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sábado, 10 de septiembre de 2016

¿De héroe a villano?... “Centurión encubrió lo de Iron Mountain”… @dealgunamanera...

“Centurión encubrió lo de Iron Mountain”…

Padre e hijo. Matías (der.) fue una de las diez víctimas del incendio. Rolando pide Justicia. Foto: Cedoc Perfil

Lo asegura una víctima del trágico incendio de Barracas.

© Escrito por Andrés Fidanza el sábado 10/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Antes de ser suspendido como jefe de la Aduana, de denunciar una cama por parte de la ex SIDE, de recibir el apoyo de Elisa Carrió y hacerse fama de incorruptible, Juan José Gómez Centurión protagonizó un pequeño escándalo en el gobierno porteño. Fue en 2014, cuando era director de la Agencia de Control Gubernamental y se incendió la empresa Iron Mountain, en Barracas. Su rol era controlar la habilitación y el cumplimiento de las reglas de seguridad de ese depósito, que no tenía aprobado un plan de evacuación. 

Mientras intentaban apagar el fuego, ocho bomberos y dos rescatistas murieron.


El incendio fue intencional, según determinó un peritaje, y arrasó con archivos del HSBC, banco investigado por lavado de dinero. Gómez Centurión quedó bajo la lupa de la oposición porteña y de los familiares de las víctimas: en mayo de 2015, fue interpelado en la Legislatura. Ahí le echó la culpa a la gestión anterior de Aníbal Ibarra y al jefe de los bomberos (uno de los fallecidos) por haber dado la orden de entrar al depósito.

A dos años y medio del incendio, el papá del bombero de la policía Juan Matías Monticelli (muerto a los 26 años en Iron Mountain) contradice la versión de que Gómez Centurión es un funcionario eficiente y cruzado contra las mafias. Veterano de Malvinas al igual que Gómez Centurión, Rolando Monticelli lo acusa de patotero y lo responsabiliza por la muerte de su hijo.

—¿Gómez Centurión lo amenazó?
—Sí, en octubre del año pasado. Me mandó un mensaje privado desde su cuenta de Facebook Juanjo Malvinas.

—¿Qué decía?
—Decía textual: “Seguí calumniándome pluma barata y me voy a encargar de vos. Sabés que no tengo nada que ver con esto, y en la Legislatura hablé de los putos mandos coimeros que defendés. No de los bomberos, pelotudo. Te aconsejo que no te ganes un enemigo gratis, estoy atento a lo que decís”.

—¿Hizo la denuncia?
—Sí, apenas recibí el mensaje lo hablé con nuestro abogado Javier Moral. Imprimí la pantalla y presenté la denuncia en el juzgado de Instrucción 37. Ahí me dijeron que el IP coincidía con el de la computadora de Gómez Centurión.

—¿Por qué lo habría amenazado a usted?
—Porque yo soy uno de los familiares que más activa. Además estuve en Malvinas y participo de muchos foros de veteranos. Ahí discuto su supuesta heroicidad, y se ve que eso le molesta. Pudo haber sido valiente, pero no es un héroe.

—¿Qué le reprocha en el incendio de Iron Mountain?
—Es un corrupto, no me caben dudas. Dirigía la agencia de control y le mandaron 15 informes, no uno, y todos decían lo mismo. Tuvo las advertencias necesarias para clausurar. Los aspersores de agua no funcionaban y las columnas no eran ignífugas, lo que fue señalado en 2008. Iron Mountain pidió prórroga y no hizo nada durante seis años.

—¿No pudo haber sido solamente negligente?
—La negligencia también está. Pero él lo encubrió. Los familiares estamos seguros. El tenía el poder para hacer una llamada y parar esta bomba de tiempo. Esto fue un plan. 

—¿Qué tipo de plan?
—Las grandes empresas investigadas por lavado, como HSBC, mandaron a quemar papeles para tener excusas cuando vinieran auditorías.

—¿Se cruzó con Gómez Centurión? 
—No, sólo cuando fue a la Legislatura. Tenía una actitud soberbia y no respondía. Y en un momento se atrevió a decir que la culpa fue de los bomberos, de mi hijo. Nunca llamó a los familiares, no pidió disculpas, ni dio las condolencias. ¿Ese es un héroe? Encima me amenazó. Me da repulsión.

—¿Piensa que Gómez Centurión es responsable de la muerte de su hijo? 
—Sí, con una sola llamada de él se podría haber evitado su muerte. Cerraba la empresa por dos meses y ponía las cosas en condiciones. Y, si querían, podían tirar las cajas al Riachuelo. Personas como Gómez Centurión son un peligro. Son asesinos encubiertos. 





sábado, 6 de febrero de 2016

Paciencia... @dealgunamanera...

Paciencia…


Depende de la calidad del político que su período de gracia pueda prolongarse, pero siempre tiene un límite.

©  Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 31/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Incluso los simpatizantes de Macri han empezado a pensar que no reflexiona lo suficiente sobre la naturaleza política que, de modo inevitable, tienen todos sus actos. Quienes lo juzgan (otros políticos, dirigentes sociales, simples ciudadanos) sólo por confusión o amnesia podrían olvidar que ocupa el cargo ejecutivo máximo. Una vez en Balcarce 50, el efecto “hombre nuevo” se disuelve. Depende de la calidad del político que su período de gracia pueda prolongarse, pero siempre tiene un límite.

En cuanto empieza a gobernar, el presidente ya no puede presentarse invariablemente como encarnación de una voluntad general porque decide de acuerdo con ideas, prejuicios, intereses, compromisos. Durante un tiempo, hasta que se constituya una oposición que sepa qué busca, Macri tiene un campo abierto.

Sucedió con Menem, y un buen día nos dimos vuelta para comprobar que el caudillo de largas patillas y poncho colorado había cambiado la Argentina en un sentido que perjudicaba a millones: cierre de pequeñas empresas, desempleo, pobreza. Ese efecto de que las cosas sucedan de pronto, aunque, en realidad, no suceden tan velozmente, es lo que obtienen los presidentes al llegar. Se le da el nombre de período de gracia. Los que se saltean la historia lo llaman también “los cien días”, olvidando que esos cien días son los que llevaron a Napoleón de la prisión en la isla de Elba a la derrota de Waterloo, no a la restauración de su poder. En este período de gracia, el político tiene la oportunidad de presentarse como representante del bien común, porque sólo después se verá a quién favorecen en verdad sus decisiones.

Macri, durante toda su campaña electoral, dijo que representaba a la gente y la voluntad de los que querían un cambio. Todos los políticos que pretenden ocupar el centro deben matarse para que les crean justamente eso: que representan a los rurales y a los industriales, a los que pagan impuestos y a los que los evaden, a los pobres y a los ricos, a los que quieren mayor igualdad y a los que quieren conservar el lugar que ocupan. Si no lograran convencer de esta universalidad futura a una parte del electorado, no ganarían las elecciones. Por el contrario, deben sostener que el candidato que los enfrenta representa sólo una fracción. Con Scioli esto era bastante fácil, ya que Cristina todavía no había aflojado sus garras sobre el Frente para la Victoria.

Hasta que se arme una oposición que sepa qué busca, Macri tiene un campo abierto.

Perón ganó elecciones definiendo con nitidez su campo y el campo que debía ser derrotado. Lo mismo hizo Yrigoyen. Alfonsín llegó a la presidencia compitiendo de manera abierta: prometió el juicio a las Juntas y enfrentó al peronismo que aceptaba la autoamnistía de los militares. De la Rúa llegó señalando la corrupción de Menem, pero también apelando a un programa que prometía favores para todos los sectores medios: en primer lugar, conservar la funesta equivalencia cortoplacista de peso y dólar. Cristina compitió siempre porque, si está en el estilo de Macri ser indiferente a las grandes discusiones, estuvo en el estilo de Cristina intervenir y cortar en todas las ocasiones que pensó que le servían. Ni el estilo de Macri (indiferente a las ideas: pragmático, que le dicen) ni el de Cristina (de gallo de riña) es propio de los buenos políticos.

Quienes hoy sigan los debates presidenciales de Estados Unidos pueden asombrarse de las diferencias abismales que existen entre Donald Trump y los demócratas Bernie Sanders y Hillary Clinton. Los futuros votantes de uno u otro están perfectamente al tanto de que tienen programas radicalmente diferentes. Después, gane quien gane, el sistema político americano (como lo explica con brevedad y precisión Marcos Novaro en su Manual del votante perplejo) se encargará de equilibrar y controlar; incluso, en algunas circunstancias, de hacer imposible el cumplimiento del programa por el cual los ciudadanos eligieron un presidente.

Macri tuvo tiempo para una misa, dos dirigentes de fútbol y un museo, no para entidades de DD.HH.

Sobre equilibrios y controles, veamos el currículum de Macri. En la ciudad de Buenos Aires fue el jefe de gobierno que usó el veto cada vez que no le gustó lo que se votaba. Según Chequeado.com, sólo Ibarra vetó más leyes que Macri en proporción a las aprobadas; y nadie vetó más que Macri en términos absolutos. El veto más macrista de toda la gestión de Macri es el de la mitad de los artículos que regulaban la ley de publicidad oficial: vetó que se prohibiera usar en ella el logo y los colores del PRO. Se dirá: no hay que juzgar a un político sólo por su pasado. En efecto: hay que esperar, deseando mientras tanto que Rodríguez Larreta no entregue otros terrenos a Boca, mediante una licitación que parece hecha para arrancar una sonrisa de placer a dos presidentes, el de Boca y el de la República.

Nota al pie. La paciencia como virtud política tiene sus límites. Ser paciente no implica aceptar cualquier cosa. Macri debió recibir a los organismos de derechos humanos que le pidieron una audiencia, ya que esta semana tuvo tiempo para asistir a una misa en Córdoba por el cura Brochero con reunión de gabinete posterior, conversar con dos dirigentes del fútbol y visitar la exposición de Roberto Plate en el Museo de Bellas Artes, lo cual, por lo menos, mejora su cultura.





viernes, 27 de febrero de 2015

Murió Julio César Strassera, Q.E.P.D. ... De Alguna Manera...


Murió Julio César Strassera, el fiscal emblema del juicio a las Juntas Militares...


Julio César Strassera falleció a los 81 años. Foto: DyN


Estaba en coma desde el pasado 16 de febrero, cuando fue internado en una clínica porteña. Tenía 81 años. 

El exfiscal del juicio a las juntas militares de la última dictadura militar, Julio César Strassera, falleció hoy a los 81 años en la ciudad de Buenos Aires. El autor de la famosa frase: "Señores jueces, nunca más”, estaba internado hacía dos semanas.

Strassera había ingresado el pasado 16 de febrero a la Clínica San Camilo, del barrio de Caballito, con trastornos intestinales y un cuadro de hiperglucemia que lo llevó a un coma. Los días previos a enfermar, el fiscal había tenido una gran presencia en los medios de comunicación por comunicar su adhesión a la marcha del 18F impulsada por fiscales federales, en memoria del fallecido  Alberto Nisman, a la que finalmente no pudo asistir. 

Fue el fiscal acusador que condujo el denominado "Juicio a las Juntas" militares que gobernaron la Argentina entre 1976 y 1983, en el cual tuvo un histórico protagonismo. Gracias a las pruebas que acumuló y a los casos que seleccionó para imputarles, el 9 de diciembre de 1985, la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal condenó a Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Viola a 17 años de prisión, a Armando Lambruschini a 8 años de prisión y a Orlando Ramón Agosti a 4 años de prisión.

”Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ¡Nunca Más!”, fue parte de su discurso de acusación, cuya frase final pasó a la historia.


Luego del juicio, Strassera fue representante argentino ante los organismos de derechos humanos con sede en Ginebra. Debido a los indultos de los militares dispuestos por el ex presidente Carlos Menem, se retiró de la función pública y empezó a ejercer su actividad como abogado. Asimimso, participó activamente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

En el año 2006 volvió a la esfera mediática al encargarse de la defensa de Aníbal Ibarra en el juicio político por la tragedia de Cromañón, que lo llevó a su destitución como Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

Strassera fue crítico con el kirchnerismo. A finales de 2008, denostó al Gobierno nacional al acusarlo de no querer acelerar las causas por delitos de lesa humanidad.

En el año 2013, calificó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de “megalómana que no tiene vergüenza", y la comparó con el dictador Juan Carlos Onganía por el proyecto de ley enviado al Congreso para limitar las medidas cautelares.

© Publicado el viernes 27/02/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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