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domingo, 29 de noviembre de 2020

Los All Blacks se tomaron revancha con una paliza ante Los Pumas, 38 a 0… @dealgunamanera...

Los All Blacks homenajearon a Maradona y se tomaron revancha con una paliza ante Los Pumas…

 
E
l capitán de los All Blacks, Sam Cane, se dirigió hacia la formación del equipo argentino y apoyó sobre el césped una camiseta del equipo neozelandés con el número 10 y el nombre de Maradona.

El seleccionado argentino de rugby cayó ampliamente ante Nueva Zelanda, por 38 a 0, por la quinta fecha del Tres Naciones. Antes de realizar el famoso Haka, el capitán negro, Sam Cane, colocó una camiseta de los All Blacks con el número diez en homenaje a Maradona.

© Publicado el sábado 28/11/2020 por el Diario Jornada de la Ciudad de Trelew, Provincia del Chubut, República de los Argentinos. 

El seleccionado de rugby de la Argentina, Los Pumas, cumplió una deslucida actuación, fue superado en todos los aspectos del juego y cayó frente a los poderosos All Blacks, de Nueva Zelanda, por un abultado marcador de 38-0 (perdían 10-0 al final del primer tiempo) en un partido válido por la quinta fecha del Tres Naciones, certamen que se desarrolla íntegramente en Australia y dejó a los oceánicos a un paso del título.

El encuentro se celebró en el McDonald's Jone Stadium, en Newcastle, con Nic Berry (Australia) como árbitro, quien le sacó tarjeta amarilla a Tyrel Lomaxl de Nueva Zelanda y estuvo asistido por Angus Gardner (Australia) y Ben O'Keeffe (Nueva Zelanda).

Los All Blacks homenajearon al inolvidable Diego Armando Maradona, ofrendando a Los Pumas una casaca de su equipo con el número 10 y el nombre del astro argentino, antes de realizar el tradicional Haka previo al inicio del partido por el Tres Naciones.

En ese contexto, previo a la tradicional danza se vivió un emotivo momento en el Mc Donald's Jone Stadium, cuando el capitán de los All Blacks, Sam Cane, se dirigió hacia la formación del equipo argentino y apoyó sobre el césped una camiseta del equipo neozelandés con el número 10 y el nombre de Maradona.

El equipo argentino, que jugó con un brazalete negro, no pudo concretar su tributo previsto para los 10 minutos de juego, deteniendo el juego en honor a Maradona.

Entre los 9 y los 11 minutos las acciones no se detuvieron y, por el contrario, el ataque de Nueva Zelanda fue sostenido y culminó con el try de Dan Coles.

En los instantes previos al juego, durante los ejercicios de calentamiento, el equipo argentino se escuchó en el estadio a todo volumen al fallecido cuartetero cordobés Rodrigo cantando "La mano de Dios", un tema que se transformó en una especie de himno dedicado a astro nacido en Villa Fiorito.

Posteriormente, en diálogo con los medios presentes, el capitán de los locales, Sam Cane, expresó: "Fue un gesto, una muestra, de presentar nuestros respetos a una leyenda argentina, una leyenda mundial, en su campo también".

"El rugby es un juego, ante todo, que se basa en el respeto. Hacer eso fue lo correcto y respetuoso", agregó Cane en la conferencia.

Por su parte, Pablo Matera, que lleva la cinta en Los Pumas, reconoció: "No sabía (sobre el tributo) hasta que lancé la moneda con Sam Cane y me lo contó.

Los tantos de Nueva Zelanda fueron concretados con tries de Will Jordan (2), Ardie Savea, Sam Coles y Patrick Tuipulotu, con cinco conversiones y un penal de Richie Mo'unga.

Tras culminar la quinta fecha Nueva Zelanda suma 11 puntos (con cuatro partidos), Argentina y Australia (ambos con tres) 6 unidades, quedando los All Blacks con el título prácticamente asegurado.

Nueva Zelanda tiene una diferencia de tantos de 64 contra -28 de Los Pumas y -36 de Australia, que podrían igualar a los All Blacks si en el cotejo entre ambos del sábado próximo en el Bankwest Stadium en Sydney hay un ganador con bonus ofensivo.

Todo fue para los de negro, de comienzo a fin, marcando diferencias en todos los aspectos que determinan la superioridad de un equipo sobre otro, como la posesión, la presión sobre el rival, el manejo adecuado del balón, supremacía en lines y scrums, y mucho protagonismo.

De aquel histórico triunfo por 25 a 15 Los Pumas cambiaron 10 jugadores y los neozelandese sólo tres, fueron dos semanas estudiando al equipo argentino y esperando el desquite, eso se quedó expuesto en la cancha durante el partido.

Nueva Zelanda sacó provecho de la utilización del kick, apeló a un juego corto y simple y el 10-0 parcial fue engañoso, merecían más.

Los All Blacks siguen en el tope del rugby mundial pero no son los de antes ya que desaprovecharon por detalles tres chances claras de tries y sólo Dan Coles pudo concretar uno, eso evitó un marcador más abultado al final del primer tiempo.

Argentina sufrió el partido con la defensa (149 tackles contra 44), que se desgastó ante el ataque sostenido del rival, y luego cometió errores no forzados en el manejo del balón con pérdidas de Nicolás Sánchez, Emiliano Boffelli y Felipe Ezcurra en la primera etapa, y con errores que se repitieron en el segundo tiempo.

Nada le salió a Los Pumas, ni tuvo la posibilidad de sumar puntos con un penal ante un adversario que totalizó el 71% de la posesión y 533 metros recorridos contra 132.

La etapa final no mostró otro desarrollo, los All Blacks estaban deseosos de ampliar la diferencia para asegurarse el bonus ofensivo y para cicatrizar la profunda herida que les dejó la caída anterior ante Los Pumas, algo que quedó expuesto en el festejo posterior a cada anotación.

Jordan, el jugador de Crusaders con un presente y un futuro notables, sumó dos tries por intercepciones, la goleada tomó forma, se acumularon los cambios y se concretó un triunfo muy claro para los All Blacks.

Nunca hubo partido en Newcastle, Nueva Zelanda hizo todo lo que su entrenador Ian Foster había elucubrado en dos semanas de estudio y a Los Pumas no les salió absolutamente nada.

Ahora es el turno de la despedida ante Australia, el final del certamen para Los Pumas, que más allá de esta goleada, esta desarrollando una magnifica tarea, quedando claro no era campeones del mundo al vencer a los All Blacks ni ahora son un equipo indigno.

Síntesis

Nueva Zelanda 38
 

Beauden Barrett; Jordie Barrett, Anton Lienert-Brown, Jack Goodhue y Caleb Clarke; Richie Mo'unga y Aaron Smith; Ardie Savea, Sam Cane y Akira Ioane; Samuel Whitelock y Scott Barrett; Nepo Laulala, Dan Coles y Joe Moody. Entrenador: Ian Foster. 

Ingresaron Codie Taylor, Karl Tu'inukuafe, Tyrel Lomax, Patrick Tuipulotu, Hoskins Sotutu, TJ Perenara, Rieko Ioane, Will Jordan.

Argentina 0 

Emiliano Boffelli; Ramiro Moyano, Jerónimo De la Fuente, Juan Cruz Mallía y Santiago Cordero; Felipe Ezcurrra y Nicolás Sánchez; Pablo Matera, Facundo Isa y Marcos Kremer; Lucas Paulos y Guido Petti; Santiago Medrano, Julián Montoya y Maycos Vivas. Entrenador: Mario Ledesma.

Ingresaron Santiago Socino, Nahuel Tetaz Chaparro, Lucio Sordoni, Matías Alemanno, Santiago Grondona, Gonzalo Bertranou, Santiago Carreras y Lucas Mensa.

Tantos en el primer tiempo: 11m. try de Coles (NZ) convertido por Mo'unga; 16m. penal de Mo'unga (NZ)

Tantos en el segundo tiempo: 11m. try de Savea (NZ) convertido por Mo'unga, 28m y 30m tries de Jordan (NZ) convertidos por Mo'unga y 40m. try de Tuipulotu (NZ) convertido por Mo'unga.


Cancha: Mc Donald's Jone Stadium de Newcastle.

Arbitro: Nic Berry (Australia).










viernes, 4 de septiembre de 2020

Malditos prejuicios... @dealgunamanera...

Una reflexión en torno a la agresión que recibió Ofelia Fernández en una universidad de elite…

Ofelia Fernández. Fotografía: Marcelo Escayola.

La conducta de varios estudiantes de la Universidad Di Tella merece una reflexión. En cualquier civilización, agredir al invitado, es un acto de enorme bajeza.

© Escrito por Juan Grabois el miércoles 26/08/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La conducta de varios estudiantes de la Universidad Di Tella merece una reflexión. Como docente universitario y padre, quisiera compartirla con ustedes, en particular, con los padres de estos jóvenes, conciudadanos y compatriotas nuestros.

Ustedes seguramente quieren lo mejor para su hijo o hija, quiere una educación de calidad para que aprenda y sea un hombre o mujer de bien. Quiere que tenga valores democráticos y humanistas, esos mismos que Di Tella defendía. Por ello, tal vez muchos hagan un esfuerzo para pagar la cuota, acompañarlos en su proceso formativo, apoyarlos en todo sentido.

La Universidad Di Tella es una institución para las clases altas dónde predominan determinadas ideas políticas, tan respetables como cualquier otra en el marco de la democracia.

Evidentemente, no era el espacio más amigable para Ofelia Fernández. Sin embargo, ella aceptó el desafío y expuso respetuosamente sus ideas.


Cuando Ofelia empezó a desarrollar una posición en torno a la solidaridad, muchos alumnos comenzaron a gritarle, interrumpirla, insultarla del modo más vulgar y procaz. Esa conducta grotesca expresa una crisis de valores que trascienden las posiciones políticas y van, incluso, más allá del prejuicio.

En cualquier civilización, agredir al invitado, máxime si el invitado pertenece a otro ámbito sociocultural, es un acto de enorme bajeza. Un acto inmoral, cobarde. Un acto que expresa la forma más vil de la mala educación. ¿Dónde mamaron estos jóvenes esta actitud? ¿en su casa? ¿en la TV? ¿en las redes? ¿en la propia universidad? ¿puede una universidad, por más cara que sea, suplir la falta de valores básicos?. 

La pregunta más importante que creo deberían plantearse: ¿quieren que sus hijos sean eso? ¿quieren que pertenezcan a una élite materialmente rica pero moralmente indigente? ¿quieren hijos superficialmente elegantes y formados pero esencialmente brutales, ignorantes, prejuiciosos, groseros? ¿los enorgullece verlos así?.

Si los hijos de las clases privilegiadas, con acceso a las mejores instituciones y todas las comodidades, no pueden respetar las normas de convivencia más elementales, ¿qué le queda al resto de la juventud? ¿con qué autoridad moral se les exigirá el respeto a las normas?.


Quisiera agregar algo más que no hace al quid de la cuestión pero, como compañero, me siento en la obligación de contar. Ofelia sí dona su sueldo. Más de la mitad. Un sueldo que ella no definió y que en efecto, considera excesivo. Desde que asumió la banca para la que fue democráticamente electa, dona su sueldo no con la actitud del fariseo sino por convicción: por eso no lo anda diciendo. No es la única. Hay muchos hombres y mujeres en nuestro tan demonizado campo político, con aciertos y errores, virtudes y defectos, practican en silencio los valores que otros pregonan.

Ofelia tuvo otra actitud noble. No aprovechó el episodio para victimizarse. Aceptó rápidamente las disculpas de la Universidad. Bien por ella. Me enorgullece ser su compañero. Yo por mi parte, no creo que alcancen las disculpas de la Universidad.

Considero que la comunidad educativa de la misma debe tomar este episodio con la gravedad que amerita. Indagar en el porqué de semejante nivel de intolerancia y trabajar para revertirlo porque no es un hecho aislado: es una actitud constante.




domingo, 5 de abril de 2020

Rebotá y andá... Un cuento de fútbol... @dealgunamanera...

Robotá y andá… Un cuento de fútbol de Gustavo Garat...


Rebotá y anda…

Creo que se llamaba Juan, acusaba 83 años y se aparecía todos los miércoles a las nueve de la noche en punto con el botinero bajo el brazo. Ya venía cambiado, generalmente con camisetas de equipos italianos o españoles, originales y relucientes y el pantaloncito de Central Córdoba con el cinco estampado en el muslo derecho.

En el botinero traía las canilleras que se calzaba meticulosamente sobre las medias, un potecito naranja de “Átomo Desinflamante”, que desparramaba sin escatimar en ambas piernas y la cintura, un jabón de tocador, una toallita de esas que se usan para secarse las manos y un desodorante “Old Spice”, el del barquito.

Corría a la par nuestra ojo, que no superábamos los treinta y sabía bastante con la pelota. Era de esos que te las piden todas y te las devuelven redonda.

-Rebotá… Rebotá y andá… te decía. Era una pared humana el guacho,

Esa noche me tocó enfrentarlo, el partido venía parejo pero sin fricciones, en un momento me encaró de frente con la “bocha” al pie y no sé qué hizo pero me obligó a abrir las piernas y me metió un caño hermoso. Y en un córner para nosotros, un ratito después, me pegó un codazo en el ojo, no muy fuerte, pero artero. Nada de “sin querer”…

Cuando nos terminamos de viajar, mientras se secaba las bolas con la toallita chiquita, me preguntó qué me había dolido más… ¿El caño o el codazo?...

-El codazo le respondí…

-Dedicate a otra cosa pibe… me dijo.

Se puso desodorante y se fue.

Norberto "Ruso" Verea...





viernes, 1 de marzo de 2019

Mauricio Macri en el Congreso… @dealgunamanera…

Estamos mal, eso prueba que vamos bien…


Una hora clavada habló el presidente Mauricio Macri. Sería un ejercicio interesante (y masoquista) observar la pieza sin sonido. Se notaría, aún más, cuán envejecido está el mandatario incluso debajo de la gruesa capa de maquillaje. Se percibiría un rostro entre tenso y enfurecido, sin concesión a una sonrisa o a un rictus amable ni siquiera cuando aludió al futuro pum para arriba. Están pasando cosas y el lenguaje corporal las denuncia.

© Escrito por Mario Wainfeld - mwainfeld@pagina12.com.ar -el viernes 01/03/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Con sonido, seguramente, la expresión más repetida fue “cambio profundo” con variantes mínimas. La cantidad de aplausos oficialistas, interminable. Una de las mayores ovaciones de las bancadas oficialistas premió al DNU sobre extinción de dominio, un desaire al propio Congreso. La incongruencia atañe a oficialistas de dos poderes.

Se vivieron momentos más psicóticos. Por ejemplo, cuando Macri enunció la reducción de la pobreza, la baja de la inflación, el crecimiento y la creación de empleo supuestamente sucedidos hasta 2018. Con subterfugios y gambeta corta, aceptó que ese cuadro es pasado, que el presente es distinto. Agreguemos: con indicadores deprimentes. A no mortificarse, martilló el mandatario, estamos sentando las bases, los cimientos, tendiendo puentes, construyendo futuro.

En los primeros minutos Macri situó el origen de los problemas argentinos más allá de la “herencia recibida”, los remitió a 70 años atrás, “son estructurales”. Pero consagró buena parte de la hora a fustigar al kirchnerismo con tópicos recurrentes como la relación exclusiva con Irán y Venezuela, la entrada al mundo.

El único anuncio importante fue la elevación de la Asignación Universal por Hijo este mes un 46 por ciento. Sería un aumento interesante si cumple la promesa.

Los silencios merecen nombrarse: no se nombró al Fondo Monetario Internacional (FMI), ni a las palabras “tarifas” o “dólar”. No se enunció ninguna reforma laboral grata al oficialismo. Ni mentó “derechos”, vocablo y concepto al que es refractario.

Hubo menciones en varios tramos a las mujeres, sus derechos, compartibles críticas al abuso. Estaban guionadas, son estimulantes igual. Pero cuando Macri interpeló a la Asamblea, legisladoras y legisladores, usó el vocativo “señores”, lejos del lenguaje inclusivo y aún del protocolo de los maestros de ceremonias old fashion (“señoras y señores”).

Macri enalteció a las Pymes y a la apertura de fábricas, cuando su política económica lleva al cementerio a las empresas chicas o medianas y a la industria.

El discurso urdió un hilo gánico, auto contradictorio. Todas las dificultades y tropiezos, propone el presidente, comprueban que se está yendo por el buen camino. Los retrocesos imprevistos acreditan la razonabilidad del rumbo. Reformula a Bernardo Neustadt, propagandista del menemismo: que estemos mal evidencia que vamos bien.

Tres lapsus freudianos alteraron la lectura. El primero cuando anotició que se están protegiendo las fronteras con el auxilio del narcotráfico. Había querido decir “ejército”, no es lo mismo. Las cámaras de la TV pública, rutinarias y atentas, obviaron mostrar al ministro de Defensa Oscar Aguad.

El segundo comentó la “radiación social” del Norte argentino, queriendo hablar de la solar.

La frase “viendo qué trabas podemos renovar” fue el tercero menos saliente pero acaso no menos confesional.

El desplazamiento de la realidad fue el hilo clave. Habló de un futuro hipotético, dudoso y eludió todo lo posible las menciones sobre el presente, tangible. Se difundieron o difundirán en estos días la reducción del Producto Bruto Interno, la inflación, los cierres de industrias. Quedaron afuera del radar.

Terminó in crescendo, como debe ser, dejando la sensación de ir a un combate. Refirió haber recibido mensajes de tres mujeres argentinas, pobres y felices, un clásico de la publicidad duranbarbista. Reconoció que “muchos van a pensar que están peor que hace años”. En una de esas no es que lo piensen sino que lo están.

Sin nada que mostrar, sin mejor herramienta que colisionar contra el kirchnerismo, el hombre que enfeudó el porvenir con una deuda externa colosal y delegó el manejo de la economía al FMI alegó haber dejado atrás la “imposibilidad de hacernos cargos de nuestros problemas nosotros mismos”. 

La disociación con la realidad constituyó, junto a la soberbia, el karma del discurso sobre el que escribimos sobre tablas pronunciado en una sesión tumultuosa. Con las inmediaciones del Congreso cercadas como si estuviéramos en guerra o en el cónclave del G-20, el trance más dichoso que Macri pudo rescatar tras tres años largos de gestión.



domingo, 20 de enero de 2019

La vieja "atorranta"... @dealgunamanera...

La vieja atorranta... 


Hace muchos años, cuando era psicólogo muy joven, trabajé en algunos geriátricos. (...) Muchos de ustedes trabajarán o habrán trabajado en alguna institución, y sabrán que lo que tiene que hacer todo el que trabaja en un establecimiento al ingresar es ir a la cocina, porque la cocinera es la que está al tanto de todo lo que pasa. Más que los médicos incluso.

© Del Libro Encuentros escrito por Gabriel Rolón.

Llegué, entonces, una mañana, me dirigí a la cocina y, como era habitual, le pregunté a la cocinera.- ¿Y, Betty, alguna novedad? -Sí, doctor- me llamó así aunque soy licenciado-. ¿Ya vio a la vieja atorranta?

-No - le dije asombrado-. ¿Entró una abuela nueva?

-Sí, una viejita picarona.

Me quedé tomando unos mates con ella y no volví a tocar el tema hasta que entró la enfermera y me dijo:

-Gaby, ¿ya viste a la atorranta?
-No -le respondí.
-Tenés que verla. Se llama Ana.

Lo primero que me llamó la atención fue que utilizara, para referirse a ella, el mismo término que había usado la cocinera: Atorranta. 

Pero lo cierto es que habían conseguido despertar mi interés por conocerla. De modo que hice mi recorrida habitual por el geriátrico y dejé para el final la visita a la habitación en la que estaba Ana.

En esa hora yo me había estado preguntando de dónde vendría el mote de vieja atorranta. Supuse que, seguramente, debía ser una mujer que cuando joven habría trabajado en un cabaret, o que tendría alguna historia picaresca. Pero no era así. 

Cuando entré en su habitación me encontré con una abuela que estaba muy deprimida y que casi no podía hablar a causa de la tristeza. Su imagen no podía estar más lejos de la de una vieja atorranta. Me acerqué a ella, me presenté y le pregunté: 

-Abuela, ¿qué le pasa? 

Pero ella no quiso hablar demasiado; apenas si me respondió algunas preguntas por una cuestión de educación. Pero un analista sabe que esto puede ser así, que a veces es necesario tiempo para establecer el vínculo que el paciente necesita para poder hablar. Y me dispuse a darle ese tiempo.

De modo que la visitaba cada vez que iba y me quedaba en silencio a su lado. A veces le canturreaba algún tango. Y, allá como a la séptima u octava de mis visitas la abuela habló: 

-Doctor, yo le voy a contar mi historia. 

Y me contó que ella se había casado, como se acostumbraba en su época, siendo muy jovencita, a los 16 años con un hombre que le llevaba cinco. Yo la escuchaba con profunda atención. 

-¿Sabe? -me miró como avisándome que iba a hacerme una confesión-, yo me casé con el único hombre que quise en mi vida, con el único hombre que deseé en mi vida, con el único hombre que me tocó en mi vida y es el hombre al que amo y con el que quiero estar. Me contó que su esposo estaba vivo, que ella tenía ochenta y seis años y él noventa y uno y que, como estaban muy grandes, a la familia le pareció que era un riesgo que estuvieran solos y entonces decidieron internarlos en un geriátrico.

Pero como no encontraron cupo en un hogar mixto, la internaron a ella en el que yo trabajaba, y a él en otro. Ella en Provincia y él en Capital. Es decir que, después de setenta años de estar juntos los habían separado. Lo que no habían podido hacer ni los celos, ni la infidelidad, ni la violencia, lo había hecho la familia. Y ese viejito, con sus noventa y un años, todos los días se hacía llevar por un pariente, un amigo o un remises en el horario de visita, para ver a su mujer. Yo los veía agarraditos de la mano, en la sala de estar o en el jardín, mientras él le acariciaba la cabeza y la miraba. Y cuando se tenían que separar, la escena era desgarradora.

¿Y de dónde venía el apodo de vieja atorranta? Venía del hecho de que, como el esposo iba todos los días a verla, ella les había pedido autorización a las autoridades del geriátrico para ver si, al menos una o dos veces por semana, los dejaban dormir la siesta juntos. Y entonces, ellos dijeron: 

-Ah, bueno... Mirá vos la vieja atorranta.

Cuando la abuela me contó esto, estaba muy angustiada y un poco
avergonzada. Pero lo que más me conmovió fue cuando me dijo, agachando la cabeza:

-Doctor, ¿qué vamos a hacer de malo a esta edad? Yo lo único que quiero es volver a poner la cabeza en el hombro de mi viejito y que me acaricie el pelo y la espalda, como hizo siempre. ¿Qué miedo tienen? Si ya no podemos hacer nada de malo. Conteniendo la emoción, le apreté la mano y le pedí que me mirara. Y entonces le dije:

-Ana, lo que usted quiere es hacer el amor con su esposo. Y no me venga con eso de que ¿qué van a hacer de malo? Porque es maravilloso que usted, setenta años después, siga teniendo las mismas ganas de besar a ese hombre, de tocarlo, de acostarse con él y que él también la desee a usted de esa manera. Y esas caricias, y su cara sobre la piel de sus hombros, es el modo que encontraron de seguir haciéndolo a esta edad. 

Pero déjeme decirle algo, Ana: ése es su derecho, hágalo valer. Pida, insista, moleste hasta conseguirlo. Y la abuela molestó.

Recuerdo que el director del geriátrico me llamó a su oficina para
preguntarme:

-¿Qué le dijiste a la vieja?

-Nada- le dije haciéndome el desentendido- ¿Por qué?

La cuestión fue que con la asistente social del hogar en el que estaba su esposo, nos propusimos encontrar un geriátrico mixto para que estuvieran juntos. Corríamos contra reloj y lo sabíamos. Tardamos cuatro meses en encontrar uno. Sé que, dicho así, parece poco tiempo. Pero cuatro meses cuando alguien tiene más de noventa años, podía ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Además ella estaba cada vez más deprimida y yo tenía mucho miedo de que no llegara. Pero llegó. Y el día en el que se iba de nuestro geriátrico fui muy temprano para saludarla, y en cuanto llegué, la cocinera me salió al cruce y me dijo: 

-No sabés. Desde las seis de la mañana que la vieja está con la valija lista al lado de la puerta. 

-Yo me reí. Entonces fui a verla y le dije: 

-Anita, se me va. Y ella me miró emocionada y me respondió: 

-Sí doctor... Me vuelvo a vivir con mi viejito. -Y se echó en mis brazos llorando.

-Ana- le dije- Nunca me voy a olvidar de usted. Y como habrán visto, no le mentí.

Jamás me olvidé de ella, porque aprendí a quererla y respetarla por su lucha, por la valentía con la que defendió su deseo y porque gracias a esa vieja atorranta, pude comprobar que todo lo que había estudiado y en lo que creía, era cierto: que se puede pelear por lo que se quiere aunque se deje la vida en el intento. Y además, porque la abuela me dejó la sensación de que, a pesar de todas las dificultades, cuando alguien quiere sanamente y sus sentimientos son nobles, puede ser que enamorarse sea realmente algo maravilloso y que el amor y el deseo puedan caminar juntos para siempre.

Dejemos el prejuicio y la crítica... Seamos tolerantes