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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Opinión. Opinión. Fin de ciclo K… @dealgunamaneraok...

Fin de ciclo K… 

Domesticadora domesticada: el otoño de Cristina. Dibujo: Joaquín Temes. 

La construcción de una Cristina Kirchner omnisciente es útil para asustar a opositores. Los cohesiona y presenta un relato atractivo para el entretenimiento del público masivo. En otras subjetividades puede cumplir el papel del goce masoquista frente a una dominadora sádica.  

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Pero nunca tuvo el poder que se le asigna y por eso precisó disculpar a Sergio Massa, cuyos agravios no fueron menores que los de Macri, y entronizar a Alberto Fernández, también crítico punzante de su presidencia. Y peor aún, de aquel “con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede” de 2019, cuando se le asignaba tener el 30% del total de los votos nacionales, se pasó en 2021 a “ella suma y resta” con posibilidad de llegar a un 2023 en que la frase a aplicar sea “con ella no se puede” y el kirchnerismo deba ir escondido y diluido detrás de intendentes en la provincia de Buenos Aires y de gobernadores más poderes fácticos pejotistas a nivel nacional. 

La derrota del  Frente de Todos es atribuida a la cristinización de la coalición.

Sus cartas, que son siempre leídas como clave de fortaleza de una diosa que envía a su representante tablas con mandamientos a seguirse esculpidos en piedra, no pocas veces son una demostración de debilidad. La última, una forma de armisticio con potencialidad de rendición, no puede no ser relacionada con la de septiembre, tras la mayor derrota en las PASO. En aquella oportunidad demostró debilidad haciendo público que tuvo que insistir para reunirse con el Presidente, que al no ser escuchada tuvo que hacer renunciar a los ministros más cercanos y, cuando temió que aceptaran sus renuncias, tuvo que escribir esa carta echando el resto para, como Pirro de Epiro, vencer en una contienda al costo de mandar a la muerte a todos sus soldados. 

Al revés del cuento que mereció ensayos de Lacan y Derrida: La carta robada, de Poe, donde un ministro roba a la reina una carta comprometedora para manipularla, en el caso de Cristina es la propia reina quien asume los costos reputacionales haciendo públicas sus cartas. 

La metamorfosis de Cristina se podría resumir en el tránsito de disciplinadora a disciplinada. Cada año pierde una parte de su fuerza sin poder traspasarla a sus discípulos. Probablemente, su prospectiva más imaginable sea hacer su último servicio electoral acompañando como senadora de la provincia de Buenos Aires la boleta de su hijo Máximo como candidato a gobernador, quien hoy tiene dificultades hasta para asumir en el Partido Justicialista bonaerense. 

Los intendentes del Conurbano se arrogan la remontada de votos entre las PASO y las elecciones de noviembre y, lejos de interpretar que el mejor caudal electoral obedeció a que se les hizo caso a los cambios que demandó Cristina, en el oficialismo se cree que hubieran remontado más y hasta ganado en la provincia de Buenos Aires si ella no hubiera creado la crisis de la semana posterior a las PASO. 

Hoy todo el Frente de Todos y el propio kirchnerismo tienen solo un plan: encolumnarse detrás de Alberto Fernández y Martín Guzmán rezando para que el Gobierno pueda generar mejoras económicas en estos dos años que restan de mandato y el candidato que los represente sea el Presidente en su intento de reelección. Quedó en el olvido la posibilidad de que un candidato de La Cámpora pueda encabezar la fórmula en 2023, y no sería extraño que tampoco pudiera encabezarla para gobernador bonaerense. 

Como en todo juego de suma cero, una reducción del peso específico de Cristina Kirchner y La Cámpora implica un crecimiento de los otros componentes del Frente de Todos. Se puede imaginar un peronismo que gobierna dos terceras partes de las provincias aspirando a convertirse definitivamente en un partido institucionalizado. El otoño de Cristina Kirchner abre la posibilidad de una primavera para el desvalorizado Alberto Fernández, esta vez con la lapicera en sus exclusivas manos. 

Durante estos dos años la imagen más repetida del Presidente ante la opinión pública fue la de ser esclavo de la vicepresidenta. Y más allá de lo desproporcionado de la representación, tomarla literalmente sirve para apelar a la Dialéctica del amo y el esclavo, de Hegel, donde solo el amo podía desear y el esclavo estaba al servicio del deseo del primero. El deseo de Cristina Kirchner era que Alberto Fernández fuera el puente hacia la presidencia de Máximo Kirchner, que sería como serlo ella misma y su propia reivindicación. “El deseo es presencia de una ausencia”, decía Hegel. Es lo que falta;  falta que la vicepresidenta ya deberá percibir o no será subsanada. Al revés, el deseo del esclavo Alberto, si bien difícil, tiene más posibilidades de concretarse y en ese punto se produce la inversión de roles. El sujeto (amo) pasa él mismo a ser objeto (esclavo) y viceversa, haciendo que uno sea medio para el fin del otro. 

Alberto Fernández no aceptó la renuncia de esos ministros pero se fueron desdibujando al punto de parecer no integrar el Gobierno. 

El centro es el espacio donde el Frente de Todos tendría votos de 2019 para recuperar.

Hegel lo explicaba en su dialéctica como el encuentro de dos mentes autoconscientes con sus perspectivas diferentes del mundo en un contexto de poder asimétrico. Cambia el contexto y cambian los roles. 

Trascendiendo a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández, el verdadero conflicto reside en la visión del mundo del kirchnerismo en tensión con la visión del mundo del peronismo. A un fin de ciclo K, asumiéndolo como ala izquierda, tendría que operarle la emergencia de un ciclo PJ, el ala de centro. Es el centro el único espacio donde el Frente de Todos podría aspirar a recuperar en 2023 los votos perdidos entre 2019 y 2021.





lunes, 15 de agosto de 2016

El Macri de la palabra plena… @dealgunamanera...

El Macri de la palabra plena…

Dos reportajes controvertidos. El que le hizo la revista Noticias hace 25 años, sobre su secuestro, y el de la periodista mexicana esta semana. Foto:Cedoc

Análisis comparativo entre los reportajes realizados a Mauricio Macri por Buzzfeed esta semana y por Noticias hace 25 años.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 14/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El reportaje de la periodista mexicana Karla Zabludovsky (nieta del Neustadt de México) para BuzzFeed, un sitio web norteamericano de mucha audiencia conseguida con informaciones livianas de hechos insólitos y títulos con números como “17 duras verdades para todo aquel con un poco de barriga” y “19 momentos de dolor que sólo las chicas que tienen uñas postizas entenderán”, ambos de la primera página el mismo día que entrevistaron a Macri, no casualmente comenzó preguntándole al Presidente: ¿Messi o Maradona? ¿Malbec o fernet? ¿Uber o taxi? ¿Rugby o fútbol? ¿Nadal o Federer? ¿Rolling Stones o Beatles? ¿Choripán o lomito? ¿Medialunas o churros? ¿Libro real o Kindle?

Pero quizá gracias a esas preguntas Macri se relajó y bajó las defensas, permitiendo luego respuestas más controvertidas que las que nunca obtuvimos de él los periodistas argentinos que lo entrevistamos como presidente.

Y al repreguntarle sobre la cantidad de desaparecidos, logró que Macri terminara confundiendo al secretario de Derechos Humanos por el de “recursos humanos”, hablara de la represión como “guerra sucia” y dijera que Hebe de Bonafini “está desquiciada, dice barbaridades” (ver video completo en: e.perfil.com/BuzzFeed-reportaje).

Otro ejemplo. Esta semana se cumplen 25 años del secuestro de Mauricio Macri y, tras su liberación, concedió un solo reportaje, que me tocó hacerlo para la revista Noticias, cuando ambos teníamos poco más de treinta años. Hoy Perfil lo vuelve a publicar completo sin tocar una coma ni cambiar una foto, tal como fue editado hace un cuarto de siglo, porque también allí aparece un Macri sin las autocensuras que tiene hoy como presidente, y en la sinceridad de aquel joven se puede percibir más genuinamente su ser.

Yo no conocía a Macri en 1991, había recibido un llamado de quien por entonces era director de Relaciones Institucionales del Grupo Socma, Fernando Marín, para combinar el reportaje, pidiendo que fuera yo quien lo hiciera (dirigí la revista Noticias en sus primeros cinco años). Deduzco que debieron haber pensado que podría entender mejor la experiencia de la privación ilegal de la libertad porque yo había estado secuestrado en el centro de detención clandestino El Olimpo.

Aquel reportaje generó tantas controversias que el psicólogo de Macri, el mismo con el que sigue haciendo terapia hoy, Jorge Ahumada, y a quien justo había llegado para tratarse el estrés post traumático del secuestro, le habría prescripto que no volviera a hablar del tema públicamente.

Pero aquel Macri habló con lo que Jacques Lacan llamaba “palabra plena”, o sea, decía lo que pensaba realmente con ingenua transparencia. No volví a escuchar a un Mauricio Macri así. Parte de aquel Macri de hace un cuarto de siglo se transformó en el de hoy, atravesado por las experiencias de la vida, en su caso más fuertes que en la mayoría de las personas. De hecho, el título que ahora se le colocó a la reedición de aquel reportaje es “Cuando el Presidente era un CEO”.

Y aunque nunca tan abiertamente, también en el reportaje de la periodista mexicana percibí cierto grado de “palabra plena” al hablar sobre temas relacionados con la dictadura.

La paradoja es que quienes secuestraron a Macri (algo que se supo después) fueron la “banda de los comisarios”, integrantes del grupo de tareas dependiente de Coordinación Federal y destinados –justamente– al centro de detención clandestino El Olimpo. La vida tiene esas extrañas coincidencias.

En el reportaje de hace 25 años muy explícitamente, y en el de BuzzFeed como síntoma ante la incomodidad de hablar de la dictadura, se percibió en Macri cierta secuela del síndrome de Estocolmo, aunque leve e incomparable con el síndrome verdadero.

Todo aquel que haya atravesado esa experiencia de muerte sabe que, al sobrevivirla, queda un agradecimiento con la vida y una deuda extraña e impagable con el devenir. Otra paradoja para quienes le gritan “Macri, basura. Vos sos la dictadura”.





jueves, 23 de abril de 2015

El origen del mundo... @dealgunamanera...

El origen del mundo…

Cruces. El autorretrato de Coubert y El origen del mundo (o la entrepierna más mirada en el Museo d’Orsay). Foto: Cedoc Perfil

La historia de la cultura se encuentra atravesada por distintos grados de anonimato que revelan, en el secreto de su ausencia, una clave para su comprensión más íntima. Con este artículo –que derrapa en el famosísimo cuadro de Courbet– comienza la serie “Retratos sin rostro” en la que el escritor y ensayista español Andrés Barba buscará dar cuenta de la falta de rasgos particulares en el arte y la literatura.

El más célebre de los retratos sin rostro de la historia –y la entrepierna más mirada del Museo d’Orsay de París– en realidad no tenía título cuando salió del estudio de  Courbet en 1866 hacia la casa del comandatario del cuadro, el diplomático egipcio Khalil Bey.

Parece ser –aunque no todos los que han comentado la obra terminan de ponerse de acuerdo– que Bey encargó a Courbet una obra que estigmatizase las causas de una sífilis contraída por él durante su estancia en la legación rusa, y qué mejor ejemplo –literalmente en este caso– que el origen, tal vez no del mundo pero sí del problema.


Sea como sea, el mismo cuadro que en 2014 pasó frente a la mirada de tres millones y medio de visitantes en el Museo d’Orsay, apenas fue visto por tres docenas de personas en sus primeros ciento cincuenta años de existencia. Tras una espesa cortina que sólo se corría ante ciertas visitas lo bastante liberales, Bey se lo enseñó, entre otros a Maxime du Camp (el compañero de Flaubert en su viaje a Oriente).

Lo describe en Les convulsions de Paris con particular malicia: “Al descorrer el velo uno se quedaba estupefacto al contemplar una mujer de tamaño natural, vista de frente, extraordinariamente emocionada y convulsa, reproducida con amore, como dicen los italianos, y diciendo la última palabra en materia de realismo, aunque por un olvido inconcebible el pintor parecía haber evitado por completo la representación de los pies, las piernas, las manos, los brazos, los hombros, el cuello y la cabeza”. Podría decirse que la imagen resultante, tan bizarra para Du Camp, no lo habría sido tanto para el más elemental consumidor de pornografía del siglo XXI. Un retrato al que parecían haber arrebatado todo menos el sexo. Un retrato que era, sin más, un sexo en primer plano.

También los sucesivos propietarios de El origen del mundo se vieron obligados a idear diversos dispositivos de ocultación: en 1868 el marchante Antoine de La Narde lo cubrió con otro cuadro del mismo tamaño, un paisaje nevado también de Courbet. El barón Havatny lo compró en la galería Bernheim-Jeune en 1910 para llevarlo a Budapest, donde lo mantuvo en el secreto de su colección privada hasta la Segunda Guerra Mundial.


El último propietario particular del cuadro fue el psicoanalista Jacques Lacan. Lo adquirió en 1955 con la ayuda de su esposa, la actriz Sylvia Bataille –primera mujer de Georges Bataille–, para instalarlo en su casa de campo en Guitrancourt. Lacan pidió a su cuñado André Masson que construyese un marco con doble fondo y pintase un lienzo surrealista para cubrir la obra, una especie de versión softcore del original. Dos años después de la muerte de Lacan (el cuadro fue el canje para zanjar los impuestos familiares con el Estado francés) El origen del mundo ya colgaba donde se encuentra hoy, en el Museo d’Orsay como la postal más vendida de todo el recinto.

Denostado, deseado, incomprendido o demasiado obviamente comprendido, el retrato sin rostro más célebre del mundo parecía seguir buscando rostro hasta que un coleccionista aficionado compró en 2010 por mil cuatrocientos euros un cuadro sin firma en una galería de anticuario de París. Se trataba del retrato de una mujer tendida y con la mirada perdida en el vacío. La convicción del coleccionista de encontrarse ante una obra maestra lo llevó a una búsqueda tan obsesiva de su autor que acabó desmontando el bastidor del cuadro y aparecieron, como si ya hubiese comenzado a tratarse de un caso para Maigret, dos pistas en él: el lienzo había sido manifiestamente cortado y además podía verse el sello de un conocido marchante de colores del siglo XIX.

Cabe imaginarse la búsqueda como si se tratara de un inquietante relato de Felisberto Hernández o de Hoffman: ¿Quién buscaba a quién: el torso a la cabeza o era tal vez la cabeza la que, animada por una repentina necesidad de recuperar su cuerpo inyectó en el ánimo del comprador accidental la desesperada necesidad de resolver el misterio?


En medio de una delirante noche de búsqueda en internet, ese turbio mar de noctámbulos, el comprador acabó cruzándose accidentalmente con El origen del mundo  y se produjo la revelación. Todo parecía cuadrar: la disposición de la figura, los colores, el brillo de la piel...  y pocos meses más tarde con una reproducción de otra obra de Courbet, La femme au perroquet (Mujer con loro), expuesta en el Metropolitan de Nueva York. Se trataba de un retrato de la irlandesa Joanna Hiffernan, pareja del pintor James Whistler, que posó varias veces para Courbet, de quien fue amante.

Basta poner los dos cuadros uno sobre el otro; el cuerpo cercenado, la cabeza flotante, para que se produzca la fantasmagoría de un crimen perfecto, pero la respuesta al misterio casi nunca es la respuesta a todo el misterio; puede que sepamos que la mujer con el sexo más conocido del Museo d’Orsay se llama Joanna Hiffernan, pero sólo Courbet supo por qué se la sirvió troceada a su cliente.

© Escrito por Andrés Barba el sábado 18/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 23 de marzo de 2015

Creérsela… Macri, qué es Mauricio... De Alguna Manera...

Creérsela…

Macri como Napoleón. Los peligrosos riesgos del éxito. Facundo Iglesias

Macri, quien logró desplazar a Massa del ballottage, puede correr el riesgo de creérsela. 

En 1806, Hegel se asoma al balcón de su casa en Alemania y ve pasar triunfante a Napoleón en su caballo al frente de su ejército. El filósofo luego escribe: “He visto pasar el espíritu del mundo sentado en un caballo”. Desde una perspectiva metafísica, Napoleón no era una persona, sino un instrumento de la historia. La historia hacía a Napoleón y no Napoleón la historia.

Con una perspectiva más humanística, Lacan utilizaba el viejo chiste del loco que se cree Napoleón para decir que también Napoleón habría estado loco si se hubiera creído que era Napoleón: “El hacía de Napoleón”. Nuevamente, Napoleón para el mundo (no para su mujer, Josefina, o su madre, María Letizia) no era una persona, era un personaje, un significante, alguien que encarnaba las necesidades de su tiempo, un producto de su época.

Y esta enseñanza tiene un especial valor para Macri, quien después de haber logrado desplazar a Massa del ballottage y encolumnar tras su candidatura a la UCR, el más tradicional y respetado partido del país, puede correr el riesgo de creérsela. Creer que es él quien produjo esta corriente que amalgama diferentes intereses tras una esperanza y no percibir que es simplemente (lo que tampoco es poca cosa) el opositor más plausible para todos aquellos que desean escapar del kirchnerismo, como en 2013 fue Massa y en 2009 fue De Narváez.

Es cierto que en los casos anteriores, De Narváez y Massa fueron llevados por la sociedad al pináculo del triunfo frente al kirchnerismo pero siempre en un puesto legislativo, para luego ir homeopáticamente haciéndoles perder centralidad. En el caso de Macri, se tratará de la presidencia del país, lo que garantiza una estelaridad más perenne, ventaja que en menor medida ya se comprueba en Scioli como gobernador de la Provincia y el propio Macri como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Los K acusan al PRO de menemismo siglo XXI pero la izquierda, de kirchnerismo de derecha.

Pero casualmente, por la mayor longevidad de su puesto, puede ser aún más peligroso para Macri creérsela de lo que fue para De Narváez y después para Massa.

En su origen mitológico, Hubris era eso, la maldición de los dioses a los humanos tan exitosos que pretendían competirles, a quienes enfermaban haciéndoles creer que era dioses y morían de éxito por ambicionar siempre más hasta llegar al imposible.
Probablemente el desafío que le realiza Gabriela Michetti, no aceptando el papel que Macri tenía para ella y saliendo a disputar el puesto que Macri tenía destinado a otra de sus espadas, le resulte terapéutico en esta etapa donde todavía le entran las balas a su ego.
De lo que Macri debe cuidarse es de convertirse en un kirchnerismo de derecha, en un facticismo donde desde Cristóbal López y Moyano, pasando por todos los poderes fácticos, terminen siendo instrumentos de sus estrategias, y creyendo que él mismo es un gran titiritero, termine enredado en la telaraña del cinismo.
Un ejemplo en ese sentido son las cifras de la inversión en publicidad oficial del gobierno de la Ciudad durante el último semestre, que difundió esta semana el diario La Nación, en las que se perciben arbitrariedades, desproporciones y manejos discrecionales de los fondos públicos que, aunque de distinto grado, son comparables con lo que hace el kirchnerismo con su publicidad oficial.
Esa forma militar o deportiva de ver la competencia política: se gana o se pierde, tan típicamente kirchnerista, puede terminar haciendo que el macrismo confunda a Gabriela Michetti con una adversaria, cuando podría resultarle una gran aliada, o creyendo que Massa es su principal competidor cuando comienza a verse que intenciones de votos que va perdiendo el Frente Renovador, en lugar de ir para el PRO-UCR, van para el Frente para la Victoria, si Scioli continúa siendo el candidato.

Maniqueísmo PRO: no todos los votos que pierde Massa van a Macri, parte va a Scioli.

Muchas paranoias tienen un origen narcisista: las cosas “se las hacen” a la persona paranoica cuando en realidad fueron hechas por el propio interés de los actores y no para perjudicar a quien percibe que fueron en su contra. Quien cree que todo es por él inevitablemente tiende a desarrollar algún sesgo paranoico.
Desde el kirchnerismo se pretende estigmatizar a Macri diciendo que se trata de un “menemismo del siglo XXI”, pero el PRO debería preocuparse también, y hasta más, por la crítica que le hace la izquierda de ser un “kirchnerismo de derecha”. La combinación menemismo y kirchnerismo es de terror.
Los servicios

El secretario de Inteligencia, Oscar Parrilli, enojado porque la revista Noticias denunció la lista de militantes kirchneristas en la SI, acusó a Perfil de estar vinculada con Stiuso: “Ellos quieren volver a ser el brazo mediático de la SIDE de Jaime Stiuso, que mentía, extorsionaba, el espía más temido”.

Coincidimos con Parrilli en que la SIDE, y Stiuso en particular, “mentía y extorsionaba” pero las víctimas de sus operaciones fuimos nosotros, que desde el comienzo del kirchnerismo, y antes con la misma SIDE y el mismo Stiuso pero con Menem, fuimos difamados y hostigados de todas las formas posibles. Fueron las publicaciones de Perfil las que más sostenidamente criticaron a Stiuso y a la SIDE. La inversión de los hechos (de ser víctima de la dictadura a pasar a ser acusado de colaboracionista) es un hábito kirchnerista. Para que Parrilli se entere de cuál es la relación de Perfil con Stiuso y la SIDE, le recomendamos leer la contratapa del 15/2 de este diario titulada “Socios”.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 22/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 2 de marzo de 2008

Nació "Crítica de la Argentina" para informar mejor… @dealgunamanera...


Nació "Crítica de la Argentina" para informar mejor…

Jorge Lanata

Todos los nacimientos son iguales: primero el tiempo no termina de pasar y luego se atolondra, se enciman los minutos, se empujan y se te caen encima. Nacer es siempre una violenta confusión; sucede con las personas y con las ideas. Nunca voy a olvidarme de la cara de Andrea cuando dio a luz a Bárbara o del rostro de Kiwi cuando nació Lola: plenitud, asombro y miedo. Nunca se está preparado para nacer. Con las ideas es igual: el piso caótico de Perú 367 con Página/12, los estudios de Crónica TV con Día D o las oficinas de Suipacha cuando Veintitrés era Veintiuno. Nunca es el momento, nunca alcanza el dinero, nunca la competencia deja de boicotearte, nunca todos, casi todos, te dicen tantas veces que no, que no se puede, que ahora no, que así está mal, que del otro modo, que cómo se te ocurre, que el fracaso es seguro, que basta ya. Te pegás la cabeza como una mosca dentro de una campana de vidrio y finalmente nacés, violento, confuso, nuevo.

Escribo estas líneas cuando el tiempo comenzó a empujarme: ahora sólo puedo concentrarme en nacer. Voy a tener –dentro de pocas horas– el extraño privilegio de haber fundado dos diarios, y no haberlos heredado de mi bisabuelo general o de mi abuelo millonario. Ver crecer algo desde la nada es una feliz inconveniencia, uno siempre maldice por las necesidades, pero nada se compara con ver crecer un proyecto contra viento y marea. El sueño que se sueña individual se transforma en colectivo; por algún motivo todos comienzan a creer en algo que aún no existe, construyen un puente a medida que cruzan por él. El diario se transforma en mil diarios, en cien, en uno y en mil otra vez: la gente deja empleos seguros, altera su rutina de pacíficos fines de semana y cambia de vida a regañadientes pero con ganas; después de todo, ¿no nos hicimos periodistas para esto?

Durante meses cerramos vertiginosamente una edición que no estaba en la calle, puteamos cuando la competencia salía mejor y nos alegró ganar a veces. Ganábamos en nuestro juego, en una oficina de Maipú al doscientos, sin nadie que fuera a enterarse de nuestra efímera gloria de papel. En las últimas semanas vimos cómo el resto del mundo se comenzó a preocupar: Clarín publicó autoavisos que daban cuenta de sus premios y prestigio, y luego páginas dobles tituladas: "¿Lo creés? Salió en Clarín". Página hizo lo que pudo desde su velorio oficial y todos, sin excepción, regalarán libros, poemas, champú, viajes y loterías. Más páginas, más despliegue, enviados especiales, invitados estrella y mucha, sobre todo mucha "información independiente". ¿Por qué no se harán de Racing? Desde aquí, naciendo, sólo podemos asegurarles buenas notas. Nos gusta ocupar este lugar en el mundo, peleamos mucho para conseguirlo. Y nuestra pelea fundamental será contra nosotros mismos: pelearemos para ser mejores, para dar más, para informar mejor.

© Jorge Lanata. Director de Crítica de la Argentina. Domingo 2 de marzo de 2008.

Locos por los diarios


Jorge Lanata en la redacción. 20 años después de haber lanzado Página 12, hoy lanza el diario Crítica de la Argentina.


Me había acostado a las 4 de la mañana para dejar escrito el reportaje a Quindimil. Desayuné al mediodía, antes de volver a la redacción. La mucama me sirve el café y me dice: “Le puse la mesa adentro, porque afuera el tiempo está feo. Además, desde ayer hay un gato que se perdió y quiere entrar a la casa”. Dormido aún, no le presté atención y seguí revisando los diarios del día, hasta que un gato se paró en dos patas frente a la puerta de vidrio que da al jardín, maulló y me miró.

Saqué la vista de los diarios, lo miré durante unos segundos y, quizá porque todavía estaba bajo los efectos de postsueño, mi mente instantáneamente fue al inconsciente y rescató un recuerdo. Primavera de 2005: llego a mi casa el día que se imprimió el primer número cero de este Perfil. Me dicen: “Llamó Lanata, pide que lo llames, no importa la hora”. Me comunico, y Lanata me explica: “Este diario va a ser un éxito. Creeme, boludo. Cuando saqué Página/12 y tuve el primer cero, un gato se acostó sobre aquel ejemplar y Soriano, al que le gustaban los gatos, me dijo: ‘Es un gran augurio, vas a ver’. Lo mismo me pasó ahora con el cero de Perfil: mi gato se acostó sobre él”.

Volví al presente, abandoné el desayuno y le pregunté a la mucama: “¿Tenemos leche para el gato?”, y salí al jardín. Allí descubrí que tenía un pequeño collar con su nombre: “Doloro”, y un teléfono: 1535669... Llamé, y finalmente encontramos a su dueño.

Luego, en el auto, mientras venía a Perfil, no pude dejar de pensar en la escena: yo, con un platito de leche, jugando con un gato por primera vez en mi vida, “justo hoy que el gordo saca su diario...”.

Lanata va a saber que esta introducción con el gato es la mejor demostración de afecto. Ojalá sea para Crítica, el diario que lanza hoy, el mismo augurio de la buena suerte que tuvieron en su lanzamiento Página/12 y en su relanzamiento Perfil.

Es triste ver cómo los diarios publicamos con gran destaque cualquier información sobre los medios electrónicos y, cuando aparece un diario, mezquinamente se lo ningunea, y luego sólo se resaltan sus desaciertos. Yo lo sufrí en carne propia las dos veces que salió Perfil, y no me perdonaría hacer lo mismo con Crítica.

Lanzar un diario serio es una obra mucho más ciclópea que la construcción de la mayor parte de los medios audiovisuales. Un ejemplo, para que el lector tenga una dimensión económica comparativa: la radio donde Lanata fue segundo en audiencia, Del Plata, se vendió en dos millones de dólares. El lanzamiento de un diario, dependiendo de su envergadura, puede costar de dos a diez veces más ese valor. Y luego hay que tener éxito. Decir que también en un diario trabajan de dos a diez veces la cantidad de personas que lo hacen en las mayores radios del país es otra forma similar de reflejar esa magnitud.

Lanzar un diario es, además, una de las obras más complejas de realizar, porque una vez que el contenido está terminado no se aprieta el botón de una consola y la audiencia lo recibe, sino que la tarea recién comienza para los gráficos, que deben imprimir millones de kilómetros de papel, para luego transportar toneladas de ejemplares. Sólo las páginas de esta edición de PERFIL, pegadas una a una por su lado más corto, como las sostiene el lector en su mano, ocupan 26 metros de largo, y todos sus ejemplares sumados, más de dos mil kilómetros de hojas, que pesan 100 toneladas, que suben a centenas de camiones y aviones para llegar a 17.000 kioscos de todo el país.
¿No merece eso tanto esfuerzo como para que todos los demás colegas lo destaquemos? Yo creo que, independientemente del resultado, debemos reconocerle a su mentor las ganas, la dedicación y la entrega que una obra así demanda.

Mi trabajo me ha permitido viajar realmente mucho, hasta vivir de puente aéreo con el exterior durante varios años. Pero cada vez que me siento en un avión no puedo dejar de maravillarme de que eso en lo que voy, vuele. O desde tierra, al ver un avión aterrizar, que aterrice.

Ya lo conté: la misma sensación tengo cada vez que entro a la planta de impresión y aparece ese edificio de ocho pisos de hierro que es la máquina de impresión, donde el papel avanza a 700 kilómetros por hora (sí, leyó bien). ¿Cómo hace para que cada letra y cada imagen salgan sin moverse?, me pregunto cada madrugada de sábado y domingo.

Pero es Lanata una de las pocas personas que ví mirar la máquina de impresión de Perfil como la miro yo. Con los ojos bien abiertos, moviendo la cabeza de arriba abajo y haciendo un esfuerzo para que no se le abra la boca. Como un hombre enamorado mira a la mujer de sus sueños.

Enamoramiento, como decía Lacan: una forma de locura. No se podría explicar si no que el periodista más famoso, más creíble y más reconocido de la Argentina se aleje de los medios electrónicos e hipoteque sus horas, su prestigio y su patrimonio material e intelectual en un proyecto que sabe que no le va a dar nada a cambio, más –lo que no es poco– que la satisfacción de hacerlo.

Alcohólicos Anónimos difunde una publicidad que dice: “Si tenés problemas con el alcohol, llamanos. Nosotros ya estuvimos allí”. En estos días previos al lanzamiento del diario de Lanata, cada vez que escuché por radio ese “nosotros ya estuvimos allí”, recordé mis propias experiencias, sonreí y me dije: “Uy, pobre gordo, los problemas que debe estar enfrentando”. “Sarna con gusto no pica”, decía mi abuela asturiana. Y también: “No cualquiera”, cuando quería destacar a alguien que sobresalía. No cualquiera lanza no uno, sino su segundo diario, como lo está haciendo Lanata.

Mis respetos a esa incontinencia creativa, a que la locura –para Freud, los creativos pueden sacar utilidad de su neurosis– se sublime en un diario y no, como tantas otras personas destacadas, en hacer de su talento dinero, y a que su pecado de ambición desmedida sea convertirse en papel todos los días.

© Jorge Fontevecchia. Director Diario Perfil de Buenos Aires. Domingo 2 de Marzo de 2008
Lanata te cuenta el día después

Alfieri dijo que en Florida, a las tres de la tarde, vendían el diario a nueve pesos. A la mañana el teléfono no paró de sonar ni los mails de llegar:

–No hay más diarios en Palermo –decía el mensaje de texto de Mario Lion.
–Siete kioscos, me recorrí siete kioscos –me dijo Luis, camino a Ezeiza, volviendo a París, sin haber podido comprarse ningún ejemplar.
–Te lo mando por correo –lo consolé.
–Se me ríen en la cara cuando pregunto –me dijo Sara, mi mujer, relatando su peregrinación por la avenida Santa Fe:
"¿Crítica? No... olvidate. Se agotó temprano".

Por la tarde Gabriel Díaz, el jefe de fotografía, me pasó un archivo con las fotos de la fiesta. Me impresionaron las del “momento Harry Potter” (como lo bautizó Fernando Moya) cuando llegó el camión con los diarios a la Facultad de Derecho y los invitados se avalanzaron sobre los diarios sin armar.

Pero más me impresionó a la madrugada, cuando obviamente no podía dormirme, leer por Internet la contratapa de Perfil. Jorge Fontevecchia saludaba la salida de este diario, su nuevo competidor, con una nota en la que evocó mi paso por Perfil. Es reconfortante encontrar a un caballero: quiero ganarle, o que me gane, pero disputar con él con el mismo cariño y respeto que pocas veces se encuentra alrededor.

El primer ejemplar de Crítica de la Argentina agotó, en un 95%, una tirada de cien mil ejemplares.

Daniel Capalbo esperó a verme en el mensajero del gmail para darme las novedades:146 entradas por segundo a las 00.06 de la noche, a seis minutos de haber entrado al aire de la red www.criticadigital.com

Julito López me envió la curva de la cantidad de conexiones por segundo que recibía el servidor:
–Me voy a hacer una remera –me dijo. Olvidé pedirle otra, en triple XL.

–¡Lanata, te tengo que contar! –me gritó Margarita, que está muy molesta con su nuevo rol de estrella televisiva anoche, cuando terminaron de imprimir el diario en el taller, todos los obreros gráficos pararon a aplaudir–. Fue emocionante, nunca en mi vida lo vi.

Margarita trabaja en esto hace más de veinte años.

El aplauso de los gráficos estaba en sintonía con la alegría de los canillitas y la de los lectores que postearon comentarios, enviaron mails, acercaron cartas. Estaban contentos. Es bueno haber ayudado a que eso sucediera. Nos alegra estar juntos, habernos reencontrado. Nos alegra ver que somos muchos más de los que pensamos cuando estamos solos. Ayer comenzó, verdaderamente, la construcción de este diario. Sólo podemos hacerlo juntos.

© Jorge Lanata. Director de Crítica de la Argentina. Lunes 3 de marzo de 2008.