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domingo, 16 de agosto de 2020

1850 - 17 de Agosto – 2020, a 170 años de su fallecimiento… @dealgunamanera…

 José de San Martín, el hombre…

General Don José de San Martín. Imagen: Cedoc

Hace 170 años, moría en Boulogne sur Mer, Francia, el General Don José de San Martín. 

© Escrito por Adela M. Salas, Profesora y Doctora en Historia y Profesora titular de la Universidad del Salvador el domingo 16/08/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


En estos renglones, no escribiré de su nacimiento en la inhóspita Yapeyú, ni de sus inicios como soldado en la Península Ibérica, ni de su formación en caballería, infantería y marina, ni de su bautismo de fuego en Orán, ni de su actuación en el campo de batalla de Bailen, ni de su participación en la Logia Lautaro, ni de la creación de los Granaderos a Caballo, ni de su trabajo en el Ejército del Norte, ni de sus planes en su amada ínsula cuyana, ni de sus entrevistas con los pehuenches, ni de su calidad de estratega para pensar la liberación de América y de digitar la “guerra de zapa”, ni de su gran hazaña del Cruce de los Andes- comparada tantas veces con la de Aníbal y con las campañas napoleónicas- ni de su  valiente participación en las declaraciones de independencia de Argentina, Chile y Perú, ni su obra como Protector del Perú, ni de las operaciones de “ puertos intermedios”, ni del tan renombrado encuentro con Simón Bolívar en Guayaquil, ni de su ostracismo, ni de su sable corvo, ni de sus últimos días. 

Dedicaré este espacio para explayarme en algunas de las virtudes del hombre, sin olvidar- parafraseando a Terencio- que nada de lo humano le era ajeno. Manuel Belgrano, rescató los valores del Libertador en varias de sus cartas, en una del 25 de diciembre de 1813 sostuvo: “estoy firmemente persuadido que con Usted se salvará la Patria.”  

La integridad de San Martin se hacía carne en hechos concretos en los que demostró la austeridad en tiempos de crisis, su generosidad y sacrificio para lograr la independencia de los pueblos americanos. Sirvan de ejemplo pequeños – grandes actos como cuando nombrado gobernador de Cuyo, en 1814, renunció a la mitad de su sueldo, o cuando después de la victoria de Chacabuco el Cabildo de Chile lo recompensó con 10.000 pesos que él agradeció pero dispuso que se los destinara a la formación de la Biblioteca Nacional, o cuando recibió en su residencia en Santiago una vajilla de plata y la devolvió con las siguientes palabras “no estamos en tiempo de tanto lujo, el Estado se halla en necesidad y es necesario que todos contribuyamos a remediarla” y en el mismo acto rechazó “el sueldo que se me tiene señalado por este Estado.” Y cuando el mismo Cabildo le donó una chacra, asignó la tercera parte al Hospital de Mujeres y dotó un vacunador para frenar la expansión de la viruela.


No le importó sacrificarse en pos de sus objetivos. Así lo expresó en varias oportunidades a su amigo Tomás Godoy Cruz, como cuando en 1815 le escribió: “todo es necesario que sufra el hombre público para que esta nave llegue a puerto”, refiriéndose a la libertad de América, o cuando en otra carta le recalcó: “si queremos salvarnos es preciso grandes sacrificios.”

Su modestia quedó registrada en letras de molde en el periódico El Independiente del Sur cuando, luego de la victoria de Maipú, volvió a Buenos Aires el día antes de lo previsto, de noche y de incógnito, para que su llegada pasara desapercibida. Su posición ante la ambición la dejó por escrita en varias ocasiones, así le manifestó a O’ Higgins: “No me cabe en mi imaginación cómo hay hombres que, por ambición o pasiones personales, quieran sacrificar la causa de América.”

No quiso participar en guerras civiles ni en enfrentamientos que consideraba estériles y así lo expuso en varios papeles como en la carta al entonces gobernador de Santa Fe, Estanislao López: “Unámonos, paisano mío, para combatir a los maturrangos que nos amenazan divididos seremos esclavos…depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor…Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas…”

El Libertador, a pesar de las innumerables calumnias, sostuvo su posición cuando escribió La Proclama a las Provincias del Río de la Plata el 22 de julio de 1820 anunciando su campaña al Perú: “No, el general San Martín jamás derramará sangre de sus compatriotas, y sólo desvainará su espada contra los enemigos de la independencia de Sud América.”


Cuando en 1822 abandonó definitivamente el suelo peruano recalcó: “Mis promesas para con los pueblos en que he hecho la guerra están cumplidas; hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos”… ”En cuanto a mi conducta pública – mis compatriotas- como en lo general de las cosas- dividirán sus opiniones, los hijos de éstos darán el verdadero fallo.”

Después de cinco años de vivir en Europa, regresó al Río de la Plata y al enterarse de las luchas fratricidas, decidió no desembarcar “no perteneciendo ni debiendo pertenecer a ninguno de los partidos en cuestión.”

En tiempos de pandemia, que azota al mundo entero, es cuando aparecen las peores miserias, pero también las mayores virtudes del ser humano y es oportuno recordar algunos aspectos de un gran hombre: integro, austero, generoso, sacrificado y modesto.  Que a la luz del ejemplo sanmartiniano surjan en cada uno de nosotros los valores tan necesarios en estos días.









sábado, 21 de enero de 2017

200 Años del Cruce de Los Andes.(16/01/1817 - 16/01/2017) @dealgunamanera...

200 Años del Cruce de Los Andes 16/01/1817 - 16/01/2017


Parece mentira, pero frente a tanto bombardeo mediático que nos tiene muchas veces prisioneros de hechos nacionales e internacionales no trascendentes, comienza a pasar casi desapercibido el recuerdo de una gesta nacida en estas tierras, clave para el continente Americano y que reunió tres requisitos muchas veces difíciles de amalgamar: inteligencia estratégica, capacidad organizativa y apoyo popular; eso fue el Cruce de los Andes.

© Escrito por Roy Cortina el sábado 21/01/2017 y publicado en Facebook Roy Cortina

Pensada brillantemente por San Martín, esta maniobra militar que duro 20 días y que nos llena de admiración por quienes la llevaron a cabo, consiguió que un pequeño ejército bien entrenado atravesara una de las cadenas montañosas más complicadas del mundo, que lo hiciera en distintos pasos y que con una precisión asombrosa lograra la confluencia de todas las columnas de soldados en tiempo y forma para derrotar a los españoles en Chacabuco, prácticamente mientras bajaban del lado Chileno.

El cruce de los Andes, la desobediencia de Belgrano de retroceder a Córdoba y lograr las victorias de Tucumán y Salta y la resistencia de Güemes en el norte, son las tres causas que cambian el curso de la independencia de Sudamérica de los españoles, porque si caía el territorio de la actual Argentina, el regreso de la monarquía española a través del Rio de la Plata, hubiera sido un hecho y quien sabe cuántos años se habría extendido y cuan cruenta hubiera sido la guerra de liberación.

Sin embargo tanto la Guerra Gaucha en el norte y la audacia en Tucumán y Salta, fueron, si bien heroicas y populares, acciones defensivas. 

En cambio la estrategia pensada y ejecutada por San Martin de cruzar los Andes y liberar a Chile, les dio a los patriotas la iniciativa por primera vez y desato el nudo de la guerra a escala continental aliviando a los ejércitos liderados por Bolívar en el norte sudamericano.

El cruce de 5400 hombres cañones, víveres y miles de mulas y caballos, en un frente de 800 kilómetros, atravesando picos de 5000 metros de altura y con temperaturas que iban de los 30 grados de día a los 10 grados bajo cero de noche, es considerado una obra maestra a la altura de las mejores campañas militares de la historia universal.

Se hizo por la obstinación de un grupo político que comprendía la necesidad de hacerlo a toda costa, por el liderazgo de San Martin y sobre todo por el sacrificio del pueblo cuyano que tuvo una voluntad y una determinación férreas para costear y organizar el cruce.

El parco, enigmático y metódico andaluz por crianza y correntino por nacimiento, regresó a su tierra, después de guerrear por toda España y verla caer por la inoperancia de una monarquía con la que ya no estaba de acuerdo en ideales y en aspiraciones personales, sea que esta sucumbiese para siempre a manos de los franceses, sea que el famoso e incorregible Fernando Séptimo recuperara el poder, como finalmente lo hizo.

En Cádiz buscaría entusiastamente las ideas para realizarse en el nuevo tiempo que nacía. 

En el continente Americano, en lo que iba a ser nuestro país, encontró el lugar donde esas ideas tomarían cuerpo.

Probablemente en Inglaterra, haya llegado a sus manos el famoso plan del escoces Maitland, que ya en esa época indicaba que la mejor estrategia para derrumbar al imperio español en América, era tomar Perú a través de Chile y tomar a Chile desde Mendoza cruzando los Andes. 

Sea como fuere, el teniente coronel San Martin, sospechado de espía apenas piso Buenos Aires, no paró hasta lograr ser gobernador de Cuyo, fogonear la independencia y organizar la gesta con la que se inmortalizó y entró para siempre en nuestra historia.

Vale la pena recordarlo en estos días, cuando se cumplen 200 años del histórico acontecimiento, en los tiempos fundantes del país. 

Cuando queríamos ser libres y que lo demás no importe nada.