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sábado, 24 de agosto de 2019

Carta abierta a Luis Brandoni... @dealgunamanera...

Carta abierta a Luis Brandoni...


"Le hablo a usted, Luis Brandoni. Hace ya tiempo que quería decirle algunas cosas. No lo tuteo porque no me conoce, aunque yo sí a usted; bueno, quién no conoce a Luis Brandoni en la Argentina. ¿Ve?, en esto me lleva ventaja, porque mis palabras son las de un ciudadano anónimo, lo que hace que a veces lo que uno dice se transforme en una muda súplica. Pero las suyas son palabras precedidas por la fama de un actor que tiene tantas películas memorables en su haber. Es por eso que creo que hay una responsabilidad especialísima en usted.


De todas las películas que interpretó, hoy quiero recordar una: “La Patagonia Rebelde”. ¿Se acuerda? Seguro que sí, Luis. Se lo abrevio al lector: es una historia real ocurrida en el sur argentino a principios del siglo XX, cuando los trabajadores laneros pedían mejores condiciones y salarios dignos, y el gobierno radical, en defensa de los intereses de los dueños de las estancias, dio la orden al ejército para que terminara con esas protestas. Usted que es tan memorioso, ¿se acuerda cómo termina esa represión, Luis? El teniente coronel Héctor Benigno Varela, cumpliendo con la orden de “normalizar” la situación, terminó fusilando a casi 1.500 trabajadores y deportando a otros cientos hacia Chile y España. En esa película, usted, Brandoni, interpretaba al gallego Soto, Antonio Soto, un español escapado de la miseria de su país, que al momento de las huelgas se desempeñaba como secretario general de la Sociedad Obrera de Río Gallegos. 

Video: TV Canal 10 Córdoba.

¡Qué tiempos esos; los del gallego Antonio Soto y los suyos, Luis, cuando interpretó a ese luchador que enfrentó con dignidad la explotación miserable y el maltrato de los terratenientes!

Pero hagamos más memoria. ¿Sabe de los apellidos de esa oligarquía estanciera que relata la película? Recordemos algunos: Adolfo Bullrich, vendedor de todo lo que la campaña de Roca le quitó a los pueblos originarios y dueño de la mansión que hoy es el Patio Bullrich. Es el tatarabuelo del ex ministro de Educación y actual senador macrista Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear, tal su apellido popular. Y familiar directo de la Patricia, la ministra de Seguridad de la Nación, la tía segunda de Esteban, descendiente de Honorio Pueyrredón, ministro de Agricultura y posteriormente ministro de Relaciones Exteriores del presidente Hipólito Yrigoyen, cuando ocurrió la represión en la Patagonia. Estaban también los Braun, los Peña Braun, los familiares directos del “patriota” (según Carrió) Marquitos Peña, el jefe de Gabinete del Gran Bonete Mauricio. Ah, casi me olvidaba de Pinedo, el apellido que selló el tratado Roca-Runciman, el que entregó a los ingleses el comercio de las carnes, los frigoríficos y tantas cosas que hacían a la soberanía de la Nación. Aquel es el familiar directísimo del calmo don Federico del PRO, el que fue presidente por unas horas. ¡Qué apellidos! Y no por apellidos sino porque cada una de esas familias han transcurrido el siglo XX y ahora el XXI preñados del mismo dogma de clase.

Pero volvamos al presente. Déjeme ahora recordarle al lector, también a usted y a mí, las palabras que por estos días les dirigió a los militantes y argentinos macristas, en un video que grabó en Madrid, adonde aclara que estaba “cumpliendo un compromiso asumido hace muchos meses”. Allí, con una bien actuada voz, tan cercana al tono de homilía dominical de un cura párroco, dijo lo siguiente: “Acá estamos, en España… ¡preocupado… pero no derrotado! Al contrario, queda mucho por hacer, todavía. Por lo pronto, el sábado, el sábado 24, salgamos a las calles y las plazas de todo el país para mostrar y mostrarnos que somos muchos, muchos más los que queremos un país republicano, democrático y decente. Y prepararnos para la de ‘en de veras’, la del 27 de octubre, con fiscales en todas las mesas, convencidos y seguros. Perdimos la República muchas veces… otra vez no”. Y finaliza sollozando: “Abrazos y viva la patria… eh”.

¿Qué es lo que lo que tanto le preocupa, Luis? ¿Qué insinúa con ese tono mendicante, de hablar bajito, cuando balbucea: “Queremos un país republicano, democrático y decente... con fiscales en todas las mesas, convencidos y seguros”? ¿A qué argentinos está alertando cuando clama bajito: “Perdimos la República muchas veces… otra vez no”?

Su soberbia indigna, pero más su falta de sentido democrático y republicano, el que reclama para sí y para los suyos como patrimonio, dejándome a mí y a millones afuera. Por eso quiero contarle sucintamente quién soy yo, aún a sabiendas de que quizás usted nunca se entere de mis palabras.

Me llamo Marcos Doño; soy periodista y escritor. Como la mayoría de los millones de argentinos, soy un ciudadano común con una historia particular llena de momentos felices y también trágicos. Me crié en una familia de clase media; mis abuelos paternos eran inmigrantes venidos de Turquía y los maternos de Ucrania, escapando a las persecuciones y los pogroms antisemitas. Fueron luchadores incansables, como lo eran todos los inmigrantes llegados a principios y mediados del siglo XX. Mis abuelos paternos trabajaron en la ciudad de Buenos Aires, en Córdoba, en San Isidro y en el partido de Tigre, donde nació mi padre, un genio natural, músico de jazz y luego un pequeño industrial, un trabajador incansable que se vio obligado a salir al ruedo de la vida desde muy temprano, a los ocho años, trabajando de canillita. Los maternos se asentaron en una colonia de un campo de Entre Ríos, donde junto a otros fundaron una cooperativa agrícola. Eran esos gauchos judíos que cuenta la novela homónima de Gerchunof. Y eran socialistas; socialistas de Palacios y de Repetto, como me decía siempre mi zeide (abuelo). Y hablando de ese patriotismo republicano que usted declama como un puñal que se clava en contra de los otros argentinos, los que usted denuesta con cada sílaba, hay un hecho que quiero destacar: mis abuelos tenían la costumbre de colgar la bandera argentina del balcón en cada fecha patria. Y una de esas banderas me fue dada en herencia como un tesoro invalorable. Así crecí, como tantos millones de argentinos, envuelto en esta identidad, educado en la escuela pública, aprendiendo día a día el sentido fundamental del trabajo y la honestidad como los valores esenciales para una vida digna. La ironía maldita quiso, sin embargo, que un día, mejor dicho una noche eterna, cuando estaba secuestrado y torturado, uno de mis verdugos me dijera: “Que seas zurdo vaya y pase… pero donde la cagaste es en que sos judío… vos no sos argentino”. Pero resulta que yo estaba allí, estaqueado en esa cama de metal, desaparecido para el mundo, por ser un joven apasionado que se había decidido a luchar por la Patria, por la República y por la Democracia que usted y los suyos dicen defender y yo no, señor Luis Brandoni.

La República perdida, esa que tanto le asusta, se vuelva a perder con el peronismo, fue secuestrada durante la larga noche que dio inicio el 24 de marzo de 1976 con el golpe de Estado. ¿Recuerda usted, Brandoni, los apellidos de esos cruzados de la muerte que asolaron la Argentina durante los años de la dictadura videlista? Busque y se va a encontrar con la sorpresa de que son las mismas familias, los mismos apellidos que vienen de lejos en el tiempo haciendo las mismas iniquidades desde que decidieron que la Argentina sería por siempre su propiedad privada. Son los mismos apellidos que aborrecían a San Martín y Belgrano y su política de construir una América grande, respetando a sus pueblos originarios en su cultura y en el derecho a la propiedad de sus tierras y sus bienes. A José de San Martín lo odiaban como hoy se odia a otras y a otros. Por eso el Libertador debió irse y morir en Francia, porque no quiso participar de la desunión nacional que promovía el odio a una clase. Y porque su asesinato estaba resuelto. Bien, la mayoría de estos apellidos los va encontrar también reunidos en la Sociedad Rural Argentina. Son los mismos que no tuvieron empacho en insultar y silbar a Raúl Alfonsín, su amado Alfonsín, quien fue claro cuando dijo que Macri era el límite para un radical, en un acto antidemocrático en contra de todo lo que representaba su política distributiva. Usted lo sabe, don Luis, esos gritones ganaderos no eran peronistas.

No, Luis. La vida y la historia no son blanco y negro. Y como en las mejores familias, en los partidos hay de todo; un Alfonsín y un Sanz, un Moreau y un Negri, un Néstor y un López Rega, como el que lo persiguió a usted. Y también a mí, don Brandoni. Y también a tantos peronistas asesinados por esa banda de ultraderecha, las Tres A, que usted siempre pone en punta de lengua cuando quiere tipificar al peronismo de antidemocrático y antirrepublicano. Eso se llama maniqueísmo, Brandoni. Porque usted sabe, o debería saber, que el “brujo” López Rega era de la misma estirpe ideológica que Rivarena Carlés, aquel allegado al radicalismo que casi un siglo atrás comandó la Liga Patriótica durante la Semana Trágica.

No hay ángeles ni demonios, como usted quiere don Luis Brandoni. Sólo hay seres humanos. Por eso la historia es así, sinuosa, como los amores y los odios. Pero si se trata de robo, de saqueo masivo, de robar la República, debería coincidir conmigo en que son ellos, don Luis, los que verdaderamente se robaron la República, una y otra vez. Y mire usted, son los apellidos que hoy defiende con tanto ahínco como la garantía de la democracia y el republicanismo. Tampoco ignora usted, Brandoni, quiénes llenaron las cárceles de la dictadura de los Pinedo, los Bullrich, los Ortiz Ocampo, los Alvear. En su mayoría eran peronistas. ¿Entonces?

Y conste que por esos días yo no sólo no era peronista sino que muchas veces me había comportado como un gorila profesional. Pero eso sí, mi gorilismo jamás rozó el odio, como el que usted transpira. ¿Cómo podría odiar sabiendo que allí anidaba el clamor de la mayoría del pueblo argentino trabajador? Lo mío era un antiperonismo como el de Julio Cortázar o el del Che Guevara. Era más bien un arraigo cultural, una costra de prejuicio nacida de la mirada general de una clase media que odiaba al general, y también de cierta ortodoxia marxista que cabalgaba en mis venas y que me impedía acceder, como lo haría años después, y como finalmente lo hicieron Cortázar, el Che y tantos, a la comprensión de un movimiento popular que para otros millones nunca dejaría de ser la encarnación de todos los males de la Argentina. Reconozco que en mí siempre había anidado una llama que más de una vez me hacía repensar mi posición.

Esa llama la había encendido mi madre, quien desde lo puramente sentimental se había sentido cerca de ese pueblo peronista al que el odio de clase no esperó para etiquetar como el “aluvión zoológico”, desde ese primer 17 de octubre, cuando las masas obreras llegaron y se concentraron en la Plaza de Mayo.

Seguro que usted, Brandoni, como tantos otros millones de argentinos, están convencidos al día de hoy quienes comenzaron con la grieta. Pero no busque tan cerca porque no fue ni Cristina, ni Néstor, ni Perón, ni en alguna grieta lejana en el tiempo, que de tanto en tanto se abre. Esta última, la que divide a peronistas de gorilas, no la va a encontrar en los cuentos y diatribas de Jorge Lanata, Majul, Leuco y usted mismo. ¡No! Al menos tenga valentía intelectual de buscarla en el odio de clase que bautizó a la clase trabajadora de “aluvión zoológico”, cuando la alegría de sentirse dignificados y visibles los llevó a marchar y concentrarse por primera vez en la historia en la Plaza de Mayo, ese 17 de octubre de 1945. Ahí la va encontrar, en el odio explícito y explicitado de una clase social en contra de otra. Hoy, el aluvión tiene otros nombres para ese odio de clase. Se llama “grasa militante”, “choripaneros”, “planeros”, “camporistas”, “vamo' a volver”.

Por todo esto, por sus dudas y por las dudas que peligrosamente usted está tratando de inyectarle a la población, don Brandoni, quiero decirle lo siguiente: Yo soy un ciudadano común que sufrió la cárcel de la dictadura por espacio de casi dos años. Yo viví la muerte, la tortura y las vejaciones más indecentes en carne propia y las sufridas por mujeres y hombres que lucharon por recuperar la República perdida, la República de todos.

Yo soy un ciudadano que se alegró como millones de argentinos cuando la democracia volvió de la mano de Alfonsín como presidente. Un Alfonsín que fue votado por propios y por peronistas. Un Alfonsín que poco tiempo después, cuando su gobierno estuvo acorralado por los militares golpistas carapintadas, se sostuvo en el poder por el apoyo y la lucha de todos los argentinos que salimos a defender la democracia y la República.

Yo soy un hombre común, Brandoni. Soy un hombre decente y republicano que a pesar de haber sufrido el exilio y escarnio, y de haber estado tantas veces cerca de la muerte junto a mi esposa, pude formar una familia maravillosa con tres hijos y nietos que somos parte de la construcción de esta Nación que usted cree es honesta sólo si se la piensa como usted. Por eso yo no voy a permitirle que desde el odio y el resentimiento más profundos, únicas guías de su lengua, me acuse a mí y acuse a millones de argentinos de ser parte de una especie de conspiración que quiere destruir la República.

Le pido que repase en su memoria los apellidos que hoy gobiernan este país y que usted hoy defiende con tanta pasión, alimentado por su memoria cada día más selectiva, tan selectiva como lo es una clase dominante en detrimento de la clase dominada. Son ellos, Brandoni. Allí va a encontrar los apellidos que se robaron la República y la Democracia con toda la indecencia que se pueda uno imaginar.

Y concluyo: no lo odio Brandoni como sí usted me odia a mí. Lo que sí puedo afirmar y decir con razón es que le he perdido todo respeto".


© Escrito por Marcos Doño el Sábado 24/08/2019.




domingo, 10 de diciembre de 2017

Tragedias. Último eslabón... @dealgunamanera...

Último eslabón… 

Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

Los ‘accidentes’ militares tienen mala historia reciente. Investigación prudente.

© Escrito por Nelson Castro el lunes 27/11/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En la mañana del jueves comenzó a revelarse la noticia más triste, luego de una noche que había dejado preocupados a todos tras conocerse la declaración del vocero de la Armada donde describía la detección de una “anomalía hidroacústica”. La comunicación inicial fue muy dura. El padre de uno de los tripulantes describió el momento de manera escalofriante: “En el último contacto se informó que hubo un avería en las baterías de proa. El llamado final agregó que se detectó una explosión que fue a 30 millas del punto donde fue esa última comunicación. ‘¿Qué significa eso?’, pregunté. ‘Que están todos muertos’, me respondieron”. Entonces, la comunicación se cortó de manera intempestiva.

El duelo llegó de repente y sin información suficiente. Han pasado ya algunos días del momento descripto y aún nadie sabe qué fue lo que sucedió. Cada familia reaccionó como pudo. Hubo bronca, reclamos y desilusión. El principal reproche se centró en el lapso que transcurrió entre la detección de la anomalía hidroacústica y la efectiva comunicación –casi una semana después– tanto a la familia de los 44 tripulantes como a la opinión pública.

Hubo dos momentos bien diferenciados. En una primera instancia el Presidente sintió bronca y enojo por la forma en que la Armada manejó la situación puertas adentro. Luego llegarían las explicaciones sobre pasos y protocolos que, sin embargo, no fueron suficientes.

Mauricio Macri en persona se encargó de producir al menos dos gestos inequívocos. El martes fue al Edificio Libertad y se reunió con el comandante en jefe de la Armada, almirante Marcelo Srur, y otros camaradas, en el encuentro de coordinación de tareas; en todo momento al lado del primer mandatario estuvo el ministro de Defensa, Oscar Aguad. El mensaje y la tensión eran evidentes luego de la mala comunicación que la Armada había tenido con el ministro de Defensa en más de una oportunidad, incluyendo la noticia de la desaparición de la nave. Los rumores sobre el inmediato relevo de Srur comenzaron a circular hasta que el baldazo de agua fría que significó la noticia de la explosión obligó a todos a recalcular. El viernes llegó el segundo gesto de parte del Presidente, nuevamente poniéndose al frente en su rol de comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Al mediodía volvió al Edificio Libertad a interiorizarse de los avances en las tareas de rescate. Puertas adentro estuvo con Srur y, en una suerte de ratificación en el mando, el diálogo fue cordial, de intercambio informativo y colaborativo.

Inmediatamente Macri brindó un mensaje acompañado por el jefe de la Armada de un lado y por Aguad del otro. Ratificó el valor y el compromiso de los 44 tripulantes y de todas las fuerzas. Además subrayó que “hasta que no tengamos la información completa no tenemos que aventurarnos a buscar culpables”. Fuentes que conocen el pensamiento del Presidente sostienen que “no se pueden hacer cambios en medio de un operativo de trascendencia y participación mundial. Los trapitos se lavan en casa. Hay un convencimiento de que no es el momento”.

Ya desde el jueves por la noche el tono general era más reflexivo y de cautela: “Esperemos que ahora no empiece el deporte nacional de echar culpas y armar teorías de café sin saber nada”, dijeron en el entorno del senador y presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. La necesidad de pisar firme y sin cometer errores fue una sana decisión tomada desde lo más alto del poder. “Si empezamos una caza de brujas contra reloj, sólo se logrará que los argumentos o razones caigan de uno u otro lado de la grieta”, reflexionó otra voz del Gobierno.

Dudas.

Sin embargo, hay un manto de dudas sobre el mantenimiento, la capacitación y las últimas tareas realizadas sobre el ARA San Juan. Un ingeniero que estuvo presente en la entrega del submarino en Alemania hace más de 32 años recuerda cada detalle: “Era excelente, estaba entre los mejores de la época. A pesar del paso del tiempo siempre mantuvo su vigencia sin mayores problemas. Se han dicho muchas cosas, pero era una nave que fue orgullo de la Armada. Hasta la marina de los EE.UU. evaluó adquirir uno similar luego de ver el desempeño de su primo hermano, el San Luis, en la guerra de Malvinas, una nave de corte similar pero bastante más chica”.

La anécdota en tiempos de Malvinas sirve para ejemplificar lo difícil que es hallar un submarino y comprender las tareas de búsqueda: la Armada inglesa se destacaba en el mar por ser eminentemente antisubmarinista, patrullaba las profundidades como ninguna otra. Sin embargo el San Luis logró llegar a tropas enemigas, atacar y escabullirse sin ser detectado. El caso del San Luis es también una muestra de que la falta de mantenimiento existía durante la última dictadura militar. La historia habla de que, siendo su misión hundir navíos ingleses a los que tuvo a distancia de tiro, no pudo hacerlo porque la computadora de tiro no funcionaba, y los torpedos, luego de ser disparados, nunca detonaron.  

La reparación de media vida del San Juan se realizó en el astillero de Tandanor y demandó más de siete años, comenzando a fines de 2008. En la tarde del viernes la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez, libró una orden al astillero para que se conserve toda la información relacionada con los trabajos efectuados al submarino. Tandanor realizó la reparación del rompehielos Almirante Irízar fuera de tiempo y con escándalo presupuestario (siete años y unos $ 150 millones). Una fuente del sector náutico aseguró que “no es ninguna garantía de calidad de que la reparación de media vida se haya realizado allí”. Habrá que esperar para no sacar conclusiones apresuradas y rogar para que la Justicia no someta a los familiares de los tripulantes al largo peregrinar de otras tragedias argentinas.

La desaparición del A.R.A. San Juan pone una vez más en la superficie del debate político el espinoso tema de las Fuerzas Armadas, su rol, el mantenimiento de su equipamiento, el entrenamiento de su personal, sus objetivos y sus dimensiones. La revisión de los “accidentes” ocurridos en el ámbito militar durante los últimos treinta años es lapidaria. Barcos que no navegan, aviones que no vuelan, tareas de entrenamiento reducidas o postergadas terminan por configurar un estado de situación letal del cual el drama del submarino argentino que conmueve al mundo es su último eslabón.

Producción periodística: Santiago Serra.



sábado, 22 de octubre de 2016

Doble estándar… @dealgunamanera...

Doble estándar…

Massa crítica, Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

El Presidente le pone energía y brazos a la batalla electoral. Sombra económica.

© Escrito por Roberto García el sábado 22/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A veces cuesta entender a Mauricio Macri, al menos su método. Más de uno, por ejemplo, se pregunta: ¿cuál es la razón por la cual el ingeniero trata de utilizar todos los instrumentos musicales para la batalla electoral del año próximo, en la que objetivamente no tendría que tener problemas, mientras sostiene el combate contra la inflación con un solista, con una sola mano además, conservando la otra atada a la espalda? 

Para un boxeador sería letal esa práctica; para un economista, un desquicio a pagar el olvido del gasto público excesivo. Misterio bifronte y suspenso, entonces. En un área, la política, en la que no debería perder hasta por razones atávicas, un rostro de Macri consagra todo tipo de esfuerzos; y en la otra, la económica, el otro rostro hace sombra como en el boxeo, echa culpas, casi se distrae y exige a unos lo que no se demanda a sí mismo. 

En un rubro, es explícito y apela a recursos diferentes. Un modelo: en la provincia de Buenos Aires descuartiza adversarios o ex aliados para convertirlos en enemigos (Sergio Massa). Ni siquiera aguarda el apotegma de un ex ministro: “El mayor peligro de Massa es él mismo”. Lo necesita achicado. También alimenta, suma y agradece fracciones de otros partidos, sellos, intendentes, divisiones (Florencio Randazzo, Julián Domínguez), e intenta congelar los números de las encuestas como si fueran corazones a trasplantar dentro de un año. 


Tal el caso de Daniel Scioli: luego de la entrevista secreta que mantuvieron, el ex gobernador divulgó su vocación de postulante, justo cuando ya era un hombre descarnado y sin ambiciones; desde entonces, y manteniendo una obediencia inalterable, ha vuelto a confirmar su fe cristinista, superior a la que mostraba antes de la derrota. Para suspicaces: esa devoción, como se sabe, lo llevó al cadalso. Cristina, a su vez, se enorgullece por el lugar que encontró en la provincia –a la que seguramente no intentará representar, ya que Santa Cruz se presenta más facil–, el favor del auditorio (entre 20 y 30 por ciento superior al de otros centros del país) que, le satisfaga o no, quizá le traslade a Scioli el año próximo. 

Además, quienes creen que la Justicia posterga decisiones sobre la ex presidenta, que prefieren no encarcelarla antes de los comicios del año próximo, que el oficialismo la necesita viva, limitada pero coleando, le facilitan a Cristina la respiración –sobre todo, quien se cree el Ave Fénix– aunque sea humillante el ejercicio. Ese cuadro del PJ, su revoloteo, le permite al dúo Macri-María Eugenia Vidal imaginar a costa de otros la constitución de un aparato territorial del que carecen, expandir lo que no tienen e, incluso, agregar especies que desnaturalicen sin prejuicios la pureza étnica del PRO. Lo que era inconveniente para la elección nacional ahora puede justificarse en el orden provincial.

Distinto el modelo macrista en Capital. Consiste en atrapar otro público, no precisamente peronista, ampliar lo que sí tiene y dispone su aparato partidario –el dominio territorial del PRO–, insuficiente sin embargo para repetir una hegemonía en las elecciones. De ahí que, lejos de apartar socios contingentes, Macri los entusiasma, como a Martín Lousteau y Elisa Carrió , quienes presentarían lista propia en 2016 para disgusto y venganza de Horacio Rodríguez Larreta, quien ahora propone la interna que antes desechó. 


También provoca tempestad en la UCR: hay muchos que no comulgan con el actual embajador en EE.UU., tanto que se le atribuye a Ernesto Sanz haberle pedido a Lousteau que no regrese a la Argentina. Parece que no le hará caso y, además, desde su marca poco conocida (Eco) ofrece una alternativa interesante a la insaciabilidad de otros radicales: pueden ir unos correligionarios en la lista de Rodríguez Larreta y otros en la que Lousteau comparte con Carrió. 

A su vez, la dama de la Coalición Cívica, vencida hasta ahora por el cigarrillo y orgullosa de fijarle condiciones a Macri, además de fotografiarse con “Rulitos” y contrariar a Sanz (lo que vendría a ser un placentero hobby para ella, después de haberlo agraviado en una reunión con el Presidente), brindará otro servicio: habrá de blanquear a ciertos radicales que también desean fotografiarse con Lousteau. Y para Macri, de continua y lisonjera comunicación con esos dos partners, el juego de alianzas se torna redondo: pretende, copiando a los peronistas de antaño, que colectoras del tipo Lousteau-Carrió lo favorezcan en los cómputos finales, sin importar que ese rédito implique cierta jibarización del PRO y del jefe de Gobierno porteño. 

Finalmente, como ha manifestado Jaime Duran Barba –ausente tal vez del país hasta después de las elecciones para no despertar iras–, no se trata de conseguir más diputados o senadores propios en los futuros comicios, sino de consagrar la sensación del triunfo. Como si el objetivo fuera ratificar una línea, una tendencia, un gobierno bajo la binaria repetición de “Venezuela o nosotros”. La experiencia de diez meses demuestra, por otra parte, que se puede administrar el Congreso sin necesidad de tantos fieles. Será costoso, temporario, pero las contrataciones rinden.

La otra faz de Macri, la económica, no registra la misma amplitud. Por el contrario, se encierra, revela inconsistencias preocupantes (déficit, actividad, desocupación, pobreza) y la superficialidad de Federico Pinedo o del propio Macri, tildando a los empresarios de “langas” o de que tienen que poner el traste, vulgaridades antes reprochables en funcionarios de menor jerarquía como Guillermo Moreno. No lo dijeron en el Mini Davos, son expresiones típicas de quienes no se preguntan de dónde proviene su sueldo ni de las implicancias finales por cambiar un lema de Bill Clinton por otro propio: “Es la política, estúpido”. Tal vez no alcance. 


domingo, 3 de abril de 2016

Brutal ajuste… @dealgunamanera...

Brutal ajuste…


Aumentos, crisis con Elisa Carrió y dudas por Daniel Angelici. Alivio por Ricardo Jaime preso.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/04/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El ajuste ha llegado en toda su dimensión. “Es brutal”, lo reconoció el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. Y esa dimensión es la que produce desasosiego en la población y genera controversias políticas no sólo entre el oficialismo y la oposición sino también dentro mismo del partido de gobierno. Es lo que reflejaron los altisonantes tuits que Elisa Carrió hizo públicos el miércoles pasado y que impactaron lo suficientemente fuerte al interior de Cambiemos como para que Mauricio Macri la convocara a una reunión urgente en la residencia de Olivos antes de su partida hacia los Estados Unidos.

En esa reunión que, según la diputada, fue “dura, franca y divertida”, quien también tuvo un protagonismo importante fue el ex senador Ernesto Sanz. Sanz se ha transformado en un hombre de extrema confianza y cercanía del jefe de Estado. La más importante fue la coincidencia sobre las implicancias negativas que para el Gobierno tendría una ruptura de la coalición.

El fantasma de lo que significó para el gobierno de Fernando de la Rúa la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez sobrevoló el ámbito de ese encuentro, en el que se le atribuye a Macri haberle dicho a Carrió que “si nosotros nos peleamos, Cristina se divierte”. Lo cierto es que, tanto el Presidente como Sanz, fueron duros con la diputada, a quien le señalaron que “su boca era más útil defendiendo al Gobierno que atacándolo”.

El asunto que más incómoda al Presidente es el de Daniel Angelici. Nadie atina a saber muy bien cómo ha adquirido semejante poder. Las voces en los ámbitos tribunalicios –sobre todo de los juzgados federales– confirman las gestiones de este abogado de trayectoria poco relevante que invoca transmitir los pareceres y enojos del Gobierno. Quienes tratan de encontrar una explicación a esta gama de conexiones que exhibe Angelici lo adjudican a su condición de presidente de Boca. “Muchos jueces, fiscales y secretarios de juzgados que son hinchas de Boca desesperan por una platea en la Bombonera”, señala un conocedor de esta trastienda inquietante. Los industriales llevaron su preocupación al ministro de Producción, Francisco Cabrera.

El secretario general de la Unión Industrial Argentina (UIA), Juan Carlos Sacco, destacó que “tuvieron una muy buena recepción de la radiografía que le presentaron. Y si bien el presidente Macri está haciendo lo que prometió en la campaña electoral, la preocupación radica en la simultaneidad y velocidad con que se está implementando el sinceramiento de la economía”. En este sentido, el industrial graficó que “hay unos 39 mil puestos de trabajo en el sector de las industrias electrointensivas que aún no entraron en situación crítica pero que, con los aumentos y otros elementos de contexto, podrían peligrar.

Ese elemento de contexto es la crisis económica de raíces políticas por la que está atravesando Brasil. Si no se hace algo para enfrentar esa contingencia, la situación podría empeorar. Si debido a su propio ‘parate’, nuestro principal socio comercial comienza a enviar los excedentes de su producción hacia la Argentina, el problema podría escalar y serían 200 mil los puestos de trabajo que correrían riesgo en la industria”. Al Gobierno no le hace ninguna gracia admitir esta posibilidad y trabaja contrarreloj buscando salidas a esta delicada circunstancia. “Cuando Brasil estornuda, la Argentina sufre una neumonía”, dijo tiempo atrás la canciller, Susana Malcorra.

Se vive con salarios viejos para enfrentar tarifas nuevas. Eso no hace más que aumentar la pobreza.

Por su parte, fuentes cercanas a los legisladores que trabajan en la publicación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) Congreso, adelantaron que la medición correspondiente al mes de marzo se acercaría al 4%, guarismo que haría “peligrar la meta inflacionaria anual de entre 20% y 25% impuesta por el Gobierno, a un número mucho más cercano al 30%”. Si marzo arroja esos valores cercanos al 4%, el acumulado para el primer trimestre del año superará el 12%, un valor demasiado alto para cerrar el año de manera exitosa.

Es verdad que el valor que se paga en la mayoría de los servicios públicos en el Área Metropolitana es irrisorio. Pero lo que también es verdad es que los sueldos que gana la mayoría de sus habitantes son, asimismo, bajos. Se vive un presente de tarifas nuevas con salarios viejos. Por eso el índice de pobreza ha aumentado, tal como lo proyecta el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica, cuyo trabajo ahora el kirchnerismo pondera luego de haberlo denostado por años.

En el Gobierno se reconoce toda esta problemática para la que, hasta el momento, no ha ofrecido soluciones. Nadie discute sobre lo inevitable de este sinceramiento de la economía, producto del campo minado que dejó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La controversia surge a la hora de evaluar su implementación. Ahora se habla de una serie de medidas –incluiría un blanqueo de capitales– en cuya elaboración se está trabajando a toda máquina. El objetivo es reactivar la economía, que atraviesa un período de estanflación.

Para ello cuenta con la aprobación de la ley que hace posible pagarles a los holdouts. El proceso que llevó a la resonante victoria que el oficialismo obtuvo en ambas cámaras del Congreso –recordar que en Diputados el resultado fue de 165 votos a favor y 86 en contra y en el Senado 54 a favor y 16 en contra– tuvo entre sus artífices al ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Esto significó un duro revés para CFK, quien fatigó el teléfono de los diputados pertenecientes a La Cámpora y al núcleo duro del kirchnerismo para que presionaran a sus pares a votar en contra del proyecto de ley que había enviado el Presidente.

El apriete fue en vano. En el Senado, como se vio, las cosas a Cristina le fueron peor. Y eso alcanzó no sólo los guarismos de la votación sino también el sincericidio del jefe del bloque del Frente para la Victoria, Miguel Ángel Pichetto, quien al decir que había recuperado “su capacidad para decir lo que pienso”, blanqueó la brutal metodología de “obediencia debida” reinante durante el kirchnerato.

En el momento de cerrar esta columna se producía la detención del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime por la causa en la que se investiga la escandalosa compra de trenes a España y Portugal. Es una buena noticia para el presente de un país que debe luchar desesperadamente contra la corrupción.

Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.

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viernes, 11 de diciembre de 2015

Mauricio Macri juró como presidente de todos los argentinos... @dealgunamanera...

“Prometo siempre decirles la verdad"…

Macri desde el balcón de la Casa de Gobierno. Foto: Dyn

En una corta ceremonia, el presidente electo recibió los atributos presidenciables de manos de Federico Pinedo en la Casa Rosada.

© Publicado el jueves 10/12/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mauricio Macri juró como presidente de todos los argentinos. Luego de participar esta mañana en la asunción de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, el presidente electo se dirigió a su casa para prepararse para su propio acto.

Macri partió rumbo al Congreso de la Nación junto a su esposa, Juliana Awada, a las 11:00 hs. Una vez en el recinto, el acto de asunción inició a las 11:45. Luego de dar un discurso de 30 minutos en el que llamó a la unidad nacional, agradeciendo a sus contrincantes en la campaña: Sergio Massa, Daniel Scioli, Margarita Stolbizer, Adolfo Rodríguez Saá y Nicolás Del Caño.

Dado que la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner dio la orden al bloque del Frente Para la Victoria de no presentarse en la asunción, casi un tercio de los asientos del recinto estuvieron vacíos.

Luego de jurar ante la Asamblea Legislativa, el presidente electo partió rumbo a la Casa Rosada donde recibió los atributos de parte de Federico Pinedo, ya que la ex Presidenta no quiso asistir a la ceremonia.

Posteriormente se dirigió junto a su mujer Juliana Awada, su hija Antonia y la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti al balcón para hablar desde allí a la multitud congregada en la Plaza de Mayo.

“Parece que fue ayer cuando nos animamos a soñar que los argentinos merecíamos vivir mejor y hoy estamos acá a punto de empezar una etapa maravillosa de nuestro país” afirmó entre cantos de los presentes de ‘sí se puede’.

“Prometo siempre decirles la verdad, siempre ser sincero y mostrarles cuáles son los problemas porque sé que ustedes son suficientemente capaces e inteligentes para trabajarlo juntos y resolverlo. Gracias por acompañarnos pero más les quiero agradecer porque tenemos que seguir juntos, esta argentina la construimos todos juntos”, manifestó con euforia.

Macri se animó a bromear tras varios cantos de las personas congregadas en el lugar: “Estoy complicado para bailar con la banda, hasta que no empiece la música”. “Crean en ustedes mismos porque yo estoy hoy acá porque creo en ustedes”, dijo tras lo cual realizó un pequeño baile hula-hula.

“Un beso grande para todos, los amo, amo este país, los amo a todos ustedes. Gracias, gracias, gracias, gracias. gracias”, finalizó en tono futbolero. Al culminar su discursó, el jefe de Estado se sacó la banda presidencial para realizar unos pasos de baile ante la multitud.

Luego, a las 19 horas, dará jura a los futuros integrantes del Gabinete de la Nación, acto que durará hora y media.

Finalmente, el presidente de la Nación asistirá a una función especial en el Teatro Colón a las 21:30 y luego ofrecerá, junto a la Primera dama, una recepción a los los asistentes, concluyendo así su primer día en actividad.