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lunes, 2 de julio de 2018

Cuando Macri era Gardel y Argentina Disneylandia… @dealgunamanera...

Cuando Macri era Gardel y Argentina Disneylandia…
                          
22/10/2017: Cambiemos festeja su triunfo sobre Cristina Kirchner. Fotografía: CEDOC / PERFIL

La gran promesa incumplida de Macri es terminar con la inflación, ya que sin ella se reduciría la pobreza y el déficit fiscal.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 01/07/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Se acabó. Así como Mascherano, al terminar el partido con Francia (derrota que inevitablemente deviene en metáfora), dijo “se acabó: a partir de ahora pasaré a ser un hincha más” y Federico Sturzenegger analiza volver a Harvard a ser profesor, algo se acabó para el conjunto del Gobierno.

El mismo que proyectaba su sucesión en 2023, en noviembre, cuando Macri era Gardel y Argentina Disneylandia. Para comenzar, se acabó un tipo de relato: por ejemplo, sería difícil hoy para el polémico diputado Fernando Iglesias taparles la boca a opositores con cifras positivas, como vino haciendo en tantos programas durante la campaña electoral 2017.

Pero no dilapidaron gran parte del capital político que construyeron al derrotar a Cristina por los errores cometidos en estos seis meses. Vale siempre recordar que nunca el capital es tan grande como se cree después de cualquier triunfo: en política, todos se ilusionan con la perennidad después de ganar dos elecciones seguidas. Además, podía ser previsible que muchos poderes que apoyaron a Macri, para que venciera a Cristina, cumplido ese trabajo pasaran a tener otras prioridades

El error del cambio de metas de inflación en diciembre último es parte de una cadena de equívocos que arranca durante la campaña de 2015, cuando en múltiples apariciones en los medios Macri repetía que bajar la inflación “es lo más fácil”, partiendo de los errores de sus dos principales economistas: Alfonso Prat-Gay y Federico Sturzenegger. El primero, al sostener que los precios de los alimentos al final del cepo ya habían asumido el valor del dólar blue, un 50% mayor que el dólar oficial. Y el segundo, sosteniendo que el aumento de tarifas no solo no era inflacionario sino que era desflacionario porque, al deber pagar más por los servicios públicos, la gente iba a tener que comprar menos otros productos, los que no iban a poder aumentar porque se quedarían sin consumidores.

No había un plan económico porque el plan político era ganar siempre las elecciones.

Lavagna, con más experiencia en la economía real, explica exactamente lo opuesto: cierto grado de recesión no reduce el aumento de precios sino que es inflacionario para las pymes porque el dueño de una pequeña empresa o comercio, al reducírsele la cantidad de compradores, la única forma que tiene de sobrevivir es dividiendo el costo fijo entre menos unidades vendidas, o sea, aumentando más que la inflación hasta, claro, cerrar pero no sin pelearla.

Independientemente de la cuestión de fondo y a pesar de que las metas de inflación fueran incumplibles, fue un error político anunciar su cambio en diciembre de 2017, como si se tratara de algo importante, cuando tampoco podían subir la meta a un valor verosímil porque ya habían votado el presupuesto y anunciado una pauta de paritarias del 15%.

Quedó claro que el objetivo de esa puesta era otro: que los triunfadores en una interna del Gobierno anunciaran la devaluación del propio Sturzenegger y producir el primer salto del precio del dólar justo cuando se venía aumentando la tasa de interés en Estados Unidos y ya había señales sobre cuánto la sequía podía reducir nuestras exportaciones.

Todos los errores tienen un elemento en común: soberbia y excesiva autoconfianza. La psicología podría explicar cómo el haber tenido una vida afortunada produce en las personas cierta sobreestimación de las propias capacidades. No sería el caso de Dujovne: comentan en Gobierno que fue ascendido de ministro de Hacienda a virtual ministro de Economía porque ya probaron que lo podían mortificar y no se rebelaba. Del mejor equipo de los últimos cincuenta años quedaron en el camino Prat-Gay, Melconian, Sturzenegger y Aranguren, y sobrevivió, pero como presidente del Banco BICE, Pancho Cabrera, casualmente por su disciplinamiento “al equipo”.

Al FMI le importa menos que en 2021 la inflación sea de un dígito que en 2019 pierda el populismo

Se podría decir que no hubo ministro de Economía porque no hubo plan económico, pero sí hubo un plan político: jibarizar al kirchnerismo incentivando y aprovechando el repudio que generó con sus abusos de todo tipo. Y aún hoy el plan político del Gobierno es competirle a Cristina Kirchner en 2019 en un ballottage. Pero “la droga Cristina”, que hace al Gobierno más potente, tiene efectos secundarios.

Los del pasado, cuando, con tal de ganarle en 2017, desatendieron la lucha contra la inflación cebando electoralmente el crédito, planchando artificialmente la corrección del dólar y siendo igualmente populistas que todos los demás gobiernos al hacer un año de agua caliente (el de las elecciones) y otro de agua fría, y destruir valor por esa propia ciclotimia.

Más el efecto secundario futuro: no contribuir a la creación de una oposición peronista sensata que pudiera ser alternancia de gobierno, algo que alguna vez tendrá que ser inevitable, como reconoció con sinceridad el jefe del bloque de diputados del PRO, Nicolás Massot, quien por ser la mano derecha de Emilio Monzó tampoco es de los disciplinados “al equipo”. Massot fue más allá esta semana al decir: “En el peronismo hay buenos cuadros que han ayudado a mejorar los proyectos” de Cambiemos.

La gran promesa incumplida de Macri es terminar con la inflación, ya que sin ella se reduciría la pobreza y el déficit fiscal, porque los países que pasaron de alta a baja inflación crecieron notablemente más. Y más allá de que el acuerdo con el FMI prevé bajar la inflación a un dígito entre dos y tres años, el problema estructural de 2015 continúa: la mitad del gasto público está indexado por la inflación anterior, y hay paritarias libres que también se guían por la inflación anterior.

Llevaría bastantes años con paritarias por debajo de la inflación, o una severa recesión que duplique el desempleo, llegar a tener un dígito de inflación sin un plan heterodoxo (palabra que al Gobierno escandaliza) que de alguna forma desagie la inflación pasada para los precios futuros.



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domingo, 24 de junio de 2018

Momento crucial… @dealgunamanera...

Momento crucial… 

¡Saltó la térmica! Juan José Aranguren | Dibujo: Pablo Temes

Conflictos puertas adentro y afuera. Macri necesita dar un golpe de timón y hacer un relanzamiento.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 24/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En el Gobierno se vive un estado deliberativo. Aun cuando en la jura de los nuevos ministros se respiró un aire de optimismo que no se veía desde hacía semanas, las aguas siguen revueltas. Las causas para esto fueron dos: el ascenso de la Argentina a la calificación de país emergente y la liberación de los 15 mil millones de dólares correspondientes al primer desembolso del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No obstante, el impacto de la crisis sigue siendo alto dentro del oficialismo.

La decisión de Mauricio Macri de anunciar el relevo de dos de sus ministros –Francisco Cabrera, de Producción, y Juan José Aranguren, de Energía– el sábado por la noche dejó sorprendidos a muchos.

Cabrera es alguien que nunca tendría que haber sido designado al frente de la cartera de Producción. Su proveniencia del mundo de las finanzas lo puso lejos, muy lejos, del paradigma conceptual que requería su cargo. “Nunca fue un ministro de Producción”, sostiene una voz de consulta del Gobierno. Ningún grupo de empresarios quería hablar más con Cabrera porque consideraban que la relación con él era inservible. Pero todo el mundo sabía que era un protegido de Macri y que criticar a Cabrera era criticarlo a él. Por eso muchos silenciaron sus críticas. Esa pertenencia al entorno presidencial explica también por qué el ahora ex ministro fue designado presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE).

En cambio Aranguren no tuvo la misma suerte: para él hubo palabras de agradecimiento de parte del jefe de Estado pero ningún cargo. El ex ministro se fue del Gobierno enojado y dolido. Se enteró de que lo habían echado en medio de una reunión de trabajo con empresarios del sector que se estaba desarrollando en San Carlos de Bariloche. Aranguren, un hombre que dejó su cómodo sillón de la actividad privada para ingresar a la función pública, quedó expuesto al escarnio como consecuencia de la mala implementación que hizo de los aumentos de las tarifas de gas y electricidad. Le faltaron calle y sensibilidad social. Eso lo convirtió en el blanco de las críticas no solo del ciudadano de a pie sino de varios de sus colegas dentro del Gobierno. En su descargo hay que decir que todo lo que hizo –lo bueno y lo malo– contó con el respaldo total del Presidente. Por eso pudo resistir los embates del triunvirato Peña, Quintana y Lopetegui que, luego de los tarifazos –no antes– lo lapidaron.

Reacomodamiento. El presente ha descolocado al Gobierno. Lo ha sacado de un limbo en el que entró después del resonante triunfo electoral de octubre. Por eso hay un estado de reunión permanente del equipo de comunicación en el que hay suma preocupación por la evaluación día a día de la imagen de la aceptación del Gobierno. 

Los datos muestran una caída significativa. 

Esa caída lo acerca peligrosamente a los números de Cristina Fernández de Kirchner. El Gobierno hoy está en 32 puntos y la ex presidenta en 30. Por ello, en el oficialismo se está analizando la estrategia comunicacional a seguir para manejar en un momento en el que casi todo lo que se tiene para anunciar es peor que lo que había.

Por ello, a diferencia de lo que pasaba tres meses atrás, hay una suerte de integración de los equipos técnicos de Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Marcos Peña, a quien se ha decidido correr de la actividad diaria, sin que ello signifique que deje de monitorearla. De ahí sus recientes viajes al Reino Unido y a los Estados Unidos. El esquema de comunicación está siendo revaluado todo el tiempo porque lo que el Gobierno todavía no encuentra es un discurso que lo ayude a contener el mal humor social reinante. Esa suerte de desesperanza que generó la bochornosa actuación de la Selección de la Argentina contra Croacia y su posible vuelta anticipada encendió las alertas dentro del oficialismo, que percibe que esa desgraciada alternativa lo perjudicaría. No fue casual que haya habido un intercambio de mensajes entre el Presidente y el Kun Agüero.  

Hay diferencias internas sobre qué y cómo comunicar. Lo que están sugiriendo los especialistas en esta materia, a la que el oficialismo durante mucho tiempo despreció, es más presencia pública de los ministros, a los que se les pide que salgan a hacer el aguante. Sin embargo, hasta el momento no logran una unidad de criterio. Hoy por hoy, el Gobierno está perdiendo su contienda contra la realidad. Y el problema es que no hay una perspectiva de que las cosas mejoren significativamente en lo que resta del año. La única buena noticia fue el ascenso de la calificación de la Argentina a la categoría de país emergente, algo que pasa muy lejos de la realidad de la gente. Ni hablar del acuerdo con el FMI, que el Gobierno celebró y que muchos ciudadanos fustigaron.

Nuevo star. En el universo interno del Gobierno, la estrella del momento se llama Luis Caputo. De él fue la idea de recurrir al FMI, y su hiperactividad en estos primeros días al frente del Banco Central lo coloca en un primer plano en la consideración presidencial.

La caída del dólar y la suba de las acciones de las empresas argentinas operadas el viernes lo fortalecieron. Paradojas de la vida, su imagen fuera del Gobierno es exactamente la opuesta, sobre todo después de haber dicho que la devaluación es “lo mejor que le pudo haber pasado al país”. Solo alguien que no sabe lo que eso impacta en el día a día de la economía argentina puede decir algo así.

Es un momento crucial para Macri. Todas las expectativas generadas tras el triunfo electoral de octubre han sido barridas de un plumazo por la crisis que comenzó el 26 de abril pasado y que el Gobierno no advirtió. El Presidente necesita dar un golpe de timón y relanzar su gestión.

La conflictividad aflora. Alguna es altisonante, como el paro de la CGT de mañana y el enfrentamiento creciente con la Iglesia. Otras, como las quejas de los empresarios, son más corteses. Todas son representativas de la complejidad del presente. La tarea exigirá mucho diálogo y muñeca política. Para Macri está en juego su futuro político –su reelección–, y para el país, una vez más, su destino.

Producción periodística: Lucía Di Carlo





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domingo, 11 de marzo de 2018

Unión Industrial. Astilla del mismo palo… @dealgunamanera...

Astilla del mismo palo…
Una Roca en el zapato (Oficial). Paolo Rocca. Dibujo: hablo Temes.

El Presidente se queja de las bajas inversiones de sus ex colegas. Insatisfacciones mutuas y pipa de la paz.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 11/03/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todo comenzó un 18 de abril de 2016. Era la primera reunión del entonces flamante presidente Mauricio Macri en la quinta de Olivos con los empresarios más influyentes del país. Cristiano Rattazzi (Fiat), Eduardo Elsztain (IRSA), Paolo Rocca (Techint), eran algunos de los nombres de la selecta lista de invitados. “Lo que la Argentina necesita de ustedes es que inviertan”, les decía un Macri que estaba como pez en el agua. Es que, en verdad, el Presidente se sentía un primus inter pares. Después de 12 años de kirchnerismo, de una Argentina aislada del mundo y de la “pistola” de Moreno, la era de los guantes de boxeo parecía finalizar para darle paso a otra de caricias. Esta vez, “uno de ellos” tomaba el mando. Dos años después, el escenario es otro.

Ruidos.

Luego de hacer un balance crudo del presente, la junta directiva de la UIA –Unión Industrial Argentina– expuso fuertes críticas al Gobierno. “Nos preocupan los costos energéticos, la fuerte caída del consumo y el crecimiento de las importaciones”, señala el manifiesto. En un contexto social agitado, donde, a pesar de sus esfuerzos, al Gobierno le está costando muchísimo llegar a su anhelado objetivo de paritarias del 15% sin cláusula gatillo, estas críticas no cayeron para nada bien en la Casa Rosada. Ya bastante áspera es la negociación con los gremios, en donde el oficialismo despliega toda su creatividad para que le compren el ansiado número, como para recibir por parte de los empresarios –sus amigos– una bofetada en vez de una caricia. Pero, al igual que las inversiones que les pidió en aquella “noche de bodas” de abril de 2016, ese mimo nunca llegó. Con los tapones de punta, y con el aval del Presidente, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, salió al cruce de la directiva de la UIA: “Que se dejen de llorar y se pongan a invertir”.

Hay algunos datos que sirven para poner en perspectiva la discusión: según cifras del Ministerio de Producción de la Nación, en la Argentina existen 605.626 empresas, de las cuales el 99,8% son pymes. Solo el 0,2% restante son grandes compañías. Ese menos del 1%, que sabe a poco –muy poco–, es el que aglomera los grandes nombres que son claves para el país. En este universo están, entre otros, los nombrados Arcor y Techint, es decir, grandes influenciadores de precios. Vamos a un ejemplo: una de las quejas de la UIA se refirió al aumento de importaciones de tomates frescos, que ascienden a 44 mil toneladas, y de tomates en conserva, que se incrementó en un 1.077% entre mayo de 2016 y mayo de 2017. Ante la queja del sector, el ministro Cabrera respondió: “El costo lo tienen en la lata y no en el tomate. Compren latas más baratas o bajen el precio”. ¿Por qué el ministro menciona las latas en este reclamo?

A la lata, al latero. Porque Siderar, que pertenece a Techint, produce toda la chapa que hace la Argentina. Es decir, produce la chapa con la que se hacen las latas, las heladeras y los autos. Si Siderar decidiese aumentar los precios, por ejemplo, en un 20%, este aumento se vería transferido a las grandes empresas, que fabrican y enlatan, por ejemplo, leche en polvo. Las grandes empresas trasladarían el aumento a los comerciantes –que incluye a grandes supermercados– que vuelven a remarcar los precios. Por lo tanto, las decisiones que toma ese menos del 1% del empresariado –grandes productores, grandes fabricantes y grandes puntos de distribución– repercuten en toda la cadena de valor del producto. Las pymes, sin el mismo peso, siguen estos precios, de otro modo, se quedan afuera.

Hay un componente estructural de la economía argentina que condiciona muchos de estos fenómenos. Una sola empresa de panificados tiene el 80% de lo que se ve en las góndolas; las dos cervezas líderes el 70%; las dos leches el 80%. La Ley del Mercado que aplica el Gobierno, que lleva a que los precios se regulen solos por efecto de la competencia, serviría si tuviésemos cuarenta empresas lácteas, cada una con el 2% del mercado. Cuando hay solo dos, es casi imposible que esa mecánica funcione porque la tendencia es que acuerden un precio entre ambas con el consiguiente perjuicio para el consumidor.

Macri desreguló todo y pretendía que esos empresarios fueran responsables en un sentido social”, sostiene una fuente que supo ser partícipe de las negociaciones entre el Gobierno y el sector industrial, que agrega: “Los empresarios son empresarios, no van a dejar de optimizar sus ganancias siempre que puedan hacerlo, si no hay sanción, hay mucho premio por no cumplir el compromiso”.

Lo que estaría en las antípodas del pensamiento económico del PRO terminó resonando fuerte ante este conflictivo escenario. Un año atrás el dirigente radical Ernesto Sanz decía: “Algunos empresarios argentinos se merecen un Moreno”. La decepción de Macri con los empresarios la resumió con tono embravecido en esta línea que le dirigió a Cabrera: “Me encantó lo que dijiste; Guillermo Moreno les rompió la cabeza a muchos de estos tipos”.  

Razones. 

¿Por qué la cúpula empresarial, que le reclamaba cambios sustanciales respecto de las prácticas “morenistas” al nuevo gobierno y –en su mayoría– fueron concedidos, salió a criticar las políticas económicas de Macri? “Los sectores productivos más pequeños le venían exigiendo a Miguel Acevedo –presidente de la UIA– que salgan a hablar. La capacidad industrial ocupada es del 61%; las altas tasas de interés dificultan los créditos; la caída de consumo es brutal, las importaciones nos están matando y con los aumentos en los servicios no nos cierran los números”, manifestó un referente de las pymes. “El consumo no está pasando un buen momento, ese es el telón de fondo, más allá de los problemas personales. Hay una confusión que tiene Macri que es inexplicable. Las inversiones vienen cuando las ventas se sostienen”, señala un experimentado economista.

La reunión de mañana entre el Gobierno y la UIA será una puesta en escena que probablemente no aportará soluciones de fondo. Es la Argentina del mañana mejor, que nunca llega.

Producción periodística: Lucía Lopreiato.

domingo, 4 de marzo de 2018

En el sube y baja… @dealgunamanera…


En el sube y baja…  
Gentilhombre presentando renuncia. Alberto Abad. Dibujo: Pablo Temes

El verano mostró un zigzag en la agenda presidencial. El lento adiós de Abad en AFIP.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 04/03/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La Argentina polarizada por la movilización del 21F parece haber sucedido un año atrás. Eso que asomaba como el preludio de un comienzo de año complicado, con un humor social inestable y un sector de la sociedad reactivo a una economía que no encuentra su buen camino quedó desdibujado por debates que despiertan alto voltaje pasional. ¿Despenalización del aborto, sí o no? ¿Corresponde que con nuestros  impuestos  –que tanto nos cuestan– se les costee la salud a personas que no viven aquí? 

Estos temas ocuparon la agenda del oficialismo la semana en la que Mauricio Macri realizó la apertura de las sesiones en la Asamblea Legislativa. Después del caótico diciembre de 2017 y el humor social y político con el que la votación exprés de la reforma previsional cerró la actividad del Parlamento, los debates que busca instalar el oficialismo en la reapertura de la discusión legislativa son bien diferentes.

Evidentemente el Gobierno aprendió la lección en la que el logro de la reforma previsional tuvo tal costo político y social  que no se podía repetir. Imposible ir por la reforma laboral como la había planeado, y por eso puso en discusión una agenda alternativa. La parte más débil del discurso presidencial tuvo que ver con lo económico. La situación socioeconómica sigue siendo mala porque es difícil atacar los problemas de fondo. Cuando el Presidente habla de cosas invisibles está implícita la imposibilidad de mostrar resultados visibles para la gente. 

Hoy el Gobierno tiene una profunda caída de imagen, y para mucha gente lo peor no pasó, circunstancia de la que el oficialismo debería notificarse. Compró una idea de optimismo enorme que la realidad no muestra. Por eso vemos en discusión hoy en día temas, por supuesto importantes, pero que no son los que afectan de fondo a la realidad de nuestro país.

Debates.

Al hablar sobre el proyecto de despenalización del aborto, el presidente del interbloque Cambiemos, Mario Negri, dijo: “Vamos a profundizar el debate por el camino de las comisiones, escuchando las voces, respetando a todos, sin ningún tipo de fanatismo, lo que hace a una sociedad democrática”. Sin embargo, en la oposición hay malestar: “Van a estirar el debate del aborto hasta al menos junio, para que pasemos de distraernos con el aborto a distraernos con el Mundial”, se quejan en los pasillos del Congreso. 

La otra discusión que ocupó la agenda fue la posibilidad de cobrarles a los extranjeros por el acceso a la salud pública. Si bien sectores de la oposición critican que este debate también sea usado para desviar la atención, la situación interna en Cambiemos es otra. Hay malestar en el bloque con un sector del radicalismo que, de la mano del diputado por Cambiemos Luis Petri, e impulsado por el gobernador radical Gerardo Morales, presentó un proyecto para cobrarles a los extranjeros no residentes por los servicios de salud y educación universitaria. Fueron los diputados Nicolás Massot, jefe del bloque Pro en Diputados, y el propio radical Mario Negri, presidente del interbloque Cambiemos, quienes manifestaron malestar por la decisión unilateral de un sector del bloque de presentar el proyecto e instalar el debate en la agenda política y mediática. “Hubo una diferencia en los tiempos en los que se presentó la iniciativa y la consulta previa dentro del interbloque, que por ahí no fue lo profunda que algunos esperaban”, sostuvo Massot en declaraciones radiales. En el interior del Congreso no esperan que este proyecto prospere.

Salida.

El pasado viernes Alberto Abad presentó su renuncia, luego de reunirse en la residencia presidencial de Olivos con el presidente Mauricio Macri y miembros del gabinete, y el 31 de marzo será el último día ante la Administración General de Ingresos Públicos. Si bien esta noticia irrumpió en los medios, la renuncia del titular de la AFIP ya se venía gestando desde finales del año pasado y no sorprendió a sus más cercanos. Al respecto, Abad sostuvo que la decisión fue acordada con el Presidente y dijo: “Yo cumplí cincuenta años de trabajo y 35 años en el sector público. Que quede claro, esto no es una renuncia, es un retiro”. Quiso acallar así los rumores de conflictividad con el Gobierno. Sin embargo, la relación de Abad con el Presidente tuvo en el último tiempo varios cortocircuitos.

Uno de ellos consistió en la decisión de la AFIP de ir tras uno de los empresarios favoritos del Gobierno, Marcos Galperín, al exigirle a la empresa Mercado Libre un pago millonario al Estado (aproximadamente $ 500 millones mensuales) por concluir que no la encontraba beneficiaria de una exención de impuestos a través del Régimen de Promoción de la Industria del Software. Fue otra entidad del Gobierno, el Ministerio de Producción con Francisco Cabrera a la cabeza, la que salió en defensa de la empresa garantizando el acceso a este beneficio tributario. En su momento, está decisión despertó suspicacias respecto de la interna entre las dos entidades.

Otro tema pujante para la AFIP fue la negociación de la entidad con el empresario Cristóbal López, por la deuda de más de $ 17 mil millones que mantiene el ex Grupo Indalo por la retención del Impuesto a la Transferencia de Combustibles por parte de la empresa Oil Combustibles. Cuando el grupo inversor OP Investment, encabezado por Ignacio Rosner, tuvo la intención de comprar la empresa, acusó a Abad de impedirle el pago de la deuda millonaria y como consecuencia de no poder efectuarles el pago a los más de 4 mil empleados. Al día de hoy, la operación de venta ya fue rechazada dos veces por la AFIP y por los veedores judiciales. En su momento, especialistas en finanzas cuestionaron la rigidez del titular de la AFIP: “La venta podría haberse efectuado a través de la ley de quiebras; luego de la resolución del juez Cosentino por los créditos posconcursales se podría pedir la quiebra y realizar la venta por los valores de los activos. Yo me pregunto si le dejan hacer lo que tiene que hacer o trabaja bajo ciertas presiones”.

La financiación de la deuda de la empresa postal OCA fue otro de los cortocircuitos que pusieron a la AFIP y al Gobierno en los titulares de las noticias. La empresa de correo tiene una deuda con la AFIP de $ 1.700 millones, y en plena negociación se acusó al ente regulador de considerar un plan a medida de la empresa por presiones del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana. “La Rosada nunca pidió un procedimiento especial, y si hubiese existido no lo habríamos hecho”, declaró Alberto Abad en su momento: “Es una operación periodística”.

El golpe de gracia que, según el entorno, le dolió muchísimo al mismo jefe de la AFIP fue la filtración de datos del blanqueo que sufrió la institución, y que culminó en la imputación por parte del juez Canicoba Corral de siete personas acusadas de integrar una banda que vendía datos protegidos, información confidencial del organismo. Debido a estas filtraciones quedaron expuestos familiares del Presidente y gente cercana al Gobierno que adhirieron al blanqueo, mencionados en una nota publicada en Página/12 por el periodista Horacio Verbitsky.

Producción periodística: Lucía Lopreiato.



sábado, 25 de noviembre de 2017

Poder quebrado… @dealgunamanera...

Poder quebrado…

‘PROPALEITOR’ VANDENBROELE. Dibujo: PABLO TEMES

Se revela cómo el respaldo político fue clave en delitos. Pacto con límites.

Si no fuera porque se trata de la más cruda realidad, la dinámica de las causas judiciales que comprometen a lo más granado del kirchnerismo parece alcanzar ribetes cinematográficos. La decisión de Alejandro Vandenbroele de acogerse a los beneficios del régimen del arrepentido sorprendió a muchos en una causa sensible para el ex vicepresidente Amado Boudou. Y su decisión de adelantar su declaración del viernes al miércoles confirmó su clara determinación de ingresar en el programa de protección lo antes posible. Durante las más de nueve horas que pasó en la fiscalía de Jorge Di Lello para empezar a revelar lo que sabe, confirmó su participación en hechos que había negado durante cinco años. 

Como era de esperarse, pues, abordó en detalle las tres causas en las que está imputado: la asociación ilícita por la que terminaron presos Boudou y su socio y amigo José María Núñez Carmona, el negocio entre la empresa The Old Fund y la provincia de Formosa –supuestamente dirigido a un asesoramiento para refinanciar su deuda– y el resonante caso de la compra de la imprenta de billetes Ciccone Calcográfica.

Cuando a las 14.40 del viernes Vandenbroele logró la homologación del acuerdo ante el juez federal Ariel Lijo, se sintió aliviado. Inmediatamente, Lijo impuso el secreto de sumario. Fuentes con acceso a la causa confirmaron que el ahora arrepentido aportó documentos y detalles de cada operatoria, y que la información que suministró en las tres causas es verosímil.

Lo que sigue ahora es el proceso de corroboración de la veracidad de lo declarado por el supuesto testaferro de Boudou. Por otra parte, se hizo hincapié en que de la cantidad de datos aportados se deberá determinar si hay elementos nuevos, ya que mucho de lo dicho por Vandenbroele ya constaba en la causa.

De por sí es importante que Vandenbroele haya confirmado lo que la investigación judicial ya había comprobado. ¿Qué llevó a este personaje a cambiar de opinión? Fuentes cercanas a la fiscalía aseguran que, más allá de otras razones, “la sensación de impunidad y la idea de que la hora no va a llegar se mantiene hasta que se producen las primeras detenciones. 

Ahí le cambia la cabeza al imputado, que hasta hace poco no creía posible que se quebrase el círculo de protección política. Boudou esposado y en pijama, Julio De Vido detenido y CFK mirando para otro lado son elementos de una realidad pesada para cualquiera que tenga que rendir cuentas a la Justicia”.

Entre las novedades de impacto político provenientes del ámbito judicial también hay que anotar la destitución de Eduardo Freiler, integrante de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal. Freiler –un hombre que amasó una fortuna que de ninguna manera pudo justificar– fue un ícono de la corrupción en los ámbitos tribunalicios. 

Una condición que aniquiló cualquier posibilidad de independencia del magistrado que ató su suerte al kirchnerismo, al que defendió contra toda lógica y evidencia. Entre sus fallos objetables están el cierre del caso Skanska –hoy reabierto–, en el que se investigaba el pago de sobreprecios millonarios en la ampliación de los gasoductos Norte y Sur; el cierre de la investigación sobre la denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman por traición a la patria contra Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman debido a la firma del acuerdo con Irán vinculado al atentado contra la AMIA; y el voto a favor del apartamiento del juez federal Claudio Bonadio de la causa Hotesur contra CFK y su familia. 

Fue esta necesidad de protección la que llevó al kirchnerismo duro a sostener en el cargo a un juez cuyas conductas eran indefendibles. Lo de Freiler conlleva un mensaje para otros jueces de Comodoro Py: la protección de corruptos no se tolera más. Y esto es consecuencia de un estado de situación de la sociedad que trasciende a la dirigencia política. 

¿Fue histórico el acuerdo con los gobernadores? Si se considera al acuerdo una muestra de la capacidad de diálogo de la dirigencia política en funciones de gobierno, tanto de oficialistas como de opositores, probablemente la respuesta debe ser sí. La mirada hacia el futuro es tal que, entre otros beneficiados, podrían estar los propios gobernadores y líderes peronistas con chances de llegar al poder y que pretendan un federalismo algo más ordenado y, por ende, real y eficaz. Sin embargo, desde el punto de vista técnico y de resultados concretos a corto plazo, hay varios puntos objetables.

Un reconocido economista que estuvo al tanto de las negociaciones lo definió como “un acuerdo relativo y apresurado”, al tiempo que reconoció que fue “un avance, ya que los gobernadores cedieron o prometieron no incrementar sus gastos más allá de los ingresos”. En verdad, ése fue el verdadero compromiso entre Nación y provincias. El resto tuvo mucho de sacar de un lado para poner en otro. Por ejemplo, lo que las provincias cedieron de Ingresos Brutos lo recuperarán por recomposición de cajas previsionales y varios etcéteras, donde la Nación sigue poniendo plata. Hubo cierto apuro por la foto. Ese era un deseo y un mandato del Presidente.

Puertas adentro del Gobierno, los cambios produjeron turbulencias. El sector bancario terminó enfurecido con el impuesto a la renta financiera. Creen que este impuesto afectará las colocaciones a plazo fijo y que el mínimo no imponible quedó muy cerca de los pequeños y medianos ahorristas. Hoy cualquier cero kilómetro de entrada de gama cuesta $ 300 mil. Técnicamente, los detractores de la medida sostienen que el impuesto no ayuda a un país donde la bancarización alcanza apenas al 15% del PBI.

Por su parte, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, volvió a ser blanco de las críticas por sostener una tasa de 29,5% a 180 días con tal de balancear la lucha contra la inflación. Los propios gobernadores advirtieron “no nos pidan reactivación inmediata si esto va a seguir así”.

El ministro de Producción, Francisco Cabrera, y el secretario de Comercio, Miguel Braun, fueron los primeros en volver a la carga contra el titular del Central. Es una disputa sorda que el Presidente deja seguir. Creer que solamente con las decisiones de política monetaria que adopte Sturzenegger se va a corregir la inflación es un error. Es lo que enseñan los libros de economía y la historia.

Producción periodística: Santiago Serra.


domingo, 5 de febrero de 2017

“Perdimos 400 mil puestos de trabajo”… @dealgunamanera...

“Perdimos 400 mil puestos de trabajo”…

Imagen: Leandro Teysseire

Schmid recomienda “no confundir prudencia con resignación”, responsabiliza al Gobierno por la caída económica y a los empresarios por incumplir el compromiso de frenar los despidos.

Secretario del gremio de Dragado y Balizamiento y cabeza de la poderosa Confederación Argentina Trabajadores del Transporte, Juan Carlos Schmid es uno de los secretarios generales de la Confederación del Trabajo junto con Carlos Acuña y Héctor Daer.

–El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne opinó que el nivel de destrucción de empleos no es el que indica la CGT.
–El ministro puede decir lo que quiera. Pero lo que dice no surge de los datos que tenemos.

–¿De dónde surgen los datos y qué señalan?
–Son del propio Indec, difundidos a principios de año. Cayeron 127 mil empleos registrados.

–¿Y no registrados?
–Los economistas y los dirigentes sociales suelen explicar que cuando cae un empleo en blanco hay una onda expansiva en el empleo informal. No exageramos si hablamos de una pérdida de 400 mil puestos de trabajo. Es una locura.

–Cuando habló de los empleos caídos en la informática Bangho, el ministro de Producción Francisco Cabrera dijo que le dolían los trabajos perdidos. Dejó la idea de un costo inevitable.
–Hay una frase famosa: “Una muerte es una tragedia pero un millón es un dato estadístico”.

–El triunvirato de la CGT se retiró de las conversaciones con el Estado y los empresarios porque dijo que los despidos habían roto la confianza. Daniel Funes de Rioja, el directivo del sector alimentario y de la Unión Industrial Argentina, replicó que el compromiso era no efectuar despidos sin causa.
–Seamos prácticos. El problema  es la destrucción de trabajo. Hay despidos como consecuencia del derrumbe de la actividad económica y la caída del consumo.

–¿Y los empresarios?
–Su responsabilidad es la falta de cooperación. Lo que está intentando hacer la UIA es justificar su falta de colaboración. Y decir: “Si no hay venta ni consumo no puedo seguir manteniendo a la gente”. Pero ésa no era la idea del compromiso que tomamos todos. Para decirlo en lenguaje del fútbol, el espíritu era aguantar los trapos hasta marzo a ver si se ponía en marcha la economía. No lo hicieron. La ola de despidos se acentuó en diciembre y se puso peor en enero.

–Diciembre y enero son meses políticamente menos calientes que otros. ¿Ustedes creen que los despidos aumentaron en ese momento porque se enfrió todavía más la economía o por una programación para que se produjeran en un momento de menor conflictividad social?
–Es una combinación de ambas cosas. Las dos al mismo tiempo provocaron esta cantidad de despidos y suspensiones.

–¿O sea que los despidos son el producto de la caída económica pero no solamente?
–Tal cual. También hay una actitud especulativa y mezquina. El panorama es peor, incluso, si miramos otros fenómenos al margen de los despidos. Hay infinidad de lugares, entre ellos medios de comunicación, con pagos atrasados de sueldos y donde los trabajadores tampoco cobraron el aguinaldo. Son grandes dificultades en la relación laboral normal. Y al mismo tiempo hay hechos notorios de falta de colaboración y de falta de solidaridad con el momento económico que atraviesa el país. Pienso por ejemplo en los despidos en AGR, una de las plantas impresoras del Grupo Clarín.

–¿No puede ser que muchos empresarios incumplieron el compromiso porque vieron un movimiento obrero débil?
–No creo que haya sido así. En realidad nosotros hemos mantenido una actitud equilibrada y muy prudente. Pero ni el equilibrio ni la prudencia significan que abandonamos el reclamo y la firmeza. No hay que confundir prudencia con resignación. Observamos qué pasaba hasta el final de diciembre. Fuimos prudentes. Pero en enero claramente empezó otra historia. No solo cayó el empleo. También se dejó sin dinero en el bolsillo al pueblo trabajador. Eso se los dije a (uno de los vicejefes de Gabinete a cargo de la coordinación, Mario) Quintana y (al ministro de Trabajo, Jorge) Triaca.

–¿Qué les dijo exactamente?
–“No hay una moneda en el bolsillo de los trabajadores.”

–¿Qué contestaron?
–Que según los datos de ellos había un repunte en muchos sectores de la economía y que la inflación estaba declinando.

–¿No lo convencieron?
–No. Vamos a pensar por un momento que lo que dijeron refleja la realidad. Si es así, hay una demora en que el supuesto repunte traccione la economía. En el aquí y ahora la gente no tiene nada. Eso se ve en una temporada turística con menos veraneantes y menos consumo y en la reducción de gastos que hizo el gaucho de a pie. Bajó notablemente el poder de compra de los trabajadores. Y ni hablemos de los no registrados. Como lo denuncié  en la marcha al Congreso del 18 de noviembre, son cientos de miles los compatriotas que no saben si a la noche van a comer ni si tendrán algo que poner en la cena familiar.

–¿El triunvirato se arrepiente de haber ido a un brindis de fin de año con Mauricio Macri?
–Nosotros nunca dejamos de representar a los trabajadores. Hay que recordar qué le dijimos.

–¿Es secreto?
–No, no es un secreto. Puedo contar lo que le dije a Macri: “No se olvide, Presidente, de que cualquier medida que usted toma actúa sobre un país que ya es muy desigual y nosotros queremos que esa desigualdad se reduzca, no que aumente”. También le dijimos que la relación del movimiento obrero con el Gobierno es de respeto y de prudencia pero que actuamos desde lugares distintos. Nosotros representamos a los trabajadores. Le dijimos que a veces podíamos coincidir y a veces confrontar.

–Dujovne usó un tono condescendiente para criticar la movilización y el paro. Dijo que era lógico en un año electoral.
–Lo nuestro es político desde lo social, no desde lo partidario. No estamos discutiendo, como CGT, si en octubre hay que ir con Cristina, con Massa o con otras vertientes del peronismo. Carlos Acuña, del triunvirato, les contestó bien: “Si éste es un año electoral, que suspendan las elecciones”. ¿Sería ridículo, no? También sería ridículo suspender las protestas por la crisis económica porque estamos en un año de renovación legislativa. Siempre sufrimos el doble patrón de medida. Algunos personajes del establishment dicen: “Estamos frente a un sindicalismo desprestigiado, que no es el mismo de hace 12 o 15 años atrás, porque hoy los líderes son gente desconocida”. Después van a la cumbre de Davos y se asombran porque los empresarios extranjeros les preguntan cuál va a ser el comportamiento sindical en los próximos años. ¿Cómo es la historia? ¿Estamos desprestigiados y somos un peligro?

–¿Cómo resulta la experiencia del triunvirato?
–Está construyendo su liderazgo después de una etapa marcada por la presencia al frente de la CGT de una figura muy fuerte como la de Hugo Moyano. Creo que con manchones y todo, con todas las críticas que se nos puedan hacer desde dentro del movimiento obrero y desde afuera, vamos construyendo un lugar importante. Es una experiencia novedosa y muy desafiante. Tenemos que tratar de hablar más o menos el mismo lenguaje, usar el mismo enfoque, las mismas declaraciones, evitar que pueda haber lecturas equivocadas de lo que decimos, mantener el mismo nivel de información... A seis meses el triunvirato demostró madurez y se fue consolidando. Es importante porque no se trata de una conducción provisoria de la CGT. Fuimos elegidos por cuatro años.

–¿Qué le diría a un empresario de los que preguntan en Davos?
–Esto: “A nosotros nos preocupa el comportamiento de ustedes. Siete u ocho controlan la riqueza de todo el mundo. ¿Les parece que es una actitud equilibrada o que es un problema para el planeta?”.

–Usted estuvo el año pasado con el Papa. No hubo fotos.
–Tampoco quise hablar de la reunión. Yo no quise hacerlo porque sé que el Papa no quiere que se distorsione lo que se conversa con él. Solo le pedí que nos recibiera institucionalmente como CGT, cosa que como usted sabe parece que va a suceder. Es un hombre preocupado por lo que pasa en la Argentina. Si se atiende su postura pública sobre los temas del mundo, no creo que esté muy de acuerdo con lo que está sucediendo en materia social en nuestro país.

–También los movimientos sociales tienen una relación fluida con el Papa. 
–A mediados de enero, con poca gente en Buenos Aires, tuve una reunión con Emilio Pérsico y con otros dirigentes. Estuvo también Juan Grabois, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. Charlamos mucho. Vamos a profundizar el mantenimiento de los contactos profundos y el modo de conservar una metodología de participación entre los movimientos sociales y el movimiento obrero organizado. El objetivo es que todos los esfuerzos no queden como un fósforo que se enciende un segundo y se apaga con el viento.

–¿Qué dijeron?
–Que van a acompañar las medidas de fuerza y las protestas. Con la marcha del 7 de marzo a la Secretaría de Industria seguramente el resto de los sectores irá calentando los motores para desembocar en una protesta de mayor envergadura a finales de marzo.

–El paro general.
–Paro y movilización.
  
–¿Movilización adónde?
–El 29 de abril del año pasado protagonizamos una gran movilización en el Monumento al Trabajo, por el 1° de Mayo. Después nos concentramos en el Congreso junto con los movimientos sociales. El 7 iremos a Industria. Veremos cuál es el destino de la movilización el día del paro.

–¿Y si la economía mejora de aquí a un mes?
–Yo no veo que las cosas mejoren de aquí a finales de marzo. Más observo que hay una tendencia a agravarse. La inflación se vio incrementada por el aumento en la salud, en los peajes, en los impuestos municipales en todo el país, en las tarifas de luz y gas, en el agua, en la suba de los alimentos... Hay un combo que parece no responder a las intenciones que dice tener el Gobierno. Ojalá me equivoque.

–¿Por qué movilización a Industria dentro de un mes y un paro más tarde?
–Estamos en el medio de las vacaciones. Cualquier medida en medio de las vacaciones siempre es dificultosa. El riesgo es que la gente no responda igual hasta que todos terminen de volver y los que pudieron irse regresen y vean la realidad en su conjunto. En cuanto a la medida, hay que prepararla.

–¿Qué significa preparar un paro general?
–Hablar con los distintos sectores. Incluso con sectores no sindicales que se ven agredidos por esta situación.

–¿Con el Gobierno no hay más negociación?
–El Gobierno ha sido votado para cuatro años y como no estamos en una guerra habrá que seguir hablando. Si hay conversaciones en el más alto nivel uno no puede pegar un portazo. Pero sí puede establecer qué quiere y por qué desconfía de un compromiso que los empresarios no cumplieron, y protestar. Cada uno tiene una situación distinta y diferentes son también los niveles de organización. Los sectores industriales están sufriendo un impacto muy grande. Una parte de los de servicios también. Otros de servicios tienen una situación que merece preocupación o crítica pero no sufren los mismos efectos que los primeros. En el sector informal también hay diferentes. Nos encontramos con gente que tiene ganas de reaccionar pero carece del nivel de organización del sector registrado. Cuento esto para que se entienda la complejidad de cada medida. Acá se creen que uno se sube a un escenario, dice “Vamos al paro” y ya está. Pero hay que hablar con todos y ver cómo están. Con los estatales, con los trabajadores del sector privado, con cada rama industrial, con los informales, con las pymes... Y hay que discutir el empleo y la industria, y la necesidad de una administración inteligente del comercio exterior.
No es lo mismo la situación en el sector ceramista, en crisis profunda, que el debate en el sector automotriz, sobre el porcentaje de componentes nacionales. El dato común es el enfriamiento de la economía y la caída del consumo. El año pasado hubo solo dos medidas oficiales que tuvieron otra dirección: el cambio en ganancias y la emergencia social. En las dos estuvo la gestión de la CGT. Creo que merecemos un crédito. Hasta paralizamos el transporte e hicimos gestiones importantes en el Senado. Hubo otro hecho que quedó muy atrás pero en mi opinión fue importante: trabajamos fuerte para evitar los despidos. El Presidente vetó la ley que sancionaron las dos cámaras y por eso estamos de nuevo con el conflicto. El que pagó el costo político fue el Gobierno con el veto. Lo pagará de nuevo. No vamos a entregar ni los convenios ni los salarios. Miramos todo, no tenemos la cabeza en un balde.