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domingo, 22 de mayo de 2016

Cuestión de tiempo… @dealgunamanera...

Cuestión de tiempo… 
Veto cantado. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

La inflación se desacelera pero la inversión fuerte llegaría con demoras. Veto, gremios y oposición.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La pregunta del millón es una: ¿cuánto tiempo más se demorarán en comenzar la reactivación económica y el ingreso de capitales destinados a la inversión?

Un prestigioso economista con vínculos en todo el espectro de la política –que conoce el pensamiento del Gobierno– reconoce que ya hay una leve baja en la inflación sustancial, que es aquella que mide prácticamente todo a excepción de los servicios públicos. 

¿Por qué no se nota aún en las góndolas? 

Porque los precios han quedado establecidos en torno a un dólar de $ 16. En el Gobierno hay dudas, pero algunos creen que sería un buen momento para dejar ir la moneda norteamericana en torno a los $ 15,50 sin riesgo de que se produzca un nuevo impacto en los precios, ya que un alza en el valor de los productos repercutiría negativamente en el volumen de venta. Un dólar algo más elevado podría ser un buen atractivo para los inversores y la consecuente puesta en marcha de la rueda productiva.

Coinciden –en voz baja– economistas y funcionarios del Gobierno con otros especialistas de distinto color político en que los capitales ya están ingresando pero a paso más lento del esperado. No hay un aluvión; los grandes capitales difícilmente lleguen antes de 2017.

Por eso, una primera solución es el nuevo blanqueo que el Gobierno enviará para su tratamiento al Congreso. Entre los antecedentes más cercanos resuena la triste experiencia que dejó Guillermo Moreno, cuya iniciativa, que más que un blanqueo parecía una invitación al lavado de dinero mal habido, logró captar sólo US$ 2.500 millones. 

A aquel gobierno nadie le creía. El actual equipo económico se ilusiona con repatriar una cifra cercana a los US$ 50 mil millones. En el Gobierno cuentan los días, urgidos por la necesidad de alcanzar los primeros resultados. Los especialistas coinciden en que, entre agosto y septiembre, podrían aparecer los primeros signos de reactivación, que tendrá una parada intermedia entre fines de mayo y comienzos de julio, cuando aparezca la plata de las paritarias sumada a la del aguinaldo.

El veto presidencial a la ley antidespidos se vivió como un triunfo dentro del PRO. Varios de sus rivales políticos admitieron que Mauricio Macri pudo completar la jugada con éxito. A pesar de ser una herramienta siempre controversial, el veto es una atribución constitucional que puede utilizar el Presidente.

La historia reciente muestra que los ex presidentes democráticos no dudaron en usar esa facultad según el siguiente ranking: Carlos Menem en 195 oportunidades; Raúl Alfonsín en 49; Fernando de la Rúa en 46; Eduardo Duhalde en 37; Néstor Kirchner en 36 y Cristina Fernández en 18. Para el kirchnerismo, el episodio significó otra derrota política: el video en el que se ve y escucha a CFK criticar el proyecto de ley antidespidos que quisieron presentarle en 2010 fue demoledor al exponer, una vez más, sus contradicciones y las de sus acólitos.  

Mauricio Macri debutó con un veto cantado que dejó algunos heridos en el camino. Hay dos versiones sobre los posibles daños colaterales en la relación con sus aliados y rivales políticos. La primera, más visceral y algo infantil, sostiene que se les ha dado una cachetada a Sergio Massa y a parte del PJ. “Hace sólo cinco meses que estamos en el Gobierno y ya ponen palos en la rueda”, les reprochan desde el oficialismo. Quienes reparan en este enfoque subrayan que  la grieta que se abrió con el líder del Frente Renovador es porque “está bastante agrandado, queriendo agarrar todo el protagonismo y llevando agua para su molino”.

Una parte importante del PRO quisiera no tener que depender del ex intendente de Tigre para los acuerdos parlamentarios, cosa absolutamente improbable. A Massa se le critican algunas de sus conductas por considerarlas pedantes. Algo de eso hay, aun cuando, si de soberbia se trata, el macrismo también tiene lo suyo.

La segunda versión es más realista y descriptiva del presente político: “Es todo pour la galerie, a Massa no le importa nada y a Macri tampoco, ambos van a seguir avanzando. En cuanto al PJ Renovador o más joven, tiene bien aprendidos los vicios de sus caciques;  van a salir a negociar todo minuto a minuto”, reflexionó una fuente de trato frecuente con los dos sectores.

Roces.

La dureza del momento ahonda las internas dentro del Gobierno. La falta de cintura política en muchos de sus funcionarios hace las cosas más difíciles. Lo que está pasando con las tarifas del gas es un ejemplo. Quien más padece esto es el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que debe salir a corregir algunos de estos desaguisados.

En lo que va de esta corta gestión, Frigerio ha ganado estatura y se ha transformado en un interlocutor muy valorado por los gobernadores de todos los signos políticos.   

En el PRO comprendieron una lección básica: conviene siempre construir poder territorial, empezando desde abajo. Por eso el interés del oficialismo en la elección de la Federación Argentina de Municipios (FAM).

A mitad de semana, Frigerio y el subsecretario de Asuntos Municipales de esa cartera, Lucas Delfino, se reunieron con más de sesenta intendentes de diferente color político con la idea de devolverle a la FAM su espíritu federal y, de paso, hacer buenas migas con los jefes comunales para  picar con ventaja sobre Julio Pereyra –su actual titular– y otros barones del Conurbano.

Como contrapartida, toma cuerpo una movida de Florencio Randazzo, que, junto con Guido Lorenzino (ex legislador provincial por el FpV), trabaja en las sombras para construir su propia liga de intendentes. La semilla de un proyecto que va mucho más allá del ámbito estrictamente municipal.

El gremialismo no atraviesa su mejor momento. El común de la gente no quiere ni escuchar hablar de ellos. Antonio Caló no logra despegarse de su rol en épocas del kirchnerismo; el clan Moyano sigue trabajando para sí mismo, generando el rechazo de la mayoría; Andrés Rodríguez, secretario general de UPCN, ya salió a gritar a los cuatro vientos que no está pensando en una medida de protesta; Juan Carlos Schmid no habla de paros pero estudia el panorama, y Pablo Micheli junto a Hugo Yasky, hasta hace poco rivales irreconciliables desde la fractura de la CTA, gritan juntos amenazando con movilizaciones y conflictividad. En medio de estas aguas revueltas, Macri ha tomado la decisión de avanzar.

Producción periodística: Santiago Serra.




domingo, 15 de mayo de 2016

Quejas y sorpresas… @dealgunamanera...

Quejas y sorpresas…

Justo, justo, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Macri esperaba que los aplaudidores apoyaran, y el FpV, aprobar la ley. Efecto Cristina procesada.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 15/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La discusión por la Ley Antidespidos y el pedido de los gremialistas para tratar el tema de manera más amplia bajo el rótulo de emergencia ocupacional seguirán en primer plano esta semana en el Congreso. Ninguno de los bloques que están a favor de la norma tiene el número propio para sancionar el proyecto. En esta etapa las negociaciones más fuertes se dan entre el Frente para la Victoria –que intenta recuperar la iniciativa luego de la derrota del jueves– y el Frente Renovador. Pero lo más importante radica en la trastienda, que se convirtió en una dura pulseada entre el Gobierno, los empresarios y los principales gremios.

La convocatoria del presidente Mauricio Macri –el pasado lunes 9 de mayo– a sostener  un “compromiso moral” entre empresarios y líderes gremiales para no despedir trabajadores y generar mejores condiciones laborales no sólo parece algo lejano a estas alturas, sino que además dejó esquirlas por todos lados. Macri selló el acuerdo con los empresarios en medio del disgusto que viene arrastrando con ellos por el “poco compromiso republicano”, por lo que les reprocha su costumbre de pedir, de mirarse el ombligo y dar muy poco a cambio. Los hombres de negocios corrieron a apoyar la iniciativa como un manotazo de ahogado para dar señales de que no hacía falta una ley para frenar los despidos. Además, no tenían margen para contradecir los deseos del Gobierno, cuyo fastidio con el sector no para de crecer. 

La historia con los gremios merece un capítulo aparte. El líder de una de las centrales de trabajadores puso de manifiesto que el Presidente hace reuniones por separado con cada sector esquivando los “encuentros conjuntos, oficiales y vinculantes”. “Eso no genera confianza”, asegura la fuente y agrega: “No conduce a nada que Macri se junte por un lado con un grupo de empresarios y en otro cuarto con el sector gremial 5 minutos antes de salir a hacer un anuncio. A veces actúa como un lobbista o como un rosquero de poca experiencia, y lo que no debe olvidar es que es el jefe de Estado”. 

El enfrentamiento verbal que el Presidente mantuvo con Antonio Caló, Omar Maturana y Gerardo Martínez en la malograda reunión del lunes quedó abierto y con la ratificación por parte de Macri de que, si hay ley, habrá veto. Por lo bajo, en el macrismo se quejan de los aplaudidores que ahora endurecen su postura. Pero según cuentan fuentes que asistieron a la reunión, el cruce más fuerte se produjo con el presidente de la Confederación Argentina de los Trabajadores del Transporte, Juan Carlos Schmid, no por el tono sino por el contenido. “Presidente –le dijo–, generar un acuerdo es algo más que discutir una ley.

Hay que trabajar en una agenda completa para abarcar el problema del empleo de los últimos 12 años. Estamos en emergencia ocupacional, tenemos un 35% de informalidad que son trabajadores cuya situación no figura en ningún lado”. Parecía una palabra autorizada, sobre todo porque a Schmid no se lo puede acusar de aplaudidor de Cristina. En realidad, desde el sindicalismo creen que la desprolijidad de la convocatoria de urgencia a una reunión que terminó de la peor manera tuvo su razón de ser en el apuro por lo que venía pasando en las discusiones previas a la sesión del Congreso. “Macri quería una foto conjunta del gremialismo con los empresarios todos sonriendo para frenar la discusión de la ley antidespidos, pero las cosas no se pueden hacer a las apuradas. En algunas cuestiones el Presidente tiene buena fe, pero parece mal asesorado”, concluyeron.

Dentro del mundillo sindical hay tres hombres que vienen sufriendo un desgaste creciente: Antonio Caló (UOM), Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra). Una fuente que conoce los entretelones asegura que Caló es el único que podría salvar su imagen, pero ante las presiones o las tentaciones, termina arreglando con cualquier gobierno.

Andrés Rodríguez tampoco tiene mucho crédito. En UPCN existe un escaso funcionamiento orgánico y mucho verticalismo. Gerardo Martínez corre la misma suerte: en la Uocra “no hay una asamblea ni el día del arquero”. Con dirigentes como éstos, es fácil para el Gobierno apretar el acelerador.

Es difícil saber hasta dónde avanzará la Justicia contra los ex funcionarios

Golpe. La frustrada sesión especial de Diputados convocada para el jueves le significó al kirchnerismo un golpe político que lo sorprendió. Se ve que todavía no hay conciencia en muchos de sus miembros de la derrota electoral de noviembre pasado.

Quien salvó la ropa fue Sergio Massa, cuyo liderazgo  se vio seriamente amenazado por una posible fractura de su bloque. Massa todavía no termina de aprender de sus errores de conducción. Para colmo de males, propios y ajenos aseguran que el ex intendente de Tigre  “se ha vuelto a subir al caballo que lo hizo chocar en el último tramo de la campaña presidencial. Mucho ego, prepotencia y soberbia política”.   


El ámbito judicial es la otra fuente de novedades que, a pesar de ser previsibles, no dejan de impactar. El procesamiento y embargo por la causa del dólar futuro a la ex presidenta  Cristina Kirchner, que se extiende además al ex ministro de Economía Axel Kicillof, al ex presidente del Banco Central Alejandro Vanoli y a otros 12 ex funcionarios, sacudió el final de la semana. 

El juez federal Claudio Bonadio sospecha que aun barajando la posibilidad de una futura devaluación, los ahora procesados avalaron la venta de dólar futuro y no podían desconocer que eso acarrearía enormes ganancias a los operadores y grandes perjuicios a las arcas del Estado, tal como terminó ocurriendo. Se vendió barato y la diferencia con el precio de mercado terminó perjudicando al gobierno macrista.

En los pasillos de Tribunales dicen que es difícil saber hasta dónde avanzará la Justicia contra los ex funcionarios implicados en causas sensibles. Este es el primer procesamiento de CFK, quien, además, está siendo investigada en otros tres casos resonantes. Una de las claves está en la coincidencia de nombres que aparecen en causas diferentes que terminarán corriendo en paralelo. El ejemplo más claro está en las fojas de Hotesur y Los Sauces. “Cuando hay tanta similitud en operatorias y personajes, el cerco se cierra más fácilmente”, sostiene un conocedor de lo que está pasando en los tribunales de Comodoro Py.

Otra fuente de probada experiencia en el mundo judicial advierte: “Hay que desdramatizar la situación. El procesamiento, por más que recaiga en un ex mandatario, es parte de la vida de los tribunales. Lo peor que puede pasar es creer que esto es algo fuera de serie y generar una alarma que termine siendo contraproducente para futuras investigaciones.”

Producción periodística: Santiago Serra.


sábado, 13 de febrero de 2016

Cinismo simpático… @dealgunamaenra

Cinismo simpático…

Buenas Ondas. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

La reunión de Macri con el sindicalismo está sobrevaluada. Paritarias al sol del nuevo poder.

Para una gran mayoría de argentinos, lo obvio se vuelve extraordinario. De repente. Convierte episodios comunes, casi rutinarios como dormir o comer, en portentos de la naturaleza,en fenómenos inéditos. Con esa felicidad inesperada hay que interpretar el “diálogo” que propicia el Gobierno, la “búsqueda de consensos”, un “sistema estadístico” o la osadía de Mauricio Macri por incluir en su repertorio la palabra “inflación”. Puede continuar la lista de obviedades sobre las que se habla y consume, aunque escaso sentido tiene enumerar acontecimientos normales, inevitables, a menos que se los compare con las forzadas rarezas de la última década kirchnerista. Con un rezago terco que la memoria no olvida.

Ese estado de ánimo único también rodeó, claro, el último encuentro entre dirigentes sindicales de la CGT & Cía. y el Presidente, uno entusiasmado en testimoniar en una placa su voluntad de conciliación mientras gana tiempo para la situación de crisis, los otros inquietos para no hundirse con la economía en picada y, de paso, recuperar fondos (o bonos) que el Estado retiene de las organizaciones gremiales. De ahí que, al salir del cónclave, cualquiera de los invitados podía utilizar una frase de simpático cinismo que circula en los ambientes políticos: “Quiero que le vaya bien a Macri, porque de ese modo nos irá bien a todos”. Así también pasa el tiempo.

El estandarte de ese pregón le cabe a Hugo Moyano, a quien le cuesta ocultar su espíritu colaboracionista (el mismo de los otros contertulios sindicales), rasgo que habrá de transformarlo en un criticado Augusto Vandor para la escuelita primaria de los cámporas, quienes recuerdan con desdén a ese líder asesinado por las formaciones especiales antes de los 70. Ignorando tal vez que, al revés de Moyano, Vandor vivía en una pieza con otros dos compañeros cuando ya era clave en el gremio metalúrgico, y cuando viajaba a Madrid el equipaje a veces era un paquete de ropa envuelto en papel de diario y atado con piolines. Mucho más manifiesta es la inclinación de Moyano por Macri que la de Vandor por Onganía y Lanusse, hasta lo confesó antes de entrar al decir “ni a Menem le hicimos un paro cuando empezó su gobierno”, como si fuera una actitud histórica de su conducta. Pareció olvidarse en esa reseña de que a su amigo Néstor Kirchner sí le organizó huelgas apenas empezó la administración debido a que el santacruceño no cumplió algunas promesas tangibles que les había comprometido a contribuyentes de su campaña, como Moyano. No le cedió a Moyano la Secretaría de Transporte, y ocupó el cargo con alguien de su confianza (Ricardo Jaime), y hasta empresas cercanas al sindicalista se quedaron sin subsidios. Una traición, empezaron los paros y Kirchner no aguantó un round: le entregó a Moyano el segundo de la Secretaría, y desde entonces se hicieron compinches públicos hasta aquella agitada discusión telefónica –de la cual Cristina y su hijo parecen no olvidarse más–, unas horas antes de la muerte del ex mandatario.

De la media docena de gremialistas convocados a la Casa Rosada, para Macri hoy Moyano es la pieza central. Lo cultivó en la Ciudad con generosidad en los contratos y lo exhibió, apenas elegido, al invitarlo a una reunión. Fue el camionero, como si fuera del Pro, a un festejo sólo con su comité gremial, en abierto desprecio al resto del sindicalismo. Para él, esa preferencia es una sociedad compatible, semejante, a la que tuvo con los Kirchner. Ese idilio –hasta matizado por el disgusto común que exhiben contra Marcelo Tinelli para que éste no vaya a la AFA– tropezó con el desenfado característico de Moyano, quien reiteró la misma pretensión de cargos en Transporte como en tiempos de Kirchner (y con el mismo especialista en el rubro, Guillermo López del Punta), amén de otras prioridades. 

Fracaso en apariencia y con malestar: lo indigna ver a un ciclista como Guillermo Dietrich al frente del Ministerio, un bípedo contra las cuatro ruedas. Tampoco prosperó en impedir que Jorge Triaca llegara a Trabajo, aunque antes bloqueó la designación de un cordobés (Lawson) ahora reciclado en un organismo público. Si hasta amagó con descortesías al defender los discos de vinilo sobre la música digital, la única forma de entender la huelga de su sindicato porque el Banco Central amagó no transportar papeles contables y hacer circular la información por internet. No llegó a mayores su disidencia, ciertas convenciones económicas se mantienen. Triaca lo fue a visitar a uno de los departamentos de Moyano en Barracas –igual que Julio De Vido en otros tiempos– y él mismo se reunió en presunto secreto con Macri en Olivos. No había sorpresas imaginables para la cumbre de anteayer, el guión había sido sellado.

Más o menos convenido, la paritaria a iniciarse será parcial –como ya ocurrió con otros gremios el año pasado–, no durará más de cinco meses, podría bordear menos de 30% de aumento, y se rectificará luego según los índices del costo de vida. Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del impuesto a las ganancias, ya que a sus trabajadores –y a los de otros sindicatos– les proporcionará un adicional de 2 o 3%. Esa corrección poco le vale al gremio de Antonio Caló, el de Cristina, uno de los que curiosamente percibe ingresos más bajos. También obtendrá Moyano satisfacción con el salario familiar, cuestión que lo obsesiona desde la muerte de uno de sus hijos y que repite emocionadamente cada vez que le toca mencionarlo.

Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del Impuesto a las Ganancias

Ahora vendrán debates técnicos sobre este proceso y, especialmente, sobre la devolución a los gremios de fondos pendientes de las obras sociales. Fue Armando Cavalieri quien expuso sobre el tema, quejoso por el dinero que les arrebata el Estado y debido a que deben socorrer cada vez más adherentes a sus sistemas de salud sin el apropiado sustento económico. Hasta Macri parecía enternecido, y –no olvidarlo– parece que evitó convocar a quien le había entregado la responsabilidad de la devolución a las obras sociales: José Luis Lingeri (Aguas y Cloro).


No invitaron a otros, la lista la hizo Moyano. Se olvidó de los decisivos gremios de la Energía, hoy quizás los más afectados por un eventual desempleo y, adrede seguramente, borró a la CTA para darle una golosina a Caló. El resto de los presentes asentía. Ansiosos por las migajas y felices de pertenecer, se hacen cargo de un viejo dicho futbolístico protagonizado por un negro defensor oriental que, desafiando a la multitud que bramaba en el Maracaná por el triunfo de Brasil, en el Mundial del 50 que consagró a Uruguay, les dijo a sus compañeros mientras llevaba tranquilo la pelota bajo su brazo: “Los de afuera son de palo”.


sábado, 8 de febrero de 2014

El plagio de Cristina… De Alguna Manera...


El plagio de Cristina…

"Plagiar" en el Diccionario de Terreros (1788).

Agotado con rapidez el parque de recursos propios que justifiquen la vigencia del modelo productivo de matriz diversificada mientras se practica un salvaje ajuste económico de corte ortodoxo, el elenco oficialista debió apelar por segunda vez en 15 días a la palabra “legitimante” de la presidenta Cristina Fernández, única fuente de razón y justicia admitida por todos, en todo y para todo. Incluso en el conflicto abierto entre Marcelo Tinelli y La Cámpora por las transmisiones de fútbol.

Pero el ardid de atribuirle a un conflicto ideológico una supuesta conspiración para quitarle margen de acción y camuflar la ausencia de una estrategia política consistente para sortear la crisis no fracasa por distraer esfuerzos para mediar entre un divo de la televisión convocado para reforzar la alicaída imagen pública de su gestión y el personaje de sainete que compone Javier Vicente en cada acting de presunto locutor militante financiado por el Estado.

Más que una salida desesperada, efectuar el segundo día hábil de febrero el anuncio del modesto reajuste a percibir en marzo por jubilados y pensionados pone en primer plano la cuestión de fondo. Ante la escasez de buenas noticias para comunicar, Cristina parece resuelta a encarnar un plagio de sí misma en un intento de evocar los tiempos de esplendor en el presente y volver menos lejano su recuerdo.

La acusación al empresariado de saquear bolsillos a los trabajadores con coro gregoriano de “los pibes para la liberación” y régiseur de quienes ya no lo son –el Cuervo Larroque y Wado de Pedro– forma parte de un rito diluido, de modo paradójico, por una reiteración innecesaria que despoja al discurso de connotación positiva hasta, literalmente, matarlo. Bien utilizada, es una herramienta de la retórica que facilita sostener una línea argumental. Su ausencia es una de las razones de la mala praxis.

La conjunción entre tautología y autismo derivada de una repetición que conduce al aislamiento y, por decantación, al fin de la escucha atenta de un auditorio menos visible que el cautivo en la Casa Rosada, como el que integran las teleaudiencias, es lo que el pensador Lucien Sfez denomina “tautismo”, fenómeno habitual y riesgo potencial en la sociedad de la comunicación, especialmente para el Estado. Lo que pone en duda que la cadena del desánimo sea viralizada con la necesaria intervención de la prensa independiente.

El gesto compartido por el ala sindical afín ubicado en las primeras filas marcó un contraste directo de impresiones. Lo que en Cristina fue la escenificación del poder como pequeñas delicias de la vida conyugal en paso de comedia –“entre los aumentos de Néstor y los míos”, pese a la aclaración formal de que “yo no soy la dueña del Estado”– pareció denso drama kafkiano por la metamorfosis de la palabra presidencial, a juzgar por el semblante adusto, si no sombrío, de los popes de la CGT Balcarce.

Con una representación siempre sospechada, los gremialistas debieran estar tranquilos en esta instancia: los trabajadores fueron puestos de su lado. Quien nunca iba a devaluar ni tomar medidas en su contra se preguntó por qué debería subsidiar el consumo energético de quienes pueden ahorrar pesos para comprar dólares, como su Gobierno autorizó. Algo más preocupante que la amonestación dirigida al metalúrgico Antonio Caló por asegurar que “hay gente a la que ya no le alcanza para comer.”

Defendida con denuedo por el kirchnerismo estos años, la cultura popular recomienda prestar más atención a lo que sugieren los mensajes oficiales que a lo que auguran sus enunciados. Se sabe que al ajuste no escaparán los que menos tienen. En eso no podrá torcerse la historia. Ni siquiera con plagio.

© Escrito por Daniel Bilotta, Titular de la cátedra Planificación Comunicacional, en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, el sábado 08/02/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.