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sábado, 20 de junio de 2015

La toma del poder… @dealgunamanera...

La toma del poder…

Zannini. ¿Podrá o logrará Scioli transformarlo en otro Mariotto? Foto: Cedoc Perfil

Una vez que fracasó el proyecto de “Cristina eterna”, se obsesionó por mantener lo conseguido.

El liderazgo carismático es fastuoso, colorido, escenográfico. Tiene más que lo que la República ofrece como simbolismo abstracto o panteón nacional. Roberto Rossellini, el gran director italiano, filmó La toma del poder por Luis XIV, una película cuyo título ya es significativo: por herencia, Luis XIV era sucesor indiscutido, pero debió construirse como figura para tomar realmente el poder. En una escena inolvidable, el joven rey decide los detalles de las ropas que vestirá en la Corte, singularidades estilísticas de una majestad nueva y personal.Seguramente, la Presidenta aprende estas cosas en Game of Thrones, no en Rossellini.

El poder puede heredarse. El carisma, en cambio, sólo se traspasa si se cumplen condiciones que han sido vastamente explicadas por la teoría política. El pasaje de un gobernante carismático a un gobernante legítimo, pero despojado de los sortilegios del carisma, implica dificultades y rituales. Cuando murió Néstor Kirchner, muchos nos preguntamos si su esposa renovaría el aura del jefe desaparecido. Nos preguntamos también si conservaría la potencia de mandar y ser obedecida.

Cristina hizo una prolongada ceremonia del luto: velorio con miles de fieles (incluyendo jefes de Estado, Tinelli y Maradona), Ave María de Schubert cantado a capella por el hermano de un funcionario de los medios públicos, multitudes en la Plaza, bóveda en Río Gallegos. En el centro, Cristina, cubierta de paños negros, el color que la protegía como heredera y la engalanaba.

Hasta que las cosas no cambien mucho, lo que hagan los peronistas se relaciona con "la realidad" de todos.

Tuvo éxito. Se convirtió en una figura doble: Viuda y Líder. Habría podido suceder que las dos caras de esa figura doble no coincidieran de modo tan impecable. Sin embargo, dosificó el dolor y la decisión de modo tal que la supuesta debilidad de la Viuda potenció la fortaleza demostrada por la Líder, y la soledad de una multiplicó la fortaleza de la otra. Una mezcla de tragedia y marcha triunfal.

Es cierto que tuvo un séquito de seguidores fieles que, como no estaban en condiciones de disputar el  liderazgo, consideraron que la fidelidad les daba más ventajas. Además, el derecho de sucesión fue confirmado, como se confirma el carisma en sociedades modernas, por  las elecciones de 2011. 

Hasta allí la sucesión carismática tenía bases que habían sido construidas antes de la muerte de Néstor y, muy probablemente, sin pensar en tal eventualidad. Se trataba simplemente de un anillo de Moebius, sobre el cual marido y mujer planearon sucederse indefinidamente, respetando la forma de la letra constitucional. Mezclaban la sucesión por traspaso de los atributos del poder con la sucesión por elección democrática. Esa mezcla no nos gusta nada a quienes valoramos el espíritu republicano, seamos de derecha o de izquierda (empleo estas denominaciones no para irritar a los asesores amarillos, sino copiando los adjetivos que se usan en casi toda Europa y algunos países de América Latina: son abreviaturas políticas).

Pero la cinta de Moebius fue cortada por la muerte de Néstor y, desde entonces, Cristina estuvo obsesionada por una sucesión que le permitiera conservar el poder, una vez que fracasó el electrizante proyecto que la instalaba como “eterna”. Es interesante que los kirchneristas que llegan del Partido Comunista a calentarse bajo el sol sean los que han demostrado un desprecio tan cínico ante la palabra eternidad, cuyo ejemplo está en la isla de Cuba, donde también la sucesión pasó por el derecho de sangre de hermano a hermano.

Los teóricos señalan una forma especial de traspaso del carisma que es a la vez simbólico y refrendado por el voto de los súbditos (o ciudadanos). Se asegura la cualidad al nuevo líder, pero este reconocimiento, en vez de provenir de la gracia de Dios, proviene de la gracia del pueblo. Nada asegura que ese pueblo refrende una segunda sucesión carismática, simplemente por portación de documento de identidad. Tampoco es seguro que el carisma no se pulverice al estar separado del poder. Carisma y poder se necesitan, aunque la supervivencia carismática de Juan Domingo Perón indica otras, muy difíciles, alternativas. 
La Presidenta, que es inmediatista, para evitarse estos problemas, resolvió estar material y simbólicamente presente en la fórmula presidencial que une a Daniel Scioli y a Carlos Zannini.

Si Scioli fuera capaz de “mariottizar” a Zannini, es decir, de neutralizar su tarea de convertir al presidente en un delegado de la ex presidenta, la batalla la ganaría la paciencia fría y estólida del gobernador. Si Zannini convierte a Scioli en el representante indispensable pero poco significativo de la Señora y de La Cámpora, estamos frente a una aventura personalista, carismática y autoritaria que adhiere formalmente a las instituciones, para transformarlas o reemplazarlas. Un paso hacia Venezuela.

Con característicos golpes de efecto, el peronismo armó el tinglado y apuró a la oposición. En el PRO, la estrategia ecuatoriana era amarillo canario, pero Cristina cantó antes el falta envido. Macri se equivocó cuando el miércoles dijo: “Lo que ellos hagan tiene que ver con su realidad”, refiriéndose a la fórmula diseñada por la Presidenta. Hasta que las cosas no cambien mucho, lo que hagan los peronistas tiene que ver con “la realidad” de todos. Por eso Macri perdió escenario. El viernes al mediodía eligió a Michetti. Jugó con lo que ofrecía pureza amarilla y algo más según las encuestas.

Y lo que sucede con el kirchnerismo tiene un malsano poder expansivo, lo que es una desgracia.

La decisión de Stolbizer también pierde, porque lo que sucede con el kirchnerismo tiene un malsano poder expansivo. Lo cual es una verdadera desgracia para el escenario donde  se representa la política ante los ciudadanos.
Stolbizer tendrá que triplicar esfuerzos frente al miedo de que gane Scioli bajo la tutela del lugarteniente de Cristina. Tendrá que triplicar esfuerzos para que sus votantes elijan una perspectiva de futuro y crean que vale la pena plantearse una pregunta: ¿tiene futuro el progresismo?


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© Escrito por Beatriz Sarlo el sábado 20/06/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 21 de abril de 2013

América, Vila, Manzano y el Periodismo Rentado... De Alguna Manera...


La operación mediática del periodismo y la SIDE para salvar a Báez...


Las grietas quedaron expuestas. Fue después del Fariña-gate que desnudó Jorge Lanata y que involucró al siempre sospechado Lázaro Báez.

A partir de entonces, la locura mediática llegó a los lugares menos pensados. Por un lado, el grupo Clarín llevó la historia a una hipérbole de bombardeo de información insistente, como si se tratara de un tema relevante a los intereses de la sociedad.

Por el otro, puntuales periodistas a sueldo de la Secretaría de Inteligencia —ex SIDE— montaron una vergonzosa operación a efectos de “farandulizar” la denuncia efectuada por Lanata.

A esos efectos, se conjuraron Rolando Graña, Facundo Pastor, Gustavo Sylvestre y Mauro Viale. Luego se agregaron Jorge Rial y Luis Ventura. Casi todos, cobran interesantes salarios por parte del Dirección de Reunión Interior de la Secretaria de Inteligencia, Fernando Pocino.

Bajo un libreto armado por Carlos “Chino” Zannini, secretario de Legal y Técnica del kirchnerismo, todos siguieron al pie de la letra una actuación casi perfecta del plan oficial. “Casi”, sí; pero no perfecta.

El primer tópico que levantó sospechas fue el sintomático silencio que se dio durante todo el lunes pasado. El mutismo fue tal que ni siquiera los siempre activos blogueros K se dejaron ver ese día.

Al mismo tiempo, comenzaron los reservados contactos entre Zannini y Leonardo Fariña a efectos de pergeñar el culebrón que se vería 24 horas más tarde. No sería en cualquier canal, sino en América TV, perteneciente a los operadores Daniel Vila y José Luis Manzano. Ambos siempre sedientos de negocios con el Estado.

Luego llegaría uno de los momentos más vergonzosos para el periodismo vernáculo: la sorprendente defensa periodística de las figuras de Fariña y el financista Fernando Elaskar, ambos asesorados por otro oscuro personaje, el abogado Fernando Burlando.

El encargado del trabajo sucio fue Graña, por instrucciones directas y precisas de Zannini. Él fue el que “bajó línea” a los periodistas arriba mencionados para que avanzaran en el plan de “farandulización” de la investigación de Lanata y, al mismo tiempo, blanquear las figuras de Fariña y Elaskar.

La estrategia jamás tuvo que ver con la protección de estos últimos, sino con la necesidad de detener la curiosidad periodística —y judicial— sobre la figura de Lázaro Báez, quien a su vez puede llevar hasta los incómodos rastros de Néstor y Cristina Kirchner.

Todos, cada uno a su manera, actuaron su papel estelar en esta pieza. Eso sí, lo hicieron tan desprolijamente que hasta copiaron sus argumentos entre sí a la hora de desacreditar el informe de Lanata. La postal cruda de la operación llegó de la mano de Mauro Viale, quien no solo colaboró en la farandulización del caso, sino que además criticó al conductor de Periodismo Para Todos con duros e innecesarios calificativos. Toda una sobreactuación que nadie le había pedido en realidad.

Así fue, en resumidas cuentas, cómo se llevó adelante esta operación que se armó en plena Casa Rosada y que contó con la participación de periodistas de la talla de Graña, Pastor, Viale y Sylvestre. Un verdadero muestrario de lo que es el antiperiodismo.


No obstante ello, a pesar de todo lo ocurrido, la ciudadanía no le termina de creer a Fariña y menos aún a Elaskar. ¿Cómo dar fe a un cambio de discurso tan repentino y sugestivo de ambos personajes?

Más allá de la prueba concreta, la ciudadanía insiste en respaldar a Lanata y a creer que la corrupción dentro del oficialismo es un hecho.

Mañana, Periodismo para todos promete evidencia concisa sobre esta misma trama. Más allá de lo que se muestre, la sociedad ya ha dado su veredicto: Báez es culpable y la corrupción oficial es innegable.

No es poco.

© Escrito por Christian Sanz el sábado 20/04/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.