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domingo, 10 de marzo de 2024

Los ajustados de siempre… @dealgunamaneraok...

Los ajustados de siempre

 Javier Milei. Diujo: Pablo Temes. 

Ninguna repartición cercana o lejana a los libertarios aceptó la propuesta de reducir el gasto. El ajuste fue a los ciudadanos.    

© Escrito por Carlos Burgueño el sábado 09/03/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Cuando dos osos pelean, el que pierde es el piso. Esto dice un viejo dicho ruso, muy utilizado durante la Guerra Fría en ambos lados del conflicto. Y que aplica al debate sobre el ajuste fiscal argentino versión 2024. En general, los 
conflictos por dinero entre la Nación y alguna provincia que nacen por la disminución del envío de fondos desde el Ejecutivo a algún gobernador no terminan con un ajuste en la región perjudicada, sino en un aumento en la presión impositiva en ese territorio.

Aunque el debate entre el gobernante que quita el dinero y el perjudicado se vea embanderado por el recorte de gastos públicos, por lo mucho que gasta “la casta” y el hecho de que “no hay plata”, y que en el bando contrario se afirme que en realidad los poderosos quieren ejecutar su venganza y multiplicar sus panes, quitándole fondos al pueblo, siempre estos conflictos por dinero que van de un lado a otro terminan de la misma manera.

El damnificado descubre la manera de cobrar el faltante en los ciudadanos a los que se quiere defender. Sea desde la cúpula gubernamental o desde el responsable de una provincia o municipio. En la historia reciente de la Argentina, nunca un responsable de manejar un territorio (sea de la ideología que sea) cubrió el faltante con un ajuste interno, con una disminución de gastos superfluos, con la suspensión de algún recital o la eliminación de algún privilegio. Siempre, la solución del conflicto fiscal se resolvió aumentando la presión de fondos sobre el contribuyente local. El debate es en realidad por el impuesto o tributo a incrementar. Nunca en su disminución. 

Es lo que se vive hoy en día. Y lo que, por ejemplo, están experimentando los residentes de provincias como Buenos Aires, La Rioja, Misiones, Córdoba y otras, donde las facturas y boletas de rentas, impuestos locales e ingresos brutos se están multiplicando; mientras sus gobernadores están en plena pelea con 
Javier Milei por los fondos quitados de la coparticipación o las líneas discrecionales varias.

Confirmado: Argentina no crece hace 12 años (pueden ser 13)

Y es lo que determina el último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) publicado esta semana, y donde se estudia detenidamente el conflicto surgido durante el gobierno de Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta, ante la quita de fondos de la Nación para reenviárselos a la provincia de Buenos Aires. Menciona la entidad que maneja Nadin Argañaraz que “los conflictos entre Nación y provincias por recursos fiscales terminan con subas de impuestos: el ejemplo reciente de CABA.

En 2023, el aumento de la presión tributaria de Ingresos Brutos originada en gravar intereses de pasivos monetarios del BCRA habría sido del 0,28% del PIB”. Afirma la entidad que “en 2023 CABA aumentó su presión tributaria efectiva de IIBB de manera significativa entre 2019 y 2023 respecto al grupo de provincias formado por Buenos Aires, Córdoba y Mendoza”. Menciona además que la presión tributaria efectiva de CABA aumentó 0,38 puntos porcentuales del PIB, mientras que la del grupo lo hizo solamente en 0,1 p.p. del PIB. El motivo principal que explica la diferencia, de 0,28 p.p. del PIB, habría sido el gravamen a las Leliq, que tuvieron un gran aumento en el año 2023.  


Aquel conflicto aún no resuelto marcó que como resultado neto final del descenso de envíos nacionales y la suba de presión tributaria de ingresos brutos, CABA en 2023 habría recuperado los ingresos perdidos y obtenido ingresos extras por $ 77 mil millones constantes de diciembre de 2023, pero terminó con un incremento de la presión tributaria efectiva del segundo impuesto más distorsivo que tiene la estructura tributaria argentina, más allá de estar oculto en el precio de bienes y servicios.

El FMI y el Papa advierten: sin clase media fracasará el ajuste

La metáfora del conflicto entre Alberto FernándezHoracio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof es que la provincia de Buenos Aires mantuvo los fondos gracias a la licuación de gastos, la Ciudad los recuperó y la Nación no perdió. Pero la presión tributaria general se incrementó.  

La semana pasada, Axel Kicillof anunció que en la provincia de Buenos Aires se aplicará próximamente un pago extraordinario del impuesto a los ingresos brutos, el más distorsivo de todo el sistema tributario argentino y aquel que todos los analistas afirman que debe ser el primero en ser desmantelado con el objetivo de cubrir parte de los fondos quitados desde la Nación en medio del ajuste libertario. Se afirma que solo lo pagarán los sectores de mayores ingresos y que por ahora quedarán fuera las pymes.

Sin embargo, el análisis del mosaico tributario afirma que quienes liquidan ingresos brutos en Buenos Aires (aun los mayores aportantes) son grandes empresas industriales. Muchas de las cuales están hoy al borde de ingresar en terapia intensiva. Y que están en condiciones paupérrimas de calcular “ingresos”, aunque sean brutos. Mientras tanto, también en Buenos Aires, se está aplicando un ajuste en las tarifas locales de rentas superiores al 200%; mientras que en los automóviles la suba es del 180%. Se replica la foto en el resto de las provincias.

Hasta marzo de 2024, ninguna repartición, ni cercana ni lejana a los libertarios, aceptó la propuesta del Presidente de reducir el gasto público. La elección del ajuste fue trasladar el costo a los ciudadanos. Que curiosamente coinciden con los votantes. A los que se les prometió otra cosa para este 2024. Tanto desde la Nación como desde las provincias.
 



 

domingo, 17 de septiembre de 2023

Un moneda al aire... @dealgunamaneraok...

Una moneda en el aire…


Por las buenas, o por las otras... ‘Pato’. Dibujo: Pablo Temes

La incertidumbre y la crisis económica y social, han puesto en alerta a la sociedad.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 16/09/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argetnina.

La Argentina ha quedado a merced de un gobierno de nerones a quienes lo único que les interesa –y desespera– es mantenerse indefinidamente en el poder. A la cabeza de esta locura está Sergio Massa. El ministro de Economía y candidato está decidido a todo en pos del objetivo que lo obsesiona: ganar la elección presidencial de cualquier manera y a cualquier costo. El 12,8% de inflación del mes de agosto fue una cachetada para el exintendente de Tigre. Por eso salió el mismo miércoles, con una batería de anuncios que se ampliaron el jueves. Alguien debería decirle que no se puede tapar el sol con las manos. Todos esos anuncios, que responden a un “plan platita” de manual, son absolutamente inflacionarios. Claro, si nada de esto surge efecto –y la historia indica que no lo hará– el problema mayúsculo autogenerado, quedará para el ganador de las elecciones generales. 


Luego de perder las PASO en agosto de 2019, el entonces presidente Mauricio Macri, quiso poner en práctica una reducción del IVA, que es una de las medidas de alivio que tomó el Gobierno; los gobernadores peronistas lo amenazaron con recurrir a la Corte Suprema, visto que esos fondos que dejaba de percibir el fisco eran coparticipables. Por ende, esa menor recaudación los afectaba directamente. “Esa es plata nuestra y no puede apropiarse de ella” dijo el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Por lo bajo, otros gobernadores peronistas dicen lo mismo. Pero hay todavía más. El plan está hecho a las apuradas y contempla la reducción del IVA para las compras con tarjeta de débito. No tiene en cuenta las tarjetas prepagas emitidas por empresas del sector fintech que, justamente, están en manos de millones de argentinos que no tienen acceso a la banca tradicional. Luego del anuncio, en el Gobierno se comprometieron a revisar la medida en pos de incluir al sector. Otra consecuencia más de la improvisación empujada por la urgencia de los anuncios electoralistas, que terminan dando letra al otro plan recurrente: el “vamos viendo”. 


El anuncio de medir la inflación semanalmente responde a la misma lógica neroniana. Hace recordar mucho a lo que sucedió en aquellos días, en los que un enseñoreado Guillermo Moreno dispuso la intervención del Indec para distorsionar el índice de precios al consumidor (IPC), que tanto le disgustaba a él y a la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. 

Todas estas iniciativas, que son disparatadas, persiguen un doble objetivo: cooptar electores y dejarle al próximo gobierno un campo absolutamente minado que afecte sus bases de sustentación política. Esto representa una verdadera perversión, cuyas consecuencias las va a pagar la ciudadanía. A decir verdad, esa cuenta inmoral ya la vienen sufriendo todos los argentinos. Como siempre, los que menos tienen son los más afectados. Desde hace más de un año la oleada de personas que cruza la General Paz para pedir ropa y alimentos en los edificios de departamentos de la Capital Federal no cesa. Hoy se ven con claridad las ferias en distintos puntos del Conurbano donde la venta de productos usados y el trueque por alimentos y productos de primera necesidad volvieron a ser protagonistas. Eso explica, en parte, la transversalidad de la intención de voto que ostenta Javier Milei. En la oposición se llenan la boca hablando de “voto bronca” y está claro que ese componente existe, pero sería de una mirada muy corta generalizar por completo esa presunción. En muchas provincias, localidades y municipios de la Argentina ya se habla del “voto en defensa propia”. ¿Cómo se explica que, en lugares alejados de las urbes, donde el libertario no puso un pie jamás, haya arrasado en las PASO? En la oposición se siguen rasgando las vestiduras echándose culpas porque nadie lo vio venir. La riña –porque se trató de una verdadera riña– que se vivió en la campaña de No tan Juntos por el Cambio, hirió de muerte las posibilidades de la coalición que, apenas unos meses atrás, tenía la elección ganada.  


Otro dato que no puede pasar desapercibido es la aparición del expresidente Mauricio Macri, para apuntalar la alicaída campaña de Patricia Bullrich y gritar a los cuatro vientos que “ella” es su candidata. La exministra de Seguridad ostentaba los valores más extremos en materia de orden, progreso y seguridad frente a su rival en la interna, Horacio Rodríguez Larreta. Hoy esos atributos quedaron devorados por Javier Milei y obligaron a 
Bullrich a reinventarse. “Hay cierto enojo con Mauricio. Es difícil olvidar que hubo un acercamiento o coqueteo cierto con Milei. No importa quién dio el primer paso. Lo que importa es que existió y eso lo terminó capitalizando el loco de la casta” –dijo un hombre que milita en las filas de la exministra. Hay preocupación porque la líder del PRO no termina de repuntar y el espacio en su totalidad no logra alinear el voto. En la Ciudad de Buenos Aires, una porción grande de los votantes de Martín Lousteau no acompañará a Jorge Macri para la Jefatura de Gobierno y se inclinará por Leandro Santoro. A nivel nacional, el votante de Horacio Rodríguez Larreta no se siente representado y entra en una zona gris. Si Bullrich no llegara al ballottage muchos de los votos larretistas, irían a Sergio Massa. 

Entretanto Milei ve cómo, en la vida real, se deshoja la margarita de la casta. Su acercamiento a Luis Barrionuevo le costó fuertes críticas de todo el arco político. Esta vez el libertario estuvo muy corto de reflejos. ¿Acaso los sindicalistas más poderosos de la Argentina, que viven del aporte de los trabajadores –que es obligatorio–, que no presentan declaraciones juradas y moran en lujosas casas, amasando una fortuna incalculable no son casta? Al libertario se le crispan los nervios cuando le señalan que es un fiel representante del teorema de Baglini que sostiene que, cuando un candidato se siente más cerca del poder, sus propuestas, declaraciones y sus acciones se vuelven mucho más conservadoras. Aunque les cueste aceptarlo, muchas de sus banderas más disruptivas, tuvieron que guardárselas en el bolsillo.  

La Argentina es hoy una moneda en el aire. La incertidumbre y la crisis económica y social, han puesto en alerta a toda la sociedad.



   

domingo, 6 de agosto de 2023

Rumbo a las Paso. Gestos que no dicen nada… @dealgunamaneraok...

 Rumbo a las Paso. Gestos que no dicen nada…


En ropa de combate. Patricia Bullrich. Dibujo: Pablo Temes.

Llega a su fin una campaña devaluada, en la que ya nada sorprende. Unos ignoran la realidad, otros privilegian la pelea fratricida.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/06/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“No puedo pagar la luz”. El testimonio de un habitante del Conurbano Bonaerense que muestra ante las cámaras de televisión la factura que lo ha dejado estremecido se reproduce por miles. También entre los comerciantes de distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires. 

Algunos de ellos piensan en cerrar. En contraposición a esta realidad indiscutible y dura las mismas pantallas traen la palabra de la inefable portavoz presidencial Gabriela Cerruti, negando que ello sea así. Una vez más, kirchnerismo puro. Aquí no pasa ni ha pasado nada.

En esa misma dimensión cabalga la campaña de Sergio Massa. El candidato habla como si el ministro de Economía y el Gobierno fueran de otro. Por eso, evita al máximo posible su contacto con periodistas que no le responden. Cuando eso ocurre, la insustancialidad de sus respuestas queda expuesta sin tapujos y su malhumor se hace indisimulable. Se enoja y, entonces, a quien le formula preguntas y repregunta con agudez y fundamentos, lo único que atina a decirle es que le está faltando respeto. Es lo que pasó en Córdoba el jueves pasado. Vale la pena recordarle al ministro-candidato que el enojo, es algo propio de los necios. 

Es cada vez más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor ciego que el que no quiere ver.   

Mientras tanto, el deterioro de la situación económica no se detiene. La euforia del anuncio del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tuvo la duración y el efecto de un leve suspiro. No cambió nada. En el Gobierno viven día a día o, mejor dicho, hora a hora. Nada se puede planificar en este torbellino de impericia. Nada se puede prever. El dólar blue sigue imparable. Ya nadie tiene dudas de que seguirá en ascenso hasta las elecciones. El cepo a las importaciones y la falta de reservas del Banco Central dan testimonio en ese sentido. No hay “¡Ah, pero Macri!” que alcance a parar esta debacle. Lo único a lo que recurre el Gobierno es a estrangular aún más el cepo con el consecuente aumento de las dificultades para la importación de insumos que son esenciales para el aparato productivo. Aún así, el Presidente y el gobernador de la provincia de Buenos Aires se solazan hablando de cifras de un crecimiento económico que nadie ve. Otra vez, ¡kirchnerismo puro!  

Un condimento extra alimenta la incertidumbre política. La cantidad de encuestas que pululan entre los diferentes candidatos no sorprende por la polarización entre los competidores, sino por arrojar resultados muy dispares entre sí con diferencias que, en algunos casos, llegan a los 10 puntos. Otro dato que abona la falta de certezas: en las elecciones provinciales que ya se han celebrado con un cronograma diferente del nacional hubo hasta el momento, más de un millón de votos en blanco y un aumento exponencial del ausentismo. La gente no está yendo a votar.   

En el oficialismo temen que un resultado que lo deje relegado al tercer puesto o una derrota contundente, dispare una incontenible inestabilidad política, económica y social derivada de la falta de poder real hasta las elecciones generales. Sergio Massa ya ha tomado nota de esta posibilidad y se prepara para cubrir cualquier escenario. Puertas adentro se sigue quejando por el fogoneo a la candidatura de Juan Grabois, que distintos sectores estimulan a modo de fuego amigo. El tigrense está convencido de que Máximo Kirchner y su madre, la vicepresidenta en funciones, están a la cabeza de ese movimiento. La explicación es sencilla: el relato no puede claudicar y la figura del actual ministro de Economía no puede crecer lo suficiente como para acumular un poder tal que le permita borrar de un plumazo lo que queda de kirchnerismo duro. CFK es experta en los juegos de poder y sabe que Sergio Massa no es confiable para su futuro inmediato. En este contexto, todo puede suceder. Incluso lo impensado: parece una burla del destino, pero el principal candidato presidencial de Unión por la Patria aún no pudo hacer pie con un acto en La Matanza, bastión histórico del peronismo en general y del kirchnerismo en particular. Sucede allí algo muy particular.

Una campaña sin sorpresas


En el Movimiento Evita perciben cierta inclinación del ministro por el intendente Fernando Espinoza, quien deberá competir en la interna municipal con Patricia Cubría, esposa de Emilio Pérsico, líder del movimiento. Massa prefiere no correr riesgos y dejar que Axel Kicillof siga negociando para llegar a buen puerto. La otra razón por la cual el candidato oficialista no hace pie en lo más profundo del Conurbano es la propia realidad: con base en datos oficiales se estimó que la pobreza fue en el primer trimestre de este año de 38,7%. Prácticamente 4 puntos porcentuales más arriba con relación al mismo período de 2022 (34,3%). Peor aún, cerca de 100 mil chicos cayeron en la indigencia en un año. 

“En la Argentina no hay hambre”, había dicho sin inmutarse unos días atrás la vocera presidencial quien, además minimizó el impacto  de la pobreza en los niños. Más de lo mismo. Es cada vez más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor ciego que el que no quiere ver. 

Dentro de No tan Juntos por el Cambio no existe la paz. La ex orgullosamente bonaerense María Eugenia Vidal lo sabe muy bien. Apenas se pronunció públicamente a favor de Horacio Rodríguez Larreta, una catarata de críticas de sus correligionarios le cayó encima. Uno de los más vehementes fue el diputado nacional 
Cristian Ritondo, quien aseguró que la exgobernadora le había dicho que se mantendría neutral. Ritondo fue ministro de Seguridad en el gobierno de Vidal, pero parece que la ferocidad de la interna está por sobre los vínculos y las lealtades. Es tiempo de pronunciamientos. Al menos eso creen en la coalición opositora. Jorge Macri le venía pidiendo un gesto inequívoco a HRL, y ahora Patricia Bullrich hace lo propio con Mauricio Macri. ¿Es acaso más importante forzar una declaración de un “compañero de equipo” que salir a buscar con propuestas y sentido común el apoyo de los votantes? 

Ya nada sorprende en una campaña devaluada y llena de gestos que no dicen nada.
 



   

domingo, 30 de julio de 2023

Incapacidad. Una campaña sin sorpresas… @dealgunamaneraok...

Incapacidad. Una campaña sin sorpresas… 

Pato Blindaje 2023. Patricia Bullrich. Dibujo: Pablo Temes

Algunos candidatos se acordaron a último momento de dar a conocer sus propuestas para una elección que sigue sin despertar interés.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 29/07/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Es bien sabido, desde hace años, que la esencia del kirchnerismo es la mentira y la contradicción. Son dos características fundamentales para la elaboración del así llamado relato. Su impronta es tal que los conversos las han adoptado con notable naturalidad. El que picó en punta fue Alberto Fernández. Entre las tantas mentiras del presidente saliente se recuerda aquella del martes 15 de marzo de 2020, cuando dijo: “El viernes comienza la guerra contra la inflación”. Quien no le va en saga –a la manera de un verdadero discípulo– es Sergio Massa.

El ministro de Economía –que supo enojarse con muchos periodistas porque no lo llamaban superministro– dijo el viernes en San Juan: “Vengo a comprometerme y decirles que voy a ser el presidente que derrote a la inflación y que defienda el salario”. De no existir los videos y los audios que así lo atestiguan, algún desprevenido podría haber pensado que se trataba de una humorada surgida del talento de Ariel Tarico en sus agudas y magistrales imitaciones que son furor.

El ritmo lo marca el Fondo

Desde el 3 de agosto de 2022 –día en que asumió el cargo– hasta fin de junio, la inflación interanual llegó al 100%. Y ya se sabe que el índice de precios al consumidor –el famoso IPC– de julio estará por arriba del 6% que hubo en junio. La gestión de Massa al frente del Ministerio de Economía pasará a la historia precisamente por sus altísimos niveles de inflación. Tanto es así que el Banco Central anunció hace pocos días que dispuso posponer la difusión del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) para después de las PASO. 

El REM, que debería publicarse el viernes 4 de agosto próximo, se dará a conocer dos días después de esa elección. Es una encuesta que se realiza entre bancos, centros de estudios y consultores, cuyo fin es el de dar a conocer pronósticos y proyecciones sobre los indicadores claves de la economía, como por ejemplo, tasas de interés, dólar y cifras de crecimiento. 

¿Alguien puede creer que escondiendo, maquillando o posponiendo datos, la realidad pasará inadvertida para los círculos de poder y la sociedad toda? Son recetas perimidas que nos obligan a volver a citar en esta columna al enorme fracaso de Guillermo Moreno al frente de la Secretaría de Comercio Interior; tiempos en que los números se dibujaban y el Indec se encontraba intervenido. 

Se trata, una vez más, de esa costumbre infantil y disfuncional que sostiene que lo que el kirchnerismo no admite no existe. Es la negación misma de la realidad. 

Un espectáculo decadente

Sergio Massa no está cómodo. Sabe que la intención de voto no lo acompaña como quisiera de cara a la próxima elección. Ya se resignó a recibir los embates del fuego amigo disparados por Juan Grabois y Luis D’Elía. Nadie hará nada para contenerlo. De hecho, la vicepresidenta en funciones sabe que no puede desconocer esa parte estructural del relato militante y ha decidido seguir jugando a dos puntas. 

En el entorno del ministro y candidato se dan por conformes con mantener fuera de la escena política al presidente Alberto Fernández: 

“Sergio no tiene nada en contra de él pero no podemos dejar que su figura influya de manera negativa en la campaña. No suma. Es mejor mantenerlo alejado”, admiten cerca del tigrense. Es lógico. Nadie quiere pegarse a un presidente que llega al final de su gestión con un esfuerzo enorme, desgastado y vapuleado política y personalmente por los propios. Eso explica la poca o nula actividad en su agenda casi totalmente limitada a los eventos internacionales de poca monta. La caída en su imagen y el derrumbe de su popularidad desde el inicio de la pandemia hasta hoy, sin dudas será un caso de análisis en los futuros estudios de opinión pública y propaganda. 

La semana volvió a retrotraernos a los tiempos de cuarentena, cuando salió a la luz que la ministra de Salud, Carla Vizzotti, había permitido en tiempos de aislamiento que conocidos o allegados pudieran despedirse de sus familiares en estado crítico cuando nadie más podía hacerlo. Nadie está cuestionando un gesto de humanidad pero es innegable que todavía siguen y seguirán apareciendo ejemplos de la doble vara moral y ética del kirchnerismo. El vacunatorio VIP y la fiesta de Olivos serán los ejemplos por excelencia de esa doble moral. Para el Gobierno y los amigos del poder, todo estaba permitido. Para el ciudadano común, las reglas generales de la ley. Inadmisible. 

Un Massa para cada gusto 

En Juntos por el Cambio están haciendo todo lo posible –aunque no parezca– para bajarles el tono a las disputas internas. Operadores políticos del alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y de la exministra de Seguridad Patricia Bullrich intentaron acercar posiciones para allanar el camino a la posibilidad de que los precandidatos presidenciales compartieran el búnker el día de las PASO –idea inicial del larretismo–  pero como las cosas fueron de mal en peor, también se cayó la idea de una foto conjunta el mismo 13 de agosto cuya intención era demostrar que la pelea real será contra el kirchnerismo. El encono entre ambos tuvo un nuevo detonante: las críticas de HRL a la propuesta de Bullrich de impulsar “un blindaje” de las reservas para poder remover el cepo en los primeros días de su hipotética gestión. En realidad, hay un tímido intento de fondo de endurecer al jefe de Gobierno porteño en el tramo final de la campaña. “No se trata de halconizarlo. Horacio se siente cómodo y sabe que ha llegado hasta acá sin gritos ni portazos, con diálogo y gestión”, se definen en Uspallata y contraatacan: “Últimamente cada vez que Patricia habla, la caga. Hay que dejarla seguir sin interrupciones, nosotros ya tenemos nuestro manual”. Del otro lado de la coalición opositora reconocen a regañadientes que las últimas declaraciones públicas de su líder no han sido felices pero atribuyen su silencio a una supuesta ventaja en las últimas encuestas de opinión: “Estamos liderando, que el desgaste lo haga el otro”.

No se esperan sorpresas para el tramo final de la campaña. Algunos candidatos se acordaron a último momento de dar a conocer sus propuestas para una elección que sigue sin despertar interés como ha quedado demostrado en los altos niveles de abstención que se registraron en los comicios provinciales. Niveles preocupantes que tienen como únicos responsables a los líderes de la actual dirigencia política, incapaces de contribuir a la democracia y a la formación de ciudadanía.



   

domingo, 9 de julio de 2023

Un Massa para cada gusto… @dealgunamaneraok...

 Un Massa para cada gusto…


Ser o no ser, esa es la cuestión. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

La “kirchnerización” del ministro de Economía es una alerta para los empresarios que ven con buenos ojos su postulación.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 08/07/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Fue una puesta en escena como las que le gustan armar a Sergio Massa. Él ocupando la cabecera de la mesa, flanqueado a ambos lados por el ministro de Transporte, Alexis Guerrera, la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, un grupo de empresarios, que dócilmente aceptan ser tratados de extorsionadores, y sindicalistas del sector.

El que toma la palabra es el ministro de Economía –con breves intervenciones de los otros dos–, que desgrana una larga perorata con cara de circunstancia –es decir, enojo–, transmitida por cámaras propias instaladas en el despacho en donde se celebró esa reunión. Esa puesta en escena en la que aprovechó para, de paso, tirarle un palo al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se completó con algunos títulos publicados en algunos medios en los que se decía que era Massa quien había levantado el paro. Nadie explicó por qué esa decisión del candidato presidencial del oficialismo de intervenir en el conflicto buscando una solución no se produjo en la tarde-noche del jueves, lo cual les hubiera evitado a cientos de miles de personas las penurias que tuvieron que padecer para poder llegar a sus trabajos, objetivo que muchos no alcanzaron.

Esta sobreactuación oportunista del exintendente de Tigre es una de las razones por las que muchos integrantes de la cúpula de La Cámpora, así como también militantes hacen escuchar su disgusto. Esa muchedumbre que navega por la orfandad que crea la ausencia de dirigentes con volumen político es un verdadero eufemismo, para denominar a la falta de liderazgo que existe en ese universo de la anacronía en el cual todo remite al pasado. La épica de lo que fue bueno, no puede faltar.

Camino largo y tedioso

Allí Massa genera desconfianza. Es la misma desconfianza que le tiene Cristina Fernández de Kirchner que, por las dudas, intentó blindarse y se aseguró el dominio de las listas a diputados y senadores en la provincia de Buenos Aires. Sergio Massa es una claudicación de CFK impuesta por la imposibilidad de sostener su candidatura, no por causa de la inexistente “proscripción” sino por la cruda realidad de saber que, si hubiese competido por la Presidencia, le habría aguardado como resultado una inexorable derrota. La jefa aún no puede digerirlo. La “kirchnerización” de Massa debería ser una alerta para aquellos sectores empresariales que pretenden ver con buenos ojos su postulación. No deberían olvidar que, en esencia, es un mentiroso, lo cual encaja perfectamente en la tipología K. Sin embargo, existe un Massa para cada paladar. Hay un modelo progresista que quiere, pero no logra coquetear con La Cámpora y el kirchnerismo duro. Hasta accedió a incluir como asesor al exvicepresidente condenado Amado Boudou, como una muestra de su “flexibilidad”.

Hay también un Massa más políticamente correcto que busca seducir a los empresarios y al círculo rojo y hay un Massa que quiere impregnarse de peronismo clásico, para tentar a los gobernadores. Cada uno puede identificarse con el que más le convenga, pero la pregunta que sobrevuela tanta puesta en escena es lógica: ¿cuál de todos los modelos será el real si llegara a quedarse con el sillón de Rivadavia? Probablemente uno para cada ocasión, como nos tiene acostumbrados a lo largo de su sinuosa trayectoria política.

Mientras tanto, la preocupación principal en el oficialismo pasa por llegar al proceso electoral de la forma más ordenada posible y sin grandes sobresaltos. Tarea difícil o, más bien, imposible. De ahí que haya surgido la posibilidad de generar vía FMI un acuerdo de transición con desembolso de dinero incluido para apaciguar cualquier frente de tormenta. Un detalle no menor: el ministro de Economía que es –además– el candidato del oficialismo, es el principal interlocutor con el Fondo Monetario y, como se cae de maduro, será uno de los beneficiarios directos de las políticas que puedan diseñarse. La ética y la incompatibilidad de funciones es algo que nunca le preocupó al Frente de Todos contra Todos, hoy rebautizado Unión por la Patria. El kirchnerismo sigue siendo experto en escribir relatos teñidos de camuflaje.

Un tembladeral

En la oposición la guerra de guerrillas sigue a la orden del día. Hay en el fondo un problema de base que comparten los postulantes de ambos lados de la grieta. Ninguno de los modelos que se disputan el poder supo canalizar su continuidad política generando uno o más herederos, para suplir a los ya desgastados dinosaurios que custodian la polarización. No hay figuras nuevas que hayan decantado naturalmente como cuadros políticos que aseguren el futuro. Lo de Massa fue un parto por cesárea –más traumático que consensuado– y la brutal pelea a cielo abierto entre la exministra de Seguridad Patricia Bullrich y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta es una muestra de que No tan Juntos por el Cambio tampoco supo preparar un sucesor. Tanto Mauricio Macri como Cristina Fernández tienen su enorme cuota de responsabilidad por no haber sabido soltar a tiempo.

El extremo que describe esta parte de la realidad es el caso de los candidatos que saltan de la Provincia a la Ciudad para ocupar cargos ejecutivos haciendo interpretaciones bastante remanidas de la Constitución. Con un abanico de opciones representativo, esto no hubiera sido necesario.

En los últimos días la campaña ha mostrado la peor cara de la política. El ataque directo a las personas, la descalificación y discriminación por orientación sexual, condición física, color de piel y una larga lista de etcéteras, se ha intentado naturalizar y ocultar bajo pretextos pueriles y faltos de empatía. Esto pone de manifiesto la poca calidad personal y profesional de algunos dirigentes que aspiran a ocupar cargos en el país.

No podemos bajar la vara y justificar lo injustificable. Un buen dirigente político debe ser, ante todo, una buena persona.

Sin la más mínima calidez humana y sin nociones básicas de respeto, ningún país tiene destino. La Argentina no es la excepción.