tablero para huir del poder y que, por el contrario, apuestan con la bendición del Papa a entregar el Gobierno en forma ordenada en el 2015. Tienen la convicción de dar batalla para mantener su condición de primera fuerza en legisladores y capacidad de movilización, aunque no logren la continuidad de un presidente K.

Es que, por ahora, todas las mediciones rigurosas muestran un escenario de segunda vuelta donde perdería cualquier variante cristinista. Pero si consiguieran que Kicillof, por ejemplo, pasara al ballottage, sería un logro de gran magnitud que dejaría a Cristina muy fortalecida como la jefa de la oposición más dura de que se tenga memoria desde el ‘83 y a un paso de regresar triunfante en el 2019.

La estrella de Axel les cayó del cielo. No lo trajo la cigüeña, pero es un bebé nacido en París. Es que nada de lo mucho que había conformaba a Cristina ni a los fundamentalistas más cercanos. En la intimidad, ven a Scioli casi como un enemigo de la magnitud de Massa. Florencio Randazzo avanza como una locomotora, pero su florería no alcanza a darle confianza a los que dijeron “que florezcan mil flores” y pisaron todos los brotes y los demás no acusan peso en la balanza. 

Julián Domínguez tiene el respeto del justicialismo histórico, los rezos de la Iglesia y el reconocimiento de que nunca fue hostil en el ejercicio de sus funciones como ministro de Agricultura ni como presidente de la Cámara de Diputados. Sergio Urribarri, autoproclamado como el más puro y fanático de los K, no tiene vuelo ni carisma y padece un altísimo nivel de desconocimiento. 

Aníbal Fernández y Agustín Rossi sufren lo contrario: no los votan porque los conocen demasiado.Falta mucho para las elecciones y todavía hay tiempo para algunas apariciones fulgurantes como las de Axel y para implosiones terminales como las de Capitanich. Incluso hay asesores de Scioli que están estudiando el nuevo tablero y cuál podría ser la próxima movida del gobernador ajedrecista.

El domingo asomó el sol del 25, pero Scioli no fue a la Plaza multitudinaria. Apenas había aparecido en el tedéum. Es que ese discurso de “no quiero la unidad nacional para ir para atrás”, más el documento de los carteros abiertos y la frase del jueves de que “no hay espacio para proyectos individuales ni personales” fueron avisos muy obvios según algunos “justisciolistas”.

Hasta ahora el mejor escenario electoral posible para Cristina era que ganara Macri. No sólo para intentar repetir el esquema de Chile, con un presidente de la derecha empresaria que alfombró el camino para el regreso de Michelle Bachelet, sino porque ningún peronista quedara en condiciones de disputarle el liderazgo a Ella.

Cristina está eufórica. Nada empaña su alegría por haber encontrado un heredero que deje conforme a todos, que tape la macana que se mandó con Boudou y que sea competitivo electoralmente.

Pero recibió misiles de la Justicia suiza y la de entrecasa. Primero, porque desde el exterior se confirmó la investigación periodística del programa de Jorge Lanata sobre la ruta del dinero K de Lázaro Báez, el socio de Cristina y Néstor. Segundo, porque la tarjeta amarilla a Boudou impacta de lleno en el capital simbólico del matrimonio presidencial.

A Cristina la erosiona porque fue de su entera responsabilidad la decisión que encumbró a Boudou como vice, cuando ya se sabía que era el jefe de una banda de malandras, y a Néstor, porque la orden de quedarse con Ciccone se la dio el ex presidente. El tema revulsivo es que cuando murió el ex presidente, Amado dijo “papita para el loro”, se frotó las manos y aceleró el operativo para apropiarse de la fábrica de billetes. Ese día comenzó a sepultarse como ciudadano.

Cada vez está más cerca de instalarse en la historia como el primer vicepresidente en ejercicio destituido por corrupción.

Y esa será la mochila más pesada que deberá cargar durante la campaña la estrella naciente de Axel Kicillof.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 31/05/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.